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La alegría de hacer surf en agua helada – Charla TED2015

Charla «La alegría de hacer surf en agua helada» de TED2015 en español.

«Cualquier cosa que vale la pena perseguir supone sufrir, solo un poco», dice el fotógrafo de surf Chris Burkard, al explicar su obsesión por las playas más frías, agitadas y aisladas del planeta. Con fotos para dejarnos boquiabiertos y con historias de lugares que han visto pocos humanos y mucho menos donde se ha hecho surf, nos hace participes de su «cruzada personal contra lo mundano».

  • Autor/a de la charla: Chris Burkard
  • Fecha de grabación: 2015-03-19
  • Fecha de publicación: 2015-05-22
  • Duración de «La alegría de hacer surf en agua helada»: 582 segundos

 

Traducción de «La alegría de hacer surf en agua helada» en español.

Si les dijera que esta es la cara de la pura alegría,

¿me llamarían loco?

No les culpo, porque cada vez que miro esta selfie del Ártico, me estremezco un poco.

Quiero contarles un poco sobre esta fotografía.

Estaba nadando en las islas Lofoten en Noruega, dentro del Círculo Polar Ártico, y el agua se estaba congelando.

¿El aire?

A un enérgico viento helado de -10 °C y yo sentía literalmente la sangre abandonándome las manos, los pies y la cara para apresuradamente proteger mis órganos vitales.

Es el lugar más frío donde he estado.

Pero incluso con labios hinchados, ojos hundidos y mejillas enrojecidas, siento que este lugar es un sitio donde encontrar una gran alegría.

Cuando se trata de dolor, el psicólogo Brock Bastian quizá lo dijo mejor al escribir: «El dolor es una especie de atajo para la atención plena.

Hace que de repente seamos conscientes de todo en el medio ambiente.

Brutalmente nos atrae a una conciencia sensorial virtual del mundo al igual que a la meditación».

Si temblar es una forma de meditación, entonces yo me considero un monje.


(Risas)
Antes de entrar en el porqué iba alguien a querer surfear en agua helada me encantaría poner esto en perspectiva en cómo puede ser un día de mi vida.

(Música) (Video) Hombre: Quiero decir, sé que esperábamos buenas olas, pero yo no creo que nadie pensaba qué iba a suceder.

No puedo dejar de temblar.

Tengo mucho frío.

(Música)
(Aplausos)
Chris Burkard: El fotógrafo de surf,

¿verdad?

Ni siquiera sé si es un puesto de trabajo real, para ser honesto.

Mis padres definitivamente no lo creían cuando les dije a los 19 que dejaba mi trabajo para perseguir este sueño: cielos azules, cálidas playas tropicales y un bronceado que dura todo el año.

Quiero decir, para mí, esto era todo.

La vida no podría ser mejor.

Sudando, fotografiando a surfistas en los destinos turísticos exóticos.

Pero existía solo un problema.

Cuanto más tiempo pasé viajando a estos lugares exóticos, menos gratificante parecían.

Me propuse buscar aventuras, y encontraba solo rutina.

Wifi, TV, restaurantes y una conexión celular constante eran para mí toda la parafernalia de los lugares masificados en y fuera del agua, y no pasó mucho tiempo hasta empezar a sentirme asfixiado.

Empecé a ansiar espacios abiertos silvestres, y, por eso, me puse a buscar lugares que otros habían desestimado por demasiado fríos, demasiado remotos y demasiado peligrosos para el surf, y ese reto me intrigó.

Comencé esta especie de cruzada personal contra lo mundano, porque si hay una cosa de la que me he dado cuenta, es que cualquier carrera, incluso una aparentemente tan glamorosa como la fotografía de surf, tiene el peligro de convertirse en monótona.

En mi búsqueda por romper esta monotonía, me di cuenta de algo: Solo hay cerca de un tercio de océanos cálidos en la Tierra y es esa banda realmente delgada alrededor del ecuador.

Así que si iba a buscar olas perfectas, probablemente iba a suceder en algún lugar frío, donde los mares son muy bravos, y ahí es donde exactamente comencé a mirar.

Y fue en mi primer viaje a Islandia donde sentí haber encontrado exactamente lo que buscaba.

Me quedé asombrado por la belleza natural del paisaje, pero lo más importante, no podía creer que había encontrado olas perfectas en una parte tan remota y accidentada del mundo.

Entonces, llegamos a la playa para ver solo trozos enormes de hielo apilados en la costa.

