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Lo que realmente está sucediendo en la frontera entre EE. UU. y México, y cómo podemos hacerlo mejor – Charla TED Salon Border Stories

Charla «Lo que realmente está sucediendo en la frontera entre EE. UU. y México, y cómo podemos hacerlo mejor» de TED Salon Border Stories en español.

En la frontera entre Estados Unidos y México, las políticas de detención prolongada y separación familiar han hecho que la búsqueda de asilo en los Estados Unidos sea difícil y peligrosa. En esta conversación cruda y sincera, la abogada de inmigración Erika Pinheiro ofrece un vistazo a su trabajo diario en ambos lados de la frontera y comparte algunas de las historias detrás de las estadísticas, incluida su propia historia de ser detenida y separada de su hijo. Es una llamada clara para recordar la humanidad que se ve afectada por la política, y una advertencia: «La historia nos muestra que la primera población en ser vilipendiada y despojada de sus derechos rara vez es la última», dice.

  • Autor/a de la charla: Erika Pinheiro
  • Fecha de grabación: 2019-09-10
  • Fecha de publicación: 2019-11-14
  • Duración de «Lo que realmente está sucediendo en la frontera entre EE. UU. y México, y cómo podemos hacerlo mejor»: 843 segundos

 

Traducción de «Lo que realmente está sucediendo en la frontera entre EE. UU. y México, y cómo podemos hacerlo mejor» en español.

Dos veces a la semana, conduzco desde mi casa cerca de Tijuana, México, atravesando la frontera de EE.

UU., hasta mi oficina en San Diego.

El marcado contraste entre la pobreza y desesperación en un lado de la frontera.

y la riqueza conspicua del otro siempre se siente perversa.

Pero lo qué hace que este contraste se sienta aún más es al pasar por el edificio al que los que trabajamos en la frontera no referimos sin cariño como el agujero negro.

El agujero negro es la Aduana y Protección Fronteriza, o instalación de CBP, en el puerto de entrada de San Ysidro, justo al lado de un centro comercial de lujo.

También es donde, en cualquier momento, probablemente haya 800 inmigrantes encerrados en celdas de hormigón, congeladas, sucias, debajo del edificio.

Arriba: bolsas de compras y frappuccinos.

Abajo: la realidad del sistema de inmigración de EE.

UU.

Y es donde, un día de septiembre de 2018, me encontré tratando de contactar a Anna, una mujer que CBP se había separado recientemente de su hijo de siete años.

Soy abogada de inmigración y el director de políticas y litigios de ‘Al Otro Lado’, Una organización binacional sin fines de lucro que ayuda a inmigrantes en ambos lados de la frontera Conocimos a Anna varias semanas antes en nuestra oficina de Tijuana, donde explicó que temía que ella y su hijo fueran asesinados en México.

Entonces la preparamos para el proceso de entregarse a CBP para pedir asilo.

Unos días después de que ella había ido al puerto de entrada para pedir ayuda, recibimos una llamada frenética de los miembros de su familia en EE.

UU.

diciéndonos que los funcionarios de CBP le habían quitado el hijo a Anna.

No es que esto deba importar, pero sabía que el hijo de Anna tenía necesidades especiales.

Una vez mas, esta noticia me llenó de pánico y amenaza que desafortunadamente se ha convertido en un sello distintivo de mi trabajo diario.

Tenía una autorización firmada para actuar como abogado de Anna, así que corrí al puerto de entrada para ver si podía hablar con mi cliente.

Los funcionarios de CBP no solo no me dejaron hablar con Anna, sino que ni siquiera me dijeron, si ella estaba allí.

Fui de supervisor en supervisor, rogando presentar evidencia de las necesidades especiales del hijo de Anna, pero nadie me habló sobre el caso.

Se sentía surrealista ver a los compradores pasear sin hacer nada lo que se sentía como una situación de vida o muerte.

Después de varias horas de estar bloqueada por la CBP, me marché.

Varios días después, encontré al hijo de Anna en el sistema de acogida.

