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Charla «La escuela pública mantiene a los chicos en la pobreza» de TEDxBeaconStreet en español.
¿Por qué solo los niños ricos deberían tener una buena educación? A las escuelas en las comunidades de bajos ingresos, en particular en las comunidades de color, tienen recursos escasos, algo que no falta en las escuelas más ricas: instrumentos musicales, libros nuevos, comidas equilibradas y campos de fútbol. Esto tiene un impacto real sobre el potencial de los estudiantes. Kandice Sumner nota la disparidad en su aula en Boston cada día. En esta conferencia inspiradora, nos invita a que afrontemos los hechos y cambiarlos.
- Autor/a de la charla: Kandice Sumner
- Fecha de grabación: 2015-11-14
- Fecha de publicación: 2016-11-01
- Duración de «La escuela pública mantiene a los chicos en la pobreza»: 830 segundos
Traducción de «La escuela pública mantiene a los chicos en la pobreza» en español.
Me gustaría hablarles de mis chicos.
Sé que todo el mundo piensa que sus chicos son extraordinarios, y los más bellos que jamás hayan existido.
Pero los míos lo son realmente.
(Risas)
Tengo 696 niños y son los más inteligentes, creativos y originales, brillantes y fuertes que jamás conocerán.
Todos y cada uno de mis alumnos que tuve el honor de enseñar son mis chicos.
Sin embargo, debido a que sus verdaderos padres no son ricos y, además, a menudo de color, apenas llegarán a ver en esos chicos el potencial que yo veo en ellos.
Porque lo que yo veo en ellos es a mí misma o lo que yo hubiera llegado a ser.
Soy hija de padres que trabajaron duro, afroestadounidenses con títulos universitarios que eligieron la carrera de funcionarios públicos: mi padre es predicador y mi madre educadora.
La riqueza nunca fue nuestra principal ambición.
Debido a esta falta de riqueza, vivimos en un barrio que carecía de riqueza y atendí un sistema educativo que carecía de riqueza también.
Por suerte, sin embargo, gocé de buena educación a través de un programa de integración voluntario que escolarizaba a los niños negros y mestizos de los barrios pobres en instituciones para los ricos y para los blancos.
Con cinco años, ya viajaba una hora en autobús hasta un lugar lejano donde recibía una mejor educación.
A los cinco años, pensaba que todos disfrutaban de una vida similar a la mía.
Pensaba que todos iban a la escuela y que éramos los únicos que usábamos lápices de color para retratar a su familia, mientras todos los demás usaban lápices de color melocotón.
A los cinco años, pensaba que todo el mundo era como yo.
Pero a medida que crecí, comencé a preguntarme porque mis amigos de barrio no tenían que despertarse a las cinco de la mañana e ir a una escuela que estaba a una hora de distancia, o preguntarme porque yo aprendía a tocar el violín mientras que mis amigos ni siquiera daban clases de música.
¿Por qué mis amigos del vecindario aprendían y leían contenidos que yo había estudiado dos o tres años antes?
A medida que fui creciendo, comencé a sentirme muy incómoda como si fuera que estaba haciendo algo que no se suponía que tenía que hacer, que disfrutaba de algo que no era mío; que recibía un regalo pensado para otras personas, que todas estas cosas increíbles a las cuales estuve expuesta y estuve experimentado realmente no debía tenerlas.
Se supone que no tenía que tener una biblioteca, instalaciones deportivas totalmente equipadas, campos seguros para jugar, un departamento de teatro con obras y conciertos de temporada, artes escénicas, visuales y digitales.
laboratorios de biología y química bien equipados un autobús escolar que me recogiera y trajera de vuelta a casa un almuerzo recién preparado o incluso aire acondicionado.
Y esas son cosas que mis niños no reciben.
A medida que crecía agradecida por esta increíble oportunidad que me ofrecieron, siempre he tenido esta pregunta constante:
¿Y los demás?
Hay miles de otros niños como yo que merecen esto también.
¿Por qué no todo el mundo recibe esto?
¿Cómo es que solo los ricos tienen educación de calidad?
Era como sentir remordimiento por ser la única que se salvó.
