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George Papandreou: Imagina una democracia europea sin fronteras – Charla TEDGlobal 2013

Charla «George Papandreou: Imagina una democracia europea sin fronteras» de TEDGlobal 2013 en español.

Grecia ha sido el paradigma de la crisis económica europea, pero el exprimer ministro George Papandreou se pregunta si es solo un anticipo de lo que está por venir. «Nuestras democracias», dice, «están atrapadas por sistemas que son demasiado grandes para fracasar, o más exactamente, demasiado grandes para controlar», mientras que «los políticos como yo han perdido la confianza de sus pueblos». ¿Cómo solucionarlo? Tener ciudadanos que se vuelvan a comprometer más directamente en un nuevo pacto democrático.

  • Autor/a de la charla: George Papandreou
  • Fecha de grabación: 2013-06-11
  • Fecha de publicación: 2013-06-12
  • Duración de «George Papandreou: Imagina una democracia europea sin fronteras»: 1206 segundos

 

Traducción de «George Papandreou: Imagina una democracia europea sin fronteras» en español.

Esta no será una charla como cualquiera de las que he dado.

Les hablaré hoy del fracaso del liderazgo en la política global y en nuestra economía globalizada.

Y no voy a darles soluciones prefabricadas para sentirse bien.

Pero al final les instaré a repensar, realmente asumir riesgos e involucrarse en lo que veo como una evolución global de la democracia.

Fracaso del liderazgo.

¿Cuál es el fracaso del liderazgo actual?

Y

¿por qué no funciona nuestra democracia?

Bueno, creo que el fracaso del liderazgo es el hecho de que los hemos sacado a Uds.

fuera del proceso.

Así que permítanme, de mis experiencias personales, darles una idea, así pueden dar un paso atrás y quizás entender por qué es tan difícil hacer frente a los desafíos de hoy y por qué la política está yendo hacia un callejón sin salida.

Empecemos desde el principio.

Vamos a empezar por la democracia.

Bien, si nos remontamos a los antiguos griegos, fue una revelación, un descubrimiento, que teníamos el potencial, juntos, de ser dueños de nuestro propio destino, de ser capaces de examinar, aprender, imaginar, y entonces diseñar una vida mejor.

Y la democracia fue la innovación política que protegió esta libertad, debido a que fuimos liberados del miedo para que nuestras mentes de hecho, ya fueran déspotas o dogmáticas, pudieran ser las protagonistas.

La democracia fue la innovación política que nos permitió limitar el poder, fuera a tiranos o a sumos sacerdotes, a su tendencia natural a maximizar su poder y su riqueza.

Bien, comencé a entender esto cuando tenía 14 años de edad.

Yo solía, para intentar evitar las tareas, colarme a la sala de estar y escuchar a mis padres y sus amigos debatir acaloradamente.

Saben, entonces Grecia estaba bajo el control de un establecimiento muy potente que estaba estrangulando al país, y mi padre dirigía un prometedor movimiento para reimaginar Grecia, para imaginar la Grecia donde reinara la libertad y donde, tal vez, la gente, los ciudadanos, realmente podrían gobernar su propio país.

Yo solía unirse a él en muchas de las campañas, y aquí me ven junto a él.

Yo soy el más joven, al lado.

No me pueden reconocer porque solía peinarme diferente entonces.


(Risas)
Así que en 1967, venían las elecciones, las cosas iban bien en la campaña, en casa estábamos electrizados.

Realmente podíamos sentir que iba a darse un cambio progresista en Grecia.

Entonces una noche, llegaron camiones militares hasta nuestra casa.

Los soldados tumbaron la puerta.

Me encontraron en la terraza.

Un sargento se me acercó con una ametralladora, la puso en mi cabeza y dijo: «Dime donde está tu padre o te mataré».

Mi padre, escondido cerca, se entregó, y sumariamente fue llevado a la cárcel.

Bueno, sobrevivimos, pero no la democracia.

7 años brutales de dictadura que pasamos en el exilio.

Ahora, hoy, nuestras democracias están, otra vez, afrontando un momento de verdad.

Déjenme contarles una historia.

Domingo por la noche, Bruselas, abril de 2010.

Estoy sentado con mis homólogos de la Unión Europea.

Yo había sido recién elegido primer ministro, pero había tenido el triste privilegio de revelar la verdad de que nuestro déficit no era del 6 %, como se había informado oficialmente solo unos días atrás antes de las elecciones por el gobierno anterior, sino realmente del 15,6 %.

