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La extraña historia de los «cromosomas sexuales» – Charla TED@NAS

Charla «La extraña historia de los «cromosomas sexuales»» de TED@NAS en español.

El pensamiento común sobre el sexo biológico es el siguiente: las hembras tienen dos cromosomas X en sus células, mientras que los machos tienen una X y una Y. En una charla que derriba ciertos mitos, Molly Webster, escritora científica que produce y difunde pódcasts, explica por qué los llamados «cromosomas sexuales» son más complicados que esta simple definición, y revela por qué deberíamos pensar en ellos de manera diferente.

  • Autor/a de la charla: Molly Webster
  • Fecha de grabación: 2019-11-01
  • Fecha de publicación: 2020-03-23
  • Duración de «La extraña historia de los «cromosomas sexuales»»: 814 segundos

 

Traducción de «La extraña historia de los «cromosomas sexuales»» en español.

Bien.

Vamos a comenzar en 1891, cuando un científico alemán miraba a través de un microscopio células de insectos.

Y vio algo realmente asombroso.

En el centro de las células, había una cosa oscura, algo que nadie había visto antes.

Y se dio cuenta de que cuando las células se multiplicaban y dividían, eso oscuro iba a parar dentro de alguna de las nuevas células pero no de las otras.

No sabía qué era, así que le dio un gran nombre.

Lo llamó «elemento X».


(Risas)
Y pensó: «Nos centraremos en esta X más tarde».

Luego, 10 años más tarde, una científica estadounidense, que también observaba células de insectos en su microscopio, vio algo asombroso.

Había otra cosa oscura.

Era diminuta y estaba cerca del elemento X.

Y finalmente, alguien pensó: «Si esta cosa se llama X,

¿podríamos llamar a esta otra Y?

«.

Y así…

(chasquea los dedos) se descubrió el sexo de los cromosomas.

Cromosomas…

Seguramente saben qué son, pero, igualmente, lo explicaré.

Están hechos de ADN.

Todo tiene ADN, pues es la base de toda forma de vida: ratas, árboles, insectos, humanos.

Y en el caso de los cromosomas humanos, la genetista Melissa Wilson me lo explicó así.

(Audio) Melissa Wilson: Por lo general, uno hereda una copia de cada cromosoma de su madre genética y una copia de cada cromosoma de su padre genético.

Tenemos 22, una copia que se hereda de la madre y otra del padre.

Y luego está el par 23: X e Y.

Molly Webster: Mientras todos los otros cromosomas están numerados, del 1 al 22, no llamamos 23 al cromosoma X e Y.

Me gusta pensar que esperaban que se convirtieran en futuras grandes estrellas.

Pero en este caso, pensaron: «Vamos a mantener las letras, y luego les pondremos un nombre».

Los denominaron cromosomas sexuales.

Apostaría que en EE.

UU.

son los cromosomas más famosos por un simple hecho: porque decimos que X es igual a «niña,» e Y igual a «niño», es decir, que son los responsables del sexo.

Y yo misma tuve que aprenderlo así, pero cuando hablo de «sexo» aquí, me refiero a cómo la biología nos da las gónadas, que son los ovarios y los testículos.

No estoy hablando de género, que es cómo nos identificamos.

Y así, como periodista en «Radiolab», el programa de audio documental donde trabajo, me planteé:

¿qué pasa con estos cromosomas sexuales?

Es parte de mi trabajo: las cosas me parecen extrañas, y me pongo a llamar a gente, hago preguntas y, con suerte, me responden.

En este caso, muchas personas contestaron.

Y en los dos años en que informé sobre X e Y como parte de «Gónadas,» la serie de sexo y género que terminé haciendo para «Radiolab,» descubrí que estos dos cromosomas viven en un mundo inesperado, un poco inquietante, donde las cosas que yo daba como ciertas, estaban como retorcidas, de una manera que no había visto antes.

El mundo va más allá de los límites del sexo, entonces pensé: «Quizás todos deberíamos hablar de esto».

Y Uds.

son «todos», así que vamos a hablar sobre este tema.

Para mí, la verdadera historia de X e Y empieza con su denominación.

Así que, desde que fueron descubiertos, estos dos cromosomas recibieron más de 10 nombres diferentes.

Diplosoma y heterocromosoma e idiocromosoma…

La mayoría de los nombres tenían que ver con su estructura, su forma, su tamaño.

Y luego se lo denominó «cromosoma sexual», lo que dio por el hecho que habíamos empezado a asociar la X con las mujeres, y la Y con los hombres.

