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Irán e Israel: La paz es posible – Charla TEDGlobal 2013

Charla «Irán e Israel: La paz es posible» de TEDGlobal 2013 en español.

Irán e Israel, dos países con relaciones tensas que parecen existencialmente en desacuerdo. Pero a pesar de su retórica hostil, hay una reciente historia oculta de la colaboración, e incluso de amistad. En una charla informativa, Trita Parsi muestra cómo una alianza estratégica improbable en el pasado podría significar la paz en el futuro de estos dos países enemistados.

  • Autor/a de la charla: Trita Parsi
  • Fecha de grabación: 2013-06-26
  • Fecha de publicación: 2013-10-09
  • Duración de «Irán e Israel: La paz es posible»: 645 segundos

 

Traducción de «Irán e Israel: La paz es posible» en español.

«Irán es el mejor amigo de Israel y no pretendemos cambiar nuestra postura respecto de Teherán».

Lo crean o no, esta cita pertenece a un primer ministro israelí, pero no es de Ben-Gurion, ni de Golda Meir en la época del Shah.

En realidad es de Yitzhak Rabin.

Es del año 1987.

El Ayatolá Jomeini aún vive, y al igual que Ahmadinejad hoy, usa la peor retórica contra Israel.

Aún así, Rabin se refirió a Irán como un amigo geoestratégico.

Hoy, cuando escuchamos las amenazas de guerra y el alto grado de retórica, muchas veces tenemos la sensación de estar frente a otro de esos conflictos irresolubles de Medio Oriente con raíces tan antiguas como la propia región.

Nada podría distar más de la verdad y hoy espero mostrarles por qué es así.

Las relaciones entre el pueblo iraní y el judío a lo largo de la historia ha sido bastante positiva.

Comenzó en 539 a.C., cuando el rey Ciro el Grande de Persia liberó al pueblo judío del cautiverio babilónico.

Un tercio de la población judía permaneció en Babilonia.

Son los judíos iraquíes de hoy.

Un tercio emigró a Persia.

Son los judíos iraníes de hoy, de los cuales aún viven 25 000 en Irán, la comunidad judía más grande en Medio Oriente fuera de la propia Israel.

Y un tercio regresó a la histórica Palestina, hizo la segunda reconstrucción del Templo en Jerusalén, financiada, por cierto, con impuestos persas.

Pero incluso en tiempos modernos, en ocasiones las relaciones han sido cercanas.

La declaración de Rabin era un reflejo de décadas de seguridad y colaboración de inteligencia entre ambos países que, a su vez, surgió de la percepción de amenazas comunes.

Ambos estados temían a la Unión Soviética y a estados árabes fuertes como Egipto e Irak.

Y, además, la doctrina israelí de la periferia, la idea de que se mejoraba la seguridad de Israel creando alianzas con estados no árabes de la periferia de la región para equilibrar a los estados árabes cercanos.

Ahora, desde la perspectiva del Shah, sin embargo, él quería mantener esto en el mayor secreto posible, por eso cuando Yitzhak Rabin, por ejemplo, viajaba a Irán en los años ’70, solía llevar una peluca para que nadie pudiera reconocerlo.

Los iraníes construyen una pista especial en el aeropuerto de Teherán, lejos de la terminal central, para que nadie notara la gran cantidad de aviones israelíes que viajaban entre Tel Aviv y Teherán.

Pero, ¿terminó todo con la revolución islámica en 1979? A pesar de la nítida ideología anti-israelí del nuevo régimen, perduró la lógica geopolítica de colaboración porque aún tenían amenazas en común.

Y cuando Irak invadió Irán en 1980, Israel temió una victoria iraquí y ayudó activamente a Irán vendiéndole armas y proveyendo piezas de repuesto para el armamento estadounidense de Irán en un momento en que Irán era muy vulnerable debido al embargo de armas estadounidense que Israel estuvo más que feliz de transgredir.

De hecho, regresando a los años ’80, fue Israel la que presionó en Washington para hablar con Irán, para venderle armas, y no prestarle atención a la ideología anti-israelí de Irán.

Y esto, claro, llegó a su clímax en el escándalo Irán-Contra de los ’80.

Pero con el fin de la Guerra Fría llegó también el fin de la paz fría entre Israel e Irán.

De repente, las dos amenazas en común que los habían acercado durante décadas, más o menos se evaporaron.

La Unión Soviética se desmoronó, Irak fue derrotado, y en la región se creó un nuevo entorno en el que ambos se sintieron más seguros, pero ahora ambos quedaban expuestos.

Sin el contrapeso iraquí a Irán, Irán ahora podía tornarse una amenaza, decían algunos en Israel.

