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Los mayores riesgos que encaran las ciudades… y algunas soluciones – Charla TEDGlobal>NYC

Charla «Los mayores riesgos que encaran las ciudades… y algunas soluciones» de TEDGlobal>NYC en español.

Con fantásticos nuevos mapas que muestran representaciones interactivas de la fragilidad urbana, Robert Muggah articula una idea antigua pero vigente: las ciudades no deben ser solo un centro económico, deben también ser la base de nuestra vida política. Mientras desde Siria a Singapur hasta Seúl y más allá observa el mundo, Muggah comparte seis principios para construir ciudades más resilientes. «Las ciudades son donde el futuro llega primero. Son abiertas, creativas, dinámicas, democráticas, cosmopolitas, sexy», dice Muggah. «Son el antídoto perfecto para contrarrestar el nacionalismo reaccionario».

  • Autor/a de la charla: Robert Muggah
  • Fecha de grabación: 2017-09-20
  • Fecha de publicación: 2017-11-09
  • Duración de «Los mayores riesgos que encaran las ciudades… y algunas soluciones»: 1030 segundos

 

Traducción de «Los mayores riesgos que encaran las ciudades… y algunas soluciones» en español.

Aquí va una predicción: si encaminamos bien nuestras ciudades podremos sobrevivir al siglo XXI.

Si las encaminamos mal estamos acabados.

Las ciudades son el más extraordinario experimento en ingeniería social que los humanos hayamos inventado.

Si vives en una ciudad, incluyendo los barrios más pobres, que es donde vive el 20 % de la población urbana mundial, tiendes a ser más sano, más rico, a tener una mejor educación y vivir más que tus primos campesinos.

Hay una razón para que tres millones de personas se muden a la ciudad cada semana.

Las ciudades son donde el futuro llega primero.

Son abiertas, creativas, dinámicas, democráticas, cosmopolitas, son sexy.

Son el antídoto perfecto para el nacionalismo reaccionario.

Pero las ciudades tienen un lado oscuro.

Ocupan el 3 % de la superficie mundial, pero registran el 75 % de nuestro consumo energético y emiten el 80 % de los gases de efecto invernadero.

Cientos de miles de personas mueren en nuestras ciudades cada año por la violencia.

Y millones más mueren en accidentes automovilísticos y por la polución.

En Brasil, donde yo vivo, tenemos 25 de las 50 ciudades con más homicidios del planeta.

Y 1/4 de nuestras ciudades tiene escasez crónica de agua, en un país que tiene el 20 % de las reservas de agua conocidas.

Así que las ciudades tienen dos lados.

Parte del problema es que, excluyendo a pocas megaciudades de Occidente y el lejano Oriente, sabemos poco sobre las miles de ciudades de África, América Latina, Asia, que es donde ocurrirá el 90 % del crecimiento demográfico mundial.

¿Por qué esa brecha de conocimiento? Parte del problema es que aún vemos el mundo a través del lente de las naciones-estado.

Seguimos estancados en un paradigma del siglo XVII de una soberanía nacional provinciana.

Pero en el siglo XVII, cuando las naciones-estado tomaban fuerza, menos del 1 % de la población mundial residía en una ciudad.

Hoy es el 54 %.

Y para el 2050 será cerca del 70 %.

Así que el mundo ha cambiado.

Tenemos estas 193 naciones-estado, fácilmente, hay igual número de ciudades que pueden competir con ellas en poder e influencia.

Solo vean New York.

La Gran Manzana tiene 8.5 millones de personas y un presupuesto anual de USD 80 mil millones.

Su PIB es 1.5 billones, que la pone por encima de Argentina y Australia, Nigeria y Sudáfrica.

Con casi 40 000 policías su departamento de policía es uno de los más grandes del mundo.

Compite solo con las naciones más grandes.

Pero ciudades como Nueva York o São Paulo o Johannesburgo o Daca o Shanghái que tienen más peso económico, pero menos peso político.

Y eso tendrá que cambiar.

Las ciudades tienen que encontrar su voz política si queremos cambiar las cosas.

Ahora quiero hablarles sobre algunos riesgos que corren las ciudades, algunos megariesgos.

