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La cercana crisis de los antibióticos – Charla TEDMED 2014

Charla «La cercana crisis de los antibióticos» de TEDMED 2014 en español.

Los antibióticos salvan vidas, pero los utilizamos demasiado y, con frecuencia, no lo hacemos para salvar vidas, sino que los utilizamos para tratar la gripe o criar gallinas. El resultado, afirma el investigador Ramanan Laxminarayan, es que las bacterias que atacamos se vuelven más resistentes y así, los antibióticos están dejando de tener efecto. Laxminarayan nos pide a todos, tanto a pacientes como a médicos, que reflexionemos sobre los antibióticos y su eficacia actual como un recurso limitado y que pensemos dos veces antes de emplearlos. Se trata de una perspectiva aleccionadora sobre cómo las tendencias clínicas globales pueden dañarnos.

  • Autor/a de la charla: Ramanan Laxminarayan
  • Fecha de grabación: 2014-09-18
  • Fecha de publicación: 2014-11-10
  • Duración de «La cercana crisis de los antibióticos»: 882 segundos

 

Traducción de «La cercana crisis de los antibióticos» en español.

El primer paciente tratado con antibiótico fue un policía en Oxford.

En su día libre, se cortó con la espina de una rosa mientras trabajaba en el jardín.

y ese pequeño rasguño se infectó.

En el transcurso de algunos días, se le inflamó la cabeza por abscesos, y, de hecho, su ojo estaba tan infectado que se lo tuvieron que extraer.

Para febrero de 1941, el pobre hombre estaba al borde de la muerte.

Estaba en Radcliffe Infirmary en Oxford, y, para su suerte, un equipo pequeño de médicos dirigidos por un tal Dr.

Howard Florey lograron sintetizar una cantidad mínima de penicilina, fármaco descubierto 12 años antes por Alexander Fleming pero jamás utilizado para tratar a un humano.

Nadie sabía siquiera si funcionaría el medicamento o si contenía impurezas que matarían al paciente, pero Florey y su equipo pensaban que si debían usarlo, ¿por qué no usarlo en alguien que moriría de todas formas? Así que se la dieron a Albert Alexander, a este policía de Oxford, y en 24 horas, empezó a mejorar.

La fiebre bajó, el apetito regresó.

El segundo día, se había recuperado bastante.

Comenzaba a agotarse la penicilina y entonces procesaron toda su orina para resintetizar a partir de ésta más penicilina y dársela de nuevo, y eso funcionó.

El cuarto día iba por buen camino, hacia la recuperación.

Era un milagro.

El quinto día, se agotó la penicilina y el pobre hombre murió.

Así que esa historia no acabó muy bien pero, para la fortuna de millones de personas, como para esta niña tratada a principios de la década 1940, quién, de nuevo, se estaba muriendo por una sepsis, y en solo seis días, como pueden ver, se recuperó gracias a este medicamento milagroso, la penicilina.

Millones han sobrevivido y la salud global se ha transformado.

Los antibióticos se han utilizado en pacientes como éste pero también se han usado frívolamente, en ciertos casos, para tratar un simple resfriado o gripe que puede que no haya respondido al antibiótico.

Y también han sido usados en cantidades mayores de manera subterapéutica, es decir, en concentraciones mínimas, para hacer que las gallinas y los cerdos crezcan más rápido.

Solo para ahorrarnos algunos centavos en el precio de la carne, hemos gastado muchos antibióticos en animales, no para el tratamiento de animales enfermos, sino para fomentar el crecimiento, principalmente.

¿Y a dónde nos lleva esto? Básicamente, el uso masivo de los antibióticos alrededor del mundo ha impuesto una presión de selección tan grande sobre la bacteria que la resistencia ahora es un problema porque hemos seleccionado solo la bacteria resistente.

Estoy seguro que lo han leído en los periódicos, lo han visto en cada revista con la que se han topado, pero realmente quiero que aprecien la importancia de este problema.

Esto es serio.

La siguiente diapositiva que mostraré muestra la resistencia al carbapenem en acinetobacter.

El acinetobacter es un germen hospitalario fastidioso y el carbapenem es una clase de antibióticos más potente que podemos administrar a este germen.

Pueden ver que en 1999 este era el patrón de resistencia, mayormente debajo del 10 % en todo EE UU.

Ahora miren lo que ocurre al reproducir el video.

No sé dónde viven Uds.

pero, sean dónde sean, seguramente es mucho peor ahora que en 1999, y ése es el problema de la resistencia al antibiótico.

Es un problema mundial que afecta tanto a países ricos como pobres y, en el fondo, uno podría decir, bueno, ¿no se trata solo un problema clínico? Si les enseñáramos a los médicos a no usar tanto antibiótico y a los pacientes a no exigir tanto antibiótico, tal vez no sería un problema y tal vez las compañías farmacéuticas deberían esforzarse más por desarrollar más antibióticos.

