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La verdadera relación entre la edad y las oportunidades de éxito – Charla TEDxMidAtlantic

Charla «La verdadera relación entre la edad y las oportunidades de éxito» de TEDxMidAtlantic en español.

El teórico en redes Albert-László Barabási, respaldado por un análisis matemático, explora los mecanismos ocultos que nos llevan al éxito, sin importar el campo, y revela una interesante relación entre nuestra edad y las oportunidades de triunfar en grande.

  • Autor/a de la charla: Albert-László Barabási
  • Fecha de grabación: 2019-03-29
  • Fecha de publicación: 2019-07-24
  • Duración de «La verdadera relación entre la edad y las oportunidades de éxito»: 976 segundos

 

Traducción de «La verdadera relación entre la edad y las oportunidades de éxito» en español.

El día de hoy es muy especial para mí porque es mi cumpleaños.


(Aplausos)
Así que gracias por venir a la fiesta.


(Risas)
Pero cada vez que organizamos una fiesta siempre alguien la arruina,

¿verdad?


(Risas)
Yo soy físico, y esta vez invité a otro físico para que se encargara de eso.

Su nombre es Albert Einstein, también Albert, y él fue quien dijo que quien no haya hecho grandes contribuciones a la ciencia a los 30 años, entonces nunca lo hará.


(Risas)
No necesitan ir a Wikipedia para saber que tengo más de 30.


(Risas)
Así que, efectivamente, lo que me dice a mí y a todos, es que con respecto a mi ciencia no soy muy competente.

Afortunadamente, durante la carrera tuve mi dosis de suerte.

A los 28 años me surgió un gran interés por las redes, y unos años después logramos publicar algunos artículos que presentaban el descubrimiento de redes de libre escala, lo que dio paso a una nueva disciplina que ahora llamamos ciencia de redes.

Si de verdad les gusta, se puede estudiar un doctorado en eso en Budapest, en Boston, o en cualquier parte del mundo.

Algunos años después, cuando llegué a Harvard como sabático me interesó otro tipo de red.

Esta vez, fue la red dentro de nosotros.

Cómo los genes, las proteínas y los metabolitos se conectan y su relación con las enfermedades.

Ese interés hizo que me adentrara en la medicina, incluyendo la División de Medicina de Red en Harvard, que cuenta con más de 300 investigadores que usan esta perspectiva para tratar pacientes y desarrollar nuevas curas.

Hace algunos años pensé que tomaría esta idea de las redes y la experiencia que teníamos en un área distinta que es entender el éxito.

¿Por qué lo hicimos?

Creímos que, hasta cierto punto, las redes en las que participábamos determinaban nuestro éxito.

Que las redes nos pueden impulsar y hacer retroceder.

Me preguntaba si podíamos usar el conocimiento, los datos y experiencia que usamos en las redes para medir cómo suceden estas cosas.

Este es uno de los resultados.

Lo que ven es una red de galerías en museos conectadas entre ellas.

En este mapa, que hicimos el año pasado, podemos predecir el éxito de un artista con gran precisión si nos proporcionan las primeras cinco exhibiciones de su carrera.

Tal y como lo pensábamos, nos dimos cuenta de que el éxito no solo está en las redes.

Hay muchas otras dimensiones.

Algo que, obviamente, necesitamos para tener éxito es el desempeño.

Aclaremos la diferencia entre desempeño y éxito.

El desempeño es lo que hacemos.

Qué tan rápido corremos, el tipo de pinturas que hacemos, el tipo de artículos que publicamos.

Pero en nuestro entorno de trabajo el éxito es lo que la comunidad reconoce que hicimos, con nuestro desempeño.

¿Cómo se reconoce y cómo nos retribuye?

En otras palabras, nuestro desempeño es algo personal, pero nuestro éxito concierne a todos.

Para nosotros, este fue un gran cambio porque al definir el éxito como una medida colectiva, provista por la comunidad, lo volvimos cuantificable pues hay múltiples datos que conciernen a la comunidad.

Vamos a la escuela, hacemos ejercicio y practicamos porque creemos que el desempeño conduce al éxito.

Pero al explorar un poco nos dimos cuenta de que el desempeño y el éxito no tienen nada en común y no resuelven el problema.

Déjenme explicarles.

Él es el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt.

Gana casi todas las competencias en las que participa.

Sabemos que es el más rápido porque tenemos un cronómetro que mide su velocidad.

Lo interesante es que cuando gana no lo hace con una gran ventaja.

Como máximo, corre 1 % más rápido que el que pierde.

No solo es que corra 1 % más rápido que el segundo, tampoco corre diez veces más rápido que yo.

Y no soy buen corredor, créanme.


(Risas)
Cada vez que medimos el desempeño vemos algo muy interesante.

El desempeño tiene limitantes.

Es decir que el desempeño humano no tiene grandes variaciones.

Solo varía muy poco y necesitamos un cronómetro para medir las diferencias.

