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La belleza inesperada de los sonidos cotidianos – Charla TED Fellows Retreat 2015

Charla «La belleza inesperada de los sonidos cotidianos» de TED Fellows Retreat 2015 en español.

Usando ejemplos del canto de los pájaros, la cadencia natural del lenguaje enfático e incluso la tapa de una olla, la cantautora Meklit Hadero muestra cómo el paisaje sonoro de todos los días, e incluso el silencio, compone música. «El mundo está lleno de expresión musical», dice. «Ya estamos inmersos».

  • Autor/a de la charla: Meklit Hadero
  • Fecha de grabación: 2015-08-28
  • Fecha de publicación: 2015-10-16
  • Duración de «La belleza inesperada de los sonidos cotidianos»: 783 segundos

 

Traducción de «La belleza inesperada de los sonidos cotidianos» en español.

Como cantante y compositora, la gente a menudo me pregunta por mis influencias o, como me gusta decir, mis linajes sónicos.

Y podría fácilmente decirles que me formé en el jazz y el hip hop con el que crecí, por la herencia etíope de mis antepasados, o por el pop de la radio de mi infancia en la década de 1980.

Pero más allá de género, hay otra pregunta:

¿cómo los sonidos que escuchamos cada día influyen en la música que hacemos?

Creo que todo sonido cotidiano puede ser la inspiración más inesperada para escribir canciones, y detallaré esta idea un poco más.

Voy a hablar hoy sobre tres cosas: la naturaleza, el lenguaje y el silencio, o más bien, de la imposibilidad del verdadero silencio.

Y con esto espero darles un sentido a un mundo que ya está vivo de expresión musical, con cada uno de nosotros como participantes activos, seamos o no conscientes de ello.

Voy a empezar hoy con la naturaleza, pero antes de hacerlo, escuchemos este fragmento de una cantante de ópera calentando Aquí está.

(Canto) (Termina el canto) Es hermoso,

¿no es así?

¡Trampa! En realidad, no es el sonido de una cantante de ópera calentando.

Ese es el sonido de un pájaro desacelerado a un ritmo que el oído humano reconoce erróneamente como propio.

Se publicó en 1987 como parte de la grabación del húngaro Peter Szöke «La desconocida música de los pájaros» donde registró a muchos pájaros ralentizando sus tonos para revelar lo que hay debajo.

Escuchémosla a toda velocidad.

(Pájaro cantando) Ahora, vamos a escuchar a las dos juntas para que su cerebro pueda yuxtaponerlas.

(Pájaro cantando lento y luego a toda velocidad) (Termina el canto) Es increíble.

Tal vez las técnicas de canto lírico se inspiraron en el canto de los pájaros.

Como humanos, entendemos intuitivamente que los pájaros son nuestros maestros musicales.

En Etiopía, los pájaros se consideran parte integrante del origen de la música misma.

La historia va así: Hace 1500 años un joven nació en el Imperio de Aksum, un importante centro comercial del mundo antiguo.

Su nombre era Yared.

Cuando Yared tenía siete años su padre murió, y su madre lo envió a vivir con un tío sacerdote de la tradición ortodoxa etíope, una de las iglesias más antiguas del mundo.

Esta tradición tiene una gran cantidad de aprendizaje, y Yared tenía que estudiar, estudiar y estudiar y estudiar, y un día estudiando bajo un árbol, tres pájaros vinieron hacia él.

Uno a uno, estos pájaros se convirtieron en sus maestros.

Le enseñaron música, —escalas, de hecho—.

Y Yared, finalmente reconocido como San Yared, utilizó estas escalas para componer cinco volúmenes de cantos e himnos para el culto y la celebración.

Y usó estas escalas para componer y crear un sistema de notación musical indígena.

Estas escalas se desarrollaron en lo que se conoce como kinit, el único sistema modal pentatónico, de cinco notas, que sigue muy vivo prosperando y evolucionando en Etiopía actualmente.

Me encanta esta historia porque es verdad en múltiples niveles.

San Yared fue un personaje real, histórico, y el mundo natural puede ser nuestro maestro musical.

Y tenemos muchos ejemplos de esto: los pigmeos del Congo afinan sus instrumentos con los tonos de los pájaros del bosque.

El experto musical del paisaje sonoro natural Bernie Krause describe cómo un medio ambiente saludable tiene animales e insectos con bandas de baja, media y alta frecuencia, exactamente de la misma forma que lo hace una sinfonía.

Y muchas obras musicales se inspiraron en el canto de pájaros y de los bosques.

El mundo natural puede ser nuestro maestro cultural.

Vayamos ahora al mundo exclusivamente humano del lenguaje.

Cada lengua se comunica con tono en grados diversos, desde el chino mandarín, donde un cambio de inflexión melódica da a la misma sílaba fonética un significado muy diferente, a un idioma como el inglés, donde un tono creciente al final de una frase…

(Subiendo de tono)

¿implica una pregunta?


(Risas)
Como una mujer etíope de EE.

UU., crecí con la lengua amárica.

Fue mi primera lengua, la lengua de mis padres, una de las principales lenguas de Etiopía.

Y hay un millón de razones para enamorarse de este idioma: su profundidad poética, sus dobles sentidos, su cera y oro, su humor, sus proverbios que iluminan la sabiduría y las locuras de la vida.

Pero también este melodicísimo, una musicalidad construida en ella.

Y creo que esto define con más claridad lo que me gusta denominar lenguaje enfático, el lenguaje que resalta o subraya o que brota de una sorpresa.

