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Lawrence Lessig: Nosotros, el Pueblo, y la República debemos reclamar – Charla TED2013

Charla «Lawrence Lessig: Nosotros, el Pueblo, y la República debemos reclamar» de TED2013 en español.

Hay una corrupción en el corazón de la política estadounidense, causada por la dependencia financiera de los candidatos al Congreso de un puñado de ciudadanos. Ese es el argumento central de esta charla incómoda del especialista legal Lawrence Lessig. Con una pirotecnia visual muestra cómo el proceso de financiación debilita a la República en su esencia, y hace una proclama bipartidista que resonará en muchos en los EE.UU. y más allá.

  • Autor/a de la charla: Lawrence Lessig
  • Fecha de grabación: 2013-02-27
  • Fecha de publicación: 2013-04-03
  • Duración de «Lawrence Lessig: Nosotros, el Pueblo, y la República debemos reclamar»: 1099 segundos

 

Traducción de «Lawrence Lessig: Nosotros, el Pueblo, y la República debemos reclamar» en español.

Había una vez, un lugar llamado Lesterlandia.

Lesterlandia se parece mucho a Estados Unidos.

Como Estados Unidos, tiene 311 millones de habitantes, y entre esos 311 millones de habitantes, hay 144 000 que se llaman Lester.

Si Matt está en el público, tomé eso prestado, lo devuelvo en un segundo, este personaje de tu serie.

Hay 144 000 con nombre Lester, es decir que un 0,05 % se llama Lester.

Los Lesters, en Lesterlandia, tienen un poder extraordinario.

En cada turno electoral hay dos elecciones en Lesterlandia.

Una es la elección general.

La otra es la elección de Lester.

En una elección general votan los ciudadanos pero en la elección de Lester, votan los Lesters.

Este es el truco.

Para participar en la elección general, tienes que tener mucho éxito en la elección de Lester.

No necesariamente hay que ganar, pero sí tener mucho éxito.

Ahora,

¿qué tal anda la democracia en Lesterlandia?

En primer lugar podemos decir como dijo la Suprema Corte en Ciudadanos Unidos, que la gente tiene la influencia final sobre los funcionarios electos, porque, después de todo, hay una elección general, pero solo después que los Lesters hayan hecho lo suyo con los candidatos que deseen participar en la elección general.

En segundo lugar, obviamente, esta dependencia de los Lesters producirá una tendencia sutil, subestimada, que podríamos llamar camuflada para mantener felices a los Lesters.

Bien, tenemos una democracia, no hay dudas, pero depende de los Lesters y depende de las personas.

Hay un conflicto de dependencias, podríamos llamarlas dependencias en conflicto, en función de quiénes sean los Lesters.

Bien.

Eso es Lesterlandia.

Ahora hay cosas que quiero que vean, ya descripta Lesterlandia.

En primer lugar, Estados Unidos es Lesterlandia.

Estados Unidos es Lesterlandia.

Estados Unidos tiene ese aspecto, tiene dos elecciones, una que llamamos la elección general, y la otra que debemos llamar la elección del dinero.

En la elección general votan los ciudadanos, si uno tiene más de 18 años, en algunos estados si uno tiene ID.

En la elección del dinero votan los financiadores.

Votan los financiadores, como en Lesterlandia.

El truco es, para llegar a la elección general, uno debe tener mucho éxito en la elección del dinero.

No necesariamente hay que ganar.

Este es Jerry Brown.

Pero tienes que tener mucho éxito.

Esta es la clave: hay tan pocos financiadores relevantes en EE.UU.

como Lesters en Lesterlandia.

Dirán,

¿en serio?

¿Realmente 0,05 %?

Bueno, según las estadísticas de 2010: 0,26 % de EE.UU.

donó USD 200 o más a los candidatos federales, 0,05 % donó la suma máxima a los candidatos federales, 0,01 % —el uno por ciento del uno por ciento— donó USD 10 000 o más a los candidatos federales, y en este ciclo electoral, mi estadística favorita, el 0,000042 % —quienes hicieron el cálculo, saben que son 132 estadounidenses— donaron 60 % del presupuesto electoral en el ciclo que acaba de terminar.

Como abogado veo estos números y me parece justo decir que los financiadores relevantes de EE.UU.

son el 0,05 %.

