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Esperanza y justicia para las mujeres que sobrevivieron al ISIS – Charla TEDMED 2018

Charla «Esperanza y justicia para las mujeres que sobrevivieron al ISIS» de TEDMED 2018 en español.

La protectora de los derechos humanos Rabiaa El Garani comparte la desafiante y desgarradora historia de violencia de género cometida contra las mujeres y niñas yazidíes en Irak por el ISIS, y su trabajo en busca de justicia para las supervivientes. «Estas víctimas han pasado por un dolor inimaginable. Pero con un poco de ayuda, muestran lo resilientes que son» dice. «Es un honor dar testimonio, es un privilegio buscar justicia» (Esta charla contiene contenido adulto)

  • Autor/a de la charla: Rabiaa El Garani
  • Fecha de grabación: 2018-11-14
  • Fecha de publicación: 2019-11-11
  • Duración de «Esperanza y justicia para las mujeres que sobrevivieron al ISIS»: 901 segundos

 

Traducción de «Esperanza y justicia para las mujeres que sobrevivieron al ISIS» en español.

[Esta charla tiene contenido para adultos] Cuando tenía 14 años, mis padres tenían la intención de casarme con un hombre de su elección.

Me negué.

Esa decisión de desafiar a mi familia dio forma a todo en mi vida y me puso en el camino de convertirme en quien soy hoy.

Pero a veces fue muy doloroso y sigue siéndolo.

Mis padres fueron criados en familias marroquíes tradicionales y sin estudios donde el principal valor de una niña se mide por su virginidad.

Emigraron a Bélgica, y yo nací, me crie y fui educada allí.

No acepté su visión del mundo.

Cuando les dije no, lo pagué caro en términos de abuso físico y emocional.

Pero finalmente escapé de su casa y me hice detective de la policía federal que podría ayudar a defender los derechos de los demás.

Mi especialidad era investigar casos de antiterrorismo, secuestro de niños y homicidio.

Amo ese trabajo, y fue extremadamente gratificante.

Con mi origen musulmán, conocimientos de la lengua árabe, y un interés en trabajar internacionalmente, decidí buscar nuevos desafíos.

Tras décadas de ser una oficial de policía, fui reclutada para ser investigadora de violencia de género y sexual como miembro de «Justice Rapid Response» y la nómina de ONU Mujeres.

Justice Rapid Response es una organización para investigaciones criminales de atrocidades masivas.

Funciona tanto con fondos públicos como privados y proporcionan evidencias e informes a más de 100 países participantes.

Muchos países en conflicto no son capaces de proporcionar un juicio justo a aquellos que han sido víctimas de la violencia masiva.

Para responder a eso, Justice Rapid Response fue creada en colaboración con ONU Mujeres.

Juntos, Justice Rapid Responde y ONU Mujeres reclutan, entrenan y certifican a más de 250 profesionales con experiencia específica en violencia sexual y de género como yo.

Nuestras investigaciones se llevan a cabo bajo leyes internacionales y nuestros hallazgos llegan a ser pruebas para enjuiciar a los criminales de guerra.

Este mecanismo brinda esperanza a las víctimas de que algún día se encuentre justicia y rendición de cuentas tras una guerra o un conflicto.

Déjenme contarles sobre el trabajo más desafiante que he hecho.

Fue en Irak.

Desde el surgimiento del Estado Islámico en Irak y Siria, o ISIS, este grupo ha atacado y torturado sistemáticamente a muchas minorías religiosas y etnias, como los cristianos, los turcos chiitas, musulmanes chiitas, Shabaks chiitas y los yazidíes.

La persecución de los yazidíes ha sido especialmente terrible.

Los días 3 y 15 de agosto de 2014, ISIS atacó cerca de 20 aldeas y ciudades en Sinjar, Irak.

Ejecutaron a todos los varones mayores de 14 años, incluyendo a ancianos y a personas discapacitadas.

Dividieron a las mujeres y a las niñas, las violaron y las vendieron como esclavas domésticas y sexuales.

Un mes más tarde, una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU condujo a la misión en Irak para investigar y documentar presuntas violaciones y abusos cometidos por el ISIS y sus grupos asociados.

Fui enviada a investigar las atrocidades cometidas contra los yazidíes, con un enfoque en crímenes sexuales y basados en género.

Los yazidíes son una comunidad etnoreligiosa de habla kurda establecida en el norte de Irak.

Su sistema de creencias incorpora elementos del judaísmo, cristianismo, el islam y el zoroastrismo.

Por cientos de años, musulmanes y cristianos que no entendían sus creencias han condenado a los yazidíes como adoradores del diablo.

ISIS pensó en ellos de ese modo y prometió destruirlos.

Bien, hagamos un experimento de reflexión aquí.

Quiero que piensen en su peor experiencia sexual.

y la rememoren en detalle.