Pero no supe lo que le había pasado a Anna hasta más de una semana después cuando apareció en un campo de detención a pocas millas al este.

Anna no tenía antecedentes penales, y siguió la ley cuando solicitó asilo.

Aún así, los funcionarios de inmigración la retuvieron por tres meses más, hasta que pudimos lograr su liberación y ayudarla a reunirse con su hijo.

La historia de Anna no es la única historia que podría contarles.

Está Mateo, un niño de 18 meses.

que fue arrancado de los brazos de su padre y enviado a un refugio del gobierno a miles de km de distancia, donde no pudieron bañarlo adecuadamente durante meses.

Ahí está Amadou un niño africano no acompañado, que estuvo recluido con adultos 28 días en las horribles instalaciones de CBP.

La más inquietante es María, una refugiada embarazada que pidió atención médica durante ocho horas.

antes de que abortara bajo la custodia de CBP.

Los funcionarios de CBP la retuvieron tres semanas más.

antes de enviarla de regreso a México, donde la obligaron a esperar meses para una audiencia de asilo en EE.

UU.

Ver estos horrores día tras día me ha cambiado.

Solía ser divertida en las fiestas, pero ahora, inevitablemente, me encuentro diciéndole a la gente sobre cómo nuestro gobierno tortura a los refugiados en la frontera y en los campos de detención.

La gente trata de cambiar de tema.

y felicitarme por el gran trabajo que hago para ayudar a personas como Anna.

Pero no sé cómo hacer que entiendan que a menos que comiencen a pelear, más duro de lo que nunca creyeron posible, no sabemos cuál de nosotros será el próximo en sufrir el destino de Anna.

Las separaciones masivas de Trump de familias de refugiados en la frontera sur sorprendió la conciencia del mundo y despertó a muchos a las crueldades del sistema de inmigración de EE.

UU.

Parece que hoy más involucrados que nunca en la lucha de los derechos de los inmigrantes.

Pero desafortunadamente, la situación no está mejorando.

Miles protestaron para terminar con las separaciones familiares, pero el gobierno todavía está separando familias.

Se han tomado más de 900 niños de sus padres.

desde junio de 2018.

Miles de niños refugiados más han sido tomados de sus abuelos, hermanos y otros miembros de la familia en la frontera.

Desde 2017 al menos dos docenas de personas han muerto bajo custodia de inmigración.

Y morirán más, incluidos niños.

Los abogados podemos y seguiremos presentando demandas para evitar que el gobierno brutalice a nuestros clientes, pero no podemos seguir jugando en los límites de la ley si queremos que los migrantes reciban un trato humano.

Esta administración les haría creer que tenemos que separar familias y tenemos que detener a niños, porque evitará que más refugiados lleguen a nuestras fronteras.

Pero sabemos que esto no es cierto.

De hecho, en 2019, la cantidad de detenciones en nuestra frontera sur en realidad ha subido Les decimos todos los días en la frontera, «Si buscan asilo en EE.

UU.

corren el riesgo de separación familiar, y corren el riesgo de ser detenidos indefinidamente».

Pero para muchos de ellos, la alternativa es aún peor.

Las personas buscan refugio en EE.

UU.

por muchas razones diferentes.

En Tijuana, nos hemos encontrado con refugiados de más de 50 países, que hablan 14 idiomas diferentes.

Nos encontramos con migrantes LGBT de todo el mundo que nunca han estado en un país en el que se sienten seguros.

Nos encontramos con mujeres de todo el mundo.

cuyos propios gobiernos se niegan a protegerlas de violencia doméstica brutal o normas sociales represivas.

Por supuesto, con familias centroamericanas que huyen de la violencia de pandillas.

Pero también con disidentes rusos, activistas venezolanos, cristianos de China, musulmanes de China, y miles y miles de otros refugiados que huyen de todo tipo de persecución y tortura.

Muchas de estas personas calificarían como refugiados bajo la definición legal internacional.

La Convención de Refugiados fue creada después de la Segunda Guerra Mundial.

para proteger a las personas que huyen de la persecución basado en su raza, religión, nacionalidad, opinión política o membresía en un grupo social particular.