También voy a hablar, brevemente, de soluciones.

Para esto voy a usar una visualización de datos ideada por el CREATE Lab de Carnegie Mellon, por mi instituto y muchos otros.

Primero, quiero que imaginen al mundo sin naciones-estado, solo con ciudades.

Aquí ven cada ciudad con una población de 250 000 habitantes o más.

Sin entrar en detalles técnicos, mientras más rojo el círculo, más frágil la ciudad y mientras más azul, más resiliente.

La fragilidad ocurre cuando el contrato social deja de funcionar.

Y tendemos a ver una convergencia de múltiples riesgos: desigualdad de ingresos, pobreza, desempleo juvenil, diferentes aspectos de la violencia; e incluso sequías, ciclones y terremotos.

Ahora, obviamente, algunas ciudades son más frágiles que otras.

Las buenas noticias, si las hay, es que la fragilidad no es una condición permanente.

Algunas ciudades que estaban entre las más frágiles del mundo, como Bogotá en Colombia o Ciudad Juárez en México, ahora están más cerca del promedio nacional.

La mala noticia: la fragilidad se está acentuando, sobre todo en los lugares más vulnerables: África del Norte, el Medio Oriente, Asia del Sur y Central.

Allí vemos niveles de fragilidad que nunca antes habíamos visto.

Cuando las ciudades son muy frágiles pueden colapsar y fracasar.

Y cuando eso sucede tenemos formas explosivas de migración: refugiados.

Hoy en día hay más de 22 millones de refugiados en el mundo, más que en ninguna otra época desde la Segunda Guerra.

Ahora, no hay una sola crisis de refugiado, hay múltiples.

Y pese a lo que dicen las noticias, la mayoría de los refugiados no huyen de los países pobres a los ricos, se mueven de ciudades pobres a ciudades aún más pobres.

Con frecuencia a ciudades cercanas.

Cada punto del mapa representa una historia agonizante de lucha y supervivencia.

Pero hablaré brevemente de lo que no está en el mapa: los desplazados internos.

Hay más de 36 millones de personas desplazadas internamente en el mundo.

Gente que vive en condiciones similares a los refugiados sin recibir la equivalente protección y asistencia internacional.

Y para entender su situación quiero dirigirme a Siria.

Siria sufrió una de las peores sequías de su historia entre el 2007 y el 2010.

Más del 75 % de su agricultura y 85 % de su ganado se perdieron.

Más de un millón de personas se mudó a ciudades como Alepo, Damasco y Homs.

A medida que el precio de la comida subió, el descontento social subió.

Y cuando el régimen del presidente Asad empezó a desmoronarse hubo una explosión de refugiados.

También hubo más de 6 millones de desplazados internos, muchos de ellos se convirtieron en refugiados después.

Y no solo se mudaron a países vecinos como Jordania, Líbano o Turquía.

También fueron al norte, hacia Europa Occidental.

Más de 1.4 millones de sirios hicieron el peligroso viaje, a través del Mediterráneo y pasando por Turquía, para llegar principalmente a dos países: Alemania y Suecia.

Ahora, el cambio climático; no es solo la sequía.

El ascenso del nivel del mar es seguramente una de las amenazas más severas para las ciudades porque 2/3 de las ciudades del mundo son costeras.

Más de 1500 millones de personas viven en zonas costeras bajas e inundables.

Aquí el mapa muestra el ascenso del nivel del mar en relación con el cambio de temperatura.

Los científicos del clima predicen que veremos un ascenso de uno a nueve metros en este siglo.

Y no solo sufrirán las poco elevadas naciones-estado isleñas, como Kiribati o las Maldivas, las Salomón o Sri Lanka, que sí sufrirán, sino también ciudades masivas como Daca, Hong Kong, Shanghái.

Ciudades de 10, 20, 30 millones de personas o más van a ser literalmente borradas de la faz de la tierra.

Tendrán que adaptarse o morirán.

También quiero llevarlos a Occidente, porque este no es un problema solo de Asia, África o América Latina, es también un problema occidental.

Miami es una de las ciudades más ricas de EE.UU., y tiende a inundarse.