En este sentido, los financiadores son los Lesters.

¿Qué podemos decir de la democracia en EE.UU.?

Bueno, como dijo la Corte Suprema de Ciudadanos Unidos, podríamos decir, claro, que la gente tiene la influencia final sobre los funcionarios electos.

Tenemos una elección general pero solo después que los financiadores hacen lo suyo con los candidatos que desean participar en esa elección general.

En segundo lugar, obviamente, esta dependencia de los financiadores genera una tendencia sutil, subestimada, camuflada, para dejar felices a los financiadores.

Candidatos al Congreso y miembros del Congreso pasan entre un 30 % y un 70 % de su tiempo recaudando dinero para volver al Congreso o para lograr que su partido vuelva al poder, y la pregunta que debemos hacernos es:

¿qué los lleva a hacer eso?

¿Qué lleva a estas personas a pasar detrás del teléfono, llamando a personas que no conocen, a una mínima fracción del uno por ciento?

Como haría cualquier persona, como lo hacen ellos, desarrollan un sexto sentido, una conciencia constante, de cómo lo que hacen podría afectar su capacidad de recaudar dinero.

Se vuelven, en palabras de «Los expedientes X», metamórficos, dado que cambian de opinión todo el tiempo a la luz de lo que saben les ayudará a recaudar dinero, no en escala 1 a 10, sino en escala 11 a 1000.

Leslie Byrne, demócrata de Virginia, describe que cuando fue al Congreso, un colega le dijo: «Siempre inclínate hacia lo verde».

Para que quede claro, continuó, «Él no era un ambientalista».


(Risas)
Así que aquí tenemos una democracia, una democracia que depende de los financiadores y depende de las personas, dependencias en pugna, dependencias en conflicto potencial según quienes sean los financiadores.

Bueno, Estados Unidos es Lesterlandia, en primer lugar.

En segundo lugar.

Estados Unidos es peor que Lesterlandia, peor que Lesterlandia porque uno imagina que en Lesterlandia si nosotros los Lesters recibimos una carta del gobierno que dice: «Oye, tienes que elegir quién participará en las elecciones generales», quizá pensáramos en una aristocracia de los Lesters.

Que hay Lesters en cada sector de la sociedad.

Que hay Lesters ricos, Lesters pobres, Lesters negros, Lesters blancos, no muchos Lesters mujeres, pero dejemos eso a un lado por un segundo.

Tenemos Lesters de todas partes.

Podríamos pensar: «

¿Qué podríamos hacer para mejorar Lesterlandia?

»

¿Sería posible al menos que los Lesters procuraran el bien de Lesterlandia?

Pero en nuestra tierra, en esta tierra, en EE.UU., seguramente hay Lesters de buen corazón por allí, muchos entre los aquí presentes hoy, pero la gran mayoría de los Lesters, actúan para los Lesters, porque las coaliciones mutantes que componen el 0,05 % no lo componen para el interés público.

Es para el interés privado.

En este sentido, EE.UU.

es peor que Lesterlandia.

Y, finalmente, el tercer punto: Lo que uno quiera decir sobre Lesterlandia, contra el contexto histórico, sus tradiciones, en nuestra tierra, en EE.UU., en Lesterlandia hay corrupción, corrupción.

Ahora, por corrupción no digo dinero en efectivo en bolsas entregadas a los miembros del Congreso.

No digo corrupción en el sentido de Rod Blagojevich.

No hablo de actos criminales.

La corrupción de la que hablo es perfectamente legal.

Es una corrupción referente a los constituyentes de la república.

Los constituyentes nos dieron lo que llamaron república, pero por república entendían una democracia representativa, por democracia representativa, entendían un gobierno como lo expresó Madison en El Federalista 52, que tiene una rama que dependiera solo de las personas.

Este es el modelo de gobierno.

Tienen a las personas y al gobierno con esta dependencia exclusiva, pero el problema aquí es que el Congreso ha desarrollado una dependencia diferente ya no solo de la gente sino cada vez más de los financiadores.

Ahora, también es una dependencia pero que entra en conflicto con la dependencia solo del pueblo en tanto que los financiadores no son el pueblo.

Eso es corrupción.

Y hay buenas y malas noticias de esta corrupción.