Pero incluso los que serían refugiados bajo la definición internacional no van a ganar asilo en EE.

UU.

Y eso es porque desde 2017, los Procuradores Generales de EE.

UU.

han hecho cambios radicales en la ley de asilo, para asegurarse de que menos personas califiquen para protección en EE.

UU..

Estas leyes están dirigidas principalmente a centroamericanos y mantenerlos fuera del país, pero también afectan a otros tipos de refugiados.

El resultado es que EE.

UU.

frecuentemente deporta a refugiados.

a su persecución y muerte.

EE.

UU.

también está usando la detención para tratar de disuadir a los refugiados.

y dificultarles ganar sus casos.

Hoy, hay más de 55 000 inmigrantes detenidos en EE.

UU.

muchos en centros de detención remota, lejos de cualquier tipo de ayuda legal.

Y esto es muy importante, porque es una detención civil y no criminal, no hay un sistema de defensa pública, así que la mayoría de los inmigrantes detenidos no van a tener un abogado que lo ayude con sus casos.

Un inmigrante que tiene un abogado.

tiene hasta 10 veces más probabilidades de ganar su caso que uno que no lo tiene.

Y como han visto, odio ser portadora de malas noticias, pero la situación es aún peor para las familias de refugiados hoy de lo que fue durante la separación familiar.

Desde enero de 2019 EE.

UU.

ha implementado una política que obligó a más de 40 000 refugiados a esperar en México para audiencias de asilo en EE.

UU.

Estos refugiados, muchos de los cuales son familias, están atrapados en algunas de las ciudades más peligrosas del mundo, donde están siendo violados, secuestrados y extorsionados por grupos criminales.

Y si sobreviven el tiempo suficiente para llegar a su audiencia de asilo, menos del 1 % de ellos puede encontrar un abogado para ayudarlos con sus casos.

El gobierno de EE.

UU.

señalará las tasas de aprobación de asilo más bajas argumentando que estas personas no son realmente refugiados, cuando, de hecho, la ley de asilo de EE.

UU.

es una carrera de obstáculos diseñada para hacerlos fallar.

No todos los migrantes en la frontera son refugiados.

Me encuentro con muchos inmigrantes económicos.

Por ejemplo, las personas que quieren ir a trabajar a EE.

UU., para pagar facturas médicas de un padre o cuotas escolares para un niño en casa.

Cada vez más, también me encuentro con refugiados climáticos.

En particular, me encuentro con muchos centroamericanos indígenas que ya no pueden sostenerse cultivando, debido a la sequía catastrófica en la región.

Sabemos que hoy la gente está migrando debido al cambio climático, y que más lo hará en el futuro, pero simplemente no tenemos un sistema legal para lidiar con este tipo de migración.

Entonces, tendría sentido, para empezar, ampliar la definición de refugiado incluir a los refugiados climáticos, por ejemplo.

Pero los que estamos en condiciones de abogar por esto estamos muy ocupados demandando al gobierno para mantener las escasas protecciones legales que disfrutan los refugiados bajo la ley actual.

Y estamos agotados y es casi demasiado tarde para ayudar.

Y sabemos ahora que este no es el problema de EE.

UU.

Desde los brutales campos de detención en alta mar de Australia a la criminalización de la ayuda de Italia a los inmigrantes que se ahogan en el Mediterráneo los países del primer mundo han llegado a extremos mortales para evitar que los refugiados lleguen a nuestras costas.

Pero han hecho más que restringir la definición de refugiado.

Han creado sistemas legales paralelos de estilo fascista en el que los migrantes no tienen ninguno de los derechos que forman la base de una democracia, la supuesta fundación de los países en los que buscan refugio.

La historia nos muestra que el primer grupo ser vilipendiado y despojado de sus derechos rara vez es el último, y muchos estadounidenses y europeos parece aceptar un sistema legal opaco e injusto para los no ciudadanos, porque piensan que son inmunes.

