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Lo que la natación en aguas abiertas me enseñó sobre la resiliencia – Charla TED Talks India: Nayi Baat

Charla «Lo que la natación en aguas abiertas me enseñó sobre la resiliencia» de TED Talks India: Nayi Baat en español.

Sumérgete en las profundidades con la nadadora en aguas abiertas Bhakti Sharma, mientras comparte lo que aprendió sobre resiliencia durante su viaje personal desde el calor abrasador de Rajastán, India, hasta su récord de natación nadando en las heladas aguas de la Antártica y su valiente viaje atravesando el canal de la Mancha. «En mitad del océano, no hay dónde esconderse», dice Sharma.

  • Autor/a de la charla: Bhakti Sharma
  • Fecha de grabación: 2019-11-02
  • Fecha de publicación: 2019-11-04
  • Duración de «Lo que la natación en aguas abiertas me enseñó sobre la resiliencia»: 656 segundos

 

Traducción de «Lo que la natación en aguas abiertas me enseñó sobre la resiliencia» en español.

Shah Rukh Khan: Valentía, determinación y enfoque.

Estas son las cualidades que comparten los triunfadores.

Para estos corazones valientes, el fracaso no es una opción.

Lo que para nosotros es un mar invicto, para la siguiente invitada es el escenario perfecto para ella.

Vayamos directos a la historia de nuestra intrépida invitada, Bhakti Sharma, que está agitando las aguas en el mundo de la natación de larga distancia.

Bhakti Sharma.


(Aplausos)
Bhakti Sharma: Imagínense, en el calor abrasador de Rajastán, en una ardiente tarde de verano, una niña de dos años y medio viajando en moto con su madre sin saber a dónde se dirigen.

Y 20 minutos después, esa niña de dos años y medio se encuentra sumergida en el agua.

Sin darme cuenta, estaba pataleando, salpicando, gritando, tragando agua, agarrándome a mi madre con todas mis fuerzas.

Así es como aprendí a nadar.

Comencé natación en piscina con dos años y medio y natación en aguas abiertas con 14.

Le he dedicado 25 años de mi vida a este deporte, he nadado en los cinco océanos del mundo, he cruzado el canal de la Mancha, también conocido como el Monte Everest de la natación, y he establecido un récord mundial en las heladas aguas del océano Antártico.


(Aplausos)
Cuando le dedicas tanto tiempo a un deporte, deja de ser solamente eso y se convierte en un espejo.

Te muestra quién eres en realidad.

Ves que el temple como atleta no se mide solo el día de la carrera, sino todos los días.

Cuando el deporte te exige que te levantes a las 4:30 de la mañana, nades dos horas, vayas al colegio, vuelvas, nades otras tres horas, vuelvas a casa, cenes y a dormir.

Cuando ganas una medalla o estableces un récord mundial, este espejo muestra la felicidad que uno y sus seres queridos sienten, pero también refleja las lágrimas derramadas sola en el agua.

La natación en aguas abiertas es un deporte muy solitario.

He pasado horas mirando al océano infinito, aparentemente sin fondo, a mis pies, sin más compañía que mis propios pensamientos.

Por lo que no solo me he puesto a prueba como nadadora, sino también como ser humano que piensa, siente e imagina.

Tanto en mi primera prueba como nadadora de maratón, cuando decidí nadar 12 horas seguidas en una piscina, o cruzando el canal de la Mancha en 13 horas y 55 minutos.

Mientas estás nadando, no hablas, no escuchas muy bien, y tu visión se limita a lo que está en frente de ti o debajo.

Este aislamiento ha sido el regalo más grande de este deporte.

Al nadar en aguas abiertas, he llegado a conocerme como nunca pensé que sería posible.

Recuerdo que con 14 años, cuando salté al océano por primera vez, mientras nadaba las olas me levantaban y me hundían, y vi a la niña que hay en mí que disfruta estas aventuras.

Al cruzar el canal de la Mancha, tras haber nadado durante 10 horas, me quedé atascada en el mismo sitio una hora y media debido a las corrientes, entonces vi a la atleta fuerte y entregada que no quería decepcionar a sus padres o a su país.

En un maratón en aguas abiertas en Suiza, donde gané mi primera medalla de oro para India…


(Aplausos)
vi a la india orgullosa de mi interior.

Cruzando el canal de la Mancha de nuevo, esta vez a relevos con mi madre, sin saber que estábamos haciendo historia, vi a la hija protectora que solo quería ver a su madre cumplir sus propios sueños.

Y hace cuatro años, cuando salté al océano Antártico, con nada más que un bañador, gorro y gafas, pero con un espíritu inquebrantable vi a la luchadora que hay en mí.

Cuando salté en aquella agua helada, fui consciente de que había preparado mi cuerpo y mi mente para el frío, pero no estaba preparada para lo densa que era el agua.

Con cada brazada sentía que estaba nadando en aceite.

En los primeros cinco minutos, el pensamiento de rendirme me paralizó.

¿No sería maravilloso olvidarme de todo esto, subir al barco, darme una ducha bien caliente o envolverme en una manta?

Pero con ese pensamiento también vino una voz más fuerte, más determinada: «Sabes que puedes hacerlo, da una brazada más».

Así que levanté el brazo y di una brazada.