Ahora gírense hacia la persona a su derecha y describan esa experiencia.


(Risas)
Sé que es difícil,

¿no?


(Risas)
Pero, por supuesto, no espero que hagan eso.

Todos se sentirían incómodos y avergonzados Y entonces imaginen a una chica de 11 años en Oriente Medio que no fue educada sobre la sexualidad, que fue sacada de su zona de confort, su familia, que fue testigo de la ejecución de su padre y hermanos, teniendo que describir en detalle la violación a la que se enfrentó en una cultura donde lo sexual es tabú.

Su única manera de recuperar su honor es esconder el crimen, creer que fue casada contra su voluntad, o negar los acontecimientos por vergüenza o miedo a ser rechazada.

Entrevisté a una chica a la que voy a llamar «Ayda».

Fue comprada por un líder de ISIS, o emir, junto con otras 13 chicas de edades comprendidas entre los 11 y 18 años.

En el grupo estaban sus tres sobrinas y dos primas.

Las 14 chicas fueron llevadas a una casa llena de combatientes del ISIS.

Un imam estuvo presente, que dejó claro que su religión era errónea, y el único camino bueno era aceptar el islam y casarse con un hombre musulmán.

El emir escribió los nombres de las chicas en 14 pedacitos de papel.

Dos combatientes del ISIS elegirían un pedazo de papel cada uno.

Gritarían el nombre escrito en el papel, y esas chicas serían llevadas a la fuerza a otra habitación.

Mientras el emir y el imam escuchaban a las dos chicas gritar, mientras eran violadas, empezaron a reírse.

Ambos les decían a las otras chicas que las dos chicas deberían disfrutar la experiencia en lugar de gritar.

Después de un rato, las chicas fueron llevadas de vuelta.

Estaban en shock y sangrando.

Confirmaron que habían sido casadas y sufrido mucho dolor.

Es importante considerar el hecho de que habían sido criadas para creer en las relaciones sexuales con un hombre en sus vidas: su marido.

La única conexión que pudieron hacer en su estado de choque fue definir sus violaciones como matrimonio.

Antes de que las siguientes dos chicas fueran llevadas para ser violadas, Ayda tomó una terrible decisión.

Como la mayor del grupo, convenció al emir de dejarlas usar el baño para lavarse antes del matrimonio.

Una de las chicas dijo a Ayda que notó veneno matarratas en el baño.

Las 14 chicas decidieron terminar con su sufrimiento bebiendo el veneno.

Antes de que el veneno tuviera pleno efecto, fueron descubiertas por el ISIS y llevadas al hospital, donde sobrevivieron.

El ISIS decidió separar a las chicas y venderlas individualmente.

Ayda fue llevada a otra casa y brutalmente violada después de que intentara de nuevo suicidarse con su velo.

Fue golpeada y violada cada dos días.

Tras cuatro meses de cautividad, Ayda encontró el valor para escapar.

Nunca volvio a ver a las otras 13 chicas.

Entrevisté a Ayda varias veces.

Estaba dispuesta a hablar conmigo porque escuchó de otras víctimas que allí había una mujer de ONU que comprendía su complicada cultura.

La miré a los ojos y escuché atentamente las historias de su hora más oscura.

Establecimos una conexión personal que continúa el día de hoy.

Mi educación me facilitó la comprensión de su extremo sentido de la vergüenza y miedo a ser rechazada.

Este tipo de investigación no consiste solo en recopilar información y evidencias, sino también en apoyar a las víctimas.

Los lazos que establezco con las víctimas fortalecen su confianza y su deseo de buscar justicia.

Mientras consideraba su escape, Ayda, como todos los supervivientes yazidíes, se enfrentó a un dilema:

¿debería continuar sufriendo el abuso de sus captores, o sería mejor volver a casa, donde se enfrentaría la vergüenza, el rechazo y posible muerte por honor?

Conozco demasiado bien el dolor de ser rechazada por mi comunidad marroquí en Bélgica, y no quería que esto le ocurriera a la comunidad yazidí.

Un grupo de entidades interesadas, incluyendo la ONU, varias ONG, políticos y miembros de la comunidad yazidí, nos acercamos al líder religioso, Baba Sheik.

Tras muchos encuentros, se dio cuenta de que estas chicas no habían faltado al respeto a la religión al ser forzadas a convertirse al islam y casarse con combatientes del ISIS.

Que, en cambio, fueron secuestradas, violadas y esclavizadas sexualmente.

Me complace informar que, tras nuestras reuniones, Baba Sheik anunció públicamente que las supervivientes deberían ser tratadas como víctimas y aceptadas por la comunidad.

Este mensaje se escuchó en toda la comunidad y finalmente llegó hasta las supervivientes cautivas por ISIS.

