Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » La ciencia del sexo – Charla TEDxRiodelaPlata

La ciencia del sexo – Charla TEDxRiodelaPlata

Charla «La ciencia del sexo» de TEDxRiodelaPlata en español.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Qué sabe la ciencia sobre la sexualidad? Pere Estupinyà explica en esta divertida charla lo que la ciencia pudo descubrir estudiando la sexualidad humana. Pere Estupinyà es español. Es licenciado en química y en bioquímica, máster en nutrición y metabolismo, y dejó a medias un doctorado en genética que promete que va a retomar algún día. Se dedica a la divulgación científica, gracias entre otras cosas, a que tuvo el honor de ser el primer español becado en el Knight Science Journalism Fellowship del Massachussetts Institute of Technology (MIT). Un aspecto particular de su carrera es su expertise en el campo de la sexualidad. A raíz de su extenso trabajo, experiencias, y repercusión del libro S=EX²: La ciencia del sexo, se ha dedicado de manera rigurosa y diferente a la bio-psico-sociología de la sexualidad.

  • Autor/a de la charla: Pere Estupinyà
  • Fecha de grabación: 2016-10-22
  • Fecha de publicación: 2019-02-01
  • Duración de «La ciencia del sexo»: 995 segundos

 

Traducción de «La ciencia del sexo» en español.

En realidad, soy divulgador científico por la curiosidad, por esa curiosidad extrema en comprender cómo funciona la naturaleza, nuestro cuerpo, el universo, el cerebro, estas 87 000 millones de neuronas entrelazadas entre sí, que codifican este comportamiento tan extraño que tenemos, que no sabemos si hacer caso a la emoción o a la razón.

La ciencia, en realidad, nos da una perspectiva diferente de la realidad y nos abre la mente y nos sorprende incluso en lo más cotidiano.

De hecho, uno de los días más transformadores de mi carera como divulgador científico fue en un congreso de neurociencia donde, paseando por la sesión de pósteres, leí el siguiente trabajo: «La estimulación del clítoris de las ratas induce la proteína Fos en el cerebro».

Claro, te quedas mirando el póster y te acercas a la investigadora y dices: «

¿Tú estimulas el clítoris de las ratas?

»
(Risas)
(Inglés) «Sí, lo hago».

¿Y cómo lo haces?

» «Con un pincel; hago tres o cuatro repeticiones y paro.

Tres o cuatro repeticiones y paro.

Porque así es como copulan las ratas».

Yo me quedé pensando y ella vio como un escepticismo en mí.

Y digo: «Oye, que es muy importante que investiguemos la función sexual.

Los científicos investigamos todo el funcionamiento del cuerpo,

¿por qué no vamos a investigar la sexualidad?

» Yo me quedé pensando, y es verdad: después de tanto tiempo trabajando como comunicador,

¿Por qué no había escrito sobre sexualidad?

¿Por tabú?

El mismo tabú que tiene la sociedad hacia el sexo, lo tiene la medicina y la ciencia.

Pero me dijo algo muy interesante: «Yo estudio las hormonas que codifican el deseo.

Y estoy convencida porque neurofisiológicamente, no somos tan diferentes de las ratas — y es verdad; psicológicamente, sí; pero neurofisiológicamente, no — estoy convencida de que detrás de eso también puede haber una explicación a algunos problemas de hombres y mujeres asociados al deseo.

Que hay muchísimos problemas sexuales.

«Más de los que te crees», me dijo.

Y me quedé pensando,

¿es verdad?

Y busqué bibliografía científica, y, de hecho, encontré publicada en «The Lancet», una de las mayores revistas científicas, datos que revelan que aproximadamente el 40 % de los hombres y más del 50 % de las mujeres, exceptuando la vejez incluso, en algún momento de su vida tendrán algún problema asociado a la sexualidad.

Era claramente algo que tenía que investigar.

¿Y dónde empezar?

