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La agricultura como fuente laboral para los jóvenes africanos y como instrumento para la paz – Charla TEDGlobal 2017

Charla «La agricultura como fuente laboral para los jóvenes africanos y como instrumento para la paz» de TEDGlobal 2017 en español.

La juventud de África está llegando a la mayoría de edad con rapidez, pero el crecimiento de los puestos laborales en el continente no sigue el mismo ritmo. El resultado: inseguridad laboral y, en algunos casos, un giro hacia grupos insurgentes. En una charla apasionada, el agricultor y emprendedor Kola Masha detalla su plan para empoderar a pequeños granjeros en África con inversión y liderazgo, y dar empleo a una generación en rápido crecimiento.

  • Autor/a de la charla: Kola Masha
  • Fecha de grabación: 2017-08-27
  • Fecha de publicación: 2018-07-10
  • Duración de «La agricultura como fuente laboral para los jóvenes africanos y como instrumento para la paz»: 650 segundos

 

Traducción de «La agricultura como fuente laboral para los jóvenes africanos y como instrumento para la paz» en español.

Desde 1997, los investigadores de la Universidad de Sussex monitorizan las tendencias globales en los conflictos armados.

Esta investigación demuestra claramente que en África, en los últimos 10 años, los conflictos armados se han multiplicado por siete.

Pensemos en ello: se han septuplicado en una sola década.

¿Por qué? Así como el oxígeno va de la mano del fuego, los jóvenes desempleados van de la mano de la inseguridad.

Hay una gran cantidad de jóvenes en este continente.

Jóvenes como Sandra, que un sábado por la mañana, en marzo de 2014, se levantó emocionada por la posibilidad de conseguir un trabajo muy deseado en el Servicio de Inmigración de Nigeria.

Se despidió de su hija con un beso, salió de su casa y nunca volvió.

Sandra y otros 15 jóvenes nigerianos murieron ese día, por buscar un trabajo, aplastados por una estampida cuando decenas de miles de personas se presentaban a unas pocas miles de vacantes.

En los últimos 20 años, 20 millones de jóvenes entraron en el mercado laboral.

Hoy, la mitad de nuestra población tiene menos de 18 años.

Eso representa casi 80 millones de personas que entrarán al mercado laboral en los próximos 20 años.

Amigos, si una oleada de 20 millones de personas que ingresaron al mercado laboral desencadenó la crisis del Delta del Níger, la crisis de los pastores fulani y Boko Haram, les pregunto: ¿qué pasaría si ese número fuera cuatro veces mayor? Para contribuir a resolver este reto, en 2012 me mudé a un pequeño pueblo del norte de Nigeria, al centro de la zona más afectada hasta ese momento por la inseguridad, los bombardeos brutales y la pobreza extrema, con una idea: ¿podríamos crear una reserva económica para detener la inseguridad, utilizando el poder de la agricultura como motor para generar empleo? Sabíamos que esto se había hecho antes en países como Tailandia, donde en 1980 sufrieron las mismas dificultades económicas que nosotros.

Hoy, sin embargo, Tailandia produce dos millones de coches al año, más que el Reino Unido, con una mano de obra superior al 30 % integrada por pequeños agricultores que logran una alta rentabilidad, y con una tasa de desempleo menor al 1 %.

¿Cómo lo hicieron? En los 80, Tailandia mejoró drásticamente la productividad de pequeños agricultores, asegurándose de empezar a dominar el mercado de exportación de productos agrícolas.

Aprovechando esta fortaleza, atrajeron inversiones, empezaron a procesar y exportaron productos de gran valor, como la fécula de mandioca.

Finalmente, junto con inversión en educación, comenzaron a expandirse y a fabricar productos de más valor.

Para materializar nuestra idea y seguir un camino similar al de Tailandia, sabíamos que tendríamos que atraer jóvenes granjeros con la agricultura.

Un joven del norte de Nigeria, a quien llamaremos Saminu, me dejó muy claro que no sería fácil.

Saminu creció en un bello pueblo del norte de Nigeria.

Y contaba de su maravillosa infancia, cuando jugaba horas con amigos, subiendo y bajando las bellas formaciones rocosas que salpicaban el campo cerca de su casa.

