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Charla «Lo que es ser padre en una zona de guerra» de TEDxManchester en español.
¿Cómo protegen los padres a sus hijos y los ayudan a sentirse seguros de nuevo cuando sus casas son destrozadas por la guerra? En esta acogedora charla, la psicóloga Aala El-Khani comparte su trabajo apoyando y aprendiendo de las familias refugiadas afectadas por la guerra civil en Siria. Ella pregunta: ¿Cómo podemos ayudar a estos amorosos padres a dar a sus hijos la paternidad cálida y segura que más necesitan?
- Autor/a de la charla: Aala El-Khani
- Fecha de grabación: 2016-02-14
- Fecha de publicación: 2017-02-10
- Duración de «Lo que es ser padre en una zona de guerra»: 856 segundos
Traducción de «Lo que es ser padre en una zona de guerra» en español.
En todo el mundo, más de 1500 millones de personas experimentan conflicto armado.
En respuesta, las personas son forzadas a irse de su país, dejando más de 15 millones de refugiados.
Los niños sin duda alguna, son las víctimas más inocentes y vulnerables no solo por aquellos peligros físicos que son obvios, sino por los efectos tácitos que las guerras provocan en sus familias.
Las experiencias de la guerra dejan a los niños en un alto riesgo real por la aparición de problemas emocionales y del comportamiento.
Los niños como podemos imaginar, se sentirán preocupados, amenazados y en riesgo.
Pero hay buenas noticias.
La calidad del cuidado que los niños reciben en sus familias puede tener un efecto más significativo en su bienestar que las experiencias reales de la guerra a las que han estado expuestos.
De hecho los niños pueden ser protegidos por una crianza cálida y segura durante y después del conflicto.
En 2011, ingresé al primer año como estudiante de doctorado en la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Manchester.
Como muchos de Uds.
aquí, vi la crisis en Siria desplegarse delante de mí en la TV.
Mi familia es originaria de Siria, y en poco tiempo, perdí varios miembros de la familia de una manera terrible.
Me sentaba y reuniría con mi familia a ver la TV.
Todos hemos visto esas escenas: bombas destruyendo edificios, caos, destrucción, y gente gritando y corriendo.
Siempre fue la gente que gritaba y corría la que realmente me preocupaba, especialmente aquellos niños con aspecto aterrorizado.
Yo era en ese entonces madre dos niños típicamente preguntones.
De cinco y seis años de edad, a una edad en la que típicamente hacían muchas y muchas preguntas, y esperaban respuestas reales y convincentes.
Así que comencé a preguntarme cómo podría ser cuidar a mis hijos en una zona de guerra y en un campo de refugiados.
¿Cambiarían mis hijos? ¿Perderían el brillo y la felicidad los ojos de mi hija? ¿Mi hijo tranquilo y despreocupado se volvería temeroso y retraído? ¿Cómo lo enfrentaría? ¿Yo cambiaría? Como psicólogos y entrenadores de padres, sabemos que preparar a los padres con habilidades para cuidar a sus hijos puede tener un gran efecto en su bienestar, y lo llamamos entrenamiento para padres.
La pregunta que tenía era, ¿podrían los programas de formación para padres, ser útiles para las familias mientras que estaban en zonas de guerra o campamentos de refugiados? ¿Podríamos llegar a ellos con asesorías o entrenamiento que les ayudara a cruzar esos problema? Así que me acerqué a mi supervisora de doctorado, profesora Rachel Calam, para usar mis habilidades para hacer algún cambio en el mundo real.
No estaba muy segura qué exactamente quería hacer.
Ella escuchó con atención y paciencia, y luego para mi alegría, dijo: «Si eso es lo que quieres hacer, y significa mucho para Ud., entonces hagámoslo.
Busquemos formas de probar que los programas para padres pueden ser útil para las familias en estos contextos».
Durante los últimos cinco años, mis colegas y yo, la profesora Calam y el Dr.
Kim Cartwright, hemos trabajado en modos de apoyar a las familias que han experimentado guerra y desplazamiento.
Para saber cómo ayudar a las familias que han pasado por conflictos y apoyar a sus hijos, el primer paso debe obviamente ser preguntarles con qué están luchando, ¿verdad? Quiero decir, parece obvio.
Pero a menudo aquellos que son más vulnerables, y que intentamos apoyar, a los que de hecho no les preguntamos ¿Cuántas veces hemos asumido que sabemos exactamente lo que va a ayudar a alguien o algo sin realmente preguntarles primero? Así que viajé a los campos de refugiados en Siria y en Turquía, Y me senté con las familias y escuché.
Escuché sus retos de ser padres, escuché sus luchas de ser padres, y escuché su llamada de ayuda.
Y a veces eso se detuvo, todo lo que podía hacer era agarrarles las manos y unirme a ellos en llanto y oración silenciosos.
