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Charla «Lee Hotz: Dentro de una máquina de tiempo antártica» de TEDGlobal 2010 en español.
El columnista de ciencia Lee Hotz describe un proyecto excepcional de WAIS Divide, Antártida, donde un equipo tenaz está perforando en busca de hielo de diez mil años para extraer datos vitales sobre nuestro clima cambiante.
- Autor/a de la charla: Robert Lee Hotz
- Fecha de grabación: 2010-07-14
- Fecha de publicación: 2010-08-24
- Duración de «Lee Hotz: Dentro de una máquina de tiempo antártica»: 585 segundos
Traducción de «Lee Hotz: Dentro de una máquina de tiempo antártica» en español.
Acompáñenme a la parte más austral del mundo, la Antártida, la zona más alta, seca, ventosa, y, sí, la más fría de la Tierra…
Más árida que el Sahara y, en partes, más fría que Marte.
El hielo antártico brilla con una luz tan deslumbrante que ciega los ojos sin protección.
Los primeros exploradores se frotaban cocaína en los ojos para calmar el dolor.
El peso del hielo es tal que todo el continente se hunde bajo el nivel del mar, bajo su propio peso.
Sin embargo, el hielo antártico es un calendario del cambio climático.
Registra el aumento y el descenso anuales de gases de efecto invernadero y de temperaturas anteriores al inicio de la última edad de hielo.
Ningún otro lugar de la Tierra nos ofrece un registro tan perfecto.
Y aquí, los científicos están perforando el pasado de nuestro planeta para encontrar pistas sobre el futuro del cambio climático.
En enero pasado viajé a un lugar llamado WAIS Divide a unos 960 kms del Polo Sur.
Muchos dicen que es el mejor lugar del planeta para estudiar la historia del cambio climático.
Allí, unos 45 científicos de la Universidad de Wisconsin, el Instituto de Investigación del Desierto de Nevada y otros han estado trabajando para responder una pregunta esencial respecto del calentamiento global.
¿Cuál es la relación exacta entre los niveles de gases de efecto invernadero y las temperaturas del planeta?
Es un trabajo urgente.
Sabemos que las temperaturas están aumentando.
El pasado mayo fue el más caluroso de la historia en todo el mundo.
Y sabemos que los niveles de gases de efecto invernadero van en aumento también.
Lo que no sabemos es el impacto exacto, preciso, e inmediato de estos cambios en los patrones climáticos naturales…
vientos, corrientes oceánicas, tasas de precipitación, formación de nubes, cosas que influyen en la salud y el bienestar de miles de millones de personas.
Todo el campamento, todo el equipamiento, fue transportado 1400 kms desde la estación McMurdo, la principal base de suministro de EE.
UU.
en la costa antártica.
No obstante, WAIS Divide en sí es un círculo de tiendas de campaña en la nieve.
En las ventiscas de nieve el equipo cuelga cuerdas entre las tiendas para que la gente pueda ir a salvo hasta la casa de hielo más cercana y hasta la dependencia más cercana.
Nieva tan copiosamente allí que las instalaciones quedan enterradas casi de inmediato.
De hecho, los investigadores eligieron este sitio porque el hielo y la nieve se acumulan aquí 10 veces más rápido que en cualquier otro lugar de la Antártida.
Deben cavar para salir todos los días, lo que se convierte en una exótica y gélida rutina.
(Risas)
Pero bajo la superficie, hay un hervidero de actividad industrial en torno a un montaje de perforación de 8 millones de dólares.
Periódicamente, esta perforadora, como una aguja de biopsia, se hunde a miles de metros de profundidad en el hielo para extraer una selección de gases e isótopos para su análisis.
10 veces al día extraen el cilindro de 3 metros de largo de cristales de hielo comprimido que contienen aire puro y trazas químicas que deja la nieve, estación tras estación desde hace miles de años.
Es realmente una máquina del tiempo.
En el pico de actividad a principios de este año, los investigadores bajaron la perforadora unos 30 metros más profundo en el hielo cada día y otros 365 años más profundo en el pasado.
Periódicamente, retiran un cilindro de hielo, como guardabosques que quitan un cartucho de escopeta usado del tambor de una perforadora.
Lo inspeccionan en busca de grietas daños de perforación, astillas, esquirlas.
Más importante aún, lo preparan para su inspección y análisis en 27 laboratorios independientes en Estados Unidos y Europa que examinarán 40 trazas químicas diferentes relacionadas con el clima, algunas en partes en 1000 billones.
Sí, lo dije con B, billones.
Cortan los cilindros en secciones de 90 cms para facilitar el manejo y envío a estos laboratorios, a unos 13.000 kms del sitio de perforación.
