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Charla «La fuerza escondida en la economía global: enviar dinero a casa» de TEDGlobal 2014 en español.
En el 2013, los inmigrantes internacionales enviaron $413 mil millones a casa, a familiares y amigos, tres veces más que el total de ayuda extranjera (alrededor de $135 mil millones). Este dinero, las remesas, hacen una gran diferencia en la vida de los que la reciben y juegan un papel importante en las economías de muchos países. El economista Dilip Ratha describe la promesa de estos «dólares envueltos con cariño» y analiza cómo salen afectadas por prácticas y obstáculos regulatorios.
- Autor/a de la charla: Dilip Ratha
- Fecha de grabación: 2014-10-07
- Fecha de publicación: 2014-10-09
- Duración de «La fuerza escondida en la economía global: enviar dinero a casa»: 1019 segundos
Traducción de «La fuerza escondida en la economía global: enviar dinero a casa» en español.
Vivo en Washington D.C., pero crecí en Sindhekela, una aldea en Orissa, India.
Mi padre trabajaba para el gobierno.
Mi madre no sabía leer ni escribir, pero solía decirme: «Un rey es solo alabado en su propio reino.
Un poeta es respetado en todos partes».
Así que decidí ser poeta de grande.
Pero por poco no voy a la universidad hasta que una tía me ofreció ayuda financiera.
Fui a estudiar a Sambalpur, la ciudad más grande de la región, donde, ya estando en la universidad, vi una televisión por primera vez.
Soñaba con ir a EE.
UU.
para realizar estudios superiores.
Cuando se presentó la oportunidad, crucé dos océanos con dinero prestado para el boleto de avión, y solo un billete de $20 en mi bolsillo.
En EE.
UU.
trabajaba de medio tiempo en un centro de investigación mientras hacía mis estudios de postgrado en economía, y con el poco dinero que ganaba me mantenía y enviaba dinero a casa a mi hermano y a mi padre.
Mi historia no es única.
Hay millones de personas que emigran cada año.
Con la ayuda de familiares cruzan océanos, desiertos, ríos y montañas.
Arriesgan sus vidas para hacer su sueño realidad, y ese sueño es tan sencillo como tener un trabajo decente en algún lugar para poder enviar algo de dinero a casa y ayudar a los familiares, que les ayudó anteriormente.
Hay 232 millones de inmigrantes internacionales en el mundo.
Estas son personas que viven en países distintos a su país de origen.
Si existiera un país cuyos habitantes fueran solo inmigrantes internacionales sería más grande en población que Brasil.
Su economía sería más grande que la de Francia.
Alrededor de 180 millones de ellos, provenientes de países pobres, con frecuencia envían dinero a casa.
A estas sumas de dinero se les llama remesas.
Una cifra que podría sorprenderlos: 413 mil millones de dólares.
413 mil millones de dólares fue la suma de las remesas enviadas el año pasado por inmigrantes a países en vías de desarrollo.
Inmigrantes de países en vía de desarrollo, dinero enviado a países en vías de desarrollo.
413 mil millones de dólares.
Es una suma importante porque es tres veces más que el monto total destinado a la ayuda internacional.
Y aun así, Uds.
y yo, mis colegas en Washington, discutimos y debatimos incontables veces sobre la ayuda financiera para el desarrollo e ignoramos las remesas considerándolas un cambio pequeño.
Cierto, en promedio una persona manda 200 dólares al mes.
Pero, repetidamente, mes tras mes, multiplicado por millones de personas, estas sumas de dinero generan un gran flujo de capital extranjero.
El año pasado India recibió 72 mil millones de dólares, superando sus exportaciones de TI.
En Egipto, las remesas triplican en tamaño los ingresos del canal de Suez.
En Tajikistán, las remesas representan el 42 % del PIB.
Y en países más pobres, más pequeños y frágiles, países afectados por conflictos, las remesas son un salvavidas, como en Somalia o Haití.
No es de extrañar que estos flujos de dinero generan un gran impacto en las economías y en los pobres.
Las remesas, a diferencia de la inversión externa, no se esfuman del país a la primera señal de inestabilidad en el país.
De hecho, actúan como una póliza de seguro.
Cuando las familias están en problemas o enfrentan tiempos difíciles, las remesas aumentan y son como un seguro.
Los inmigrantes incluso envían más dinero.
A diferencia de la ayuda para el desarrollo, que debe pasar por las agencias oficiales de los gobiernos, las remesas llegan directo a los pobres, a la familia, y a veces incluso con recomendaciones de negocio.
En Nepal el porcentaje de pobres era de un 42 % en 1995, el porcentaje de pobres en toda la población.
En el 2005, una década después, aún en medio de una crisis política y económica, el porcentaje de pobres se redujo a un 31%.