Me contaron sobre sus dificultades me contaron sobre las duras condiciones del campamento de refugiados que hacía difícil enfocarse en algo que no fueran las tareas prácticas como recoger agua limpia.
Me contaron cómo vieron a sus hijos irse, la tristeza, la depresión, la ira, mojar la cama, chuparse el pulgar, miedo a ruidos fuertes, miedo a pesadillas, muy aterradoras pesadillas.
Estas familias habían pasado por lo que veíamos en la televisión.
Las madres, casi la mitad de ellas eran ahora viudas de guerra, o no sabían si sus maridos estaban muertos o vivos, describían cómo se sentían, y malamente enfrentaban su situación.
Vieron a sus hijos cambiar y no tenían ni idea de cómo ayudarlos.
No sabían cómo responder las preguntas de sus hijos.
Lo que me pareció increíblemente asombroso y motivacional fue que estas familias estaban tan motivadas en apoyar a sus hijos.
A pesar de todos los desafíos a los que hacían frente, estaban tratando de ayudar a sus hijos.
Estaban intentando buscar apoyo de los trabajadores de las ONG, de maestros en campos de refugiados, de médicos profesionales, y de otros padres.
Una madre que conocí solo había estado en un campamento durante cuatro días, y ya había hecho dos intentos en busca de ayuda para su hija de ocho años que tenía terribles pesadillas.
Pero tristemente, estos intentos son casi siempre inútiles.
Los doctores del campo de refugiados, cuando están disponibles, están casi siempre muy ocupados, o no tienen el conocimiento o el tiempo para brindar apoyo básico a los padres.
Los maestros de campamentos de refugiados y otros padres son como ellos, parte de una nueva comunidad de refugiados que está luchando con nuevas necesidades.
Entonces empezamos a pensar.
¿Cómo podríamos ayudar a estas familias? Las familias estaban luchando con cosas más grandes que lo que podían manejar.
La crisis Siria dejó en claro cuán increíblemente imposible sería alcanzar a familias a nivel individual.
¿Cómo podríamos ayudarles? ¿Cómo llegaríamos a las familias a nivel de la población en general, con bajos costos en estos tiempos tan terribles? Después de horas de hablar con los trabajadores de las ONG, uno sugirió una idea fantástica e innovadora de distribuir folletos con información de crianza a través de envolturas de pan, envolturas de pan que se entregaban a familias en zonas de conflicto en Siria por los trabajadores humanitarios.
Así que eso es lo que hicimos.
Las envolturas de pan no han cambiado su apariencia en absoluto, excepto por la adición de dos pedazos de papel.
Uno era un folleto informativo para padres que tenía consejos e información básica que indicaba a los padres lo que podrían estar experimentando, y lo que su hijo podría estar experimentando.
Y la información sobre cómo podrían apoyarse ellos mismos y a sus hijos, tal como la de cómo pasar tiempo hablando con su hijo, mostrándoles más afecto, siendo más paciente con su niño, hablando con sus hijos.
La otra hoja era un cuestionario de retroalimentación, Y por supuesto, había un bolígrafo.
¿Sería esto una simple distribución de folletos, o sería un medio para entregar primeros auxilios psicológicos que proveerían una crianza segura, cálida y amorosa? Conseguimos distribuir 3.000 de ellos en solo una semana.
Lo que fue increíble fue alcanzar una tasa de respuesta del 60 %.
El 60 % de 3000 familias respondieron.
No sé cuántos investigadores tenemos aquí hoy, pero esa tasa de respuesta es fantástica.
Tener eso en Manchester sería un gran logro, y ni que decir en un área de conflicto en Siria, resaltando cuán importante es este tipo de mensajes para las familias.
Recuerdo lo emocionados que estuvimos en la devolución de los cuestionarios.
Las familias dejaron cientos de mensajes, increíblemente positivos y alentadores.
Pero mi favorito fue, «Gracias por no olvidarse de nosotros ni de nuestros hijos».
Esto realmente ilustra el potencial que significa dar servicios de primeros auxilios psicológicos a las familias, y obtener la retroalimentación también.
Imagínese reproducir esto usando otros medios tales como la distribución de leche para bebés, o kits de higiene femenina, o incluso en cestas de comida.
Pero no vayamos tan lejos, porque la crisis de refugiados es algo que está teniendo un efecto sobre cada uno de nosotros.
Estamos siendo bombardeados con imágenes de estadísticas y fotos diarias Y eso no es sorprendente, porque el mes pasado, más de un millón de refugiados llegó a Europa.
Un millón.
Los refugiados se están uniendo a nuestras comunidades, se han vuelto nuestros vecinos, Sus hijos asisten a las escuelas de nuestros niños.