De hecho, la dinámica actual que uno ve entre Irán e Israel tiene sus raíces más aún en la reconfiguración geopolítica de la región después de la Guerra Fría que en los eventos de 1979, porque en este momento, Irán e Israel surgen como dos de los estados más poderosos de la región, y en vez de verse mutuamente como posibles socios de seguridad, empezaron a verse cada vez más el uno al otro como rivales y competidores.

Así, Israel, que en los ’80 presionó hasta mejorar las relaciones EE.UU.-Irán ahora temía un acercamiento EE.UU.-Irán, pensando que eso sería a expensas de los intereses de seguridad de Israel y en cambio trato de confinar a Irán a un mayor aislamiento.

Irónicamente, esto ocurría en un momento en el que Irán estaba más interesado en el proceso de paz con Washington que en ver la destrucción de Israel.

Irán se autoaisló debido a su radicalismo, y luego de haber ayudado a Estados Unidos en forma indirecta en la guerra contra Irak, en 1991, los iraníes esperaban ser recompensados con la inclusión en la arquitectura de seguridad de la posguerra de la región.

Pero Washington prefirió ignorar el acercamiento a Irán, como lo haría una década más tarde en Afganistán, y en vez de eso intensificó el aislamiento de Irán, y es en este momento, en torno a 1993, 1994, que Irán empieza a traducir su ideología anti-israelí en política operativa.

Los iraníes creyeron que sin importar qué hicieran, aún si moderaban sus políticas, EE.UU.

seguiría procurando el aislamiento de Irán, y la única manera en que Irán podía obligar a Washington a cambiar su postura era imponiendo un costo a EE.UU.

por no hacerlo.

El blanco más fácil fue el proceso de paz, y ahora el ladrido ideológico iraní iría acompañado de una mordedura no convencional, e Irán empezó a dar amplio apoyo a grupos islamistas palestinos que previamente había rechazado.

En cierto modo, suena paradójico, pero para Martin Indyk, de la administración Clinton, los iraníes no lo entendieron del todo mal, dado que cuanto más paz hubiera entre Israel y Palestina, EE.UU.

creía que más aislada debería estar Irán.

Cuanto más aislada Irán, más paz habría.

Así, para Indyk, estas son sus palabras, los iraníes tenían interés en involucrarnos en el proceso de paz para derrotar nuestra política de contención.

Para derrotar nuestra política de contención, no era por ideología.

Pero incluso en los peores momentos de su enredo, las partes han entrado en contacto mutuo.

Cuando Netanyahu fue elegido en 1996, se puso en contacto con los iraníes para ver si había alguna manera de resucitar la doctrina de la periferia.

A Teherán no le interesó.

Unos años más tarde los iraníes enviaron una amplia propuesta de negociación global a la administración Bush, una propuesta que reveló que había potencial de llevar nuevamente a Irán e Israel a buenos términos.

La administración Bush ni siquiera respondió.

Las partes nunca perdieron oportunidad de perder oportunidades.

Pero este no es un conflicto antiguo.

Ni siquiera es un conflicto ideológico.

El flujo y reflujo de la hostilidad no ha cambiado por fervor ideológico, sino más bien por cambios en el panorama geopolítico.

Cuando el imperativo de seguridad de Irán e Israel dictó la colaboración, así hicieron, a pesar de la letal oposición ideológica mutua.

Cuando los impulsos ideológicos iraníes colisionaron con sus intereses estratégicos, siempre prevalecieron los intereses estratégicos.

Estas son buenas noticias porque significa que ni la guerra ni la enemistad es una conclusión inevitable.

Pero algunos quieren la guerra.

Algunos creen o dicen que estamos en 1938, que Irán es Alemania, y que Ahmadinejad es Hitler.

Si aceptamos que esto es cierto, que en efecto estamos en 1938, Irán es Alemania, Ahmadinejad es Hitler, entonces debemos preguntarnos: ¿Quién quiere hacer el papel de Neville Chamberlain? ¿Quién arriesgará la paz? Esta es una analogía que intenta deliberadamente eliminar la diplomacia, y cuando uno elimina la diplomacia, inevitablemente entra en guerra.

En un conflicto ideológico no puede haber tregua, no hay empate, no hay punto medio, solo victoria o derrota.

Pero en vez de hacer la guerra inevitable viendo esto como algo ideológico, sería conveniente encontrar maneras para hacer posible la paz.

El conflicto entre Irán e Israel es un fenómeno nuevo, de unas décadas de antigüedad en una historia de 2500 años, y precisamente porque sus raíces son geopolíticas, es que pueden encontrarse soluciones, puede llegarse a puntos en común, por difícil que pueda ser.

Después de todo, fue el propio Yitzhak Rabin quien dijo: «Uno no hace la paz con sus amigos.

Hace la paz con sus enemigos».

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/trita_parsi_iran_and_israel_peace_is_possible/

 

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