A pesar de esta belleza, Saminu sabía que, ante la primera oportunidad, se marcharía.

No quería ser agricultor.

De niño, vio a sus padres trabajar muy duro como granjeros, pero apenas sobrevivían.

Y, como él decía, tenían «babu»…

y nada.

Los granjeros jóvenes como Saminu no tienen acceso al dinero para comprar productos agrícolas que les permitan salir adelante con tan arduo trabajo.

Cuando llega la época de la magra cosecha, desesperados por conseguir dinero, venden casi todo a precio de liquidación, cuando, si esperaran seis meses, podrían obtener un 50 % más.

Por eso, Saminu se fue a la ciudad, donde pronto descubrió que la vida no era fácil.

Tomó prestada una moto muy vieja, con neumáticos que eran más parches que neumáticos, para trabajar como conductor de una mototaxi.

Vivía con el temor permanente, día tras día, de que le quitaran su valiosa y desvencijada moto, como ya le había pasado.

Pero, afortunadamente, la recuperó.

Pero sabía que otros no habían tenido tanta suerte, otros jóvenes que, una vez privados de sus motos, quedaron sin recursos.

Enfadados, estos jóvenes se embarcaron en una venganza contra una sociedad que, según ellos, les había dado la espalda.

Saminu me dijo que se habían unido a grupos insurgentes, a menudo convirtiéndose en conductores de huida en bombardeos y secuestros.

Para acabar con este ciclo de inseguridad, debemos convertir la agricultura en una opción viable.

Debemos asegurarnos de que estos jóvenes puedan, en sus pequeñas granjas, ganar dinero suficiente para ganarse la vida por sí mismos, para labrarse un futuro.

La pregunta es cómo.

Sabiendo que África tiene liderazgos populares, simplemente desarrollamos un modelo para empoderar a estos líderes de raíces populares con gestión profesional e inversión.

Lo llamamos «Babban Gona», o «gran granja» en idioma hausa.

Al llegar al pueblo en 2012, viajé de comunidad en comunidad, intentando convencer a la gente con nuestra idea, intentando reclutar granjeros.

Desgraciadamente, ese primer año fracasamos, pues apenas reclutamos a 100 valientes.

Pero insistimos.

Seguimos haciendo lo que prometimos, ganando poco a poco su confianza.

Se unieron más granjeros.

Ahora retrocedamos cinco años.

Con un equipo apasionado y comprometido y el enorme apoyo de nuestros compañeros, crecimos exponencialmente.

Y hoy ayudamos a 20 000 pequeños granjeros, permitiéndoles duplicar sus cosechas y triplicar sus ingresos netos en comparación con sus pares.

Estamos muy orgullosos del hecho…

(Aplausos) Volvamos a tres años atrás.

Saminu ganó suficiente dinero y compró tres cabras a su madre para que empiece su negocio con la crianza de estos animales, tiene su propia tienda minorista y se compró no una, sino dos motos, con las matrículas personalizadas de «Babban Gona».

(Aplausos) Amigos, en los próximos 20 años, más de 400 millones de jóvenes como Saminus ingresarán al mercado laboral de África y la mitad de ellos tienen la oportunidad potencial de trabajar en la agricultura.

Para aprovechar estas oportunidades a través de modelos parecidos al nuestro, se necesitarían USD 150 mil millones de financiación cada año.

Es un número muy alto.

Pero si consideramos la deuda comercial, es un número pequeño, solo el 0,1 % de toda la deuda mundial en la actualidad, 10 centavos de cada USD 100.

Por eso diseñamos nuestro modelo, para distinguirnos de los programas convencionales de desarrollo agrícola.

En pocos años, demostraremos que nuestro modelo funciona, que tendrá gran impacto y que puede ser redituable, y así atraerá a inversores comerciales que nunca habían invertido en pequeños granjeros en África.

Imaginen un mundo en el que millones de jóvenes en toda África, jóvenes trabajadores, tengan otras opciones.

Sé que estos jóvenes motivados y ambiciosos harán la elección correcta.

Podemos cumplir este sueño si tienen una opción.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/kola_masha_how_farming_could_employ_africa_s_young_workforce_and_help_build_peace/

 

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