Resulta que hay algo fundamental sobre el antibiótico que lo distingue de otros fármacos, y es que, si se hace un mal uso del antibiótico o utilizo antibióticos, no solo me afecto a mí sino que repercute a otros también, al igual que, si escojo conducir al trabajo o tomar un avión para llegar a algún lugar, el costo que impongo sobre los demás por el calentamiento global se difumina sin verme obligado a tener estos costos en mente.

La economía llamaría a esto la tragedia de los bienes comunes y es a esto a lo que nos enfrentamos en caso de los antibióticos: que nosotros no consideramos —nosotros incluye a individuos, pacientes, hospitales, sistemas de salud enteros— no consideramos los costos que imponemos al resto debido a cómo consumimos antibiótico.

Es un problema parecido en otro campo que todos conocemos, el consumo del combustible y la energía, y, por supuesto, el consumo de energía agota la energía y también conduce a la contaminación local y al cambio climático.

Y, en el caso de la energía, hay dos maneras de lidiar con el problema.

Una es hacer mejor uso del petróleo que tenemos y, por analogía, eso sería hacer mejor uso de los antibióticos existentes.

Y podemos hacer esto de varias maneras de las que hablaré en un momento pero otra opción, es la opción, «perfora, perfora», que, en el caso de los antibióticos, se traduce a encontrar nuevos antibióticos.

Bien, éstas no están separadas.

Están asociadas porque, si invertimos excesivamente en nuevos pozos petrolíferos, reducimos el incentivo para la conservación del petróleo de la misma manera que sucederá con los antibióticos.

Lo opuesto también sucederá, que si aprovechamos el antibiótico adecuadamente, no necesariamente tenemos que invertir en el desarrollo de nuevos fármacos.

Y si pensaban que había un completo equilibrio entre las dos opciones, podrían considerar el hecho de que es, en realidad, jugamos un juego.

El juego de la coevolución.

Y la coevolución se desarrolla, en esta imagen en particular, entre el guepardo y la gacela.

El guepardo evolucionó para correr más rápido porque, si no corriera más rápido, no almorzaría.

La gacela evolucionó para correr más rápido porque si no corriera más rápido, se convertiría en almuerzo Jugamos a lo mismo contra las bacterias, salvo que no somos los guepardos, somos las gacelas.

Las bacterias, solo durante el transcurso de esta breve charla, ya habrán tenido hijos y nietos y habrán descubierto cómo ser resistentes por selección y ensayo y error, intentándolo una y otra vez.

Mientras tanto, ¿cómo ganamos la carrera a las bacterias? Contamos con procesos de descubrimiento farmacéutico, analizamos moléculas, realizamos ensayos clínicos, y, cuando creemos tener un buen fármaco, sigue el proceso regulatorio del FDA.

Y después de pasar por todo eso, intentamos ir un paso más allá de las bacterias.

Claramente no es un juego que pueda prolongarse o ganarse solo innovando para llevar la ventaja.

Tenemos que atrasar el proceso de la coevolución y hay ideas que podemos tomar prestadas del campo de la energía que son útiles si se piensa en las medidas que hay que tomar en el caso de los antibióticos.

Si pensamos sobre cómo manejamos los precios de la energía, por ejemplo, los impuestos sobre las emisiones de gases, imponen los costos de la contaminación a las personas que sí consumen esa energía.

Podríamos contemplar hacer lo mismo con el antibiótico y tal vez eso garantice que los antibióticos se usen adecuadamente.

Existen los subsidios de energía limpia que permiten cambiar a combustibles que no contaminan tanto o que quizás no requieren de combustibles fósiles.

Ahora, la analogía en este caso, es que tal vez necesitamos abstenernos de usar el antibiótico y, si lo piensan, ¿cuáles son buenos sustitutos para el antibiótico? Pues resulta que cualquier cosa que reduzca la necesidad de antibiótico sería eficaz.

Eso conllevaría una mejora en el control de la infección hospitalaria o la vacunación, particularmente contra la gripe estacional.

La gripe estacional es probablemente el impulsor principal detrás del consumo de antibióticos, tanto en este país como en muchos otros, y eso verdaderamente podría ayudar.

La tercera opción supondría algo parecido a los permisos de emisión comercializables y ésta parece una posibilidad bastante lejana, pero si tuvieran en cuenta el hecho de que quizás no haya antibióticos suficientes para todos los infectados, considerarían la necesidad de localizar a quién permitir usar antibiótico y a quién no.

Y, a veces, tendría que hacerse en base a la necesidad clínica pero también en base a precios.

Y la educación del consumidor funciona, sin duda.

A menudo, la gente abusa del antibiótico o lo receta demasiado, sin saber que lo hace.

Y se ha descubierto que los mecanismos de retroalimentación pueden ser útiles, en ambos casos.

Si a uno le avisan que consume mucha energía durante la hora pico, uno tiende a reducir su consumo, y lo mismo se ha hecho hasta en el caso de los antibióticos.