Cada cilindro es un «helado» de tiempo.
Este hielo se formó como nieve hace 15.800 años cuando nuestros antepasados se estaban embadurnando con pintura y analizando la tecnología radicalmente nueva del alfabeto.
Bañado en luz polarizada y cortado en sección transversal, este hielo ancestral se revela como un mosaico de colores.
Cada uno muestra cómo las condiciones de profundidad en el hielo han afectado al material a profundidades donde la presión puede llegar a 1,6 Kg por mm2.
Cada año, comienza con un copo de nieve, y cavando en la nieve fresca, podemos ver cómo este proceso está en curso hoy en día.
Este muro de nieve virgen, a la luz del sol, muestra las estrías de nieve de invierno y verano, capa sobre capa.
Cada tormenta recorre la atmósfera, limpiando el polvo, el hollín, y las trazas químicas, depositándolos en la capa de nieve año tras año, milenio tras milenio, creando una suerte de tabla periódica de los elementos que en este momento tiene un espesor de más de 3 kms.
A partir de esto podemos detectar una cantidad extraordinaria de cosas.
Podemos ver calcio de los desiertos del mundo, hollín de incendios lejanos, metano como un indicador de un monzón del Pacífico, todos acarreados por los vientos desde latitudes más cálidas hasta este remoto y gélido lugar.
Más importante aún, estos cilindros y esta nieve atrapan aire.
Cada cilindro contiene cerca del 10% de aire ancestral, es una cápsula de tiempo prístino de gases de efecto invernadero…
dióxido de carbono, metano, óxido nitroso…
todo inalterado desde el día en que se formó la nieve y cayó por primera vez.
Y este es el objeto de su estudio.
Pero,
¿no sabemos ya lo necesario sobre los gases de efecto invernadero?
¿Por qué tenemos que seguir estudiando esto?
¿No sabemos ya cómo afectan a las temperaturas?
¿No conocemos ya las consecuencias del cambio climático en nuestra civilización estable?
La verdad es que solo se conocen las líneas generales, y lo que no se entiende completamente no se puede arreglar como corresponde.
De hecho, corremos el riesgo de empeorar las cosas.
Pensemos en el esfuerzo ambiental internacional más exitoso del siglo XX, el Protocolo de Montreal, en el que las naciones del mundo se unieron para proteger al planeta de los efectos nocivos de los químicos que destruyen el ozono que se usaban en ese momento en acondicionadores de aire, refrigeradores y otros aparatos de refrigeración.
Prohibimos esos químicos, y los reemplazamos, sin saberlo, por otras sustancias que, molécula por molécula, son cien veces más potentes como gases de efecto invernadero que atrapan calor que el dióxido de carbono.
Este proceso requiere precauciones extraordinarias.
Los científicos deben asegurarse de que el hielo no esté contaminado.
Además, en este viaje de 13.000 kms, tienen que asegurarse de que este hielo no se derrita.
Imaginen malabares con bolas de nieve a través de los trópicos.
De hecho, tienen que asegurarse de que este hielo nunca se caliente a más de unos 20 grados bajo cero, de lo contrario, los gases clave contenidos en él se disiparían.
Así, en el lugar más frío de la Tierra, trabajan dentro de un refrigerador.
Mientras manipulan el hielo, de hecho, dejan calentando un par de guantes en un horno así cuando sus guantes de trabajo se congelan y sus dedos se ponen rígidos pueden ponerse un par nuevo.
Trabajan contrarreloj y contra el termómetro.
Hasta el momento han empacado unos 1.300 metros de núcleos de hielo para enviar a Estados Unidos.
La temporada pasada, los transportaron a mano por el hielo a las aeronaves en espera.
La Guardia Nacional Aérea 109a transportó el último envío de hielo hasta la costa antártica donde fue embarcado en un buque de carga, enviado a través de los trópicos a California, descargado, puesto en un camión, y conducido a través del desierto al Laboratorio Nacional de Núcleos de Hielo en Denver, Colorado, donde, mientras hablamos, los científicos están cortando este material para muestras, para análisis, para distribuirlas a los laboratorios de todo el país y de Europa.
La Antártida fue la última zona virgen de este planeta…
el ángulo muerto en nuestra visión expansionista del mundo.
Los primeros exploradores navegaron por el borde del mapa, y encontraron un lugar donde las leyes normales de tiempo y temperatura parecen suspenderse.
Aquí, el hielo parece una presencia viva.
El viento que roza contra él le da voz.
Es la voz de la experiencia.
Es la voz que deberíamos atender.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/lee_hotz_inside_an_antarctic_time_machine/