Pero el déficit era solamente el síntoma de problemas mucho más profundos a los que Grecia se enfrentaba, y yo había sido elegido con un mandato, una misión realmente, abordar estos problemas, bien fuera falta de transparencia y rendición de cuentas del gobierno, o si se trataba de un estado clientelista ofreciendo favores a los poderosos: alentando evasiones fiscales, ayudadas por un sistema global de evasión fiscal, política y medios capturados por intereses especiales.

Pero a pesar de nuestro mandato electoral, los mercados desconfiaban de nosotros.

Nuestros costos de endeudamiento se dispararon, y nos enfrentábamos a un posible incumplimiento.

Así que fui a Bruselas con una misión, propugnar por una respuesta europea unida, que calmara los mercados y nos diera el tiempo para hacer las reformas necesarias.

Pero no obtuvimos el tiempo.

Imagínense Uds.

alrededor de la mesa en Bruselas.

Las negociaciones son difíciles, las tensiones son altas, el progreso es lento, y entonces, a 10 minutos para las 2, un primer ministro grita, «Tenemos que terminar en 10 minutos».

Le dije, «

¿Por qué?

Se trata de decisiones importantes.

Vamos a deliberar un poco más».

Otro primer ministro viene y dice: «No, tenemos que lograr un acuerdo ya, porque en 10 minutos, se abren los mercados en Japón, y habrá estragos en la economía mundial».

Llegamos rápidamente a una decisión en esos 10 minutos.

Esta vez no fue el ejército, sino los mercados, los que pusieron una pistola en la cabeza colectiva.

Las que siguieron fueron las decisiones más difíciles en mi vida, dolorosas para mí, dolorosas para mis compatriotas: imponer recortes, austeridad, frecuentemente a los que no tenían culpa de la crisis.

Con estos sacrificios, Grecia evitaba la bancarrota y la zona del euro evitó un colapso.

Grecia, sí, desencadenó la crisis del euro, y algunas personas me culpan por haber apretado el gatillo.

Pero hoy creo que la mayoría estará de acuerdo en que Grecia era solo un síntoma de problemas estructurales mucho más profundos en la zona del euro, vulnerabilidades más amplias en el sistema económico mundial, vulnerabilidades de nuestras democracias.

Nuestras democracias están atrapadas por sistemas demasiado grandes para fallar, o, más exactamente, demasiado grandes para controlar.

Nuestras democracias se debilitan en la economía mundial con jugadores que pueden evadir leyes, evadir impuestos, evadir normas ambientales o laborales.

Nuestras democracias se ven socavadas por la creciente desigualdad y la creciente concentración de poder y riqueza, los cabildeos, la corrupción, la velocidad de los mercados o simplemente el hecho de que a veces tememos un desastre inminente, han constreñido nuestras democracias, y han limitado nuestra capacidad de imaginar y realmente aprovechar el potencial, su potencial, de buscar soluciones.

Grecia, ven, fue solo un adelanto de lo que está reservado para todos nosotros.

Yo, demasiado optimista, esperaba que esta crisis fuera una oportunidad para Grecia, para Europa, para el mundo, para hacer las transformaciones democráticas radicales en nuestras instituciones.

En cambio, tuve una lección de humildad.

En Bruselas, cuando intentamos desesperadamente una y otra vez encontrar soluciones comunes, me di cuenta de que ninguno, ninguno de nosotros, nunca había tratado con una crisis similar.

Pero peor aún, estábamos atrapados en nuestra ignorancia colectiva.

Fuimos guiados por nuestros miedos.

Y nuestros temores nos condujeron a una fe ciega en la ortodoxia de la austeridad.

En lugar de acercarse al común o la a sabiduría colectiva de nuestras sociedades, invirtiendo en ella para encontrar soluciones más creativas, nos devolvimos a la postura política.

Y entonces nos sorprendimos cuando cada nueva medida ad hoc no ponía fin a la crisis, y por supuesto esto hace muy fácil buscar a un chivo expiatorio por nuestro fracaso colectivo europeo, y por supuesto ese fue Grecia.

Los griegos derrochadores, perezosos, bebedores de ouzo, bailarines de Zorba, ellos son el problema.

¡Castiguémoslos! Bueno, un estereotipo infundado pero conveniente lo que a veces dolió aún más que la austeridad misma.

Pero déjeme advertirles, no se trata solo de Grecia.

Este podría ser el patrón que los líderes seguimos una y otra vez cuando nos ocupamos de estos problemas complejos, transnacionales, sea el cambio climático, la migración, o el sistema financiero.

Es decir, abandonar nuestro poder colectivo de imaginar nuestro potencial, caer víctimas de nuestros miedos, nuestros estereotipos, nuestros dogmas, sacando a nuestros ciudadanos fuera del proceso, en vez de construir el proceso alrededor de nuestros ciudadanos.

