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Charla «Jason McCue: El terrorismo es una marca condenada» de TEDGlobal 2012 en español.
En esta absorbente charla, el abogado Jason McCue nos anima a buscar una nueva manera de enfrentarnos al terrorismo. Atacando su credibilidad a través de aquellos que compran su producto, los reclutas. Compartirá con nosotros historias reales de casos en los que él y otros activistas han utilizado como forma de acercamiento para conseguir resultados.
- Autor/a de la charla: Jason McCue
- Fecha de grabación: 2012-06-26
- Fecha de publicación: 2012-10-03
- Duración de «Jason McCue: El terrorismo es una marca condenada»: 1142 segundos
Traducción de «Jason McCue: El terrorismo es una marca condenada» en español.
Sin duda, hablamos a menudo de terrorismo.
Estamos en guerra con un nuevo terrorismo.
Es como el terrorismo tradicional, pero a la moda del siglo XXI.
Para enfrentarnos al terrorismo, primero,
¿cómo lo percibimos?
Porque nuestra percepción determinará nuestra respuesta.
Si lo percibimos de forma tradicional, será como el crimen, como la guerra.
¿Cómo responderemos entonces?
Pues diente por diente.
A luchar.
Si se tiene un punto de vista más moderno y se percibe como una cuestión de causa-efecto, la respuesta natural será mucho más asimétrica.
Vivimos en un mundo globalizado y moderno.
Y los terroristas se han adaptado.
Nosotros también deberíamos hacerlo.
Quienes trabajan en el contraterrorismo deberían verlo desde otra perspectiva desde la perspectiva de Google o así Quiero proponerles que nos acerquemos al terrorismo como si fuera una marca internacional.
Coca-Cola, por ejemplo.
Ambos son malos para la salud.
(Risas)
Si lo vemos como una marca, veremos que es un producto muy defectuoso.
Es malo para la salud: para la de los afectados y también para la de los propios terroristas suicidas.
No ofrece lo que pone en la lata.
No ofrece 72 vírgenes en el paraíso.
No creo que eso suceda.
Y pasados los 80, no vamos a acabar con el capitalismo apoyando a estos grupos.
Es absurdo.
Pero tiene su talón de Aquiles.
La marca tiene un talón de Aquiles.
Hablamos de la salud, pero hacen falta consumidores.
Los consumidores serían el electorado terrorista.
Los que apoyan la marca, los que la ayudan, con ellos tenemos que tratar.
Debemos atacar la marca delante de ellos.
Siguiendo con el símil, hay dos formas de hacerlo.
Podemos reducir su mercado.
Competir con otra marca en el mercado.
Mostrarles que tenemos un mejor producto.
Para mostrar un mejor producto, cosas como Guantánamo no ayudan.
Hemos hablado de reducir las necesidades subyacentes de tal producto, tales como la pobreza, la injusticia, y cosas así, que ceban el terrorismo.
También podemos criticar el producto, atacar la marca.
¿Qué hay de heroico en matar a un niño?
Quizá debamos centrarnos en enviar ese mensaje.
Tenemos que destapar los peligros del producto.
No sólo nos dirigimos a los terroristas, sino también a su público, que comprende tanto a los vendedores, como a los patrocinadores del terrorismo, y también a sus consumidores.
Tenemos que llegar a esos hogares.
Ahí es donde consiguen seguidores, poder y fuerza.
De ahí salen sus consumidores.
Y ahí debemos enviar nuestros mensajes.
Lo básico, entonces, es interactuar con los terroristas, con sus seguidores, etc.
Debemos educarlos, interesarlos, debemos hablar con ellos.
Siguiendo con el símil, piensen en los métodos.
¿Cómo vamos a atacar su marca?
Reducir el mercado implicará al gobierno y a la sociedad civil.
Les mostraremos nuestra calidad.
Nuestros valores.
Tenemos que practicar lo que predicamos.
Si queremos eliminar la marca…
si los terroristas son Coca-Cola y nosotros Pepsi, nadie va a escuchar lo que Pepsi diga sobre Coca-Cola, no nos creerán.
Tenemos que encontrar otra manera, y una de las mejores que yo conozco son las víctimas del terrorismo.
Gente que puede decir públicamente: «Este producto es una mierda.
Lo tomé y me puse enfermo.
Me quemó la mano».
Los creeremos.
Veremos sus cicatrices.
Nos merecen confianza.
Ya sea con las víctimas, con los gobiernos, las ONG o la reina ayer, en Irlanda del Norte, debemos llegar e implicar a los diferentes estratos del terrorismo.
Sí, tenemos que bailar con el demonio.
Esta es mi parte favorita de la charla.
Quería poner una bomba para explicarme bien, pero…
(Risas)
por razones de salud y de seguridad, TED me obliga a hacer una cuenta atrás.