Tomemos, por ejemplo, la palabra «Indey» Si hay etíopes en la audiencia, probablemente están riéndose para sí, pues la palabra significa algo como «¡No!» o «

¿Cómo podría?

» o «No, no lo hizo».

En cierto modo depende de la situación.

Pero cuando yo era niña, esta era mi palabra favorita, y creo que es porque tiene tono.

Tiene una melodía.

Casi se puede ver la forma en que brota de la boca de alguien.

«Indey», se sumerge y, luego, sube de nuevo.

Y como música y compositora, cuando oigo esa palabra, algo está flotando en mi mente.

(Música y canta «Indey») (Termina la música) O tomar, por ejemplo, la frase de «Está bien» o «Es correcto»: «Lickih nehu …

Lickih nehu».

Es una afirmación, un acuerdo.

«Lickih nehu».

Cuando oigo esa frase, algo así comienza a brotar por mi mente.

(Música y canta «Lickih nehu») (Termina la música) En ambos casos, lo que hice fue tomar la melodía y la redacción de esas palabras y frases y les di la vuelta en partes musicales para su uso en estas composiciones cortas.

Y como disfruto escribiendo líneas para bajo, ambas terminaron siendo líneas para bajo.

Esto se basa en la obra de Jason Moran y otros que trabajan íntimamente con la música y el lenguaje, pero también es algo que he tenido en la cabeza desde niña, lo musical que sonaba cuando mis padres se hablaban el uno al otro y a nosotros.

Fue a través de ellos y del amárico que aprendí que estamos inundados de expresión musical por cada palabra y frase que decimos, cada palabra, cada frase que escuchamos.

Tal vez lo pueden escuchar en las palabras que digo ahora mismo.

Por último, vayamos a la década de 1950 en EE.

UU.

a la obra de la composición de vanguardia más influyente del siglo XX: John Cage de «04:33», escrita para cualquier instrumento o combinación de instrumentos.

Se invita al músico o músicos a que vayan al escenario con un cronómetro y que abran la partitura, que fue en verdad comprada por el Museo de Arte Moderno, la partitura.

Y esta partitura no tiene ni una sola nota escrita y tampoco se toca una sola nota durante 4 minutos y 33 segundos.

Y es a la vez enfurecedora y arrebatadora, Cage nos muestra que incluso sin cuerdas sonoras que se rasguen por los dedos o por las manos en las teclas de piano, aún así, hay música, aún así hay música, Aún así, hay música.

¿Y qué es esta música?

Ese estornudo en la parte posterior.


(Risas)
Es el paisaje sonoro cotidiano que surge de la propia audiencia: sus toses, sus suspiros, sus susurros, sus cuchicheos, sus estornudos, la sala, la madera del suelo y las paredes expandiéndose y contrayéndose, crujiendo y gimiendo con el calor y el frío, las tuberías sonando y aportando.

Y lo polémico que ha sido, e incluso lo controvertido que sigue siendo, la finalidad de Cage es mostrar que no existe el verdadero silencio.

Incluso en los entornos más silenciosas, todavía oímos y sentimos el sonido de nuestros propios latidos.

El mundo está lleno de expresión musical.

Ya estamos inmersos.

Tuve mi propio momento de, digamos, la remezcla de John Cage hace un par de meses de pie delante del fogón cocinando lentejas.

Y era tarde una noche y era hora de moverse, así que levanté la tapa de la olla, y la puse en la encimera de la cocina junto a mí, y comenzó a rodar hacia atrás y adelante haciendo este sonido.

(Sonido de tapa de metal tintineando contra encimera) (Termina el ruido) Y me dejó fría.

Pensé: «¡Qué ritmo tan estupendo tiene esta tapa de la olla».

Así que cuando las lentejas estaban listos y comidas, me metí a mi estudio del patio trasero, y compuse esto.

(Canto y música de la tapa) (Termina la música) John Cage no instruía a los músicos para minar el paisaje sonoro de texturas sonoras que se convierten en música.

Él estaba diciendo que en sí el medio ambiente es musicalmente generativo, que es generoso, que es fértil, y que ya estamos inmersos.

Músico, investigador de música, cirujano y experto en audición humana Charles Limb es profesor de la Universidad Johns Hopkins y estudia la música y el cerebro.

Y tiene una teoría que es posible —es posible— que en verdad el sistema auditivo humano se desarrolló para escuchar música, porque es mucho más complejo de lo necesario para el lenguaje por sí solo.

Y si eso es cierto, significa que estamos programados para la música, que podemos encontrar en cualquier lugar, que no existe ningún desierto musical, que estamos siempre colgados permanentemente en el oasis, y eso es maravilloso.

Podemos poner bandas sonoras, pero ya se está reproduciendo.

No significa que no se deba estudiar música.

Estudien música, rastreen sus linajes sónicos y disfruten de esa exploración.

Pero hay un tipo de linaje sónico al que todos pertenecemos.

La próxima vez que busquen inspiración de percusión, busquen en sus llantas, cuando ruedan sobre los surcos inusuales de la autopista, o el quemador superior derecho de la estufa y la manera extraña que hace clic cuando se enciende la luz.

En búsqueda de inspiración melódica, no busquen más que en orquestas de amaneceres y anocheceres o en la cadencia natural del lenguaje enfático.

Somos la audiencia y somos los compositores y tomamos estas piezas que se nos dan.

Hacemos, hacemos, hacemos, hacemos, sabiendo que cuando se trata de naturaleza o lengua o paisaje sonoro, no hay fin a la inspiración, si estamos escuchando.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/meklit_hadero_the_unexpected_beauty_of_everyday_sounds/

 

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