Y hacerlo, solo probará la fe de nuestros ciudadanos, de nuestros pueblos, aún más, en el proceso democrático.

No es de extrañar que muchos líderes políticos, y no me excluyo, hayan perdido la confianza de sus pueblos.

Cuando la policía antidisturbios tiene que proteger los parlamentos, una escena que es cada vez más común en el mundo, entonces hay algo profundamente equivocado en nuestras democracias.

Por eso hice un llamado a un referéndum para que el pueblo griego se apropiara y decidiera los términos del paquete de rescate.

Mis colegas europeos, algunos de ellos, al menos, dijeron: «No puede hacer eso.

Habrá caos en los mercados otra vez».

Yo dije, «Lo necesitamos, antes que restablecer la confianza de los mercados, tenemos que restablecer la seguridad y la confianza entre nuestros pueblos».

Desde que abandoné el cargo, he tenido tiempo para reflexionar.

Hemos capeado el temporal, en Grecia y en Europa, pero seguimos siendo desafiados.

Si la política es el poder de imaginar y utilizar nuestro potencial, bien, entonces, el 60 % de desempleo juvenil en Grecia, y en otros países, es sin duda una falta de imaginación si no una falta de compasión.

Hasta ahora, hemos lanzado economía al problema, realmente sobre todo austeridad, y sin duda podríamos haber diseñado alternativas, una estrategia diferente, un estímulo verde para empleos verdes, o mutualizar la deuda, eurobonos con que apoyar a los países necesitados por las presiones del mercado, estas habrían sido alternativas más viables.

Sin embargo he llegado a creer que el problema no es tanto económico como uno de la democracia.

Así que intentemos algo más.

Vamos a ver cómo podemos traer gente hacia el proceso.

Vamos a lanzar democracia al problema.

Una vez más, los antiguos griegos, con todos sus defectos, creían en la sabiduría de la multitud en sus mejores momentos.

Confiamos en la gente.

La democracia no podría funcionar sin los ciudadanos deliberando, debatiendo, asumiendo responsabilidades públicas de asuntos públicos.

Los ciudadanos promedio a menudo fueron elegidos como jurados para decidir sobre asuntos críticos del momento.

Ciencia, investigación, teatro, filosofía, juegos de la mente y el cuerpo, eran ejercicios diarios.

Realmente fueron una educación para la participación, el potencial para crecer, el potencial de nuestros ciudadanos.

Y los que rechazaban la política, pues eran idiotas.

Verán, en la antigua Grecia, en la antigua Atenas, ese término se originó allí.

«Idiota» proviene de la raíz «idio», uno mismo.

Una persona que es egocéntrica, aislada, excluida, alguien que no participa o incluso no examina asuntos públicos.

Y la participación tuvo lugar en la ágora, la ágora tiene dos significados, un mercado y un lugar donde se produjo la deliberación política.

Ven, mercados y política eran entonces uno, unificado, accesible, transparente, porque dieron el poder al pueblo.

Sirven al ‘demos’ [pueblo], democracia.

Sobre el gobierno, por encima de los mercados estaba la regla directa del pueblo.

Hoy hemos globalizado los mercados pero no hemos globalizado nuestras instituciones democráticas.

Así que nuestros políticos se limitan a la política local, mientras los ciudadanos, aunque ven un gran potencial, son presa de fuerzas ajenas a su voluntad.

Así que,

¿cómo reunificamos las dos mitades de la ágora?

¿Cómo democratizamos la globalización?

Y no estoy hablando de las reformas necesarias de las Naciones Unidas o el G-20.

Estoy hablando, de cómo aseguramos el espacio, el pueblo, la plataforma de valores, por los que podemos aprovechar todo su potencial.

Bueno, esto es exactamente donde creo que Europa encaja.

Europa, a pesar de sus fracasos recientes, es el experimento de paz transfronteriza más exitoso del mundo.

Así que veamos si no puede ser un experimento en la democracia global, un nuevo tipo de democracia.

Vamos a ver si no podemos diseñar una ágora europea, no solo para los productos y servicios, sino para nuestros ciudadanos, donde puedan trabajar juntos, deliberar, aprender unos de otros, intercambiar entre arte y culturas, donde se puede topar con soluciones creativas.

Imaginemos que los ciudadanos europeos realmente tienen el poder de votar directamente por un presidente europeo, o ser jurados ciudadanos elegidos por sorteo que puedan deliberar sobre cuestiones críticas y polémicas, un referéndum pan-europeo donde nuestros ciudadanos, como los legisladores voten en futuros tratados.

