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Charla «Historias humanas detrás de las encarcelaciones masivas» de TEDWomen 2017 en español.
Estados Unidos encierra a más gente que cualquier otro país del mundo, afirma la documentalista Eve Abrams, y entre un 1 y un 4 % de aquellos que están en la cárcel son inocentes. Eso son 87 000 hermanos, hermanas, madres y padres, principalmente afroamericanos, separados innecesariamente de sus familias, poniendo en espera sus vidas y sus sueños. Utilizando audios de sus entrevistas con gente encarcelada y sus familias, Abrams comparte historias conmovedoras de aquellos a los que les afecta la encarcelación masiva y llama nuestra atención para que le plantemos cara y nos aseguremos de que el sistema judicial funciona para todos.
- Autor/a de la charla: Eve Abrams
- Fecha de grabación: 2017-11-01
- Fecha de publicación: 2018-03-22
- Duración de «Historias humanas detrás de las encarcelaciones masivas»: 819 segundos
Traducción de «Historias humanas detrás de las encarcelaciones masivas» en español.
Nunca me han arrestado, nunca he pasado una noche en la cárcel, nunca han metido a un ser querido en la parte de atrás de un coche de policía o entre rejas, ni he estado a merced de un sistema confuso y que da miedo y que en los mejores casos les mira con indiferencia y en los peores como a monstruos.
Estados Unidos encarcela a más gente que cualquier otra nación del planeta, y Luisiana es nuestro mayor encarcelador.
Probablemente la mayoría de Uds.
sean como yo, afortunados.
Lo más cerca que estamos del crimen y del castigo es a través de la TV.
Mientras hacían «Unprisoned» conocí a una mujer que solía ser como nosotros, Sheila Phipps.
(Grabación) S.
Phipps: Antes de que mi hijo fuera a la cárcel solía ver a la gente en televisión, peleando, diciendo «Oh, esta persona no lo hizo y esta persona es inocente».
Y los desprecias o los subestimas, en plan, «sí, lo que tú digas».
No me malinterpreten, hay mucha gente que merece estar en la cárcel.
Hay muchos criminales en el mundo.
Pero hay mucha gente inocente que está en la cárcel.
El hijo de Sheila, McKinley, es uno de esos inocentes.
Cumplió 17 años de una sentencia de 30 por homicidio involuntario.
No tenía antecedentes, no había pruebas forenses.
Le condenaron simplemente por el testimonio de un testigo, y décadas de investigaciones han demostrado que las declaraciones de los testigos no son tan fiables como solíamos pensar.
Los científicos dicen que la memoria no es precisa.
No es tanto como volver a ver un vídeo sino más bien como hacer un puzzle.
Desde 1989, cuando el ADN se usó por primera vez para liberar gente inocente, casi el 70 % de las sentencias revocadas estaban basadas en testimonios visuales.
El año pasado, el fiscal del distrito cuyo bufete procesó el caso de McKinley fue condenado por corrupción.
Cuando este fiscal con más de 30 años de experiencia fue apartado, los testigos del caso de McKinley confesaron y dijeron que fueron presionados por los fiscales del distrito para testificar, incluso con amenazas de pasar un tiempo en la cárcel.
A pesar de eso McKinley todavía está en la cárcel.
(Grabación) SP: Antes de que esto sucediera nunca lo hubiera imaginado.
Y supongo que es difícil para mí imaginar que estas cosas pasan hasta que le ha sucedido a mi hijo.
Me ha abierto los ojos.
Verdaderamente me los ha abierto.
No les voy a mentir.
Las estimaciones sobre cuánta gente inocente es encarcelada van desde el 1 al 4 %, que quizás no suene a mucho, si no fuera porque suma alrededor de 87 000 personas: madres, padres, hijos encerrados, a menudo durante décadas, por crímenes que no han cometido.
Y eso ni siquiera incluye el casi medio millón de personas que han sido condenados por nada, esos presuntos inocentes que son demasiado pobres para pagarse la fianza y tienen que estar entre rejas desde semanas hasta meses, esperando que su caso llegue a juicio, o mucho más probable: declararse culpables para poder salir.
Toda esa gente tiene familia fuera.
(Grabación) Kortney Williams: Mi hermano se perdió mi graduación porque la noche antes le metieron en la cárcel.
Mi hermano se perdió mi cena de cumpleaños porque ese día le metieron en la cárcel.
Mi hermano se perdió su propia cena de cumpleaños por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado.
(Grabación) EA: Todas las veces que acabó en la cárcel, ¿fue por denuncias o le metían en la cárcel sin más? Presentaban la denuncia que llevaba una fianza, luego le quitaban la denuncia….
porque no había pruebas.