Todos mis amigos estaban en el tren de la catástrofe educativa mientras que yo estaba a salvo en un viaje en autobús.
Me sentía Moisés gritando: «¡Deja a mi gente que asista a escuelas de alta calidad!»
(Risas)
Fui testigo de cómo los demás eran tratados y educados, vi la tierra prometida de la educación y no hubo nada que pudiera justificar la disparidad.
Hoy en día, enseño en el mismo sistema educativo del que fui rescatada.
Conozco muy bien las herramientas que me dieron cuando era alumna y ahora, como profesora, no tengo acceso a las mismas para mis estudiantes.
En innumerables noches he llorado de frustración, enojo y tristeza porque no puedo enseñarles lo que a mí me enseñaron, porque no tengo acceso a los mismos recursos o herramientas que usaron para enseñarme.
Mis alumnos merecen mucho más.
Seguimos sentados luchando contra este término: «¡Retraso en la escuela, falta de rendimiento!»
¿Es tan difícil de entender por qué estos niños se desempeñan bien y estos niños no?
Quiero decir,
¿en serio?
Creo que lo tenemos todo mal.
Creo que nosotros, como dice Gloria Ladson-Billings, debemos cuestionar el paradigma y el lenguaje y llamarlo por su nombre.
No es falta de rendimiento; hay una deuda institucional educativa en cuanto a los recursos que nunca se invirtieron en la educación de los niños negros y mestizos a lo largo de la historia.
Un secreto poco conocido en la historia de EE.UU.
es que la única institución de EE.UU.
creada específicamente para las personas de color fue la trata de esclavos…
y algunos añadirían el sistema penitenciario, pero ese es otro tema para otra charla TED.
(Risas)
El sistema de educación pública en el país fue construido, comprado y pagado con dinero generado por la trata de esclavos y el trabajo forzoso.
Mientras que a los afroestadounidenses se les esclavizaba y prohibía estudiar su labor establecía la propia institución de la cual fueron excluidos.
Desde entonces, cada demanda, política educativa o reforma intentaron modernizar el proyecto en lugar de simplemente pararlo y admitir que hicimos todo mal desde el principio.
Hagamos un repaso simplificado de la historia del sistema educativo de EE.UU., tengan un poco de paciencia.
A los negros se les excluyen —cómo repercusión de la esclavitud — pero con ayuda de filántropos blancos construyeron sus propias escuelas.
Separados pero iguales, está bien.
Pero mientras todos sabemos que hubo segregación no hubo nada de igualdad.
Con el caso Brown contra La Junta de Educación de Topeka, Kansas en 1954 la legalizada segregación racial es ahora ilegal.
Pero muy poca gente presta atención a los casos judiciales ulteriores que negaron la tierra prometida educativa para todos los niños que se pretendió con este caso.
Algunos argumentan que hoy, las escuelas están aún más segregadas que antes de los primeros intentos de de-segregación.
Enseñarles a mis alumnos sobre la segregación, el caso de «Los Nueve de Little Rock», el Movimiento por los Derechos Civiles, es un momento muy incómodo en mi aula y tengo que escuchar la voz de algún niño que pregunta: «Si no hay segregación en el aula desde 1954,
¿por qué no hay niños blancos aquí?
»
(Risas)
Estos chicos no son tontos.
Saben exactamente lo que está sucediendo y lo que no.
Saben que cuando se trata de escolarización, las vida de los afroestadounidenses no importa y nunca lo importó.
Llevo años tratando desesperadamente de cultivar en ellos el interés por la lectura con la ayuda de mi modesta biblioteca llena de libros que compré en tiendas de segunda mano, rastrillos, áticos, lugares así, ya saben.
Pero tan pronto como decía esas palabras espantosas, «Tomemos un libro para leer», parecía que declaraba la guerra.
Era una tortura.
Un día, después de enterarme de este sitio web DonorsChoose, donde los maestros crean listas de deseos de los artículos que necesitan para su aula y los donantes anónimos los cumplen, decidí arriesgarme y crear mi lista de la biblioteca de ensueño de todo adolescente.
