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La solución a la violencia generalizada: los lugareños – Charla TEDGlobal 2014

Charla «La solución a la violencia generalizada: los lugareños» de TEDGlobal 2014 en español.

Severine Autesserre examina la República Democrática del Congo, que es el epicentro del conflicto más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, denominado «la mayor crisis humanitaria en el mundo». La magnitud del conflicto parece un problema desesperanzador e irremediable. Pero la visión que comparte, tras décadas de informes y compromisos, es: Los conflictos, a menudo, se originan en tensiones a nivel local y, en lugar de centrarse en las soluciones que pueden adaptarse a nivel nacional, los líderes y los cooperantes podrían contribuir al fomento de la paz si resolvieran las crisis locales antes de que estallen.

  • Autor/a de la charla: Severine Autesserre
  • Fecha de grabación: 2014-10-16
  • Fecha de publicación: 2015-01-27
  • Duración de «La solución a la violencia generalizada: los lugareños»: 961 segundos

 

Traducción de «La solución a la violencia generalizada: los lugareños» en español.

Les quiero hablar de un conflicto olvidado.

Es un conflicto que apenas aparece en los titulares.

Sucede aquí, en la República Democrática del Congo.

Pero pocas personas fuera de África saben algo de la guerra en Congo, así que les daré la información clave.

El conflicto congoleño es el más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial.

Ha causado casi 4 millones de muertes.

Durante 18 años ha desestabilizado la mayor parte de África central.

Es la mayor crisis humanitaria en curso del mundo.

Por eso me fui al Congo en 2001.

Yo era una joven cooperante humanitaria y conocí a esta mujer de mi edad.

Se llamaba Isabelle.

Las milicias locales atacaron el pueblo de Isabelle.

Mataron a muchos hombres y violaron a muchas mujeres.

Se llevaron todo.

Quisieron llevarse a Isabelle también, pero el marido intervino y dijo: «No, por favor, no se lleven a Isabelle, llévenme a mí».

Se fue con ellos, lo llevaron al bosque, e Isabelle nunca volvió a verle.

Bueno, son personas como Isabelle y su marido que hicieron que dedicara mi carrera al estudio de esta guerra de la que sabemos muy poco.

Aunque hay una historia sobre Congo que todos hemos oído antes.

Es la historia de las materias primas y de las violaciones.

Las declaraciones oficiales y los informes de los medios de comunicación tienden a centrarse solo en una de las causas de la violencia en Congo —la explotación y el contrabando de los recursos naturales— y una de sus principales consecuencias: El abuso sexual de mujeres y niñas como arma de guerra.

No es que estas dos cuestiones no sean importantes y trágicas.

Lo son.

Pero hoy quiero contarles una historia diferente.

Quiero contarles una historia que pone en evidencia la causa central del conflicto actual.

La violencia en Congo aumenta principalmente debido a los conflictos que se agravan a nivel local y que las misiones de paz internacionales no han podido abordar.

La historia empieza con el hecho de que Congo no es famoso solo por ser la mayor crisis humanitaria actual en el mundo, sino que también es el epicentro de algunos de los esfuerzos de paz internacionales más importantes del mundo.

El Congo alberga la mayor y más costosa misión de paz de Naciones Unidas en el mundo.

También fue el escenario de la primera Misión de Paz Europea y para su primer juicio, la Corte Penal Internacional eligió procesar a los responsables de las guerras congoleñas.

En 2006, cuando Congo celebró su primeras elecciones libres en la historia, muchos observadores pensaron que el fin de la violencia en la región estaba cerca.

La comunidad internacional elogió el éxito de estas elecciones como, por fin, un éxito de la intervención internacional en un Estado fallido.

Pero en las provincias orientales los desplazamientos forzosos y masivos de la población continuaron junto a horribles violaciones de los derechos humanos.

Justo antes de regresar allí, el verano pasado, ocurrió una horrible masacre en la provincia de Kivu del Sur.

Murieron 33 personas, en su mayoría mujeres y niños, y muchos de ellos fueron asesinado a machetazos.

Durante los últimos 8 años las luchas en las provincias orientales reavivaron regularmente la guerra civil e internacional.

Así que, básicamente, cada vez que estamos cerca de la paz, el conflicto estalla de nuevo.

¿Por qué? ¿Por qué los enormes esfuerzos internacionales no consiguieron la paz y una seguridad duradera en Congo? Bueno, mi respuesta a esta pregunta gira en torno a 2 observaciones centrales.