Conocí a Kortney Williams cuando fui a su clase a la universidad para hablar de «Unprisoned».
Acabó entrevistando a su tía, Troylynn Robertson, para un episodio.
(Grabación) KW: Con todo lo que pasaste con tus hijos, ¿qué consejo me darías si yo tuviera hijos? (Grabación) Troylynn Robertson: Te diría que cuando los tengas lo primero que te vendrá a la cabeza es amor y protección, pero te diré que a pesar de la protección con la que los críes conociendo el sistema judicial…
siempre le hablamos a nuestros hijos del hombre del saco, de la gente mala, con quién hay que tener cuidado, pero no les enseñamos cómo tener cuidado con el sistema judicial.
Debido a la manera en la que nuestro sistema judicial penal fija desproporcionalmente su objetivo en la gente de color, no es raro que los jóvenes como Kortney lo sepan.
Cuando empecé a ir a institutos a hablar a los estudiantes sobre «Unprisoned», descubrí que aproximadamente un tercio de los jóvenes con los que hablé tenían a un ser querido entre rejas.
(Grabación) Chica: Lo más duro es saber dónde está, o la fecha de su juicio.
Chica: Sí, le metieron en la cárcel en mi primer cumpleaños.
Chica: Mi padre es guardia.
Vio a mi tio en la cárcel.
Está ahí de por vida.
Según Annie E.
Casey Foundation, el número de jóvenes con un padre encarcelado aumentó un 500 % entre 1980 y el 2000.
Cerca de cinco millones de los niños de hoy verán un padre encarcelado en algún momento de su infancia.
Pero este número afecta de manera desproporcionada a niños afroamericanos.
Para cuando lleguen a los 14 años 1 de cada 4 niños negros verá a su padre en la cárcel.
Eso comparado con una cifra de uno de cada 30 niños blancos.
Un factor clave que determina el futuro éxito de los presos y sus hijos es que puedan mantener la relación durante el encarcelamiento pero las llamadas de los presos a casa cuestan 20 o 30 veces más que las llamadas normales, así que muchas familias mantienen el contacto por carta (Grabación: se abre una carta) Anissa Christmas: Querido hermano mayor, este año cumplo los famosos 16, LOL.
Supongo que ya no soy un bebé.
¿Vas a llevarme al baile de graduación? Te echo mucho de menos.
Eres el único chico que ha sido sincero conmigo.
Ójala estuvieras aquí para desahogarme.
Han pasado muchas cosas desde la última vez que te vi.
(Voz entrecortada) Tengo buenas noticias.
He quedado primera en la feria de ciencias.
Soy una empollona.
Vamos a los regionales, ¿te lo puedes creer? El instituto está pasando muy rápido.
En menos de dos años espero que puedas verme caminar sobre el escenario.
Pensé en escribirte porque sé que ahí estás muy aburrido.
Quiero hacerte sonreir.
Anissa escribió estas cartas a su hermano cuando estaba en su segundo año de instituto.
Guarda las cartas que él le escribe en el marco del espejo de su habitación, y las lee una y otra vez.
Me gustaría pensar que hay una buena razón por la que el hermano de Anissa está encerrado.
Todos queremos que funcionen los engranajes de la justicia pero estamos empezando a entender que los ideales nobles que aprendimos en el colegio son muy distintos en las cárceles y los juzgados de nuestro país.
(Grabación) Danny Engelberg: Entras en la sala y estás…
Llevo haciendo esto bastante tiempo y todavía me deja sin respiración.
Piensas «Aquí hay mucha gente de color», y sé que esta ciudad no está formada por un 90 % de afroamericanos, así que ¿por qué el 90 % de la gente que lleva el traje naranja son afroamericanos? (Grabación) El abogado de oficio D.
Engelberg no es el único que ve la cantidad de negros que hay en el juzgado municipal o en cualquier juzgado.
Es difícil no verlo.
¿Quién esta en el tribunal esperando al juez? ¿Qué aspecto tienen? (Grabación) La mayoría afroamericanos, como yo.
Diría que el 85 % son en su mayoría negros.
Eso es todo lo que se ve de naranja, en la caja de ahí detrás, encerrados.
¿Quién está esperando? Casi todos negros.
Hubo un par de blancos.
Creo que eran alrededor del 85 % afroamericanos los que estaban ahí sentados.
¿Cómo puede un joven negro en EE.
UU.
entender la justicia? Otra historia de «Unprisoned» trataba de un grupo de bailarines que coreografiaron una pieza llamada «Hoods up» y la interpretaron frente al concejo municipal.