Y aquí está una idea:

¿Por qué no tenemos los primeros ciudadanos verdaderamente europeos dando a nuestros inmigrantes, ciudadanía no griega o alemana o sueca, sino una ciudadanía europea?

Y asegurándonos de que realmente potenciamos los desempleados dándoles una beca para poder estudiar en cualquier lugar de Europa.

Donde nuestra identidad común es la democracia, dónde nuestra educación es a través de la participación, y donde la participación genera confianza y solidaridad en lugar de exclusión y xenofobia.

Europa de y para la gente, una Europa, un experimento en la profundización y ampliación democrática más allá de las fronteras.

Ahora, algunos podrían acusarme de ser ingenuo, al poner mi fe en el poder y la sabiduría del pueblo.

Bueno, después de décadas en la política, yo también soy un pragmático.

Créanme, he sido, soy parte del sistema político actual, y sé que las cosas deben cambiar.

Debemos revivir la política como el poder de imaginar, reimaginar y rediseñar un mundo mejor.

Pero también sé que esta disruptiva fuerza de cambio no debe ser conducida por la política de hoy.

El renacimiento de la política democrática vendrá de Uds.

y me refiero a todos Uds.

Todo aquel que participa en este intercambio global de ideas, sea aquí en esta sala o fuera de esta sala o en línea o localmente, donde cada uno vive, todo aquel que se levanta ante la injusticia y la desigualdad, todo el que se levanta ante los predicadores del racismo en lugar de la empatía, del dogma en lugar del pensamiento crítico, de la tecnocracia, en lugar de la democracia, todos los que se enfrentan al poder sin control, sea de líderes autoritarios, plutócratas ocultando sus activos en paraísos fiscales, o aquellos poderosos que cabildean protegiendo a unos pocos con poder.

Es de su interés que todos nosotros seamos idiotas.

No lo seamos.

Gracias.


(Aplausos)
Bruno Giussani: Parece describir un liderazgo político que no está preparado y es preso de los caprichos de los mercados financieros, y esa escena en Bruselas que Ud.

describe, para mí, como ciudadano, es terrible.

Ayúdenos a entender cómo se sentía después de la decisión.

Claramente no fue una buena decisión, pero,

¿cómo se siente después de eso, no como primer ministro, sino como George?

George Papandreou: Bueno, obviamente había limitaciones que no me permitían a mí o a otros tomar los tipos de decisiones que hubiésemos querido, y obviamente esperaba que haber tenido el tiempo para hacer las reformas que se habrían ocupado del déficit, en lugar de intentar reducir el déficit que era el síntoma del problema.

Y eso dolió.

Eso dolió porque, ante todo, lastima a la generación más joven y no solo, muchos de ellos se están manifestando afuera, pero creo que este es uno de nuestros problemas.

Cuando enfrentamos estas crisis, hemos mantenido el potencial, el enorme potencial de nuestra sociedad, fuera de este proceso, y nos estamos encerrando nosotros mismos en la política, y creo que tenemos que cambiar esto, realmente encontrar nuevas formas de participación mediante las grandes capacidades que ahora existen incluso en tecnología pero no solo en tecnología, las mentes que tenemos, y creo que podemos encontrar soluciones que son mucho mejores, pero tenemos que estar abiertos.

BG: Parece sugerir que el camino a seguir es más Europa, y no debe ser un discurso fácil ahora en la mayoría de los países europeos.

Es más bien lo contrario, más fronteras cerradas y menos cooperación y tal vez incluso separarse de algunas de las diferentes partes de la construcción europea.

¿Cómo conciliar esto?

GP: Bien, creo que una de las peores cosas que sucedieron durante esta crisis es que comenzamos un juego de culpa.

Y la idea fundamental de Europa es que podemos cooperar más allá de las fronteras, más allá de nuestros conflictos y trabajar juntos.

Y la paradoja es que, dado que tenemos este juego de culpa, tenemos menos potencial para convencer a los ciudadanos de que debemos trabajar juntos, mientras que ahora es el momento en que realmente necesitamos reunir nuestros poderes.

Ahora, más Europa para mí no es simplemente darle más poder a Bruselas.

Es realmente darles más poder a los ciudadanos de Europa, es decir, realmente hacer de Europa un proyecto de la gente.

Por lo que, creo, sería una forma de responder a algunos de los temores que tenemos en nuestra sociedad.

BG: George, gracias por venir a TED.

GP: Muchas gracias.

BG: Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/george_papandreou_imagine_a_european_democracy_without_borders/

 

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