En primer lugar, una de las principales razones de la violencia continuada en Congo es básicamente la realidad a nivel local, y, cuando digo local, me refiero al individuo, la familia, el clan, el municipio, la comunidad, el barrio, a veces, el grupo étnico.

Por ejemplo, ¿se acuerdan de la historia de Isabelle? Bueno, la razón por la cual la milicia había atacado la aldea de Isabelle fue porque querían tomar posesión de la tierra que los aldeanos necesitaban para cultivar sus alimentos y sobrevivir.

La segunda observación es que los esfuerzos internacionales para la paz fracasaron en resolver los conflictos locales por la presencia de una cultura dominante de la promoción de la paz.

Lo que quiero decir es que los diplomáticos occidentales y africanos, las fuerzas de paz de Naciones Unidas, los donantes, los empleados de la mayoría de las organizaciones no gubernamentales que trabajan en la resolución de conflictos; comparten todos una manera peculiar de ver el mundo.

Y yo era una de estas personas y he vivido esta cultura.

Así que sé muy bien el poder que tiene.

En todo el mundo y en todas las zonas de conflicto, esta cultura común mediatiza la comprensión de los que intervienen sobre las causas de la violencia como algo fundamentalmente ubicado en los ámbitos nacionales e internacionales.

Esta cultura marca nuestra comprensión sobre el camino hacia la paz como algo que requiere una intervención de arriba abajo para hacer frente a las tensiones nacionales e internacionales.

Y da forma a nuestra percepción del papel de los actores internacionales como participantes en los procesos de paz nacional e internacional.

Más importante aún, esta cultural común hace que los organismos internacionales ignoren las tensiones a nivel local que a menudo comprometen los acuerdos a alto nivel.

Así, por ejemplo, en Congo y debido a la forma en la cual fueron socializados y entrenados los funcionarios de Naciones Unidas, los donantes, los diplomáticos, y el personal de muchas organizaciones no gubernamentales, la lucha y las masacres continuadas se entienden como problemas que parten de arriba.

Para ellos, la violencia que ven es el resultado de las tensiones entre el presidente Kabila y varios opositores nacionales, y tensiones entre Congo, Ruanda y Uganda.

Además, estos organismos internacionales para la paz ven estos conflictos locales simplemente como el resultado de las tensiones nacionales e internacionales, una autoridad estatal insuficiente, y lo que ellos llaman propensión inherente a la violencia del pueblo congoleño.

La cultura dominante también considera las intervenciones a nivel nacional e internacional como la única tarea natural y legítima de la ONU y de los diplomáticos.

Y eso convierte a las elecciones generales, que ahora es una especie de panacea, en el mecanismo decisivo de reconstrucción del Estado incluso más que los intentos eficaces para el desarrollo de un Estado que funcione.

Y esto sucede no solo en Congo, sino también en muchas otras zonas de conflicto.

Pero adentrémonos más en las otras causas centrales de la violencia.

En Congo, la violencia continuada está motivada no solo por causas nacionales e internacionales, sino también por muchas de las agendas, durante muchos años, de soluciones verticales cuyos instigadores principales son los aldeanos, los jefes tradicionales, los líderes de la comunidad y las etnias.

Muchos conflictos giran en torno a factores políticos, sociales y económicos que son, sin lugar a dudas, intereses a nivel local.

Por ejemplo, hay mucha competencia a nivel de aldea o distrito en cuanto a quién puede ser el jefe del pueblo o del territorio de acuerdo a la leyes tradicionales para el control de la distribución de la tierra y la explotación de las minas locales.

Esta competencia a menudo conduce a luchas locales, por ejemplo, en un pueblo o territorio y muy a menudo se convierte en lucha generalizada, a lo largo de toda una provincia, y, a veces, incluso en los países vecinos.

Consideren el conflicto entre descendientes congoleños y ruandeses y de las denominadas comunidades indígenas de la región de Kivu.

Este conflicto se inició en la década de 1930 durante la colonización belga, cuando ambas comunidades compitieron por el dominio de la tierra y el dominio local.

Luego, en 1960, después de la independencia del Congo, el conflicto se agravó debido a que cada grupo trató de alinearse con las políticas nacionales, pero también a la vez, mantener sus agendas a nivel local.

Y luego en 1994, en el momento del genocidio en Ruanda, estos actores locales se aliaron con grupos armados congoleños y ruandeses sin dejar de perseguir sus objetivos locales en las provincias de los kivu.