Esto fue dolorosamente evidente con los desastres naturales del 2017.

Pero Miami está construida sobre caliza porosa, sobre un pantano.

Una barrera contra las inundaciones no puede mantener afuera el agua.

Observando el Caribe y el Golfo vemos que las ciudades que más han sufrido con las crisis naturales, Puerto Príncipe, Nueva Orleans, Houston…

con lo severas que fueron las crisis eran solo un ensayo para lo que viene.

Ninguna ciudad es una isla.

Cada una está conectada con su contraparte rural en forma compleja, con frecuencia en relación a la producción de alimentos.

Quiero llevarlos al norte de la Amazonía, a Rondonia.

A uno de los mayores depósitos de carbono del mundo que procesa millones de carbono al año.

Aquí ven un mismo camino en un periodo de 30 años.

Los lados han sido despejados para pastizales y ganado, también para producir soja y azúcar.

Están viendo deforestación a una escala masiva.

El área roja implica una pérdida neta de bosque durante los últimos 14 años.

El azul, si lo pudieran ver, implicaría que ha habido una ganancia incremental.

Con lo deprimente que la situación es hay un poquito de esperanza.

El gobierno brasileño, a nivel nacional, estatal y municipal, ha introducido todo un rango de parques y áreas protegidas.

Y aunque no es perfecto, y no siempre limita las intrusiones, ha servido para detener la deforestación.

Lo mismo aplica en todas las Américas —EE.UU., Canadá— y todo el mundo.

Así que hablemos de soluciones.

Pese a la negación del cambio climático en los más altos niveles, las ciudades están actuando.

Cuando EE.UU.

se salió del Acuerdo Climático de París cientos de ciudades en EE.UU, y miles más alrededor del mundo, reforzaron sus compromisos climáticos.

(Aplausos) Cuando la Casa Blanca se endureció contra los «migrantes indocumentados» de las ciudades santuario, cientos de ciudades y estados desafiaron la orden y se rehusaron a cumplirla.

(Aplausos) Así que las ciudades actúan y pueden actuar.

Pero necesitamos ver más de eso, especialmente en el sur del globo.

Partes de África y América Latina se urbanizan antes de industrializarse.

Su población crece tres veces más que el promedio global.

Y esto pone una gran tensión en su infraestructura y servicios.

Hay una oportunidad dorada, pequeña, pero dorada, en los próximos 10 a 20 años para diseñar los principios de resiliencia en las ciudades.

No hay una sola manera de hacer esto, sino muchas maneras.

He hablado con cientos de planificadores urbanos, especialistas en desarrollo, arquitectos y activistas civiles y unos principios recurrentes siguen apareciendo.

Quiero contarles seis.

Primero: las ciudades necesitan un plan y una estrategia para implementarlo.

Suena loco, pero la mayoría de las ciudades no tiene un plan o visión.

Están ocupadas con lo diario y no piensan en el futuro estratégicamente.

Quiero decir, cada ciudad quiere ser creativa, feliz, habitable, resiliente, ¿quién no querría? El reto es cómo llegar allí.

Y la gobernanza urbana es clave.

Podemos seguir el ejemplo de Singapur.

En 1971 Singapur trazó una estrategia urbana para 50 años y la renueva cada cinco años.

Singapur nos enseña la importancia de la continuidad y el rol crítico de la autonomía y de la discreción.

Las ciudades necesitan el poder de emitir deuda, subir impuestos, delimitar zonas, construir viviendas asequibles.

Las ciudades necesitan una revolución de la devolución y para ello tendrán que renegociar los términos del contrato con las naciones-estado.

Segundo: hay que ser verdes.

Las ciudades ya lideran los esfuerzos globales de descarbonización, ya invierten en esquemas de tarifas de congestión, en reducción de emisiones, biodiversidad, parques, ciclovías, vías peatonales y todo lo demás.

Hay un increíble menú del cuál pueden elegir.

Algo grandioso: las ciudades están invirtiendo fuertemente en las energías renovables, sol y viento, en Norteamérica y, especialmente, en Europa y Asia.

Ahora hay más de 8000 ciudades en el mundo con plantas solares.

