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Charla «Hemos dejado de confiar en las instituciones y comenzado a confiar en los desconocidos» de TEDSummit en español.
Algo profundo está cambiando nuestro concepto de confianza, afirma Rachel Botsman. Mientras que antes solíamos depositar nuestra confianza en instituciones como los gobiernos y los bancos, hoy en día confiamos cada vez más en los demás, a menudo desconocidos, en plataformas como Airbnb y Uber, y a través de tecnologías como la cadena de bloques (blockchain). Esta nueva era de la confianza podría traer consigo una sociedad más transparente, inclusiva y responsable – si lo hacemos correctamente. ¿En quién confías?
- Autor/a de la charla: Rachel Botsman
- Fecha de grabación: 2016-06-29
- Fecha de publicación: 2016-10-17
- Duración de «Hemos dejado de confiar en las instituciones y comenzado a confiar en los desconocidos»: 1028 segundos
Traducción de «Hemos dejado de confiar en las instituciones y comenzado a confiar en los desconocidos» en español.
Hablemos de la confianza.
Todos sabemos que la confianza es algo fundamental, pero cuando se trata de confiar en las personas, sucede algo profundo.
Por favor, levanten la mano si alguna vez han sido anfitriones o huéspedes en Airbnb.
Vaya.
Son muchos.
¿Quién tiene Bitcoin?
Siguen siendo muchos.
Bien.
Por favor, levanten la mano si alguna vez han usado Tinder para encontrar pareja.
(Risas)
Esta es muy difícil de contabilizar porque están haciendo algo así.
(Risas)
Todo esto son ejemplos de cómo la tecnología está creando nuevos mecanismos que nos permiten confiar en personas, compañías e ideas desconocidas.
Sin embargo, al mismo tiempo, la confianza en las instituciones —los bancos, los gobiernos e incluso las iglesias— se está derrumbando.
Entonces,
¿qué está pasando aquí?
¿Y en quién confían?
Comencemos en Francia, con una plataforma, debería decir con una compañía, con un nombre un poco raro, BlaBlaCar.
Es una plataforma que conecta a conductores y pasajeros que quieren compartir trayectos de larga distancia.
El recorrido medio es de 320 kilómetros, así que es buena idea ser sensato a la hora de elegir a tus compañeros de viaje.
Los perfiles sociales y las valoraciones ayudan a la gente a elegir.
Puedes ver si alguien fuma, puedes ver qué clase de música les gusta, puedes ver si se van a llevar a su perro al viaje.
Sin embargo, resulta que el identificador social clave es cuánto vas a hablar en el coche.
(Risas)
«Bla», no mucho, «bla, bla», quieres algo de charla agradable, y «bla, bla, bla», no vas a dejar de hablar en todo el camino de Londres a París.
(Risas)
¿Verdad que resulta llamativo que esta idea funcione?
Porque se opone a la lección que a la mayoría nos enseñaron de niños: nunca te metas en el coche de un desconocido.
Aun así, BlaBlaCar transporta a más de cuatro millones de personas cada mes.
Para contextualizarlo, son más pasajeros de los que lleva Eurostar o las aerolíneas JetBlue.
BlaBlaCar es un hermoso ejemplo de cómo la tecnología permite a millones de personas alrededor del mundo dar un «salto de confianza».
Un salto de confianza tiene lugar cuando nos arriesgamos a hacer algo nuevo o diferente a cómo lo hemos hecho siempre.
Intentemos visualizarlo juntos.
Bien, quiero que cierren los ojos.
Hay un hombre mirándome con los ojos abiertos de par en par.
Estoy sobre este gran círculo rojo.
Puedo verte.
Así que cierra los ojos.
(Risas)
(Aplausos)
Lo haré con Uds.
Y quiero que imaginen que existe un espacio entre tú y algo desconocido.
Lo desconocido puede ser alguien al que acabas de conocer.
Puede ser un lugar en el que nunca has estado.
Puede ser algo que nunca antes has intentado.
¿Lo tienen?
Bien.
Ya pueden abrir los ojos.