Desde entonces, estas disputas locales por la tierra y el gobierno local han generado violencia, y puesto en peligro regularmente los acuerdos nacionales e internacionales.

Así que uno se pregunta por qué bajo estas circunstancias las fuerzas de paz internacionales no lograron ayudar a aplicar programas locales para construir la paz.

Y la respuesta es que los actores internacionales consideran que la resolución de los conflictos de base es una tarea sin importancia, ajena e ilegítima.

La sola idea de interferir a nivel local choca enormemente con las normas culturales existentes, y esto amenaza importantes intereses de la organización.

Las Naciones Unidas, por ejemplo, como organización diplomática a nivel mundial sería desautorizada si intentara cambiar su enfoque en los conflictos locales.

Y el resultado es que ni la resistencia interna contra las formas dominantes de acción, ni los fallos externos lograron convencer a esos actores internacionales de que deberían revaluar su comprensión sobre la violencia y las intervenciones.

Y hasta ahora, solo ha habido unas pocas excepciones.

Hubo excepciones, pero muy pocas, a esta pauta general.

Así que, para concluir, la historia que les conté es la historia de cómo una cultura dominante de la paz hace entender a los implicados en el proceso cuáles son las causas de la violencia, como se gana la paz, y a qué intervenciones se debería llegar.

Estas ideas hacen que los cooperantes de paz internacionales ignoren fundaciones a nivel micro que son muy necesarias para una paz sostenible.

La consiguiente falta de atención a los conflictos locales conduce a una paz frágil a corto plazo y a una posible reanudación de la guerra a largo plazo.

Y lo más fascinante es que este análisis nos ayuda a comprender mejor muchos casos de conflictos en curso e intervenciones internacionales fallidas en África y en otras partes.

Los conflictos locales incitan a la violencia en muchos entornos de guerra y de posguerra, desde Afganistán hasta Sudán pasando por Timor Oriental y, en los casos excepcionales en los que se llevaron a cabo iniciativas integrales de construcción de la paz desde abajo hacia arriba, estos intentos tuvieron éxito en lograr una paz sostenible.

Un buen ejemplo es el contraste entre la situación relativamente pacífica en Somalilandia, que se benefició de iniciativas de pacificación sostenibles y la violencia que prevalece en el resto de Somalia, donde la paz en muchos casos se buscó de arriba hacia abajo.

Y hay muchos otros casos donde la resolución de los conflictos locales, de la base, supusieron una diferencia crucial.

Así que si queremos trabajar por la paz internacional, además de cualquier intervención de arriba abajo, Los conflictos deben resolverse de abajo hacia arriba.

Y, de nuevo, no significa que las tensiones nacionales e internacionales no importen.

Importan.

Y eso no quiere decir que la paz nacional e internacional no es necesaria.

Lo es.

Sin embargo, la paz tanto en el ámbito macro como micro es necesaria para lograr una paz sostenible, y las organizaciones no gubernamentales locales, las autoridades locales y los representantes de la sociedad civil deberían ser los principales protagonistas del proceso de abajo arriba.

Luego, por supuesto, hay obstáculos.

Los protagonistas locales a menudo no tienen ni el capital y a veces tampoco la logística ni la capacidad técnica para desarrollar programas de pacificación de manera eficaz.

Los actores internacionales deben ampliar la financiación y el apoyo para la resolución de conflictos locales.

En cuanto al Congo, ¿qué se puede hacer? Después de dos décadas de conflicto y millones de muertos, está claro que tenemos que cambiar nuestro enfoque.

Basándome en mi investigación de campo, creo que los actores internacionales y congoleños deberían prestar más atención a la resolución de conflictos por la tierra y a la promoción de la reconciliación intercomunitaria.

Por ejemplo, en la provincia de los kivu, el Instituto Vida y Paz y sus socios congoleños crearon foros intercomunitarios para discutir los detalles del conflicto por la tierra, y en estos foros se han encontrado soluciones para ayudar a controlar la violencia.

Se necesita urgentemente este tipo de programas en todo el este de Congo.

Es con programas como estos que podemos ayudar a la gente como Isabelle y su marido.

No son varitas mágicas, sino que tienen en cuenta las causas profundamente arraigadas de la violencia y podrían ser definitivamente un punto de inflexión.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/severine_autesserre_to_solve_mass_violence_look_to_locals/

 

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