Pues a ir a ver a la investigadora y averiguar toda esta parte de hormonas; que si la testosterona sube el deseo, que si la dopamina estimula el placer, que si la prolactina lo baja, que si la oxitocina que se segrega después del orgasmo es la hormona del amor que nos mantiene unidos, pero también, a ver algo — que os enseño ahora porque seguro que no habréis visto en vuestra vida —
(Risas)
estimulación del clítoris de la rata.

Es curioso, porque mucha gente dice: «Yo no sabía que las ratas tenían clítoris».

Y hay algunas mujeres que dicen: «Bueno, hay algunos hombres que parece que no saben que las mujeres ¡también tienen!»
(Risas)
Pero lo que no sabemos, muchos de nosotros, — y yo por lo menos cuando empecé esta investigación — es que el clítoris es mucho mayor de lo que pensamos.

Está interno, en la mayoría; es como la punta del iceberg lo que se ve por fuera, que es el glande.

Y de hecho, estas imágenes en gris, que veis, con forma de triángulo, es la parte interna del clítoris, que es como un pene, que crece por dentro, que tiene una erección y tan grande, que llega a acercarse hasta la parte frontal de la vagina y cuando a veces, habéis oído hablar del punto G…

el punto G que ninguno de vosotros sabéis lo que es; sabéis que es un punto que genera más excitación, pero no sabéis por qué.

Es porque el clítoris llega a estar tan cerca de la vagina que cuando tocas a unos 2 a 3 centímetros hacia arriba, contactas con su parte interna; y en ese momento es que se siente este placer.

Pero realmente:

¿qué es el orgasmo?

El orgasmo, fisiológicamente, es la activación del sistema nervioso simpático.

Es decir, nosotros, para tener excitación, para estar normales, tenemos un sistema nervioso parasimpático en el que estamos tranquilos.

Pero durante la excitación hay un momento de explosión en que se dilatan las pupilas, la sangre va a los músculos, se segrega toda una serie de fenómenos en el cuerpo que activan esta respuesta orgásmica.

Un consejo: por ejemplo, sabiendo esto, si estáis teniendo una relación y alguien gime de placer, pero no se les dilatan las pupilas, o no veis taquicardia, o no veis enrojecimiento de la parte superior del pecho o de las mejillas, quizás está fingiendo.

Pero es muy importante saber eso, porque estos nervios simpáticos son los que regulan la llegada del orgasmo.

Por ejemplo, cuando alguien está nervioso y tiene las fibras excitadas, es cuando tiene eyaculación precoz.

O cuando el vino nos relaja, pero si bebemos mucho vino que rebaja el sistema nervioso simpático, es cuando — sobre todo, en las mujeres — tardan mucho más en llegar al orgasmo.

O con dominancia y sumisión; que pones el cuerpo en tensión y facilita el orgasmo.

O el tantra, esa maravilla de especie de comportamiento sexual que tienes al mismo tiempo el cuerpo excitado y relajado y lleno de sensibilidad.

Yo tenía que dar un paso más, porque al final, cuando hablamos del orgasmo, dicen: «Sí, son clitorianos o son vaginales».

En realidad, todos son cerebrales.

La orden de empezar el orgasmo aparece en el cerebro.

Y fui a entrevistar a Barry Komisaruk.

Barry Komisaruk es un investigador de la Rutgers University que pedía a mujeres que se estimularan en diferentes zonas de los genitales para ver qué áreas se activaban en su cerebro y poder investigar la respuesta sexual.

Era muy interesante, porque veía incluso diferentes tipos de orgasmos.

Si no habéis sentido diferentes tipos de orgasmos es que no habéis experimentado suficiente.

Porque los hay, son diferentes nervios los que envían información desde la parte interna de la vagina, desde la parte externa, entonces merece la pena explorar.

Paro Barry me dijo una cosa.

Dijo: «Voy a empezar un estudio con hombres.

¿Querrías ser un voluntario?

» Y mi primera respuesta fue: «No».