Esa reducción en la pobreza, la mayor parte de ella, casi la mitad, se cree que fue gracias a las remesas que se enviaron de la India, otro país pobre.
En El Salvador, el nivel de deserción escolar es más bajo en familias que reciben remesas.
En México y Sri Lanka, el peso de los recién nacidos es mayor en familias que reciben remesas.
Las remesas son dólares envueltos con cariño.
Los inmigrantes envían dinero para comida, para primeras necesidades, construir casas, financiar educación, para pagar servicios de cuidado para los mayores, para la inversión en negocios de amigos y familiares.
Los inmigrantes envían aún más dinero a casa para ocasiones especiales como cirugías o bodas.
Los inmigrantes también mandan dinero, y quizá con demasiada frecuencia, para funerales inesperados a los que no pueden asistir.
De la misma manera en que estos flujos hacen bien, existen barreras que impiden el flujo de estos 400 mil millones de dólares en remesas.
La más importante de ellas es el costo exorbitante de enviar dinero a casa.
Las compañías de transferencia de dinero están estructuradas para explotar a los pobres.
Les dicen: «Puedes enviar hasta 500 dólares por un cargo fijo de 30 dólares».
Si eres pobre y solamente tienes 200 dólares para enviar, igual debes pagar 30 dólares.
El costo promedio mundial de enviar dinero a casa es un 8 %.
Eso significa que si mandas 100 dólares, la familia del otro lado recibe solo 92 dólares.
Enviar dinero a África es más caro: 12 %.
Enviar dinero dentro de África, es aún más caro: más de un 20 %.
Por ejemplo, enviar dinero de Benín a Nigeria.
Y luego está el caso de Venezuela, donde, debido a los controles cambiarios, si envías 100 dólares tienes suerte si la familia del otro lado recibe siquiera 10 dólares.
Obviamente, nadie manda dinero a Venezuela usando medios oficiales.
Todo va en maletines.
Donde sea que los costos son altos, el dinero pasa a escondidas.
Y lo que es peor, muchos países en vías de desarrollo prohíben completamente los envíos de dinero fuera del país.
Muchos países ricos también tienen prohibiciones para enviar dinero a ciertos países.
Entonces, ¿no hay opciones mejores y más baratas de enviar dinero? Sí las hay.
M-Pesa en Kenia le permite a la gente enviar y recibir el dinero a un precio fijo de solo 60 centavos por transacción.
El gobierno federal de EE.
UU.
comenzó un programa con México en el que los negocios de envíos pueden enviar dinero a México por un precio fijo de solo 67 centavos por transacción.
Y aun así, estas opciones más rápidas, baratas y mejores no pueden ser aplicadas a nivel internacional por el temor al lavado de dinero, aun cuando hay muy poca evidencia que vincule de manera significativa el lavado de dinero con estas pequeñas remesas.
Muchos bancos internacionales son muy cautelosos a la hora de otorgar cuentas bancarias a empresas de envío de dinero, especialmente a las que operan en Somalia.
Somalia, un país donde el ingreso per cápita es de solo 250 dólares al año.
¡250 dólares al año! En promedio, las remesas mensuales en Somalia son más que esa cantidad.
Las remesas es lo que mantiene viva a Somalia.
Y aun así, este es un claro ejemplo de la mano derecha que da mucha ayuda, mientras la mano izquierda le quita la vida a esa economía con las regulaciones.
Luego están los casos de los pobres de las aldeas, como yo.
En las aldeas, el único sitio donde puedes buscar el dinero es la oficina postal.
La mayoría de los gobiernos del mundo le han permitido a sus oficinas postales darle exclusividad de asociación a compañías de transferencias de dinero.
Si tengo que enviar dinero a mi padre en la aldea, tengo que usar una compañía específica de transferencia de dinero, aun cuando el costo sea alto.
No puedo usar un servicio menos costoso.
Esto debe eliminarse.
¿Qué pueden hacer las organizaciones internacionales y empresas sociales para reducir los costos de enviar dinero a casa? Primero, relajar las regulaciones para remesas por debajo de 1000 dólares.
Los gobiernos deben reconocer que las remesas pequeñas no son lavado de dinero.
Segundo, los gobiernos deben eliminar la exclusividad de asociación entre las oficinas postales y las compañías de transferencia de dinero.
Para eso, están las oficinas postales y cualquier sistema bancario nacional que tenga una red grande que sirva a los pobres.
De hecho, deberían promover la competencia, dejar abierta la asociación de modo que los precios se reduzcan como se hizo en el sector de las telecomunicaciones.
Uds.
han visto lo que pasó allí.
Tercero, las grandes organizaciones filantrópicas sin fines de lucro deberían crear una plataforma de remesas bajo un principio no lucrativo.
Deberían crear una plataforma de remesas sin fines de lucro que sirva a las compañías de transferencia de dinero de modo que puedan enviar dinero a un precio bajo pero aún siguiendo las regulaciones de todo el mundo.