Un hospital de St.

Louis solía poner en una tabla los nombres de sus cirujanos ordenados por cuántos antibióticos habían utilizado el mes anterior y lo hacían solo por la retroalimentación informativa, no era embarazoso.

Pero, en esencia, se les comunicaba a los cirujanos que podían reflexionar sobre cómo usaban los antibióticos.

Existe mucho por hacer al respecto del suministro también.

Si miran los precios de penicilina, el costo por día es de 10 centavos.

Es un fármaco bastante barato.

Los fármacos introducidos desde entonces —la linezolida y la daptomicina— son mucho más caros.

Para un mundo en el que se acostumbra a pagar 10 centavos al día por antibiótico, la idea de pagar 180 dólares al día parece demasiado caro.

¿Qué nos dice esto? El precio nos demuestra que ya no debemos creer que los antibióticos baratos y eficaces son algo seguro del futuro predecible y ese precio es una señal de que tal vez necesitamos prestar mucho más atención a la conservación.

El precio también es señal de que quizás es hora de mirar otras tecnologías, al igual que el precio de la gasolina es una señal e ímpetu, digamos, para desarrollar autos eléctricos.

Los precios son señales importantes y necesitamos prestarles atención, pero también tengan en cuenta que, aunque los precios nos parezcan inusuales para el antibiótico, no son nada comparados con el precio diario de algunos fármacos contra el cáncer que salvan la vida del paciente por meses o quizá un año mientras que el antibiótico podría salvar la vida del paciente para siempre.

Entonces esto requiere de un cambio de paradigma completo, que puede ocasionar temor porque en muchos lugares del país, en muchos lugares del mundo, la idea de pagar 200 dólares por un día de tratamiento con antibiótico es simplemente inconcebible.

Así que debemos pensar en eso.

Ahora, hay otras opciones, otras tecnologías alternativas que se desarrollan actualmente, tales como los bacteriófagos, los probióticos, la percepción de quórum y los simbióticos.

Todas son buenas vías para explorar y se volverán más lucrativas cuando el precio de los antibióticos nuevos empiecen a subir.

Hemos visto reaccionar al mercado y el gobierno ahora considera nuevas maneras de subvencionar nuevos antibióticos y desarrollo.

Pero existen retos.

No queremos solo tirarle dinero al problema.

Queremos invertir en antibióticos nuevos en maneras que promuevan el uso adecuado y la venta de dichos antibióticos, y ése es el verdadero reto.

Volviendo a estas tecnologías, todos recuerdan la frase de esa famosa película sobre dinosaurios, «La vida se abre camino».

No es como si fueran soluciones permanentes.

Ciertamente debemos recordarlo, sin importar la tecnología, que la naturaleza encontrará alguna manera de contrarrestarlas.

Tal vez piensen, bueno, es solo un problema que se da entre el antibiótico y la bacteria, pero resulta que tenemos exactamente el mismo problema en muchos otros campos, con la tuberculosis resistente a medicamentos múltiples (MDR TB), un serio problema en India y en Sudáfrica.

Miles de pacientes mueren porque los fármacos de segunda línea son muy caros y, a veces, ni siquiera funcionan y hay XDR TB.

Los virus se vuelven resistentes.

Las plagas en la agricultura.

Los parásitos de la malaria.

Hoy, gran parte del mundo depende de un medicamento, los fármacos de la artemisina, esencialmente para el tratamiento de la malaria.

La resistencia a la artemisina ya emergió y si se difundiera, pondría en riesgo el único fármaco con que tratamos la malaria sin peligro y eficazmente en todo el mundo.

Los zancudos desarrollan la resistencia.

Si tienen niños, probablemente saben de piojos y si son de la ciudad de Nueva York, me cuentan que allá la especialidad son las chinches.

También son resistentes.

Hay que presentar un ejemplo del otro lado del charco.

Resulta que las ratas también son resistentes al veneno.

Ahora, lo que todos tienen en común es la idea de que hemos contado con estas tecnologías para controlar la naturaleza por solo los últimos 70, 80 o 100 años y, en un abrir y cerrar de ojos, desperdiciamos nuestra habilidad para controlarla porque no nos hemos dado cuenta que la selección natural y la evolución encuentran cómo abrirse camino y necesitamos replantear completamente cómo vamos a tomar medidas para controlar los organismos biológicos y reformular cómo incentivamos el desarrollo y la introducción, en el caso de las recetas de antibióticos, y el uso de estos valiosos recursos.

Realmente necesitamos comenzar a considerarlos recursos naturales.

Nos paramos en la encrucijada.

Una opción nos lleva a la reformulación y la consideración precavida de los incentivos para cambiar cómo negociamos.

La alternativa es un mundo en el que hasta una brizna de hierba puede ser un arma letal.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ramanan_laxminarayan_the_coming_crisis_in_antibiotics/

 

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