Hay 300 ciudades que han declarado autonomía energética total.

Una de mis historias favoritas viene de Medellín que invirtió en una planta hidroeléctrica que abastece a su localidad, y la ciudad vende el exceso energético a su país.

Y no está sola: hay miles de ciudades como esa.

Tercero: invertir en soluciones integradas y múltiples.

Las ciudades más exitosas son las que invierten en soluciones que resuelven múltiples problemas a la vez.

Veamos el caso del transporte público integrado.

Cuando se hacen bien —los buses, trenes ligeros, ciclovías, caminos peatonales y para botes—- pueden reducir dramáticamente las emisiones y la congestión.

Pero pueden hacer aún más: pueden mejorar la salud pública, pueden reducir la dispersión y hasta incrementar la seguridad.

Un gran ejemplo de esto viene de Seúl.

La población de Seúl se duplicó en los últimos 30 años, pero la huella ecológica sigue casi igual.

¿Cómo? Bueno, el 75 % de sus residentes va al trabajo en lo que ha sido descrito como uno de los mejores sistemas de transporte público.

Y Seúl solía ser un país de autos.

Cuarto: construir densamente, pero sosteniblemente.

La muerte de las ciudades es la expansión.

Las ciudades deben construir resiliente e inclusivamente.

Esto es Dallas-Fort Worth.

Su población también se duplicó en los últimos 30 años.

Como ven se expandió a los límites de la ciudad y suburbios.

Las ciudades deben saber cuándo no construir para no reproducir la expansión urbana y los barrios pobres.

El problema de Dallas-Fort Worth es que solo el 5 % de sus residentes va al trabajo en transporte público.

El 95 % usa autos por lo que es una de las ciudades de Norteamérica donde la gente se demora más en ir y venir del trabajo.

Singapur, en cambio, lo hizo bien.

Construyeron verticalmente y construyeron viviendas asequibles.

Quinto: robar.

Las ciudades más inteligentes roban, hurtan ideas por todos lados.

No tienen tiempo que perder; necesitan la tecnología de mañana hoy.

Y hacen de todo para conseguirla.

Esto es Nueva York, pero no solo Nueva York roba, también Singapur, Seúl, Medellín.

El renacimiento urbano solo se logrará cuando las ciudades se presten entre sí.

Y finalmente: trabajar en coaliciones globales.

Hay más de 200 coaliciones de ciudades en el mundo hoy.

Hay más coaliciones de ciudades que coaliciones de naciones-estado.

Miren al Parlamento Global de Alcaldes establecido por Ben Barber, quien guiaba un movimiento de derechos urbanos.

O consideren el C40, una maravillosa red de ciudades que ha reunido a miles para entregar energía limpia.

O al Foro Económico Mundial que desarrolla protocolos para ciudades inteligentes.

O la iniciativa ‘100 Ciudades Resilientes’ que lidera el resurgir de la resiliencia.

ICLEI, CGLU, Metrópolis, estos son los movimientos del futuro.

Ellos comprenden que cuando las ciudades trabajan juntas pueden amplificar su voz, no solo en el escenario nacional, sino en el global.

Y con la voz viene, potencialmente, un voto y tal vez hasta un veto.

Cuando las naciones-estado fallan en su soberanía nacional las ciudades deben liderar.

No pueden esperar y no necesitan pedir permiso.

Pueden ejercer su propia soberanía.

Ellas entienden que lo local y lo global se han unido, que vivimos en un mundo global-local y debemos ajustar nuestras políticas según eso.

Al viajar por el mundo y conocer a alcaldes y líderes cívicos me impresiona la energía, el entusiasmo y la eficacia que traen al trabajo.

Son pragmatistas, resuelven problemas, son paradiplomáticos.

Y en este momento de extraordinaria incertidumbre internacional, con las instituciones multilaterales paralizadas y las naciones-estado en retirada, las ciudades y sus líderes son nuestros nuevos visionarios del siglo XXI.

Se merecen —no, tienen el derecho— de sentarse a la mesa.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/robert_muggah_the_biggest_risks_facing_cities_and_some_solutions/

 

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