Tras esa declaración de apoyo, las supervivientes estuvieron motivadas de escapar del ISIS como hizo Ayda, y muchas jóvenes yazidíes dieron el valiente paso y volvieron a casa a sus comunidades.

El pronunciamiento público de Baba Sheik salvó las vidas de muchas jóvenes yazidíes tanto en cautiverio como después de su escape.

No todos los líderes religiosos aceptaron hablar con nosotros.

Algunas víctimas tuvieron peores desenlaces que las yazidíes.

Por ejemplo, solo 43 de las 500 a 600 víctimas de la comunidad chiita turcomana fueron capaces de regresar a casa tras escapar del ISIS.

Algunas fueron aconsejadas por sus familias para permanecer en ISIS o cometer suicidio para salvar el honor de la familia.

Alemania estableció un proyecto para apoyar a las supervivientes del ISIS proporcionando apoyo psicosocial y vivienda a 1100 mujeres y niños, incluyendo a Ayda.

Visité a Ayda varias veces durante mi trabajo.

Estoy muy orgullosa de ella y de las otras víctimas.

El progreso que han hecho es sorprendente.

Es realmente conmovedor ver cuántas de ellas, a pesar de sus dificultades, se han beneficiado de este programa.

Este programa incluye asesoramiento individual y colectivo, terapia artística, terapia musical, actividades deportivas, cursos de idiomas, colegio y otros esfuerzos de integración.

Lo que observé es que alejar a las víctimas de un área en conflicto a un país en paz tenía un impacto positivo en todas ellas.

Este proyecto llamó la atención de otros países, y estaban interesados en ayudar a más yazidíes.

Las mujeres y niñas yazidíes aún me llaman y escriben para contarme sobre sus notas en el colegio, viajes divertidos que han hecho o para informarme sobre sus sueños futuros, como escribir un libro sobre lo que han enfrentado con el ISIS.

A veces están tristes y sienten la necesidad de volver a hablar sobre los eventos.

No soy psicóloga y me he enfrentado a un TEPT secundario por sus terribles historias.

pero las sigo alentando a hablar, y sigo escuchando, porque no quiero que se sientan solas en su sufrimiento.

A través de estas anécdotas, veo emerger una imagen más grande.

Estas mujeres y niñas están sanando.

Ya no tienen miedo de buscar justicia.

Sin esperanza no puede haber justicia, y sin justicia no puede haber esperanza.

Todos los 3 y 15 de agosto, son mi día del recuerdo, y me acerco a los yazidíes para dejarles saber que pienso en ellos.

Siempre están felices cuando hago eso.

Es un día emotivo para ellos.

El agosto pasado, hablé con Ayda.

Estaba muy feliz de anunciar que una de sus sobrinas, que fue secuestrada con ella había sido finalmente liberada de las manos del ISIS en Siria y regresó a Irak.

¿Pueden creer eso?

¿Después de cuatro años?

Hoy, su mayor deseo para toda su familia, ahora ubicada en tres continentes, es reunirse.

Y espero que lo hagan.

Cuando pienso en las supervivientes con que trabajo, recuerdo las palabras de una médica egipcia, escritora, y activista de derechos humanos, Nawal El Saadawi.

En su libro «Mujer en punto cero», escribió: «La vida es muy dura y las únicas personas que viven realmente son aquellas más duras que la vida misma».

Estas víctimas han pasado por un dolor inimaginable.

Pero con un poco de ayuda, muestran cuán resilientes son.

Cada una tiene su propia perspectiva del tipo de justicia que busca, y creo firmemente que un proceso de justicia creíble es clave para cómo ella reclama su dignidad y pone fin a su trauma.

La justicia no es solo sobre castigar al perpetrador.

Se trata de que las víctimas sientan que los crímenes cometidos han sido registrados y reconocidos por el imperio de la ley.

Para mí, ha sido la experiencia de toda una vida trabajar con estas supervivientes.

Porque comparto su pena, su idioma y su cultura, nos conectamos en el nivel humano más profundo.

Esto en sí mismo es un acto de curación: ser escuchada, ser vista, o tener compasión en lugar de condena.

Cuando nos acercamos tanto a personas con dolor esto también crea dolor a los investigadores.

Mi trabajo es exigente, descorazonador e inductor de trauma.

Pero déjenme decirles por qué lo hago.

Cuando me encuentro con las supervivientes de estas atrocidades masivas, cuando tomo sus manos y miro en sus ojos, no borra mi propio dolor, pero hace que casi merezca la pena.

Y no hay nada distinto que preferiría estar haciendo.

Cuando veo a estas valientes supervivientes luchando para conectarse de nuevo con su propia valía, con sus familias, con su lugar en una sociedad que las valora, es un honor dar testimonio; es un privilegio buscar justicia.

Y eso también es curativo para todos nosotros.

Gracias
(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/rabiaa_el_garani_hope_and_justice_for_women_who_ve_survived_isis/

 

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