Y me di cuenta de este freno social que tenemos hacia el sexo.

Yo había participado en un montón de estudios;

¿por qué me había frenado a participar en un estudio sobre sexualidad?

Y entonces me rebelé, y me convertí en el primer hombre del mundo en tener un orgasmo bajo un escáner de resonancia magnética funcional.


(Risas)
Y este es mi cerebro desde el principio de la estimulación hacia el final, y era interesante porque se percibía qué áreas empezaron; el sistema límbico, el hipotálamo, la corteza.

Bueno, de hecho, una parte de la corteza cerebral relacionada con el control, es la única que estaba apagada durante el orgasmo.

Todo el resto de cerebro estaba…

es la actividad que más áreas del cerebro activa al mismo tiempo; menos esta corteza.

Y fantástico, 20 segundos después, el cerebro apagado completamente.

Y muy parecido, lo que pasaba en mujeres.

De hecho, los escáneres, eran lo mismo; hombres y mujeres.

En realidad, hombres y mujeres somos mucho más parecidos de lo que pensamos.

Hay mucha más diversidad dentro del grupo de hombres y dentro del grupo de mujeres, que entre los dos grupos cruzados.

Pero esto es cuando ya damos un paso y vamos a la parte psicológica y aquí ya empieza a complicarse, porque la sexualidad, efectivamente, tiene una parte endócrina, fisiológica, neurocientífica, y otra psicológica y cultural.

Y aquí, uno de los casos más peculiares es la atracción.

¿Por qué nos atraen unas personas y no otras?

Claro que hay una parte biológica.

Dicen que la simetría es una señal de belleza.

Claro que hay una parte cultural: en las culturas, nos gustan unas y otras.

Pero te das cuenta por experimentos que incluso, la parte emocional juega un papel importante.

Cuando estamos tristes, no nos gustan las mismas personas que cuando estamos alegres.

Cuando vas a una fiesta y te sientes la más guapa de la fiesta, te fijarás en un tipo de chicos.

Si no estás tan segura de ti misma, y ves otras, que para ti, son más guapas, te fijarás en otros chicos.

Incluso el hambre afecta a lo que te gusta.

Y este un experimento que se hizo muy divertido.

Se pidió a la mitad de estudiantes que vinieran saciados, habiendo comido mucho a hacer un experimento.

No les dijeron qué.

Y otros, que vinieran con hambre, sin haber comido nada en 10 horas.

Y les enseñaron estas imágenes de la misma chica, pero distorsionaron su figura de más delgada a más rellenita.

¿Y sabéis qué?

Les preguntaron cuál es la que te gusta más.

Y, a los que estaban hambrientos les gustaban figuras más rellenitas.

Nuestro estado emocional interno condiciona qué nos gusta en cada momento.

Hablando de atracción, hay un tema muy importante.

Si yo les digo, que debemos respetar cualquier diversidad de orientación sexual pues es muy obvio.

Lo dicen muchas más personas.

Pero, científicamente, yo tenía una pregunta que es válida científicamente.

¿Se puede cambiar la orientación sexual?

Es absurdo, lo sabemos, pedirle a alguien que intente cambiar su naturaleza, pero,

¿se puede?

Y me encontré con este estudio científico de 1968 donde se intentaba, con electroshocks, y con terapia aversiva química, mientras estaban viendo imágenes homosexuales, cambiar la orientación sexual de gays.

Y entrevisté, porque está vivo todavía, al autor, a John Bancroft, que fue director de Kings Institute.

¿Y sabéis qué me dijo?

Algo muy revelador.

Dijo: «Nosotros, en ese momento, — ahora sabemos que es una barbaridad — pero pensábamos que les estábamos haciendo un favor, porque en ese momento, la homosexualidad no estaba bien vista y ellos sufrían mucho y pensábamos que les podíamos cambiar.

¿Sabes qué?

A pesar de que quieran, a pesar de que les dábamos electroshocks, terapia aversiva, no cambiaban.