Pero los científicos plantearon: «

¿Queremos realmente llamarlos ‘cromosomas sexuales’?

«.

Y la historiadora Sarah Richardson es quien me contó esta historia.

(Audio) Sarah Richardson: Por tres décadas, los científicos dijeron: «No los llamen cromosomas sexuales.

La X y la Y tienen múltiples funciones, y no hay que asumir que un único cromosoma controla un solo rasgo.

Imaginen si un cromosoma se llamase ‘cromosoma urogenital’ o ‘cromosoma hepático'».

MW: Los científicos, —y les recomiendo profundizar en la historia; es apasionante— dudaban en asignarle un nombre tan específico y de tan poderosa connotación.

Temían que fuera demasiado limitante tal vez para la ciencia, tal vez para la sociedad.

Pero el miedo estaba ahí.

Y al final acabó llamándose «cromosoma sexual», una denominación muy atractiva que popularizó a la genética.

Pero en los 100 años de historia desde que nos decidimos por ese nombre, se comienza a complicar un poco.

En la década de 1960, que va a ser nuestra primera parada, en el mundo complicado de los cromosomas sexuales, se descubrió que uno podía ser XYY.

Descubrieron un hombre XYY.

Y haciendo un inciso, resulta que el modelo de «X es igual a niña e Y es igual a niño» es realmente muy simplista.

En realidad hay muchas combinaciones diferentes de X e Y que dan como resultado diferentes tipos de sexo biológico.

Podrían darse dos X y dos Y juntas.

Podrían darse cuatro X, podrían darse cinco X, y se podría dar un XO.

Me pareció muy loco, y pensé: «Esto cambia realmente el modelo de sexo biológico que a la mayoría de nosotros nos han enseñado».

Así que unos años después se constató que uno puede ser XYY.

Unos investigadores fueron a una prisión en Escocia, e hicieron análisis genéticos de un grupo de prisioneros varones.

Y encontraron que muchos eran XYY.

Dice Sarah: (Audio) SR: Estos investigadores se apresuraron a publicar una teoría por la cual este cromosoma Y extra podría explicar la criminalidad en algunos hombres.

MW: Sí.

Entonces la lógica es así: Hasta ese momento, pensábamos que Y es igual a hombre.

Y si creemos que el hombre es agresivo, entonces Y debe representar el rasgo de agresión.

Y si uno tiene una Y adicional, seguramente es un trastornado.

Y nos volvimos locos con esta teoría.

Lo llamamos «el supermacho».

Comenzaron a analizar a más prisioneros, asesinos en serie, jóvenes.

Y, lo digo en serio, hasta se sugirió la posibilidad de abortar los fetos XYY.

Entonces en 1980, esta teoría prácticamente se derrumbó, por un número de razones.

Primero, se hizo un estudio realmente grande que demostró que no había relación entre la Y y la violencia.

Creo que todos lo vimos venir.

Y luego, había otra cosa.

(Audio) SR: Volviendo a los hallazgos originales en esa institución psiquiátrica de alta seguridad, también se encontró una gran cantidad de individuos con un cromosoma X extra.

Es decir, eran XXY, en oposición a XYY.

(Audio) MW:

¿En serio?

(Audio) SR: Sí.

Y nunca afirmaron que los individuos con un cromosoma X extra fueran superhembras.

Nunca investigaron si tenían mayores tasas de violencia.

MW: Parece una especie de descuido.

No lo sé.

Pero creo que es interesante porque al mirar estos cromosomas a través de la lente del sexo, lo que naturalmente sucede es que los miramos a través de la lente del género, y los rasgos asociados con el género.

Así, los hombres eran violentos, y la Y explicaba por qué estaban en prisión.

La X no lo explicaba, porque…

¿qué es la X?

No la asociamos con la violencia.

Y aunque hoy no creamos en supermachos…

—Dios mío, espero que no— Aunque no creamos en supermachos, hay un discurso muy parecido que continúa en torno a la violencia inherente en niños y su biología.

Mi siguiente parada en el extraño mundo de la X y la Y, y de los asuntos que parecen algo complicados, es en 1985.

Los juegos universitarios mundiales iban a tener lugar en Japón, y la corredora de vallas española María José Martínez Patiño iba a correr.

Era una superestrella en ascenso.

Y la noche anterior a la carrera, le hicieron una prueba de ADN.