Ellos crearon esta barrera entre nosotros y el oleaje, y tuvimos que hacernos camino en ese laberinto para salir alineados.

y una vez allí, pusimos a un lado los trozos de hielo para llegar a las olas.

Fue una experiencia increíble, una que nunca olvidaré, porque en medio de esas duras condiciones, me sentí haberme topado con uno de los últimos lugares tranquilos, donde encontré una claridad y una conexión con el mundo que jamás iba a encontrar en una playa llena de gente.

Me enganché.

Me enganché.


(Risas)
El agua fría estaba constantemente en mi mente, y a partir de ese momento, mi carrera se centró en estos ambientes hostiles e implacables, y me llevó a lugares como Rusia, Noruega, Alaska, Islandia, Chile, las Islas Feroe y a muchos de lugares intermedios.

Y una de mis cosas favoritas sobre estos lugares era simplemente el desafío y la creatividad que suponía llegar allí.

Horas, días, semanas en Google Earth identificando cualquier tramo remoto de playa o arrecife al que poder llegar.

Y una vez allí, los vehículos eran muy creativos: motos de nieve, carros de 6 ruedas para transporte de tropas soviéticas, y un par de vuelos improvisados en helicóptero.


(Risas)
Los helicópteros realmente me dan miedo, por cierto.

Hubo un paseo en barco todo lleno de baches hasta la costa de la isla de Vancouver hasta este lugar remoto para surfear, donde terminamos viendo con impotencia desde el agua como los osos asolaron nuestro campamento.

Caminaron con nuestra comida y trozos de nuestra tienda, dejando claro que estábamos en la parte inferior de la cadena alimentaria y que este era su lugar, no el nuestro.

Pero para mí, ese viaje fue un testimonio de haber cambiado las playas turísticas, por lo salvaje.

No fue sino hasta que viajé a Noruega,
(Risas)
que realmente aprendí a apreciar el frío.

Así que este es el lugar donde algunos de las tormentas más grandes y más violentas del mundo hacen romper enormes olas en la costa.

Estuvimos en este pequeño fiordo remoto, justo dentro del Círculo Polar Ártico.

Tenía una mayor población de ovejas que de personas; la ayuda, de ser necesaria no se encontraba en ninguna parte.

Estaba en el agua haciendo fotos de los surfistas y empezó a nevar.

Y entonces la temperatura comenzó a descender.

Y me dije, no hay posibilidad de salir del agua.

Has viajado hasta aquí, y esto es exactamente lo que deseabas: condiciones frías de congelación con olas perfectas.

Y a pesar de ni siquiera sentir el dedo para apretar el gatillo, sabía que no iba a poder salir.

Así que hice lo que pude.

Me recuperé.

Entonces sentí esa ráfaga de viento del valle y me golpeó, y lo que empezó como una ligera nevada se convirtió en una completa ventisca, y empecé a perder la percepción de dónde estaba.

No sabía si estaba a la deriva hacia el mar o hacia la orilla, y solo podía distinguir el débil sonido de las gaviotas y las olas.

Sabía que el lugar tenía una reputación de hundir barcos y derribar aviones, y mientras flotaba, empecé a ponerme un poco nervioso.

En realidad, estaba volviéndome totalmente loco,
(Risas)
al límite de la hipotermia, y mis amigos, finalmente, tuvieron que ayudarme a salir del agua.

No sé si fue el delirio o qué, pero me dijeron más tarde que tenía una sonrisa en mi cara todo el tiempo.

Fue en ese viaje y, quizá, esa experiencia exacta donde realmente empecé a sentir que cada fotografía era preciosa, porque, de repente, en ese momento, era algo que me vi obligado a ganar.

Y me di cuenta de que todos los escalofríos me habían enseñado algo: En la vida, no hay atajos a la alegría.

Cualquier cosa que vale la pena perseguir nos supondrá sufrir solo un poco, y el poquito de sufrimiento que tuve por mi fotografía, añadió un valor a mi trabajo mucho más significativo para mí que simplemente llenar páginas de revistas.

Miren, yo dejé un pedazo de mí en estos lugares, y cuando los dejé tenía una sensación de plenitud que siempre había buscado.

Así que miro en retrospectiva esta fotografía y es fácil ver los dedos congelados y los trajes de neopreno fríos e incluso la lucha que supuso llegar allí, pero sobre todo, veo alegría.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/chris_burkard_the_joy_of_surfing_in_ice_cold_water/

 

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