Una buena es que es bipartidista, hay corrupción equiprobable.

Bloquea a la izquierda en una serie de temas que a la izquierda realmente nos importan.

Bloque a la derecha también, porque hace los argumentos de principios de la derecha cada vez más imposibles.

La derecha quiere gobiernos más pequeños.

Cuando Al Gore era vicepresidente, su equipo quería desregular una porción significativa de las telecomunicaciones.

El jefe de bancada llevó esta idea a Capitol Hill, y cuando vino con la respuesta la respuesta fue: «¡Ni loco! Si desregulamos a estos muchachos, «

¿cómo vamos a conseguir dinero de ellos?

» Es un sistema diseñado para salvar el statu quo, incluso el statu quo de un gobierno grande e invasivo.

Esto va en contra de la izquierda y de la derecha, y que, podría decirse, es una buena noticia.

Pero esta es la mala noticia.

Es una corrupción patológica, que destruye la democracia porque en cualquier sistema en el que los miembros dependan de una ínfima parte de la población para su elección, o sea que una ínfima parte de la población una parte de la población muy pequeña, puede bloquear la reforma.

Lo sé.

Debí haber puesto una piedra o algo así.

Solo encontré queso.

Lo siento.

Ahí lo tienen.

Bloquean la reforma.

Porque es la economía, una economía de las influencias, una economía manejada por grupos de presión que se alimenta de la polarización.

Se alimenta de la disfunción.

Cuanto peor sea para nosotros, mejor es para esta recaudación de fondos.

Henry David Thoreau: «Hay miles podando las ramas del árbol del mal por cada uno que asesta golpes a la raíz».

Esta es la raíz.

Ahora, cada uno de nosotros lo sabe.

Uds.

no estarían aquí si no supieran esto, pero lo ignoran.

Uds.

lo ignoran.

Este es un problema imposible.

Uds.

se centran en problemas posibles como erradicar la polio del mundo, o de capturar imágenes de cada calle del planeta, o de construir el primer traductor universal, o de construir una fábrica de fusión en el garaje.

Estos son problemas manejables, por eso ignoran…


(Risas)

(Aplausos)
por eso ignoran esta corrupción.

Pero ya no podemos seguir ignorando esta corrupción.


(Aplausos)
Necesitamos un gobierno que funcione.

Y no que funcione para la izquierda o la derecha, sino para la izquierda y la derecha, para ciudadanos de izquierda y derecha, porque no habrá reforma sensata posible hasta que terminemos esta corrupción.

Quiero que tomen un tema que sea de su interés.

El mío es el cambio climático, pero puede ser la reforma financiera o un sistema impositivo más simple, o la desigualdad.

Tomen ese tema, pónganlo frente a Uds., mírenlo a los ojos y díganle que este año no habrá Navidad.

Que ya no habrá más Navidad.

Ese tema de Uds.

no se resolverá hasta que resolvamos este tema primero.

Y no es que mi tema sea el más importante.

No lo es.

El de Uds.

es el más importante, pero el mío es el primer tema, el tema a resolver antes de resolver los temas de su interés.

No hay reforma sensata y no podemos permitirnos un mundo, un futuro, sin una reforma sensata.

Bien.

¿Cómo la hacemos?

El análisis resulta sencillo, fácil.

Si el problema es el tiempo que los parlamentarios dedican a recaudar fondos de una ínfima parte de la población, la solución es que hagamos que dediquen menos tiempo a eso y que recauden fondos de una porción más grande, diversificar las fuentes, diversificar la influencia de la financiación para volver a la idea de la dependencia solo de la gente.

Y hacer esto no requiere una enmienda constitucional, no hay que cambiar la Primera Enmienda.

Hacer esto requeriría un estatuto simple, que establezca lo que pensamos de las elecciones financiadas por pocos; un estatuto de campañas financiadas por los ciudadanos y hay varias propuestas en danza: la ley de Elecciones Justas Ahora, la ley de Anticorrupción en EE.UU.

una idea que en mi libro llamo el Proyecto Grant y Franklin: darle vales a la gente para financiar elecciones, una idea de John Sarbanes llamada Ley de Democracia de las Bases.

Cualquiera de ellas resolvería esta corrupción diluyendo la influencia de financiación entre toda la población.

El análisis es muy fácil.