En aquel momento, hacían esas pruebas porque pensaban: «No queremos que haya hombres corriendo encubiertamente como mujeres, así que vamos a analizar a las mujeres para asegurarnos de que tengan todas sus X».

Y entonces escuché una noticia sobre Ruth Padawer, periodista de la revista New York Times, que se refería al caso de María.

(Audio) Ruth Padawer: Le dijeron que los resultados de la prueba cromosómica eran anormales.

Aunque por fuera sus rasgos eran claramente femeninos, tenía cromosomas XY y testículos internos.

MW: Le dijeron: «Nos disgusta decírtelo, María, pero en realidad eres un hombre.

No puedes competir con las mujeres».

(Audio) RP: Y la expulsaron del equipo nacional, y de la residencia de atletismo, le denegaron su beca, un montón de amigos y compañeros de atletismo la abandonaron, perdió sus medallas, le anularon las marcas obtenidas.

MW:

¿Recuerdan cuando mencioné que uno puede tener diferentes combinaciones de X y de Y?

También se puede ser XY y ser mujer.

Se puede ser XX y ser hombre.

María tenía el síndrome de insensibilidad a los andrógenos, lo cual significa que tenía algo así como testículos internos que producían testosterona, pero su cuerpo no podía asimilarla.

Y si uno pensaba que la testosterona era un superpoder, pues su cuerpo no se beneficiaba de ello.

Y finalmente, las autoridades deportivas la dejaron volver, pero su carrera estaba terminada.

Y en este caso vemos que si asignamos el sexo a un lugar específico del cuerpo…

—o, al menos, es lo que vi— Si asignamos el sexo a un lugar específico del cuerpo, nos induce a pensar que podemos entrar en un cuerpo mirar un lugar específico y decir a alguien que sabemos más sobre ellos de lo que ellos mismos saben sobre sí mismos.

Y eso me parece aterrador.

Ya no analizamos genéticamente a las atletas femeninas, pero uno puede constatar que hay narrativas muy similares cuando hablamos de testosterona en el deporte.

También se constata en las recomendaciones que hacemos a las personas transgénero a quienes analizamos genéticamente y les decimos quiénes son.

Eso es real.

Es una narrativa que se ha instalado recientemente.

El último tema que compartiré con Uds.

donde estos cromosomas se complicaron para mí es sobre algo que Melissa me dijo.

(Audio) Wilson: No se puede sobrevivir sin un cromosoma X.

Cualquiera sean tus gónadas, o tu identidad, cada ser humano tiene que tener un cromosoma X, porque sin él, el resto del cuerpo no se desarrolla.

MW:

¿Por qué lo llamamos el cromosoma femenino?

Nunca había pensado en esto, pero, literalmente, cada uno de Uds.

tiene un cromosoma X.

No miento.

Cada persona en el planeta tiene un cromosoma X, pero nadie anda por ahí diciendo: «Este es el cromosoma de todas las personas».

«Por allí anda la X, y la Y está por aquí, y deben quedar bien diferenciadas».

Yo pienso que sería mucho mejor si fuera el cromosoma de cada persona.

Y no solo porque los amo a todos y los quiero a todos adentro, sino porque los pasamos por alto por considerarlos femeninos.

Les diré una de las cosas más disparatadas que descubrí.

Y es que, al pensar en el cromosoma X, de los casi 1100 genes del cromosoma X,

¿cuántos creen que están vinculados con el sexo y la reproducción?

Piensen en un número.

Un 4 %.

Eso significa que el 96 % del resto de ese cromosoma se relaciona con algo que no tiene nada que ver con las gónadas.

Y cuando todo esto, las historias sociales, las historias científicas y los hechos empezaron a tomar sentido, pensé:

¿Por qué los llamamos cromosomas sexuales?

O si tal vez a todos nos gusta ese nombre,

¿no deberíamos pensar en ellos de forma más amplia?

Porque si lo hacemos,

¿qué ideas tendríamos, como personas, como científicos?

Y en este punto nos plantearíamos:

¿Cómo queremos enseñar ciencia?

¿Qué queremos financiar?

¿Qué queremos ser como sociedad?

Y me preguntaba si no era un momento para repensar la biología de la X y la Y, y por lo menos recordar en forma de nota al pie de página de la historia, que a quien se le ocurrió el término «cromosoma sexual» en realidad quiso decir: «Recuerda, esto es solo…» y cito: «…

un concepto abreviado».

No debemos tomarlo al pie de la letra.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/molly_webster_the_weird_history_of_the_sex_chromosomes/

 

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