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La fascinante historia de los cementerios – Charla TED-Ed

Charla «La fascinante historia de los cementerios» de TED-Ed en español.

Árboles desgarbados, rejas oxidadas, lápidas en ruinas, una persona que se lamenta en soledad… son típicas imágenes que evocan los cementerios. Pero hasta no hace mucho, los cementerios eran sitios alegres, con jardines floridos y gran cantidad de personas. Y gran parte de la historia humana transcurrió sin que a los muertos se les diera sepultura. ¿Cómo llegaron los cementerios a ser lo que son hoy? Keith Eggener relata los rituales que se han ido adoptando para honrar a los difuntos.

Animación de TED-Ed por Remus & Kiki.

  • Autor/a de la charla: Keith Eggener
  • Fecha de grabación: 2018-10-30
  • Fecha de publicación: 2018-10-30
  • Duración de «La fascinante historia de los cementerios»: 313 segundos

 

Traducción de «La fascinante historia de los cementerios» en español.

Árboles desgarbados, rejas oxidadas, lápidas en ruinas, una persona que se lamenta en soledad…

son las típicas imágenes que evocan los cementerios.

Pero hasta no hace mucho, los cementerios eran sitios alegres, con jardines floridos y gran cantidad de personas que se paseaban entre las lápidas.

¿Cómo llegaron los cementerios a ser lo que son hoy? Algunos existen desde hace siglos, como el Wadi al-Salam, el más grande del mundo, donde están sepultadas más de cinco millones de personas.

Pero la mayoría de los cementerios son mucho más recientes.

En realidad, gran parte de la historia humana transcurrió sin que los muertos recibieran sepultura.

Nuestros ancestros disponían de sus muertos de diversas maneras.

A veces los dejaban en cuevas, y otras veces en árboles o en la cima de una montaña.

Incluso eran arrojados a un lago, abandonados a la deriva, sometidos a un ritual caníbal o cremados.

Todas estas prácticas, por extrañas que parezcan en la actualidad, eran formas de venerar a los muertos.

Por otro lado, las primeras sepulturas, que datan de unos 120 000 años atrás, eran posiblemente reservadas para los transgresores, que quedaban así excluidos de los ritos habituales para honrar a los muertos.

Pero las primeras sepulturas tenían ciertas ventajas sobre otras prácticas: protegían el cadáver de la acción de los animales carroñeros y los elementos, y también libraban a los deudos de ver la descomposición del cuerpo.

Estos beneficios influyeron quizá para que los pueblos primitivos decidieran usar tumbas como modo de honrar a los muertos y desde entonces comenzaran a sepultarlos.

En algunos casos, estas tumbas contenían objetos rituales o de uso doméstico, lo cual sugiere que creían en el más allá, donde los muertos podrían necesitarlos.

Las fosas comunes aparecieron por primera vez en el norte de África y el oeste de Asia entre 10 000 y 15 000 años atrás, cuando se produjeron los primeros asentamientos permanentes en ambas zonas.

Estos sitios mortuorios dieron origen a sepulturas permanentes para conmemorar a los muertos.

Los nómadas escitas erigían túmulos funerarios, o «kurganes», en las estepas.

Los etruscos construyeron extensas necrópolis cuyas tumbas se disponían en sus calles trazadas en cuadrículas.

En Roma, las catacumbas subterráneas contenían urnas crematorias y restos intactos.

La palabra «cementerio», o «cámara de los sueños», fue usada por primera vez por los antiguos griegos, quienes construyeron tumbas y cementerios en el límite de las ciudades.

En las ciudades medievales de Europa, las iglesias cristianas cedían espacios abiertos y muy particulares para alojar a los muertos, pero también se establecían allí mercados, ferias y otros eventos.

Los granjeros llevaban allí a pastar sus vacas, pues creían que el pasto de los sepulcros les haría dar una leche más dulce.

Con la expansión de las ciudades en la Revolución Industrial, los grandes cementerios suburbanos reemplazaron a los cementerios urbanos y más reducidos de las iglesias.

El de Père-Lachaise en París, con 45 hectáreas de superficie, o el de Mount Auburn en Cambridge, Massachusetts, con 29 km hectáreas, eran grandes parques con vistosos jardines, piedras esculpidas y tumbas ornamentadas.

Las tumbas individuales, inicialmente un lujo reservado a ricos y poderosos, comenzaron a ser asequibles para las clases medias y trabajadoras.

La gente acudía al cementerio con ocasión de un funeral, pero también para celebrar aniversarios y días festivos, o simplemente para pasar la tarde al aire libre.

A fines del siglo XIX, con la aparición de nuevos parques públicos y jardines botánicos, los cementerios empezaron a perder visitantes.

Actualmente, muchos cementerios antiguos son lugares solitarios.

Algunos atraen visitantes mediante recorridos guiados, conciertos y otros eventos.

Pero, aunque queramos reavivar estos viejos cementerios, su futuro se está poniendo en consideración.

Ciudades como Londres, Nueva York y Hong Kong están quedándose sin lugar para sepultar a los muertos.

Aun en lugares donde el espacio no es tan escaso, los cementerios siempre están ocupando terrenos que, de lo contrario, se podrían cultivar o urbanizar.

Los cementerios tradicionales se construyen con materiales como el metal, la piedra y el hormigón, que pueden contaminar el suelo y las aguas subterráneas con sustancias químicas tóxicas.

Consciente del costo medioambiental, la gente busca otras alternativas.

Muchos se deciden por la cremación y otras costumbres funerarias.

Además de estas prácticas convencionales, ahora existe la posibilidad de llevar los restos al espacio, de usarlos para fertilizar un árbol, hacer joyas o fabricar fuegos artificiales, y hasta para hacer tinta de tatuajes.

En el futuro, estas opciones podrían reemplazar a los cementerios de manera definitiva.

Si bien los cementerios son nuestros monumentos más conocidos para venerar a los difuntos, son solo un paso más en nuestro proceso en constante evolución de recordar y honrar a los muertos.

https://www.ted.com/talks/keith_eggener_the_fascinating_history_of_cemeteries/

 

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