Así que adaptamos el folleto para llegar a las necesidades de refugiados europeos, y los tenemos en línea, con acceso abierto, en áreas de alta afluencia de refugiados.
Por ejemplo la atención médica sueca lo subió en su sitio web, y en los primeros 45 minutos, fue descargado 343 veces, resaltando lo importante que es para voluntarios, profesionales y otros padres tener acceso abierto a mensajes de primeros auxilios psicológicos.
En 2013, estaba sentada en el suelo frío de una carpa de campamento de refugiados con las madres sentadas a mi alrededor mientras yo dirigía un grupo de sondeo.
A mi lado había un adulto mayor junto a ella una niña de alrededor de 13 años, con su cabeza recostada sobre las rodillas de la señora.
La niña se quedó callada durante todo el grupo de sondeo, no habló en lo absoluto, con sus rodillas se acurrucó contra su pecho.
Hacia el final del grupo de sondeo, y mientras yo agradecía a las madres por su tiempo, la anciana me miró mientras señalaba a la niña, y me dijo: «¿Puedes ayudarnos con…?» No estaba segura de lo que ella esperaba que yo hiciera, miré a la joven y sonreí, y en árabe dije: «Salaam alaikum.
¿Shu-ismak?» «¿Cuál es tu nombre?» Ella me miró muy confundida y con poco interés, pero luego dijo: «Halul».
Halul es el apodo para el nombre femenino árabe, Hala, y solo se usa para referirse a muchachas muy jóvenes.
En ese momento me di cuenta de que Hala quizá tenía más de 13 años.
Resulta que Hala era una madre de 25 años con tres niños pequeños.
Hala había sido una madre segura, brillante, animada y amorosa, con sus hijos, pero la guerra la había cambiado.
Ella vivió la experiencia de ver caer las bombas sobre su pueblo; había vivido entre explosiones.
Cuando los aviones de combate volaban alrededor de su edificio, lanzando bombas, sus hijos gritaban, aterrorizados por el ruido.
Desesperada, ella agarraba las almohadas y cubría los oídos de sus hijos para bloquear el ruido, todo el tiempo mientras ella gritaba.
Cuando llegaron al campamento de refugiados y ella sabía que finalmente estaban con cierta seguridad, ella se ensimismó actuando con su viejo yo de la infancia.
Ella rechazó completamente a su familia, a sus hijos, su marido.
Hala simplemente no podía soportar más.
Esta es una lucha de paternidad con un final muy duro, pero lamentablemente, no es raro.
Aquellos que experimentan un conflicto armado y desplazamiento enfrentarán serias luchas emocionales.
Y eso es algo con lo que todos podemos relacionarnos.
Si has pasado por un momento devastador en tu vida, si has perdido a alguien o algo que realmente te importa, ¿cómo podrías continuar enfrentándolo? ¿Podrías ser aún ser capaz de cuidarte a tí mismo y a tu familia? Dado que los primeros años de la vida de un niño son cruciales para una salud física y desarrollo emocional, y que 1500 millones de personas están experimentando conflicto armado, muchos de los cuales están ahora uniéndose a nuestras comunidades, no podemos darnos el lujo de dar la espalda a las necesidades de quienes experimentan la guerra y el desplazamiento.
Debemos priorizar las necesidades de estas familias, tanto en los desplazados internos como en los refugiados en todo el mundo.
Estas necesidades deben ser priorizadas por las ONG’s, los responsables políticos, la OMS, el ACNUR y cada uno de nosotros en nuestras áreas de impacto dentro de nuestra sociedad.
Cuando empecemos a reconocer las caras individuales del conflicto, cuando empecemos a notar esas complejas emociones en sus rostros, comenzaremos a verlos como seres humanos, también.
Empezaremos a ver las necesidades de estas familias, y estas son necesidades humanas reales.
Cuando se prioricen estas necesidades familiares, las intervenciones para niños en entornos humanitarios priorizarán y reconocerán el rol principal la familia en el apoyo a los niños.
La salud mental familiar será mostrada en todo lo alto en la agenda internacional y mundial.
Y los niños ingresarán cada vez menos a los sistemas de servicio social en los países de reasentamiento porque sus familias habrán tenido apoyo antes.
Y tendremos una mente más abierta, más acogedora, más cariñosa y más confiada en aquellos que se unen a nuestras comunidades.
Necesitamos parar las guerras.
Necesitamos construir un mundo donde niños puedan soñar con aviones lanzando regalos, y no bombas.
Hasta que detengamos los conflictos armados en todo el mundo, las familias seguirán siendo desplazadas, dejando a los niños vulnerables.
Pero al mejorar la crianza de los hijos y el apoyo al que los cuida, podemos debilitar el vínculo entre la guerra y las dificultades psicológicas en los niños y sus familias.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/aala_el_khani_what_it_s_like_to_be_a_parent_in_a_war_zone/