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Ideas para sanar a un gobierno – Charla TED@IBM

Charla «Ideas para sanar a un gobierno» de TED@IBM en español.

Charity Wayua puso sus conocimientos como investigadora de cáncer al servicio de un paciente diferente: el gobierno de su Kenia natal. Cuenta cómo ayudó a su gobierno a mejorar drásticamente sus procedimientos para crear nuevas empresas, un aspecto crucial para la salud y el crecimiento económicos, lo que atrajo nuevas inversiones y el reconocimiento del Banco Mundial como uno de los principales países reformistas.

  • Autor/a de la charla: Charity Wayua
  • Fecha de grabación: 2016-11-15
  • Fecha de publicación: 2017-02-23
  • Duración de «Ideas para sanar a un gobierno»: 711 segundos

 

Traducción de «Ideas para sanar a un gobierno» en español.

Crecí en Kenia, y siempre supe que quería estudiar bioquímica.

Había visto el efecto de la prevalencia de las enfermedades como la malaria y quería crear medicamentos para curarlas.

Así que me esforcé mucho, conseguí una beca en Estados Unidos, me hice investigadora de cáncer, y estaba feliz.

Para alguien que quiere curar enfermedades, no hay vocación más grande.

Diez años después, volví a Kenia para dedicarme a eso.

Una doctora recién estrenada dispuesta a combatir esta terrible enfermedad que, en Kenia, significaba una muerte casi segura.

Pero en vez de encontrar empleo en una farmacéutica o en un hospital, me vi atraída hacia otra clase de laboratorio, a trabajar con otra clase de paciente, uno cuya enfermedad era tan grave, que afectaba a cada ciudadano de mi país.

Un paciente que debía curarse rápido.

Ese paciente era el gobierno.


(Risas)
Coincidimos en que, hoy, muchos gobiernos están enfermos.


(Risas)

(Aplausos)
Y Kenia no era la excepción.

Cuando volví a Kenia en 2014, había un 17 % de desempleo juvenil.

Y Nairobi, el principal centro económico, ocupaba el puesto 177 en el índice de calidad de vida.

Eso era malo.

Una economía es tan saludable como las entidades que la conforman.

Y cuando el gobierno, una de sus entidades vitales, está débil y enfermo, todo y todos sufren.

A veces, pones una venda para detener temporalmente el dolor.

Tal vez, algunos de participaron de operativos precarios en un país africano, instalando escuelas alternativas, hospitales o pozos de agua, porque los gobiernos de allí no querían o no podían brindar los servicios a sus ciudadanos.

Sabemos que son soluciones temporales.

Y hay cosas que las vendas no pueden arreglar, como brindar un entorno donde las empresas estén seguras de tener igualdad de oportunidades para dirigir o crear un negocio exitoso, o que exista un sistema que proteja la propiedad privada que van a crear.

Yo diría que solo el gobierno puede crear las condiciones necesarias para que prosperen las economías.

Y prosperan cuando las empresas pueden instalarse sin inconvenientes.

Los empresarios crean nuevas fuentes de ingreso para sí mismos, se suman nuevos empleos a la economía y se pagan más impuestos que financian las obras públicas.

Las nuevas empresas son buenas para todos y son un indicador importante de crecimiento económico.

El Banco Mundial tiene un ranking de «Facilidad para hacer negocios» que mide qué tan fácil o difícil es crear un negocio en un país determinado.

Como se imaginan, iniciar o dirigir una empresa en un país con un gobierno débil es casi imposible.

El presidente de Kenia lo sabía, por eso en 2014, vino a nuestro laboratorio y nos pidió colaboración para ayudar a Kenia a impulsar el crecimiento empresarial.

Planteó un objetivo ambicioso: Quería que Kenia llegara al puesto 50 en el ranking del Banco Mundial.

Para 2014, cuando vino, Kenia estaba clasificada en el puesto 136 de 189 países.

Teníamos mucho trabajo por hacer.

Por suerte, acudió al lugar correcto.

No somos un equipo que pone vendas.

Somos informáticos, matemáticos, ingenieros y una investigadora de cáncer, que entendíamos que, para curar la enfermedad de un sistema de la magnitud del gobierno, debíamos examinar todo el organismo, y analizar a fondo cada órgano, los tejidos, hasta las células, para dar un diagnóstico adecuado.

Nos pusimos en marcha bajo las órdenes del presidente, nos lanzamos al más puro de los métodos científicos: recopilar datos, todos los datos posibles, formular hipótesis, idear soluciones, un paso a la vez.

Entrevistamos a cientos de personas que trabajaban en entes gubernamentales, desde la agencia tributaria, el registro de tierras y los servicios, hasta la agencia responsable de registrar empresas, y observamos cómo cada uno atendía a los clientes, documentamos los procedimientos, muchos de ellos manuales.

También volvimos para analizar los trámites anteriores, para entenderlos bien; para diagnosticar cuáles eran las disfunciones corporales que nos llevaban a ocupar el puesto 136 de la lista del Banco Mundial.

¿Qué encontramos?