No pretendo decir que no veamos lo bueno de los mejores, pero es muy difícil identificar a los mejores.

El problema es que la mayoría de nosotros trabajamos en áreas donde no tenemos un cronómetro para medir nuestro desempeño.

El desempeño tiene limitantes.

Si hablamos de desempeño, no hay grandes diferencias entre nosotros.

¿Qué hay del éxito?

Cambiemos de tema y hablemos de libros.

Una forma de medir el éxito de un escritor es con el número de personas que los leen.

Cuando publiqué mi último libro en 2009 estaba en Europa con mi editor y me interesaba saber quién era la competencia.

Eran de los grandes.

Esa semana…


(Risas)
Dan Brown publicó «El símbolo perdido» y también publicaron «La última canción» de Nicholas Sparks.

Si solo miran la lista pueden ver que, en cuanto a desempeño, casi no hay diferencia entre esos libros y el mío.

¿Cierto?

Si el equipo de Nicholas Sparks se esforzaba un poco más, pudo ser el número uno, pues quien obtuvo el primer puesto lo hizo casi por accidente.

Así que pensé en revisar los números, después de todo, son datos.

Veamos las ventas de Nicholas Sparks.

Resulta que ese fin de semana de estreno Nicholas Sparks vendió más de 100 000 copias, lo cual es impresionante.

Se podría estar entre los mejores de los best-seller de The New York Times vendiendo 10 000 copias por semana.

Así que vendió diez veces más de lo necesario para ser el número uno.

Sin embargo, no lo fue.

¿Por qué?

Porque Dan Brown vendió 1,2 millones de copias ese fin de semana.


(Risas)
Este número me gusta porque nos muestra que, en realidad, el éxito no tiene límites.

El primero no supera al segundo solo por un poco, sino que hay una gran diferencia porque el éxito es una medida colectiva.

Es algo que damos, en lugar de ganarlo con nuestro desempeño.

Vimos que el desempeño, o lo que hacemos, tiene sus límites, pero el éxito, que es colectivo, no los tiene.

Eso hace que me pregunte cómo es que existen estas grandes diferencias en el éxito cuando las diferencias en el desempeño son tan mínimas.

Recientemente publiqué un libro que se enfoca en esa cuestión.

No tengo mucho tiempo para hablar de todo así que regresaré a la otra pregunta:

¿Cuándo deberíamos de tener éxito?

Recordemos a esa persona que arruina las fiestas.

¿Por qué Einstein hizo esa ridícula declaración de que solo antes de los 30 podemos ser creativos?

Porque miró a su alrededor y vio a grandes físicos que crearon la mecánica cuántica y la física moderna y que tenían entre 20 y 30 años.

Y no es el único.

No solo es un sesgo de observación.

Hay todo un campo de Genius Research que ha documentado el hecho de que si prestamos atención a quienes admiramos del pasado y vemos a qué edad hicieron su mayor contribución, ya sea en música, ciencia, o ingeniería, la mayoría lo hicieron a los 20, los 30 o máximo los 40.

Pero esta investigación tiene un problema.

Primero que nada, nos dio la impresión de que la creatividad se relaciona con la juventud.

Eso duele,

¿cierto?


(Risas)
También tiene un margen de error porque solo toma en cuenta a genios y no a científicos comunes.

Tampoco a nosotros para preguntar si es verdad que la creatividad se desvanece al envejecer.

Es justo lo que intentamos hacer, lo cual es importante para que hayan referencias.

Veamos a un científico común, como yo.

Veamos mi carrera.

Estos son todos los artículos que he publicado, desde el primero en 1989, aún estaba en Rumania cuando lo hice, hasta el de este año.

De manera vertical pueden ver su impacto con el número de citaciones.

Es decir, cuántos artículos han citado este trabajo.

Si nos fijamos en eso podemos ver que mi carrera tiene tres diferentes etapas.

Están los primeros diez años en los que trabajaba mucho sin conseguir demasiado.

Al parecer, a nadie le importaba mi trabajo,

¿cierto?

No hubo gran impacto.


(Risas)
En ese entonces, me dedicaba a la ciencia de materiales y después descubrí las redes e hice publicaciones sobre el tema.

De ahí fue éxito tras éxito.

Se sintió muy bien.

Fue esa etapa de mi carrera.


(Risas)
La cuestión es,

¿qué sucede ahora?

No lo sabemos, porque no ha pasado suficiente tiempo para determinar el impacto que tendrán.

Eso toma tiempo.

Si vemos los datos pareciera que Einstein y Genius Research tienen razón y ya no estoy en el mejor momento.


(Risas)
Así que quisimos descifrar cómo es que esto sucede, primero en la ciencia.

Para que no hubiera un sesgo de selección, al fijarnos solo en genios terminamos reconstruyendo la carrera de cada científico desde 1900 hasta la fecha para encontrar la cúspide de todos los científicos.

Tal vez ganaron un premio Nobel o tal vez no lo hicieron o nadie sabe de su trabajo, incluso el mejor de ellos.

