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Charla «Lee Smolin: Cómo la ciencia se parece a la democracia» de TED2003 en español.
El físico Lee Smolin habla acerca de cómo funciona la comunidad científica. Según él, «debatimos y discutimos tanto como podemos», pero todos aceptan que la próxima generación de científicos decidirá quién tiene la razón.
- Autor/a de la charla: Lee Smolin
- Fecha de grabación: 2003-02-02
- Fecha de publicación: 2008-11-10
- Duración de «Lee Smolin: Cómo la ciencia se parece a la democracia»: 745 segundos
Traducción de «Lee Smolin: Cómo la ciencia se parece a la democracia» en español.
Hace unos tres años yo estaba en Londres y alguien llamado Howard Burton me buscó y me dijo: «Represento a un grupo de personas y deseamos crear un instituto de física teórica Tenemos unos 120 millones de dólares y queremos hacerlo bien.
Queremos tener presencia en los cuatro campos de vanguardia, y queremos hacerlo de manera diferente.
Deseamos dejar atrás eso de que los jóvenes tengan todas las ideas pero los viejos todo el poder y decidan qué tipo de ciencia se lleva a cabo.
Tardé unos 25 segundos en decidir que era una buena idea.
Tres años después inauguramos el Instituto Perimeter de Física Teórica en Waterloo, Ontario.
Es el trabajo más emocionante que he tenido.
Y es la primera vez que he temido ausentarme de un trabajo y perderme todo lo que sucederá durante mi semana aquí.
(Risas)
En todo caso, aprovecharé el poco tiempo que tengo para hacer un breve recorrido por algunas de las cosas sobre las que hablamos y pensamos.
Pensamos mucho en lo que hace que la ciencia realmente funcione.
Lo primero que dice cualquiera que conozca la ciencia y haya estado involucrado en ella es que lo que nos enseñan en la escuela como método científico es incorrecto.
No hay un método.
Por otro lado, de alguna forma logramos razonar juntos, como comunidad, a partir de pruebas incompletas, hasta alcanzar conclusiones en las que todos compartimos.
Y esto es algo que una sociedad democrática también debe hacer.
¿Así que cómo funciona? Mi opinión es que funciona porque los científicos forman una comunidad vinculada por una ética.
Y estos son algunos de sus principios éticos.
No los voy a leer todos porque hoy no vengo como profesor, hoy vengo a entretenerles y asombrarles.
(Risas)
Uno de los principios es que todos los miembros de la comunidad argumentan y debaten tanto como pueden a favor de lo que creen.
Y a todos nos une la disciplina de saber que las únicas personas que van a decidir si uno está en lo correcto, o si lo está alguien más, son las personas de nuestra comunidad en la siguiente generación, dentro de 30 o 50 años.
Es esta combinación de respeto por la tradición y la comunidad a las que pertenecemos, y la rebelión que la comunidad requiere para avanzar, lo que hace que la ciencia funcione.
Y creo que participar en el proceso de una comunidad que a partir de evidencias compartidas razona hasta alcanzar conclusiones, nos da una lección acerca de la democracia.
No solo hay una relación entre la ética de la ciencia y la ética de ser un ciudadano en una democracia, sino que históricamente ha habido una relación entre cómo piensan las personas el espacio y el tiempo y qué es el cosmos, y cómo piensan las personas acerca de la sociedad en la que viven.
Quiero hablar acerca de tres etapas en esa evolución.
La primera ciencia de la cosmología que ya parecía ciencia, fue la ciencia aristotélica, y era jerárquica.
La Tierra está en el centro, luego hay unas esferas cristalinas donde están el Sol, la Luna, los planetas, y finalmente la esfera celeste, donde están las estrellas.
Todo en este universo tiene su lugar.
Y la ley del movimiento de Aristóteles afirmaba que todo se dirige a su lugar natural, lo cual era, por supuesto, la norma en la sociedad en que vivía Aristóteles y, más importante, en la sociedad medieval que a través del Cristianismo adoptó el aristotelismo y le dio su bendición.
La idea es que ya todo está definido.
El lugar de cada cosa se define al respecto de esta última esfera, la esfera celeste fuera de la cual está el reino eterno y perfecto donde vive Dios, que es el juez último de todo.
Así que a la vez eso es la cosmología aristotélica y, en cierto sentido, la sociedad medieval.
Luego, en el siglo XVII hubo una revolución en la manera de pensar el espacio, el tiempo y el movimiento, con Newton.
Al mismo tiempo John Locke y sus colaboradores emprendieron una revolución en el pensamiento social.
Y estuvieron muy íntimamente relacionadas.
De hecho, Newton y Locke fueron amigos.
Su manera de pensar el espacio y el tiempo y el movimiento, por un lado, y la sociedad por otro lado, estaban íntimamente relacionadas.
Permítanme mostrarles.
En un universo newtoniano no hay centro — gracias.
Hay partículas que se mueven de un lado a otro con respecto a un marco fijo, absoluto, de espacio y tiempo.
Tiene sentido decir de manera absoluta dónde está algo en el espacio, pues eso es definir, no con respecto al lugar dónde están otras cosas, sino con respecto a esta noción absoluta del espacio que para Newton era Dios.
De la misma manera, en la sociedad de Locke hay individuos que tienen ciertos derechos, propiedades en un sentido formal, y se les define con respecto a unas nociones absolutas, y abstractas de derechos, justicia y otras, que son independientes de todo lo demás que ocurre en la sociedad, de quien más forme parte de ella, de la historia y otras cosas.
También hay un observador omnisciente que lo sabe todo: Dios.