Dawonta White estaba en séptimo curso durante esa interpretación.
(Grabación) Dawonta White: Ibamos de negro con sudaderas porque Trayvon Martin llevaba una sudadera cuando fue asesinado.
Asi que lo meditamos y dijimos que ibamos a llevar sudaderas como Trayvon Martin.
(Grabación) ¿A quién se le ocurrió? Al grupo.
Todos estuvimos de acuerdo.
Estaba un poco nerviosa pero al final aguanté porque pensé que era algo bueno que se dieran cuenta de lo que hacíamos.
(Grabación) Shraivell Brown era otro coreógrafo y bailarin de «Hoods Up».
Dice que la policía critica a la gente de su aspecto.
Se siente juzgado por cosas que otros negros pueden haber hecho.
¿Cómo querrías que te viera la policía y qué querrías que pensaran? SB: Que no soy una amenaza.
EA: ¿Por qué te verían así? ¿Qué edad tienes?, ¿14 ? Sí, tengo 14, pero él ha dicho que muchos hombres negros son matones o gangters y cosas así pero yo no quiero que piensen eso de mí.
Para la gente que tiene mi aspecto, lo más fácil y cómodo es no prestar atención, asumir que nuestro sistema judicial penal funciona.
Pero si no es nuestra responsabilidad dudar esas suposiciones, ¿de quién es? Hay una sinagoga que se ha molestado en aprender sobre la encarcelación masiva y muchos congregantes han llegado a la conclusión de que como la encarcelación masiva provoca el caos en tantas vidas acaba creando más crimen y dejando a la gente menos segura.
La congregante Teri Hunter dice el primer paso para la acción debe ser el entendimiento.
Dice que es crucial para todos nosotros entender nuestra conexión con el tema, aunque no sea algo tremendamente obvio.
Teri Hunter: Recae sobre nuestros hombros asegurarnos de que no cerramos la puerta sin más y decimos «Bueno, no somos nosotros».
Y creo que como judíos ya hemos vivido esa historia: «No somos nosotros».
Y si una sociedad da la espalda a una sección hemos visto qué pasa.
Por lo tanto es nuestra responsabilidad como judíos y como miembros de esta comunidad educar a nuestra comunidad, o al menos a nuestra congregación, en la medida de lo posible.
He estado usando el pronombre «nosotros» porque estos son nuestro sistema judicial penal y nuestros hijos.
Elegimos a los fiscales del distrito, a los jueces y a los legisladores que manejan estos sistemas para nosotros, el pueblo.
Como sociedad, estamos más dispuestos a arriesgarnos a encerrar a gente inocente de lo que lo estamos a dejar que los inocentes sean liberados.
Elegimos políticos que temen ser etiquetados como «blandos con el crimen», les animamos a aprobar leyes duras y a destinar enormes recursos al encarcelamiento de la gente.
Cuando se comete un crimen, nuestro deseo de retribución rápida ha alimentado una cultura policial basada en encontrar culpables rápidamente, a menudo sin los recursos adecuados para llevar a cabo investigaciones o un escrutinio estricto de esas investigaciones.
No investigamos a los fiscales.
Por todo el país, en las últimas décadas, a medida que han descendido los delitos violentos y contra la propiedad, el número de fiscales empleados y de casos archivados ha aumentado.
Los fiscales deciden si tomar o no medidas legales contra la gente que detiene la policía y deciden qué cargos archivar, impactando directamente en el tiempo entre rejas al que se enfrenta un acusado.
Lo que sí comprobamos en los fiscales es la defensa.
Imagínense a la Señora Libertad: la mujer con la venda en los ojos que sujeta una balanza que se supone que simboliza el equilibrio de nuestro sistema judicial.
Desgraciadamente, la balanza está inclinada.
La mayoría de los acusados en nuestro país están representados por abogados nombrados por el gobierno.
Estos abogados de oficio reciben un 30% menos de fondos que los fiscales del distrito, y a menudo tienen cargas de trabajo que sobrepasan de lejos lo que recomienda el Colegio de Abogados de EE.
UU.
Como decía Sheila Phipps, hay gente que merece estar en la cárcel, pero es difícil distinguir a los culpables de los inocentes cuando las perspectivas de todos son tan parecidas.
Todos queremos justicia.
Pero si el proceso juega tan en contra de los acusados es difícil que funcione la justicia.
Nuestro sistema judicial penal funciona para nosotros, el pueblo.
Si no nos gusta lo que está pasando, depende de nosotros cambiarlo.
Muchísimas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/eve_abrams_the_human_stories_behind_mass_incarceration/