Para que puedan saltar desde un estado de certeza, probar suerte con ese alguien o ese algo desconocido, necesitan una fuerza que tire de Uds.
para cruzar ese espacio, y esa extraordinaria fuerza es la confianza.
La confianza es un concepto escurridizo y, aun así, dependemos de él para que nuestras vidas funcionen.
Confío en mis hijos cuando me dicen que van a apagar las luces por la noche.
Confié en que el piloto que me trajo hasta aquí me mantendría a salvo.
Es una palabra que usamos mucho, y no siempre pensamos en lo que realmente significa, ni en cómo funciona en distintos contextos de nuestras vidas.
De hecho, hay cientos de definiciones de confianza, y la mayoría pueden reducirse a algún tipo de valoración del riesgo de lo probable que es que las cosas vayan bien.
Pero a mí no me gusta esta definición de confianza porque hace que la confianza suene racional y predecible, y no llega realmente a la esencia humana de lo que nos permite hacer y cómo nos empodera para conectar con otras personas.
Así que yo defino la confianza de forma un poco distinta.
La defino como una relación confiada con lo desconocido.
Cuando ves la confianza a través de esta lente, comienza a entenderse por qué tiene la capacidad única de permitirnos afrontar la incertidumbre, tener fe en los desconocidos, seguir avanzando.
Los seres humanos son extraordinarios dando saltos de confianza.
¿Recuerdan la primera vez que pusieron los datos de su tarjeta de crédito en una web?
Eso es un salto de confianza.
Recuerdo claramente cuando le dije a mi padre que quería comprar un Peugeot azul marino de segunda mano en eBay, y él, con toda la razón, me recalcó que el vendedor se llamaba «Mago Invisible» y que probablemente no era muy buena idea.
(Risas)
Así que mi trabajo, mi investigación se centra en cómo la tecnología está transformando el pegamento social de la sociedad, la confianza entre las personas, y es un área de estudio fascinante, porque todavía hay tanto que desconocemos.
Por ejemplo, si la confianza de los hombres y las mujeres difiere en los entornos digitales.
Si el modo en que construimos la confianza cara a cara se traduce en Internet.
¿La confianza puede transferirse?
Si confías en encontrar pareja en Tinder,
¿es entonces más probable que confíes en encontrar un viaje en BlaBlaCar?
Pero tras estudiar cientos de redes y mercados, existe un patrón común seguido por la gente, y que yo llamo, «escalar la pila de la confianza».
Permítanme usar BlaBlaCar como ejemplo para darle vida.
En el primer nivel, tienes que confiar en la idea.
Tienes que confiar en que la idea de compartir coche es segura y merece la pena intentarlo.
El segundo nivel trata sobre confiar en la plataforma, que BlaBlaCar te va a ayudar si algo sale mal.
Y el tercer nivel trata sobre usar pequeños fragmentos de información para decidir si la otra persona merece nuestra confianza.
La primera vez que escalamos la pila de la confianza nos sentimos raros, incluso nos parece arriesgado, pero llegamos a un punto donde estas ideas nos parecen del todo normales.
Nuestros comportamientos se transforman, a menudo de forma relativamente rápida.
En otras palabras, la confianza permite el cambio y la innovación.
Una idea que me intrigó y que me gustaría que consideraran es si podemos comprender mejor las principales formas de trastorno y cambio de los individuos en la sociedad a través de la lente de la confianza.
Bueno, resulta que la confianza solamente ha evolucionado en tres capítulos significativos en el transcurso de la historia humana: local, institucional y diseminada, donde ahora vamos a entrar.
Durante mucho tiempo, hasta mediados del siglo XIX, la confianza se construía alrededor de las relaciones estrechas.
Pongamos que vivo en una aldea junto con las cinco primeras filas de este público, que todos nos conocemos, y pongamos que necesito que me presten dinero.
El hombre que tenía los ojos abiertos de par en par quizá me lo preste y, si yo no se lo devolviera, todos sabrían que no soy de fiar.
Tendría mala reputación y en el futuro se negarían a hacer negocios conmigo.
La confianza era sobre todo local y basada en la responsabilidad.