Me siento un poco como un terrorista irlandés o judío, una especie de terrorista seguro y formal…
(Risas)
Tengo que contar 3, 2, 1.
Asusta un poco, por lo que mi eslogan sería algo como: «Cuerpos desmembrados mejor que ataques al corazón.» 3, 2, 1.
(Ruido de explosión) Muy bien.
(Risas)
La señora de la 15J era una terrorista suicida.
Ahora todos somos víctimas del terrorismo.
Los 625 de aquí quedaremos traumatizados de por vida.
Un padre y un hijo se sentaban ahí.
El hijo murió, el padre sobrevivió.
El padre se reprochará toda la vida el no haberse sentado en el otro sitio.
Se dará a la bebida y en tres años probablemente se suicidará.
Estadísticas.
Aquí hay una muchacha joven y guapa, que ha sufrido una de las, para mí, peores lesiones físicas y psicológicas que he visto tras un atentado: la metralla.
Significa que durante los próximos 10-15 años, cuando esté en un restaurante, o en la playa, y se rasque la piel, se arrancará otra pieza de metralla.
Y eso es algo insoportable para la mente.
Aquella señora perdió las piernas en el atentado.
Descubrirá que el gobierno le dará una miseria para cuidarse en su situación Su hija iba a ir a una de las mejores universidades.
Ahora dejará la universidad para cuidar a su madre.
Estamos todos aquí.
Los espectadores quedarán traumatizados, pero los asistentes, las víctimas, aprenderán verdades dolorosas.
La sociedad se compadece durante un tiempo, pero luego ignora.
La sociedad no da lo suficiente.
No cuida a sus víctimas, ni las capacita.
Y les mostraré que las víctimas son nuestra mejor arma contra el terrorismo futuro.
¿Cómo reaccionan hoy día los gobiernos?
Ya lo hemos visto.
Utilizan las invasiones militares.
Si el terrorista era galés.
¡Buena suerte, Gales! La legislación refleja, la legislación urgente, ataca los fundamentos de nuestras sociedades.
Es un error.
Vamos a extender los prejuicios contra los galeses por Edimburgo, por todo el Reino Unido.
Hoy día, los gobiernos han aprendido de sus errores.
Analizan lo que dije al principio sobre las estrategias asimétricas, visiones más modernistas, causa y efecto.
Los errores del pasado no se pueden cambiar.
Está en la naturaleza humana.
El miedo y la presión para que hagan algo será muy grande.
Cometerán errores.
No siempre acertarán.
Un conocido terrorista irlandés lo resumió muy bien: «El gobierno británico tiene que tener suerte siempre, nosotros tan solo una vez.» Debemos cambiarlo.
Debemos proponernos ser más dinámicos.
Necesitamos reunir un arsenal de armas no militares para la guerra contra el terrorismo.
Pero los gobiernos no suelen trabajar bien con ideas.
Volvamos a la idea de la marca, antes de la explosión, cuando hablábamos de Coca-cola y Pepsi.
En esa guerra es el terrorismo contra la democracia.
Ellos se ven como guerrilleros por la libertad contra la injusticia, el imperialismo, etc.
Debemos entenderlo como una guerra a muerte.
No solo quieren nuestra sangre y huesos.
Lo que quieren es nuestro espíritu cultural y por eso la analogía de la marca es interesante.
Al Qaeda, por ejemplo, era tan solo un producto almacenado que casi nadie conocía.
El 11-S lo lanzó al estrellato.
El día de estreno con formato para el siglo XXI.
Sabían lo que hacían.
Tomaron la marca y la abrieron a la creación de franquicias en los lugares llenos de pobreza, ignorancia e injusticia.
Debemos llegar a ese mercado, pero con nuestras cabezas, no con la fuerza.
Si lo vemos como una marca, o algo similar, no llegaremos al contraterrorismo.
Me gustaría hablar brevemente de algunos ejemplos del trabajo que hacemos.
El primero se llama «guerra legal» para mejorar el mundo.
Cuando sugerimos por primera vez someter a los terrorista a acciones civiles, todos nos pensaron locos, disidentes, chiflados.
Ahora tiene un nombre y todos lo hacen.
Cuando hay un atentado, todo el mundo denuncia.
Uno de los primeros casos fue el atentado de Omagh.
En 1998 se llevó a juicio.
En medio de un proceso de paz, el IRA puso una bomba en Omagh.
No se podía perseguir a los culpables sobre todo por el proceso de paz y otras razones, por el bien común.
Así, si es que lo pueden imaginar, los asesinos de sus hijos y sus maridos compraban en mismo supermercado donde Uds.
vivían.
Y algunas víctimas dijeron basta ya.
Se llevó a los tribunales y 10 años después ganamos.
No podemos cantar victoria, porque ahora mismo hay una apelación, pero tengo confianza.
¿Funcionó?