Más de 200 nuevos libros fueron enviados uno a uno a mi despacho.
Cada día llegaban más y los niños exclamarían con júbilo, «¡Parece Navidad!»
(Risas)
Después dijeron: «Sra.
Sumner,
¿de dónde vienen estos libros?
» Y entonces respondí: «De gente de todo el país que quiso regalarlos».
Y después notaron, un poco sorprendidos: «Pero son completamente nuevos».
(Risas)
A lo que yo respondí: «Se merecen libros nuevos».
Todo cobró sentido cuando una de mis alumnas, al abrir el paquete un libro de bolsillo dijo: «Sra.
Sumner, yo pensaba que Ud.
compró estos libros, porque los maestros siempre nos compran cosas.
Pero saber que un extraño, alguien que ni siquiera conozco cuida mucho de mí es genial».
Saber que existen desconocidos que te cuidarán, es un privilegio que mis alumnos no tienen.
Desde la donación, hubo un flujo constante de niños que tomaron libros prestados para luego devolverlos exclamando: «¡Este me gustó!»
(Risas)
Ahora cuando les digo: «Tomemos un libro para leer», los niños se apresuran a mi biblioteca.
No se trata de que no querían leer; al contrario, lo harían encantados si tuvieran los recursos.
Institucionalmente hablando, nuestro sistema de educación pública nunca ha sido justo con los no-blancos.
Nos centramos en los resultados finales o los resultados de la evaluación y frustrarnos.
Llega el desastre y nos preguntamos: «
¿Cómo se volvió tan malo?
¿Cómo llegamos aquí?
»
¿Es serio?
Si descuidan a un niño el tiempo suficiente, ya no tienen el derecho de sorprenderse cuando las cosas no salen bien.
Dejen de estar perplejos, confundidos o aturdidos por la falta de rendimiento la desigualdad salarial, la tasas de detención, o cualquier desigualdad socioeconómica del momento.
Los problemas que tenemos a nivel nacional son los problemas que creamos como país.
La calidad de su educación es directamente proporcional a su acceso a la universidad, su acceso a un puesto de trabajo, su acceso al futuro.
Hasta que no vivamos en un mundo donde cada niño pueda tener una educación de alta calidad sin importar donde vive, o el color de su piel, hay cosas que podemos hacer a macroescala.
La financiación escolar no debe decidirse de acuerdo al impuesto a la propiedad o alguna ecuación económica extravagante de modo que los niños ricos continúen beneficiarse de la ayuda estatal, mientras que los niños pobres están continuamente privados de comida y recursos.
Gobernadores, senadores, alcaldes, concejales, si llamamos a la educación pública, educación pública, entonces debería ser justo eso.
De lo contrario, deberíamos llamarla lo que realmente es: un seguro de pobreza con el lema «La educación pública: mantenemos pobres a los niños pobres desde 1954».
(Risas)
Si realmente, como país, creemos que la educación es el gran pilar de la igualdad entonces debe ser justo eso: igualitaria y equitativa.
Hasta entonces, no hay democracia en nuestra educación democrática.
En un rango intermedio e históricamente hablando, la educación del niño no blanco siempre ha dependido de filántropos.
Y por desgracia, aún depende hoy en día.
Si su hijo, o hija, o sobrina, o sobrino, o vecino, o el pequeño Timmy va a una escuela afluente, rete a su comité escolar para que adopte una escuela o un aula menos favorecida.
Reduzcan la división mediante conversaciones y establezcan lazos que cuenten.
Al compartir los recursos no se dividen, sino que se multiplican.
Y a microescala, si eres humano, dona.
Dona tiempo, dinero, recursos, oportunidades, lo que más sientes en tu corazón.
Hay sitios web como DonorsChoose que admiten que hay inquietud educativa y realmente quieren hacer algo al respecto.
¿Qué es un carpintero sin herramientas?
¿Qué es una actriz sin escenario?
¿Qué es un científico sin laboratorio?
¿Qué es un médico sin equipo?
Les diré: son mis alumnos.
¿No deberían importarte estos alumnos también?
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/kandice_sumner_how_america_s_public_schools_keep_kids_in_poverty/