A mediados del siglo XIX, la sociedad atravesó muchos cambios.
La gente se mudó a ciudades como Londres y San Francisco, que crecían rápidamente, y al banquero local de aquí lo sustituyeron grandes corporaciones que no nos conocían como individuos.
Comenzamos a depositar nuestra confianza en sistemas de caja negra relacionados con la autoridad, en cosas como contratos legales, regulación y seguros, y depositamos menos confianza en las demás personas.
La confianza se institucionalizó y se basó en las comisiones.
Se habla mucho de cómo la confianza en las instituciones y en muchas marcas corporativas se ha ido reduciendo a un ritmo constante y continúa haciéndolo.
Constantemente me quedo atónita ante importantes abusos de confianza: el pirateo del teléfono de News Corp, el escándalo de las emisiones de Volkswagen, el abuso generalizado en la iglesia católica, el hecho de que un solo mísero banquero fuera a la cárcel tras la gran crisis financiera, o, más recientemente, los papeles de Panamá que revelaron cómo los ricos pueden explotar los regímenes fiscales en paraísos fiscales.
Y lo que realmente me sorprende es por qué a los líderes les resulta tan difícil disculparse, y quiero decir pedir perdón de corazón, cuando se rompe nuestra confianza.
Sería fácil concluir que la confianza en las instituciones no está funcionando porque estamos hartos de la pura osadía de las élites deshonestas, pero lo que está pasando ahora es más profundo que el cuestionamiento exorbitante del tamaño y estructura de las instituciones.
Estamos comenzando a darnos cuenta de que la confianza en las instituciones no fue diseñada para la era digital.
Los convencionalismos de cómo la confianza se construye, se maneja, se pierde y se repara — en marcas, líderes y en sistemas enteros — se están dando la vuelta.
Ahora bien, esto es emocionante, pero da miedo, ya que nos obliga a muchos de nosotros a tener que replantearnos cómo se construye y destruye la confianza con nuestros clientes, con nuestros empleados e incluso a quienes queremos.
El otro día estaba hablando con el director general de una cadena de hoteles puntera internacionalmente y, como suele suceder, abordamos el tema de Airbnb.
Me admitió que su éxito lo tenía perplejo.
Estaba perplejo ante cómo una compañía que depende de la voluntad de los desconocidos para confiar el uno en el otro pudiera funcionar tan bien en 191 países.
Así que le dije que tenía que confesarle algo, y me miró un poco extrañado, y le dije que — estoy segura de que muchos de Uds.
también lo hacen — en el hotel no siempre me molesto en colgar mis toallas cuando termino, pero que nunca haría eso como huésped en Airbnb.
Y la razón por la cual nunca lo haría como huésped en Airbnb es porque los invitados saben que serán calificados por los anfitriones, y que es probable que esas calificaciones influyan en su habilidad de negociar en el futuro.
Es un simple ejemplo de cómo la confianza virtual cambia nuestros comportamientos en el mundo real, nos hace más responsables de maneras que todavía ni podemos imaginar.
No estoy diciendo que no necesitemos hoteles o formas tradicionales de autoridad.
Pero lo que no podemos negar es que la forma en que la confianza fluye a través de la sociedad está cambiando y está creando un gran giro que se aleja del siglo XX, definido por la confianza en las instituciones, y va hacia el siglo XXI, estimulado por una confianza diseminada.
La confianza ya no es descendente.
Se está disgregando e invirtiendo.
Y no es opaca y lineal.
Está emergiendo una nueva receta de la confianza que, de nuevo, se distribuye entre las personas y se basa en la responsabilidad.
Este cambio solo va a acelerarse con la aparición de la cadena de bloques, la innovadora tecnología de libro de contabilidad que sustenta a Bitcoin.
Ahora bien, seamos honestos, tratar de comprender cómo funciona la cadena de bloques es desconcertante.
Y una de las razones es que implica tener que procesar algunos conceptos bastante complicados con nombre terribles.
Me refiero a algoritmos criptográficos y a funciones de control, a personas llamadas mineros, que verifican las transacciones — todo lo que creó esta persona o personas misteriosas llamadas Satoshi Nakamoto.