Funcionó no solo porque se hizo justicia donde nunca se había hecho.
Funcionó porque el IRA Auténtico y otros grupos terroristas son fuertes porque siempre han estado en desventaja.
Cuando las víctimas se convirtieron en los desvalidos, ya no sabían qué hacer.
Estaban avergonzados.
El número de adhesiones bajó.
Como consecuencia, dejaron de poner bombas.
Las víctimas se convirtieron en un fantasma persiguiendo al grupo terrorista.
Hay otros ejemplos, como el caso Almog, relacionado un banco que, desde nuestro punto de vista, recompensaba a los terroristas suicidas.
Simplemente tomando medidas, el banco dejó de hacerlo y los poderes internacionales que, por razones políticas concretas, no podían resolver este problema, al haber muchos intereses contrapuestos, han podido eliminar las lagunas legales del sistema bancario.
En el caso McDonald, algunas víctimas del IRA Provisional, atacadas con Semtex, que les había suministrado Gaddafi, los demandaron y provocaron cambios increíbles en la nueva Libia.
La nueva Libia ha mostrado compasión hacia las víctimas y se lo tomó en serio, iniciando diálogos.
Pero necesitamos mucho más apoyo para estas ideas, para estas iniciativas sociales y estos asuntos civiles.
Somalia es un buen caso: la guerra contra la piratería.
Si alguien piensa que se puede luchar contra la piratería o el terrorismo y vencer, se equivoca.
Nosotros intentamos que los piratas se hagan pescadores, lo que solían hacer, claro, hasta que les robamos la pesca y vertimos desperdicios tóxicos en sus aguas.
Ahora intentamos crear un servicio de guardacosta asociado a la industria pesquera, que crea empleo y seguridad.
Les garantizo que así Al Shabab y otros tantos no podrán aprovecharse de la pobreza y la injusticia para captar a gente.
Estas iniciativas son más baratas que un misil o la vida de cualquier soldado, pero sobre todo al mirar las causas, llevamos la guerra a su origen y no la traemos a nuestro territorio.
Por último, quiero hablar sobre el diálogo.
Las ventajas están claras.
Educa a los participantes, permite un mejor entendimiento, muestra las fortalezas y debilidades y también, como mencionaron otros, la vulnerabilidad compartida produce confianza, y ese proceso se convierte en parte de la normalización.
No es un camino fácil.
Tras la bomba las víctimas no lo apoyan.
Hay problemas prácticos.
Políticamente, es arriesgado para los protagonistas y para los interlocutores.
Haciendo esto una vez, cada vez que decía algo que no les gustaban me tiraban piedras, y cuando les gustaba, tiroteaban al aire.
Igual de desagradable.
(Risas)
Sea lo que sea, uno se acerca al centro del problema al hablar directamente con ellos.
Solo quiero añadir que, siendo razonables, el terrorismo no debería percibirse solamente como una cuestión militar.
Debemos fomentar las respuestas modernas y asimétricas.
No se trata de ser blandos con el terrorismo.
Se trata de luchar con armas actuales.
Debemos fomentar la innovación.
Los gobiernos no son receptivos.
Con ellos no lograremos nada.
El sector privado tiene cierta responsabilidad.
Ahora mismo podríamos analizar la situación y ver cómo podemos apoyar a las víctimas a organizar iniciativas.
Si tuviera que elegir las preguntas que cambiarían nuestra percepción, nuestra opinión y nuestras respuestas…
¿teníamos que poner una bomba para conseguir lo que queríamos?
Aunque sea difícil, debemos preguntárnoslo.
¿Hemos ignorado alguna injusticia o crisis humanitaria en algún lugar del mundo?
¿Y si lo que los terroristas quisieran fuera nuestro compromiso contra la injusticia y la pobreza?
¿Y si las bomba fueran simplemente despertadores?
¿Y si las bombas hubieran explotado porque no había suficientes herramientas para el diálogo y la interacción?
Sobre lo que no hay ninguna duda es que debemos ser menos reactivos y más proactivos.
Me gustaría dejarles con una idea, una cuestión provocadora para que reflexionen.
Para responder tendrán que aliarse con el diablo.
A ella se han enfrentado muchos grandes pensadores y escritores:
¿y si la sociedad avanza gracias a las crisis?
¿Y si necesitamos el terrorismo para avanzar y mejorar?
Como los motivos de Bulgakov, la imagen de Jesús y el demonio de la mano en Getsemaní, a la luz de la luna.
Significaría que los humanos, para sobrevivir y desarrollarse, hablando con espíritu darwiniano, deben aliarse con el demonio.
Muchos dicen que fueron los Rolling Stones los que vencieron al comunismo.
Buena teoría.
Quizá aquí también puedan hacer algo.
Gracias.
(Música)
(Aplausos)
Bruno Giussani: Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/jason_mccue_terrorism_is_a_failed_brand/