Lo difícil, casi imposible, es la política porque esta reforma restaría poder a K Street, y a Capitol Hill, como el congresista Jim Cooper, demócrata de Tennessee, lo dijo, se ha convertido en un negocio de K Street, un negocio de K Street.

Los congresistas, el personal y los burócratas piensan cada vez más en un modelo de negocio, un modelo de negocios centrado en su vida después del gobierno sus vidas como grupos de presión.

El 50 % del Senado entre 1998 y 2004 cesó para ser grupo de presión, y el 42 % del Congreso.

Esos números no han dejado de aumentar y según cálculos de United Republic del pasado abril, el incremento salarial medio de quienes ellos dieron seguimiento fue del 1452 % Entonces cabe preguntarse,

¿cómo pueden cambiar esto?

Entiendo el escepticismo.

Entiendo el cinismo.

Entiendo el sentimiento de imposibilidad.

Pero no me lo creo.

Este tema tiene solución.

Si piensan en los temas que nuestros padres intentaban resolver en el siglo XX, temas como racismo, sexismo, o el tema que hemos combatido en este siglo, la homofobia, esos son temas difíciles.

Uno no despierta un día y ya no existe el racismo.

Lleva generaciones quitar esa intuición, ese ADN, del alma de las personas.

Pero este es solo un problema de incentivos.

Se cambia el incentivo y cambia el comportamiento y los estados que se financian con pocas personas de la noche a la mañana cambian esa práctica.

Cuando Connecticut adoptó este sistema, en el primer año, 78 % de los representantes electos abandonaron las grandes contribuciones y tomaron solo pequeñas contribuciones.

Tiene solución, no por ser demócrata, o por ser republicano.

Tiene solución por ser ciudadanos, ciudadanos, por ser TEDicianos.

Porque si quieren dar un impulso a la reforma, yo puedo darle impulso a la reforma por la mitad del precio con el que se soluciona la política energética yo podría devolverles una república.

Bien.

Pero incluso si todavía no están de mi lado incluso si creen que es imposible, lo que aprendí en los 5 años desde que hablé en TED, como lo he dicho una y otra vez, incluso si creen que es imposible, es irrelevante.

Irrelevante.

Una vez hablaba en Dartmouth, y una mujer se puso de pie después de mi charla firmé el libro y ella me dijo: «Profesor, me ha convencido de que no hay esperanza.

No hay nada que hacer».

Cuando dijo eso, me conmovió.

Traté de pensar, «

¿cómo responder a esa desesperanza?

¿Qué es esa sensación de desesperanza?

» Y lo que me impactó fue una imagen de mi hijo de seis años.

Imaginé que un médico me decía: «Tu hijo tiene cáncer terminal de cerebro, y no hay nada que hacer.

Nada que puedas hacer».

¿No haría nada?

¿Sencillamente me sentaría allí?

¿Lo aceptaría?

¿No haría nada?

Me voy a construir Google Glass.

Claro que no.

Haría todo lo posible y haría todo lo posible porque de eso se trata el amor.

Las probabilidades son algo irrelevante.

Uno hace todo lo posible, pese a las probabilidades.

Y luego vi el vínculo obvio, porque incluso los progresistas amamos a este país.


(Risas)
Por eso cuando los expertos y los políticos dicen que el cambio es imposible, el amor por el país responde: «Eso es irrelevante».

Perdemos algo querido, algo que todos los presentes amamos y cuidamos.

Para no perder esta república, actuamos así haciendo lo posible para demostrar que los expertos se equivocan.

Entonces, les pregunto:

¿Sienten ese amor?

¿Sienten ese amor?

Si lo sienten,

¿qué diablos están haciendo al respecto?

Cuando Ben Franklin vino de la convención constitucional en septiembre de 1787, una mujer lo detuvo en la calle y le dijo: «Sr.

Franklin,

¿qué ha forjado?

» Franklin dijo: «Una república, señora, manténgala».

Una república.

Una democracia representativa.

Un gobierno que solo dependía del pueblo.

Hemos perdido esa república.

Todos tenemos que actuar para recuperarla.

Muchas gracias.


(Aplausos)
Gracias.

Gracias.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/lawrence_lessig_we_the_people_and_the_republic_we_must_reclaim/

 

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