Esto es lo que ven aquí.

Cada línea es una carrera y el punto azul en cada carrera muestra su mayor éxito.

La cuestión es,

¿cuándo hicieron su mayor descubrimiento?

Para medir eso nos fijamos en las probabilidades de hacer su mayor descubrimiento.

Tal vez en uno, dos, tres o diez años de carrera.

No nos fijamos en la edad real.

Nos fijamos en lo que llamamos edad académica.

La edad académica empieza con las primeras publicaciones.

Sé que algunos de Uds.

aún son bebés.


(Risas)
Analicemos la probabilidad de publicar su mejor artículo.

Aquí vemos que Genius Research está en lo correcto.

La mayoría de los científicos suelen publicar su mejor artículo en los primeros 10 o 15 años de su carrera profesional, para venirse abajo después.

Sucede tan rápido que estoy por…

llevo 30 años de carrera profesional, y las probabilidades de que publique un artículo que tenga un mayor impacto de lo que he hecho anteriormente son menores al 1 %.

Estoy en esa etapa profesional, de acuerdo con esta información.

Pero hay un problema.

No hemos hecho un control apropiado.

Esto se haría preguntándonos

¿cómo sería un científico que contribuye aleatoriamente a la ciencia?

¿Cuál es su nivel de productividad?

¿Cuándo escriben artículos?

Medimos la productividad y sorprendentemente, la productividad o la posibilidad de escribir un artículo en su primer, décimo o veinteavo año es equivalente a la posibilidad de que este tenga éxito en ese momento de su carrera profesional.

En pocas palabras, después de muchos estudios, solo hay una explicación para ello.

En realidad, por la forma de trabajar de los científicos, cada artículo que escribamos, cada proyecto que hagamos tiene exactamente la misma posibilidad de ser nuestro mejor trabajo.

Es decir que el descubrimiento es como un boleto de lotería.

Mientras más boletos compremos más oportunidades tendremos.

Resulta que así sucede.

La mayoría de los científicos compra la mayoría de sus boletos en sus primeros 10 o 15 años de carrera.

Y después, su productividad disminuye.

Ya no compran boletos de lotería.

Así que pareciera que no son creativos, cuando en realidad, dejaron de intentar.

Cuando combinamos la información, la conclusión es muy simple.

El éxito puede llegar en cualquier momento.

Puede llegar con el primer o con el último artículo de su carrera.

Es algo completamente aleatorio en el espacio de proyectos.

Lo que cambia es la productividad.

Permítanme explicarles.

Él es Frank Wilczek, quien obtuvo el Premio Nobel en Física por el primer artículo que escribió estando en el último año de su carrera.


(Risas)
Aún más interesante, él es John Fenn.

Lo expulsaron de Yale a los 70 años.

Cerraron su laboratorio, y fue entonces cuando se fue a la universidad de Commonwealth Virginia, y abrió otro laboratorio.

Fue ahí, a sus 72 años, que publicó un artículo por el cual, 15 años después, ganó el Premio Nobel de Química.

Seguro pensarán, bueno, la ciencia es algo especial, pero qué hay de las otras áreas en las que se debe ser creativo.

Permítanme darles otro ejemplo: el emprendimiento.

Silicon Valley, es la tierra de la juventud,

¿cierto?

Es cierto que si nos fijamos podemos ver que los mejores premios, como los premios TechCrunch, entre otros, los reciben personas con una edad promedio entre finales de los 20 y principios de los 30.

Si vemos quiénes reciben financiamientos, de algunas de las más grandes empresas, todas son personas de apenas 30 años.

Ya sabemos que en Silicon Valley se cree que la juventud se relaciona con el éxito.

Los datos dicen lo contrario, pues no solo se trata de crear compañías.

Crear una compañía es seguir intentando, como con la productividad.

Cuando vemos quiénes en realidad crearon una compañía y un camino exitoso.

Recientemente, algunos compañeros se fijaron en esa pregunta.

Y resulta que sí, quienes tienen entre 20 y 30 años crearon un gran número de compañías, pero la mayoría quebraron.

Si nos fijamos en los caminos exitosos, lo que se ve en este caso en particular, es que mientras más edad tengas más probabilidades tienes de lograrlo o de crear una compañía exitosa.

Esto es tan serio que, en realidad, con 50 años de edad, se tiene el doble de probabilidades de formar un camino exitoso, que con 30 años de edad.


(Aplausos)
Al final de cuentas,

¿qué es lo que vemos en realidad?

Vemos que la creatividad no tiene edad.

La productividad sí,

¿cierto?

Lo que me dice que, al fin de cuentas, si seguimos intentando…


(Risas)

aún podemos tener éxito una y otra vez.

Mi conclusión es muy simple.

Al bajar del escenario regreso al laboratorio.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/albert_laszlo_barabasi_the_real_relationship_between_your_age_and_your_chance_of_success/

 

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