Y que en cierto sentido está fuera del universo, porque no desempeña ningún papel en lo que sucede, aunque en cierto sentido está en todas partes, porque el espacio es la manera de que Dios sepa dónde está todo, según Newton ¿no es cierto? Estos son los fundamentos de lo que tradicionalmente se ha denominado teoría política liberal y física newtoniana.
Luego, en el siglo XX vivimos una revolución que comenzó a principios de siglo XX y que todavía estamos experimentando.
Comenzó con la invención de la teoría de la relatividad y de la teoría cuántica.
Y su culminación es unificarlas para crear la teoría cuántica definitiva del espacio, el tiempo y la gravedad, lo que está ocurriendo ahora mismo.
Y en este universo no hay nada fijo ni absoluto.
Nada de nada.
Este universo se describe como una red de relaciones.
El espacio es solo un aspecto, por lo que es absurdo decir, en sentido absoluto, dónde hay algo.
Su lugar solo existe de manera relativa a todo lo existente.
Y esta red de relaciones siempre está evolucionando.
Por eso lo llamamos un universo relacional.
Todas las propiedades de las cosas tienen que ver con estos tipos de relaciones.
Además, si estamos embebidos en una red de relaciones como esa, nuestra visión del mundo dependerá de la información que nos llegue a través de la red de relaciones.
Aquí no hay lugar para un observador omnisciente ni una inteligencia exterior que lo conozca todo y lo haga todo.
Esto es relatividad general, esto es teoría cuántica.
Y también, si les preguntan a expertos en leyes, son las bases de nuevas ideas en teoría del derecho.
Están pensando acerca de las mismas cosas.
Es más, frecuentemente hacen analogías con la teoría de la relatividad y la cosmología.
Ahí está dándose una discusión interesante.
Esta última concepción de la cosmología es la denominada relacional.
Su lema principal es que no hay nada fuera del universo, lo que significa que no hay lugar para poner la explicación de algo afuera.
Y en un universo relacional como este, si uno se topa con algo ordenado y estructurado, como este dispositivo, o aquel otro, o algo hermoso, como todos los seres vivos, o todos los chicos aquí presentes — por cierto, en física «chicos» es un término genérico: hombres y mujeres.
(Risas)
Entonces uno quiere conocer, uno es una persona y quiere saber cómo está hecho todo.
En un universo relacional, la única explicación posible es: de algún modo se hizo a sí mismo.
Debe haber mecanismos de autoorganización dentro del universo encargados de hacer las cosas.
Porque no hay lugar para poner un creador afuera, como sí lo había en el universo aristotélico y en el newtoniano.
Un universo relacional debe tener procesos de autoorganización.
Darwin nos enseñó que existen procesos de autoorganización suficientes para explicarnos a nosotros mismos y todo lo que vemos.
Es decir, funciona.
Y más aún, si uno piensa en cómo funciona la selección natural, resulta que la selección natural solo tendría sentido en un universo relacional.
Es decir, la selección natural opera sobre propiedades como la adaptabilidad, que tienen que ver con las relaciones entre unas especies y otras.
Darwin no tendría sentido en un universo aristotélico, y en realidad tampoco tendría sentido en un universo newtoniano.
Una teoría de la biología basada en la selección natural requiere una noción relacional de cuáles son las propiedades de los sistemas biológicos.
Y si lo llevamos a sus últimas consecuencias, realmente donde más sentido tiene es en un universo relacional en el que todas las propiedades son relacionales.
Es más, Einstein nos enseñó que la gravedad es el resultado de que el mundo sea relacional.
De no ser por la gravedad no habría vida, la gravedad hace que las estrellas se formen y vivan por mucho tiempo, manteniendo partes del mundo, como la superficie de la Tierra, lejos del equilibrio térmico por miles de millones de años para que pueda evolucionar la vida.
En el siglo XX, experimentamos el desarrollo independiente de dos grandes temas en ciencia.
En las ciencias biológicas se han explorado las implicaciones de la noción de que el orden, la complejidad y la estructura emergen de manera autoorganizada.
Ese fue el triunfo del neodarwinismo.
Y la idea se está filtrando lentamente a las ciencias cognitivas, las ciencias humanas, la economía, etc.
Al mismo tiempo, nosotros los físicos hemos estado ocupados tratando de comprender y ampliar e integrar los descubrimientos de la teoría cuántica y la relatividad.
Y lo que realmente hemos estado elaborando son las implicaciones de la idea de que el universo esté compuesto por relaciones.
La ciencia del siglo XXI estará orientada por la integración de estas dos ideas: por un lado, el triunfo de las maneras relacionales de pensar el mundo; y la autoorganización, o las maneras darwinianas de pensar el mundo, por otro lado.
Además, a lo largo del siglo XXI nuestro pensamiento acerca del espacio, el tiempo, la cosmología y también acerca de la sociedad, continuarán evolucionando.
Y lo hacen hacia la unión de estas dos grandes ideas: el darwinismo y el relacionalismo.
Entonces, si piensan la democracia desde esta perspectiva, una nueva noción pluralista de la democracia reconocería que existen muchos intereses diferentes, muchas agendas diferentes, muchos individuos diferentes, muchos puntos de vista diferentes.
Y cada uno es incompleto, porque estamos embebidos en una red de relaciones.
Cada participante en una democracia está embebido en una red de relaciones.
Y cada uno entiende algunas cosas mejor que otras, y por eso constantemente nos damos empujones y estiramos y aflojamos.
Eso es la política.
Y la política, en el sentido ideal, es la manera en que continuamente nos ocupamos de nuestra red de relaciones con el fin de alcanzar una vida mejor y una sociedad mejor.
Y también pienso que la ciencia nunca dejará de existir — terminaré con esto.
(Risas)
Ya terminé.
La ciencia nunca dejará de existir.
https://www.ted.com/talks/lee_smolin_science_and_democracy/