Pero finalmente, estos ideales autoritarios se desangran y afectan a los ciudadanos también.

Aprendí esto de primera mano cuando el gobierno de EE.

UU.

me puso en una lista de vigilancia ilegal por mi trabajo ayudando a inmigrantes en la frontera.

Un día, en enero de 2019, estaba saliendo de mi oficina en San Diego y cruzando la frontera para volver a mi casa en México.

Los funcionarios mexicanos, aunque me habían dado una visa válida, me detuvieron y me dijeron que no podía entrar al país porque un gobierno extranjero había puesto una alerta de viaje en mi pasaporte, designándome como un riesgo de seguridad nacional.

Fui detenida e interrogada en una habitación sucia durante horas.

Rogué a los funcionarios mexicanos que me dejaran volver a México y recoger a mi hijo, que solo tenía 10 meses en ese momento.

Pero se negaron y en cambio, me entregaron a los funcionarios de CBP, donde me obligaron a regresar a EE.

UU.

Me tomó semanas obtener otra visa para poder regresar a México, y fui a la frontera con la visa en la mano.

Pero nuevamente, fui detenida e interrogada porque todavía había una alerta de viaje en mi pasaporte.

Poco después, documentos internos de CBP filtrados confirmaron que mi propio gobierno había sido cómplice al emitir esta alerta de viaje en mi contra.

Desde entonces, no he viajado a ningún otro país, porque me temo que voy a ser detenida y deportada de esos países también.

Estas restricciones de viaje, detenciones y separación de mi hijo pequeño son cosas que nunca pensé que experimentaría como ciudadana estadounidense, pero estoy lejos de ser la única persona criminalizada por ayudar a los inmigrantes.

EE.

UU.

y otros países han convertido en delito salvar vidas, y aquellos que simplemente estamos tratando de hacer nuestro trabajo nos vemos obligados a elegir entre nuestra humanidad y nuestra libertad.

Y lo que me desespera tanto es que todos Uds.

enfrentan la misma opción, pero aún no lo entienden Sé que hay buenas personas por ahí.

Las vi a miles en las calles protestando por la separación familiar.

Y eso ayudó en gran medida a poner fin a la política oficial.

Pero sabemos que el gobierno todavía está separando a los niños.

Y las cosas realmente están empeorando.

Hoy, el gobierno de EE.

UU.

está luchando por el derecho de detener indefinidamente a niños refugiados en campos de prisioneros.

Esto no ha terminado.

No podemos permitirnos adormecernos ni mirar hacia otro lado.

Quienes somos ciudadanos de países.

cuyas políticas causan detención, separación y muerte, necesitamos decidir muy rápidamente de qué lado estamos.

Necesitamos exigir que nuestras leyes respeten la dignidad inherente de todos los seres humanos, especialmente los refugiados que buscan ayuda en nuestras fronteras, pero incluyendo migrantes económicos y refugiados climáticos.

Necesitamos exigir que los refugiados reciban una oportunidad justa en busca de protección en nuestros países asegurando que tengan acceso a asesoría y creando tribunales independientes que no están sujetos a los caprichos políticos del presidente.

Sé que es abrumador y sé que esto suena a cliché, pero…

necesitamos llamar a nuestros representantes elegidos y exigir estos cambios.

Sé que has escuchado esto antes, pero ¿han hecho la llamada? Sabemos que estas llamadas marcan la diferencia.

Los sistemas de inmigración distópicos que se están construyendo en los países del primer mundo son una prueba a los ciudadanos para ver hasta dónde están dispuestos a dejar ir al gobierno en quitar los derechos de otras personas cuando creen que no les va a pasar a ellos.

Pero cuando dejas que el gobierno se lleve a los niños de la gente sin el debido proceso y detener a personas indefinidamente sin acceso al consejo, Están reprobando la prueba.

Lo qué les está pasando a los inmigrantes ahora es una vista previa de hacia dónde nos dirigimos todos si no actuamos.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/erika_pinheiro_what_s_really_happening_at_the_us_mexico_border_and_how_we_can_do_better/

 

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