Y los que lo intentaban, tenían un gran sufrimiento de no poder cambiar.

Entonces, la conclusión es muy obvia: quienes deben curarse, no son los homosexuales.

Son los homófobos.


(Aplausos)
Tenemos…


(Aplausos)
Gracias.


(Aplausos)
Es fundamental aceptar la diversidad y nosotros tenemos que ser los primeros en aceptarla.

De hecho, cada uno vive la sexualidad como quiere.

Kiko es un chico que está en una silla de ruedas.

Y no tiene ninguna sensibilidad en sus genitales.

«Me tratan como si fuera asexual, como si no tuviera deseo, y claro que tengo deseo, claro que me excito, y claro que tengo una sexualidad diferente».

De hecho, Kiko es una persona muy sexual, que tiene sus parejas.

Al contrario que Rebeca; Rebeca es una asexual, ella no siente deseo.

Nunca ha sentido deseo; ni en la adolescencia, y tampoco siente atracción hacia nadie; ni a chicas, ni a chicos.

Es lo que se llama una asexual.

Y Rebeca me decía: «

¿Y sabes qué?

Yo soy la mar de feliz».

Porque lo más importante no es tener más sexo o menos, sino simplemente tener el sexo en cantidad y en calidad que tú quieras.

Eso es lo importante.

Después entramos en esta aventura científico-sexual en algo que ya se complica todavía más.

Que es la pareja; ya no depende de uno, sino depende de dos.

Y aquí hay un cruce constante entre naturaleza y cultura.

Porque si miramos nuestra naturaleza, sí que tenemos tendencia a la monogamia; como primates que somos, — en realidad somos más parecidos a los pájaros en esto que a los gatos — porque nuestra descendencia necesita a ambos progenitores para sobrevivir.

Por eso, la naturaleza ha codificado la monogamia; es decir, tenemos la tendencia a enamorarnos y a formar parejas.

La monogamia es natural.

Pero la fidelidad no.

No hay ninguna especie animal que sea fiel; incluso los pájaros, que forman estas parejas tan románticas.

Cuando se despistan, si uno va a buscar comida y encuentra unos mejores genes no duda en aprovecharlos.

Entonces, aquí tenemos una presión que ha puesto la cultura en nuestras relaciones de pareja.

Y está bien; tenemos que hacerle caso a la cultura, no a la biología.

pero, empieza a haber personas que buscan otros modelos de pareja, buscan ampliar ese comportamiento a poliamor o intercambios de pareja para adaptarlas mejor a sus necesidades.

Yo después de toda esta aventura, me di cuenta de que en realidad había cinco pasos para tener una gran vida sexual.

El primero, eliminar traumas.

Posiblemente, muchos de vosotros no tenéis ningún trauma, pero los que tengáis algo en vuestro inconsciente que os atormenta un poquito, aunque no sea del todo consciente, una limpieza psicológica es fundamental.

Estad tranquilos con vosotros mismos.

Después, la salud.

Siempre me preguntan:

¿Es bueno el sexo para la salud?

» Y digo: «Sí, pero lo importante es que la salud es buena para el sexo».

O sea, el sistema cardiovascular y el sistema nervioso tienen que estar muy bien para tener buenas relaciones sexuales.

Después, conocerse uno mismo; y conocerse parece un cliché pero me refiero a conocer también cómo funciona nuestro cuerpo y conocer también a nuestra pareja; los hombres tienen una sensación de que ya se conocen mucho, y que…

No, no, no.

Tenemos que conocernos mejor.

Y con estas tres cosas: limpieza psicológica, salud y conocerse, tenemos una vida sexual satisfactoria.

Ahora bien, si queremos tener una gran vida sexual, entonces toca abrir la mente, leer, explorar, y el último paso, experimentar.

Les deseo que disfruten del sexo y, sobre todo, que disfruten también de la ciencia y del conocimiento.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/pere_estupinya_the_science_of_sex/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *