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La arrebatadora paz del buceo libre – Charla TEDxToulouse

Charla «La arrebatadora paz del buceo libre» de TEDxToulouse en español.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

Guillaume Néry habla en TEDxToulouse

  • Autor/a de la charla: Guillaume Néry
  • Fecha de grabación: 2013-03-16
  • Fecha de publicación: 2015-12-04
  • Duración de «La arrebatadora paz del buceo libre»: 1150 segundos

 

Traducción de «La arrebatadora paz del buceo libre» en español.

(Video) Locutor: 10 segundos.

Cinco, cuatro, tres, dos, uno.

Partida.

Más uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

Guillaume Néry, Francia.

Peso constante, 123 metros, 3 minutos y 25 segundos.

Intento de récord nacional.

70 metros.

[123 metros]
(Aplausos)
(Video) Juez: Cartulina blanca.

¡Guillaume Néry! ¡Récord nacional! Guillaume Néry: Gracias.

Gracias, gracias por su bienvenida.

Esta inmersión que acaban de ver es un viaje.

Un viaje entre dos inspiraciones.

Un viaje que comienza entre dos inspiraciones, la última antes de sumergirse, y la primera inspiración al regresar a la superficie.

Esta inmersión, es un viaje a las fronteras de los límites humanos.

Un viaje a lo desconocido.

Pero también, y sobre todo, es un viaje interior.

Pasarán un montón de cosas, ya sean fisiológicas o mentales.

Y es por eso que estoy aquí hoy con Uds., para compartir este viaje y llevarlos conmigo.

Así que comenzamos con la última respiración.

(Inspiración) (Expiración) Esta última inspiración, como han visto, es lenta, profunda e intensa.

Termino con una maniobra llamada carpa que me permite almacenar uno a dos litros más de aire en los pulmones, al comprimir el aire allí.

Al dejar la superficie tengo alrededor de 10 litros de aire en los pulmones.

Tan pronto dejo la superficie el primer mecanismo se activa: el reflejo de inmersión.

El reflejo de inmersión, en primer lugar, hace que el ritmo cardíaco caiga.

Pasaré de 60 y 70 latidos por minuto a 30 o 40 latidos por minuto, en pocos segundos, casi al instante.

Segundo efecto, vasoconstricción periférica es decir, el torrente sanguíneo abandonará las extremidades del cuerpo para ir a alimentar con prioridad los órganos vitales: los pulmones, el corazón y el cerebro.

Este mecanismo es innato.

Yo no lo controlo.

Si Uds.

se hunden en el agua, incluso si nunca lo han hecho, actuará el mismo mecanismo.

Todos los seres humanos, compartimos la misma propiedad.

Y lo que es extraordinario, es que tenemos el mecanismo común con los mamíferos marinos.

Todos los mamíferos marinos: delfines, ballenas, leones de mar, etc.

Cuando se sumergen y descienden profundamente, este mecanismo se activa, de manera mucho más fuerte y funciona mucho mejor en ellos, obviamente.

Es absolutamente fascinante: Tan pronto dejo la superficie la naturaleza me da un primer impulso que me permite ir con confianza.

Me hundo en el azul, la presión, poco a poco, va a aplastar mis pulmones, y como es el volumen de aire en los pulmones el que me hace flotar, al descender, mayor presión aplasta los pulmones, el volumen de aire es menor, lo que hace que mi cuerpo caiga más fácilmente.

Y en algún momento, al llegar a 35 o 40 metros, no necesito nadar mi cuerpo es lo suficientemente pesado, lo suficientemente denso para caer libremente en las profundidades y atacar la llamada fase de caída libre.

Este es el mejor momento del descenso.

Es por eso que continúo en buceo libre.

Debido a que te sientes atraído por el fondo y no tienes que hacer nada.

Desciendo de 35 metros a 123 metros, sin hacer ningún movimiento.

Me dejo atrapar por lo profundo, y tengo la sensación de volar bajo el agua.

Es una sensación completamente increíble, una sensación de libertad que es extraordinaria.

Y me deslizo, lentamente, hacia la parte inferior.

Paso los 40 metros, 50 metros, y entre 50 y 60, segunda respuesta fisiológica que se produce: mis pulmones alcanzan su volumen residual.

El volumen residual es el volumen teórico más allá del cual no se supone que el pulmón se pueda comprimir.

El segundo fenómeno que se produce, es el desplazamiento de la sangre.

En francés, es la erección de pulmón.

Yo prefiero «desplazamiento de sangre».

Digámosle «desplazamiento de sangre».

El desplazamiento de sangre,

¿qué es?

Los capilares de los pulmones se llenan de sangre, a causa de la depresión, con el fin de ponerse rígidos y proteger toda la cavidad torácica del aplastamiento.

Evita que las dos superficies de los pulmones colapsen, se unan, cedan.

Gracias a este fenómeno, que también compartimos con los mamíferos marinos, puedo continuar mi inmersión.

60 metros, 70 metros, Sigo cayendo, más y más rápido ya que la presión comprime cada vez más mi cuerpo, y desde 80 metros, la presión realmente se hace mucho más fuerte, y comienzo a sentirla físicamente.

Empiezo a sentir realmente opresión.

Ven a lo que se parece, no es muy bonita.

El diafragma está completamente retraído, la caja torácica se retrae hacia el interior, y allí, mentalmente, también ocurre algo.

Dirán: «Bueno, no es muy agradable,

¿cómo lo hace?

«.

Si confiara en mis reflejos terrestres,

¿qué hacemos cuando tenemos una restricción en la tierra, algo que no es agradable?

Queremos resistir, lo contrarrestamos, luchamos.

Bajo el agua, no funciona eso.

Si hace eso bajo el agua, puede desgarrar los pulmones, puede escupir sangre, desencadenará un edema, y dejará de bucear, durante algún tiempo, incluso.

Entonces, lo que hay que hacer con la mente, es decir: la naturaleza es más fuerte, el elemento es más fuerte que yo; dejó al agua actuar.

Acepto esta presión y la dejo hacer.

En ese momento, le doy la información de mi cuerpo, mis pulmones, todo se relaja, me suelto completamente y me libero por completo.

La presión me está machacando, y no es en absoluto desagradable.

Incluso tengo una sensación de capullo, me siento muy protegido.

Y el buceo puede continuar.

80 metros, 85 metros, 90 metros, 100 metros.

100 metros es una cifra mítica.

En todos los deportes, es una cifra mítica.

Natación, atletismo…

y grande también para nosotros, buceadores libres, se trata de un número de sueño.

Todo el mundo quiere un día ir a 100 metros de profundidad.

Es una cifra simbólica para nosotros, porque los médicos y fisiólogos en los años 70, habían hecho sus cálculos y predijeron que a los 100 metros, estaba el límite más allá del cual el cuerpo humano no podía bajar.

Más allá, el cuerpo colapsaría.

Y entonces el pequeño francés, Jacques Mayol, todos Uds.

lo conocen, el héroe de Big Blue, pasó por allí, y se hundió a 100 metros.

Incluso se sumergió a 105 metros.

En ese momento, se sumergió en No limit.

Tomó un peso para descender más rápido y volvió con un balón, como en la película.

Hoy en día, en No limit, vamos a 200 metros.

Yo voy a 123 metros usando solo la fuerza muscular.

Y todo esto es un poco gracias a él, porque él reto las ideas conocidas, porque barrió con un revés de su mano todas estas creencias teóricas, todas estas limitaciones mentales que el hombre es capaz de imponerse.

Demostró que el cuerpo tenía una capacidad de adaptación infinita.

Así que sigo mi caída.

105, 110, 115, el fondo se está acercando.

120 metros.

123 metros.

Llego al fondo.

Voy a pedirles que participen un poco, y se pongan en mi lugar.

Cierren los ojos.

Se imaginen que llegan a 123 metros.

La superficie está muy muy muy muy lejos.

Están solos.

No hay prácticamente ninguna luz.

Hace frío.

Frío glacial.

La presión los aplasta por completo, 13 veces mayor que en la superficie.

Y allí, sé que están diciéndose: «¡Pero qué horror!».

«

¿Qué estoy haciendo aquí?

«.

«Es completamente enfermo».

Pues no.

No es lo que me digo cuando estoy en el fondo.

Cuando llegó al fondo, me siento bien.

Tengo una sensación de bienestar extraordinario.

Tal vez porque he abandonado por completo todas las tensiones y me dejo llevar.

Me siento bien y no tengo ningún deseo de respirar.

Sin embargo, hay razones para estar preocupado, admitirán.

Siento ser un pequeño punto, una pequeña gota de agua, flotando en la mitad del océano.

Y siempre me viene esta imagen a la mente.

El Pale Blue Dot, el pequeño punto azul pálido.

Es el pequeño punto aquí, que señala la flecha,

¿saben lo que es este pequeño punto?

Este es el planeta Tierra.

Planeta Tierra fotografiado por la sonda Voyager 4 mil millones de kilómetros de distancia, y que muestra que nosotros, nuestra casa, eso es todo allí.

Es ese pequeño punto que flota en medio de la nada.

Es un poco como la sensación que siento en el fondo a 123 metros.

Siento ser un pequeño punto, una mota de polvo, un polvo de estrella flotando en el medio del cosmos, en medio de nada, en medio de la inmensidad.

Es una sensación fascinante, porque miro hacia arriba, abajo, izquierda, derecha, delante, detrás, y veo la misma cosa: infinito azul, muy profundo.

En ningún otro lugar en la Tierra se puede tener esta sensación, mirar a tu alrededor y tener la misma visión uniforme.

Es extraordinario.

En ese momento, todavía hay un sentimiento, cada momento, en mí, es un sentimiento de humildad.

Me siento muy humilde cuando miro esta foto, y cuando me encuentro a esta profundidad, porque no soy nada.

Soy un poco de nada que se pierde en este gran conjunto.

Y esto es, después de todo, completamente fascinante.

Decidí volver a la superficie, porque no es mi lugar.

Mi lugar está allá arriba, en la superficie, y comienzo el ascenso.

En el ascenso, hay un gran shock que ocurre, desde el momento en que decido volver.

En primer lugar, requiere un esfuerzo colosal para salir del fondo, ya que el fondo me atrajo en la bajada, inevitablemente, también me atrae cuando quiero volver.

Tienes que patear el doble de fuerte.

Luego choqué con otro fenómeno: la narcosis.

Quizá sepan de este fenómeno.

Se conoce como el rapto de la profundidad.

Sucede en buceadores con tanques, pero también en buceadores libres.

Es causada por el nitrógeno que se disuelve en la sangre y genera confusión entre la conciencia y el inconsciente.

Vienen un montón de pensamientos, a derecha, a izquierda, pasa, girar, uno no puede controlarlo, y sobre todo, no debe tratar de hacerlo.

Debes dejarlo hacer.

No tratar de controlarlo.

Cuanto más se trata de controlar, más complicado de manejar.

Tercera cosa que se añade: el deseo de respirar.

Porque no soy un hombre pez.

Soy un ser humano y el deseo de respirar me hace volver a esta realidad.

Así que a los 60 o 70 metros, el impulso está presente.

Y entonces, con todo lo que está sucediendo, puede ser muy fácil perder completamente el pie, y caer en el pánico.

En este punto, podemos decir: «

¿Dónde está la superficie?

Quiero la superficie y respirar ya».

Es importante no hacerlo.

Nunca mirar a la superficie con los ojos o con la mente.

No proyectar, nunca.

Permanecer en el momento.

Me quedo con la mirada justo ante mí, a la cuerda.

La cuerda es el vínculo que me lleva a la superficie.

Y me quedo centrado en el momento presente.

Porque si quiero llegar a la superficie, me entra el pánico y si me entra el pánico, se acabó.

El tiempo se acelera.

A los 30 metros, finalmente, ya no estoy solo.

Mis apneístas de seguridad, mis ángeles de la guarda se unen a mí.

Dejan la superficie, nos encontramos a 30 metros, y me acompañan en los últimos metros, donde, potencialmente, los problemas pueden ocurrir.

Y cada vez me digo a mí mismo, cuando los veo: «Es gracias a Uds.».

Gracias a ellos estoy aquí; gracias a mi equipo.

La segunda picadura de recordatorio de humildad.

Sin ellos, sin mi equipo, sin todas las personas que me rodean, las aventuras de profundidad serían imposibles.

Las aventuras de profundidades son, sobre todo, colectivas.

Así que estoy contento de terminar este viaje con ellos, ya que es gracias a ellos que estoy aquí.

20 metros, 10 metros.

Mis pulmones regresan poco a poco a su volumen, la flotabilidad me acompaña a la superficie.

Cinco metros antes de la superficie, empecé a espirar el aire, por no inspirar tan pronto como llego a la superficie.