«Ahora una más».

Así que di una segunda y una tercera.

En la cuarta vi a un pingüino nadando bajo mi estómago.

Se puso a mi izquierda y empezó a nadar conmigo.

«

¿Ves?

El pingüino te está animando», dijo la voz interior.


(Aplausos)
Miré hacia mi gente en el barco.

Tenían la misma sonrisa en la cara que yo.

La misma sonrisa que todos tenemos cuando nos encontramos en una situación difícil y vemos un rayo de esperanza.

Lo vemos como una señal del destino y seguimos adelante.

Tal y como hice yo, y 41 minutos después establecí el récord mundial de distancia más larga nadada en el océano Antártico.


(Aplausos)
Imagínense, ni siquiera nieva en Rajastán.


(Risas)
Esa voz, que me ha acompañado en todas las situaciones difíciles mientras nadaba, jamás se habría manifestado si no hubiera pasado tanto tiempo sola o si no hubiera prestado atención a todos los pensamientos que me pasaban por la cabeza.

Cuando te encuentras sola en el océano, con tus pensamientos, los peligros a los que te enfrentas no son solo externos, como ballenas, tiburones, medusas o incluso gente que desmotiva.

Los demonios más peligrosos a los que te enfrentas son el miedo y la negatividad, que te dicen: «No eres tan buena.

Nunca llegarás a la otra orilla.

No has entrenado suficiente.

¿Y si fracasas?

¿Qué pensará la gente?

Seguro que todo el mundo está pensando lo lenta que eres».

Todos tenemos demonios interiores,

¿no?

En el día a día podemos escondernos de ellos, detrás del trabajo u otras distracciones.

Pero como dije, en mitad del océano no hay dónde esconderse.

Tengo que enfrentarme a mis demonios, igual que tengo que saborear el agua salada, sentir la irritación de mi piel y admitir que hay ballenas nadando a mi lado.

Lo odio y lo amo.

Lo odio porque este deporte me muestra un lado de mí que no quiero creer que existe.

El lado humano e imperfecto.

Como esa parte de mí que no puede salir de cama para ir a entrenar por las mañanas.

El lado que está tan agotado, tan cansado que solo quiere dejar de nadar.

Pero también lo amo, porque este deporte me ha dado momentos que recordar cuando me siento desmotivada.

Y me pongo de rodillas, porque me siento muy agradecida.

Muchos de Uds.

puede que no pasen horas nadando sin parar.

¿Pero con quién pasan la mayor parte del tiempo?

Puede que compartan su espacio con muchos otros, pero solo existe un compañero constante, que todos tienen: Uds.

mismos.

Y aun así, muchos nunca llegamos a conocernos de verdad.

Soy hija, india, nadadora, estudiante.

Pero soy mucho más.

Si no apuestan por Uds.

mismos, si no buscan un camino que les acerque más a Uds.

mismos, ningún «éxito» en la vida les traerá felicidad o satisfacción duradera.

Incluso hoy, cuando no puedo encontrar motivación o alegría en lo que hago, me pregunto: «

¿Esto es lo mejor que puedo hacer ahora?

» Y el significado de «lo mejor» cambia.

Algunos días significa no rendirse, seguir nadando en aguas heladas y establecer un récord mundial.

Pero muchos otros días, significa superar mis pensamientos depresivos, salir de casa y ser capaz de hacer las tareas diarias.

Lo que no cambia es esa voz interior.

Ese compás interno que me guía para ser mejor cada día.

Y creo que una vida exitosa de verdad es aquella en la que intentamos llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos cuando demos el último aliento.

Gracias.


(Aplausos)
SRK: Creo que el único deporte para el que no valgo es la natación…

Me hundo como una roca.

Así que estar al lado de la mejor nadadora del mundo me hace sentir un poco, si me permiten la broma, como pez fuera del agua.

Pero…

BS:
(Risas)
No iba con segundas, claro.

SRK:

¿Cuál es tu próximo objetivo como nadadora?

BS: Tengo miedo a la competición, así que,

¿qué mejor meta que aspirar a las olimpiadas?

Ya que ahora nadar en aguas abiertas es deporte olímpico.


(Aplausos)
Me dan escalofríos solo de decirlo.

Es una meta tan importante, que no quiero aceptar que me la he marcado de verdad, pero eso es lo emocionante.

Mi idea es que no importa si llego o no a las olimpiadas, ya que durante la preparación me habré convertido en mejor nadadora y mejor persona.

SRK: ‘Inshallah’, conseguirás ir a las olimpiadas.

Y quiero decirte que hay mucha gente viendo esto desde sus casas, y mucha gente te está mandando pensamientos positivos, así que, cuando vayas a las olimpiadas, imagínanos vestidos de pingüinos, nadando contigo y diciéndote: «Vamos, venga, Bhakti, sigue».

BS:

¿Serías mi pingüino personal?

SRK: Ahora soy tu pingüino.

Hubiera sido genial si hubieras dicho un tiburón, pero un pingüino…

BS: Las orcas son mi espíritu animal, pero puedes ser mi orca.


(Aplausos)
SRK: Damas y caballeros, Bhakti.

BS: Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/bhakti_sharma_what_open_water_swimming_taught_me_about_resilience/

 

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