Ese es un inmenso salto de confianza que todavía no ha tenido lugar.
(Aplausos)
Pero intentemos imaginar esto.
‘The Economist’ describió a la cadena de bloques de forma elocuente, como la gran cadena de estar seguro de las cosas.
El modo más sencillo en que puedo describirlo es, imaginen los bloques como hojas de cálculo llenas de activos.
Podría ser un título de propiedad.
Podrían ser acciones.
Podría ser un activo creativo, como los derechos de una canción.
Cada vez que algo se mueve de un lugar del registro a otro sitio, esa transferencia de activos genera un registro de tiempo y queda públicamente registrada en la cadena de bloques.
Es así de simple.
Bien.
Así que la verdadera repercusión de la cadena de bloques es que elimina la necesidad de cualquier tipo de terceros, como un abogado o un intermediario de confianza, o quizá no, un intermediario del gobierno para facilitar el intercambio.
Si volvemos a la pila de confianza, aún se tiene que confiar en la idea, tienes que confiar en la plataforma, pero ya no tienes que confiar en la otra persona del modo tradicional.
Las repercusiones son inmensas.
Del mismo modo en que Internet abrió de par en par las puertas a una era de la información disponible para todo el mundo, la cadena de bloques revolucionará la confianza a escala global.
Ahora bien, he esperado hasta el final para mencionar a Uber a propósito, porque reconozco que es un ejemplo polémico y ampliamente sobreutilizado, pero en el contexto de una nueva era de confianza, es un gran caso práctico.
Veremos casos de abuso de la confianza diseminada.
Ya lo hemos visto, y puede salir horriblemente mal.
No me sorprende que veamos protestas, que veamos protestas de las asociaciones de taxis alrededor del mundo, tratando de hacer que los gobiernos prohíban Uber basándose en el argumento de que no es seguro.
Casualmente estaba en Londres el día en que ocurrieron estas protestas y casualmente me fijé en un tuit de Matt Hancock, que es un ministro británico de empresa.
Escribió, «
¿Alguien tiene información sobre esta aplicación #Uber de la que todo el mundo habla?
»
(Risas)
«Hasta hoy no había oído hablar de ella».
Ahora bien, las asociaciones de taxistas legitimaron la primera fase de la pila de confianza.
Legitimaron la idea que estaban tratando de eliminar, y las suscripciones crecieron un 850 % en 24 horas.
Este es un ejemplo muy sólido de cómo, una vez que tiene lugar un giro de la confianza alrededor de un comportamiento o de un sector entero, ya no se puede invertir la historia.
Cada día, cinco millones de personas darán un salto de confianza y se moverán con Uber.
En China, en Didi, la plataforma de viajes compartidos, tienen lugar 11 millones de viajes cada día.
Eso son 127 viajes por segundo, lo que demuestra que es un fenómeno transcultural.
Lo fascinante es que tanto conductores como pasajeros informan que el ver un nombre y ver la foto de alguien y su puntuación les hace sentirse más seguros, e incluso, como pueden haber experimentado, comportarse de una manera más agradable en el taxi.
Uber y Didi son ejemplos tempranos pero poderosos de cómo la tecnología está creando confianza entre las personas de maneras y a una escala que antes habría sido imposible.
Hoy en día, muchos de nosotros estamos cómodos metiéndonos en coches conducidos por desconocidos.
Quedamos con alguien con quien nos han emparejado al deslizar el dedo hacia la derecha.
Compartimos nuestros hogares con gente a la que no conocemos.
Esto es solo el comienzo, porque la verdadera disrupción que está ocurriendo no es tecnológica.
Se trata del giro en la confianza que produce.
Por mi parte, quiero ayudar a que la gente comprenda esta nueva era de la confianza para que podamos hacerlo bien y podamos aceptar las oportunidades para rediseñar sistemas que sean más transparentes, inclusivos y responsables.
Muchas gracias.
(Aplausos)
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/rachel_botsman_we_ve_stopped_trusting_institutions_and_started_trusting_strangers/