Pues bien, en Kenia, se tardaba 72 días para que un empresario registrara su propiedad, contra un solo día que tarda en Nueva Zelanda, que tenía el puesto 2 según el Banco Mundial.

Llevaba 158 días obtener una nueva conexión eléctrica.

En Corea, eran 18 días.

Si querías un permiso de construcción para hacer un edificio, tardaba 125 días en Kenia.

En Singapur, que tiene el primer lugar, solo se tardaba 26 días.

Dios te libre de tener que ir a un juzgado para que te ayuden a solucionar un litigio por incumplimiento de contrato, porque ese solo proceso tardaba 465 días.

Y por si eso fuera poco, perdías el 40 % del reclamo solo en aranceles: honorarios legales, tasas de ejecución y tasas legales.

Y ya sé lo que piensan: para que existan esas ineficacias en un país africano, debe haber corrupción.

Las células mismas que gestionan deben ser corruptas hasta la médula.

De hecho, yo también lo pensaba.

Cuando empezamos, creí que encontraría tanta corrupción, que literalmente moriría o me matarían en el proceso.


(Risas)
Pero cuando profundizamos más, no encontramos corrupción en el sentido clásico: gánsteres grotescos que acechan en la oscuridad que esperan ensuciar las manos de sus amigos.

Más bien, encontramos un aplastante sentido de desesperanza.

El gobierno estaba mal porque sus empleados perdieron las esperanzas.

Sentían que no tenían el poder de generar cambios.

Y cuando la gente se siente estancada y sin esperanza, ya no ven su rol dentro de un sistema más grande.

Empiezan a creer que su trabajo no cuenta para impulsar cambios.

Y cuando pasa eso, todo se hace más lento, se queda en un limbo y surgen las ineficacias.

Ahora imaginen conmigo que tuvieran que pasar por un proceso, no tienen alternativa, y el proceso es ineficaz, complicado y muy, muy lento.

¿Qué hacen?

Creo que empezarían por tratar de tercerizarlo, para que otro lo haga por Uds.

Si no se puede, tal vez piensen en pagarle a alguien para que «extraoficialmente» lo resuelva para Uds., en especial si creen que nadie se va a enterar.

No por malicia ni codicia, solo para asegurarse de tener algo que les dé resultado para poder avanzar.

Por desgracia, así empieza la corrupción.

Y si la dejamos avanzar y crecer, impregna todo el organismo, y antes de que lo adviertan, todo el cuerpo se ha enfermado.

Sabiendo esto, debíamos empezar por garantizar que cada actor con el que trabajábamos tuviera una visión compartida de lo que queríamos hacer.

Así que entrevistamos a todos, desde el oficinista que solo quitaba las grapas de los paquetes de solicitud, hasta los redactores jurídicos de la fiscalía general y los oficinistas que asisten a los empresarios cuando van a solicitar los servicios del gobierno.

Con ellos, tratamos de que comprendieran cómo incidían sus acciones diarias en la capacidad del país para crear nuevos empleos y atraer inversiones.

Ningún rol era pequeño; todos eran esenciales.

Y adivinen lo que descubrimos.

Una coalición de empleados públicos entusiasmados y dispuestos a generar cambios que empezó a crecer y tomar forma.

Y juntos empezamos a llevar a cabo los cambios que mejoraron la prestación de servicios del país.

¿El resultado?

En apenas dos años, Kenia pasó del puesto 136 al 92 del ranking.


(Aplausos)
Y en reconocimiento por las importantes reformas aplicadas en tan poco tiempo, Kenia fue reconocida entre los tres grandes países reformistas del mundo durante dos años seguidos.


(Aplausos)

¿Estamos totalmente curados?

No.

Aún queda mucho trabajo por hacer.

Me gusta pensar en estos dos años como un plan para bajar de peso.


(Risas)
Ese momento tras meses de trabajo fuerte y agotador en el gimnasio, cuando te puedes pesar por primera vez, y bajaste casi 10 kilos.

Te sientes imparable.

Seguro pueden pensar que esto no rige para Uds.

No están en Kenia, no buscan ser empresarios.

Pero piensen conmigo por un momento.

¿Cuándo fue la última vez que accedieron a un servicio público?

Tal vez tramitaron su licencia de conducir, o trataron de hacer su declaración de impuestos.

En esta economía política y global, es fácil querer desistir al pensar en transformar al gobierno.

Nos resignamos fácilmente al hecho o a la idea de que el gobierno es demasiado ineficaz, demasiado corrupto, que no tiene remedio.

Incluso, trasladamos las principales responsabilidades gubernamentales a otros sectores, a soluciones precarias, o solo renunciamos y nos sentimos desamparados.

Pero que un organismo esté enfermo no significa que está moribundo.

No podemos darnos el lujo de desistir cuando se presenta el desafío de corregir a nuestro gobierno.

Al fin y al cabo, lo que hace a un gobierno saludable es que las células saludables, que somos nosotros, pongamos los pies en la tierra, pongamos manos a la obra, nos neguemos a sentirnos desamparados, y creamos que, a veces, todo lo que necesitamos es crear un espacio donde las células saludables crezcan y prosperen.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/charity_wayua_a_few_ways_to_fix_a_government/

 

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