Y llego a la superficie.

(Inspiración) El aire entra en los pulmones, es un renacimiento, una liberación.

Porque, sí, se siente bien.

El viaje fue increíble, pero necesito sentir estas pequeñas moléculas de oxígeno que alimentan mi cuerpo.

Es una gran sensación, pero a la vez es un pequeño trauma.

Una sorpresa para los sentidos.

Imagínense, paso de la oscuridad a la luz del día.

Paso de las casi silenciosas profundidades al bullicio.

En el tacto, paso del suave aterciopelado, el agua, al aire que frota la cara.

En el gusto, en el olfato, hay este aire que se precipita en mis pulmones.

Mis pulmones también se despliegan a su vez.

Fueron aplastados por completo un minuto treinta antes, y allí se despliegan.

Son muchas cosas a la vez.

Me toma unos segundos para volver a mí, a estar muy presente.

Sin embargo, tiene que ir rápido, porque tengo los jueces enfrente, están ahí para validar mi rendimiento.

Tengo que demostrar que estoy en perfecta integridad física.

Se le llama protocolo de salida.

Justo fuera del agua, tengo 15 segundos para quitar mis pinzas de nariz, hacer que este signo y decir «Estoy bien».

Además, se me pide que sea bilingüe.


(Risas)
Después de todo lo que he hecho, no es agradable.

Una vez finalizado el protocolo, los jueces me muestran el cartón blanco, y hay sí, la explosión de alegría.

Por fin puedo disfrutar realmente de lo que acaba de ocurrir.

Lo que acabo de describir, es un poco una versión extrema del buceo libre.

El buceo libre está lejos de ser eso.

Durante 3 años, decidí tratar mostrar otra cara del buceo libre, porque cuando los medios hablan de él, solo hablan concursos y registros, pero el buceo libre, es mucho más que eso.

El buceo libre es ser bueno en el agua.

Es extremadamente estético, poético y artístico.

Así que decidimos, con mi pareja, hacer películas, para tratar de mostrar otra cara.

Para que Uds.

quieran, sobre todo, entrar en el agua.

Les voy a mostrar unas imágenes, y haré mi conclusión sobre ellas.

Es un precioso mosaico de imágenes bajo el agua.

(Música) Si se intenta un día dejar de respirar, se darán cuenta de que al dejar de respirar, también es deja de pensar.

Es calmar su mente.

Nuestra mente, en el siglo XXI, es tensa.

Está sobrecargada de trabajo, siempre, se piensa a 10 000 por hora, se agita continuamente, y ser capaz del buceo libre, es decir, en algún momento, calmar la mente.

En el buceo libre, esta una oportunidad de experimentar la ingravidez.

Estar bajo el agua, flotando, relajar por completo el cuerpo, toda la tensión del cuerpo.

Este es el mal del siglo XXI: mal de espalda, de cuello, nos duele todo.

porque estamos estresados y tensos todo el tiempo Al entrar en el agua, uno se deja flotar, como en el espacio.

Se relaja por completo.

Una sensación extraordinaria.

Finalmente se encuentra cara a cara con su cuerpo y su mente, su espíritu.

Todo está en paz, todo unido.

Este buceo libre, aprender a bucear así, es aprender a respirar bien.

Respiramos la primera vez al nacer, nacimiento, hasta nuestro último aliento.

La respiración da ritmo a nuestras vidas.

Aprender a respirar mejor es aprender a vivir mejor.

El buceo libre, el mar, sin tener que ir a 100 metros, ir a 2 o 3 metros, una máscara y aletas, es ir a ver otro mundo, otro universo, completamente mágico.

Ver pequeños peces, algas, ver la fauna y la flora, y observar con discreción Deslizarse bajo el agua, mirando hacia atrás, a la superficie: no dejar rastro.

Es una gran sensación ser capaz de ser uno con la naturaleza como esté.

Si puedo decir algo más: el buceo libre, meterse en el agua, encontrar el medio acuático, es volver a conectar.

En la presentación he hablado mucho sobre esta memoria corporal que se remonta a millones de años, nuestro origen acuático.

El día que regresen al agua, cuando contengan el aire por unos segundos, volverán a conectarse a los orígenes.

Y les garantizo que es absolutamente mágico.

Los animo a probar.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/guillaume_nery_the_exhilarating_peace_of_freediving/

 

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