La comunidad dedicada al desarrollo debería ponerse la meta de reducir los costos de las remesas a un 1 %, del actual 8 %.
Si reducimos los costos a un 1 %, eso nos permitiría ahorrar 30 mil millones de dólares al año.
30 mil millones de dólares.
Eso es más que toda la ayuda bilateral que llega al África al año.
Eso es más o casi como el total de todo el presupuesto de ayuda que otorga el gobierno de EE.
UU., el mayor donante de ayuda del planeta.
De hecho los ahorros serían más que esos 30 mil millones porque las vías de envío de remesas también se usan para el envío de ayuda, comercio e inversiones.
Otro mayor impedimento para que las remesas le lleguen a las familias son los precios exorbitantes de los servicios ilegales de contratación, un costo que los trabajadores migrantes pagan a los contratistas que les consiguen los empleos.
Hace unos años estaba en Dubái y visité un campamento para trabajadores.
Eran las 8 de la noche, estaba oscuro, caliente y húmedo.
Los trabajadores estaban regresando de una fatigosa jornada de trabajo y empecé a conversar con un trabajador de la construcción de Bangladesh.
Estaba preocupado porque el dinero que enviaba a casa, que ya llevaba meses que lo hacía, la mayor parte quedaba en manos del agente empleador que le había conseguido el trabajo.
En mi mente podía imaginarme a la esposa esperando la remesa mensual.
La remesa llega.
Ella busca el dinero y se lo da al agente empleador, mientras los niños observan.
Esto tiene que acabarse.
No son solo los trabajadores de construcción de Bangladesh, son todos los trabajadores.
Hay millones de trabajadores migrantes que sufren el mismo problema.
En promedio, un trabajador de la construcción de Bangladesh paga alrededor de 4000 dólares en costos de contratación por un trabajo que solo le paga un salario anual de 2000 dólares.
Eso significa que durante 2 o 3 años de su vida está básicamente enviando dinero para pagar los servicios de contratación.
La familia no recibe nada.
Y no solo es en Dubái, ocurre en todos los rincones recónditos de cualquier ciudad grande en el mundo.
No son solo trabajadores de la construcción de Bangladesh, son los trabajadores de todo el mundo.
Y no son solo hombres.
Las mujeres son especialmente vulnerables a los abusos de las agencias de contratación.
Una de las cosas más emocionantes y nuevas que está pasando en el sector de las remesas es cómo se moviliza, por medio de la innovación, el ahorro de la diáspora y lo que da la diáspora.
Los inmigrantes envían dinero a casa, pero también ahorran mucho dinero donde viven.
Se estima que los ahorros anuales de los inmigrantes llega a 500 mil millones de dólares.
500 mil millones de dólares.
La mayoría del dinero está estancado en depósitos bancarios que les da 0 % de interés.
Si un país llegara y les ofreciera 3 % o 4 % de tasa de interés, y les dijera que el dinero se usará para la construcción de escuelas, autopistas, aeropuertos y sistemas ferroviarios en su país de origen, a muchos inmigrantes les interesaría invertir el dinero, y no solo por la ganancia financiera, sino porque les da la oportunidad de mantenerse comprometidos con el desarrollo del país.
Los sitios de envío de remesas pueden vender estos bonos a los inmigrantes porque cuando ellos vienen a enviar la remesa mensual, allí es cuando pueden vendérselos.
Pueden hacer los mismo para movilizar lo que da la diáspora.
Me encantaría invertir en un sistema de trenes rápidos en India, y me encantaría contribuir a los esfuerzos para luchar contra la malaria en mi aldea.
Las remesas son una gran manera de compartir la prosperidad entre sitios diferentes de una forma canalizada que beneficie a aquéllos que más lo necesitan.
Las remesas le dan poder a la gente.
Debemos hacer todo lo que podamos para que las remesas y las contrataciones seas más seguras y baratas.
Y sí se puede.
En mi caso, llevo dos décadas fuera India.
Mi esposa es venezolana.
Mis hijos son estadounidenses.
Cada vez más me siento como un ciudadano del mundo.
Pero siento cada vez más nostalgia por mi país natal.
Quiero estar en India y en EE.
UU.
al mismo tiempo.
Mis padres ya no están allá.
Mi hermano y hermanas se han ido y tienen sus vidas.
No tengo una gran urgencia de enviar dinero a casa.
Pero aun así, a veces, envío dinero a casa, a amigos, a parientes, a la aldea, para estar allí, para seguir comprometido, es parte de mi identidad.
Y aún trato de ser un poeta para los inmigrantes que luchan y trabajan duro para escapar del ciclo de la pobreza.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/dilip_ratha_the_hidden_force_in_global_economics_sending_money_home/