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Medicina urgente para la fiebre climática – Charla TEDSummit 2019

Charla «Medicina urgente para la fiebre climática» de TEDSummit 2019 en español.

Conforme calentamos el planeta de forma imprudente por culpa de los gases de efecto invernadero, algunas de las emisiones industriales producen partículas que reflejan los rayos del sol, lo que provoca que sepamos aún menos de lo que creíamos sobre el calentamiento global. La activista por el clima Kelly Wanser se pregunta: ¿podemos ingeniar formas de aprovechar este efecto y reducir aún más el calentamiento? Infórmate sobre las ventajas y los riesgos del «abrillantamiento de nubes» (y sobre cómo podría ayudar a devolverle la salud al clima).

  • Autor/a de la charla: Kelly Wanser
  • Fecha de grabación: 2019-07-20
  • Fecha de publicación: 2019-08-28
  • Duración de «Medicina urgente para la fiebre climática»: 889 segundos

 

Traducción de «Medicina urgente para la fiebre climática» en español.

Estoy aquí para hablarles de algo importante que quizás no sepan.

Los gobernantes del mundo están a punto de llevar a cabo, sin saberlo, un experimento en nuestro clima.

En 2020, habrá reglamentos para que los barcos reduzcan las emisiones de sulfuro limpiando sus chimeneas o utilizando un combustible más limpio.

Esta es una gran noticia para la salud humana, pero las partículas de sulfuro de los barcos también influyen en las nubes.

Esta es una imagen por satélite de nubes sobre la costa del Pacífico de EE.

UU.

Estas marcas en las nubes las crean las chimeneas de los barcos.

Los barcos emiten gases de efecto invernadero, que retienen el calor durante largos períodos de tiempo, y partículas como el sulfato, que se mezclan con las nubes y las hacen brillar más temporalmente.

Cuanto más brilla la nube, más luz refleja hacia el espacio, lo que enfría el clima.

Así que, de hecho, los humanos están haciendo dos experimentos accidentales en nuestro clima.

En el primero, se está aumentando la concentración de gases invernadero y calentando la Tierra de forma gradual.

Funciona un poco como la fiebre en el cuerpo humano.

Si hay poca, los efectos son leves; pero si la fiebre aumenta, el daño es más grave hasta llegar a ser devastador.

Es algo que estamos comprobando ahora.

En el segundo experimento planeamos eliminar unas partículas que abrillantan las nubes y nos protege del calentamiento.

El efecto es mayor en nubes como estas y los científicos esperan que la reducción de sulfuro de los barcos provoque un aumento apreciable del calentamiento global.

Vaya sorpresa, ¿eh? De hecho, la mayoría de emisiones tienen sulfitos que abrillantan las nubes: el carbón, el diesel, los incendios forestales…

Los científicos estiman que el efecto refrescante total de estas, a las que llaman aerosoles cuando están en el ambiente, puede ser el mismo que todo el calentamiento vivido hasta ahora.

Hay mucha incertidumbre sobre este efecto y es una de las razones principales por las que es difícil predecir el clima, pero iremos perdiendo este enfriamiento conforme desciendan las emisiones.

Para que quede claro, el ser humano está enfriando el planeta con la dispersión a escala masiva de partículas a la atmósfera.

No sabemos cuánto, pero es de forma accidental.

Es preocupante, pero significa que hay una forma de reducir la temperatura, una medicina urgente para nuestra fiebre climática, una medicina que se origina en la naturaleza.

Esta es una simulación de la NASA de la atmósfera terrestre, con nubes y partículas moviéndose por el planeta.

El brillo es el reflejo del sol en las nubes y este escudo reflector es una de las formas en que la naturaleza el enfría el planeta para los humanos y toda la vida que conocemos.

En 2015, los científicos valoraron formas de enfriar el clima rápidamente.

Descartaron cosas como espejos en el espacio, pelotas de pimpón en el océano, láminas de plástico en el Ártico, y descubrieron que lo más valioso era aumentar un poco esta reflectividad atmosférica.

De hecho, es posible que reflejar solo un 1 o 2 % más de la luz solar de la atmósfera pueda combatir dos grados Celsius o más de calentamiento.

Aunque yo soy ejecutiva tecnológica, no científica.

Hace una década, preocupada por el clima, hablé con científicos sobre medidas posibles contra el calentamiento.

Estas conversaciones se convirtieron en colaboraciones como el proyecto Marine Cloud Brightening, del cual hablaré en un segundo, y la organización sin ánimo de lucro SilverLining, donde estoy ahora.

Trabajo con políticos, investigadores, miembros de la industria técnica y demás para hablar sobre estas ideas.

Al comienzo conocí a un científico atmosférico, John Latham, que propuso enfriar el clima como lo hacen los barcos, pero con una fuente natural de partículas: niebla de sal marina nebulizada por barcos en océanos susceptibles de formar nubes.

La idea se conoció con el nombre que le diera entonces: «Abrillantado de nubes».

Estudios anteriores mostraron que al aplicar esta técnica en solo el 10 al 20 % de las nubes oceánicas, podría compensarse hasta dos grados Celsius el calentamiento.

Podría incluso abrillantar nubes de regiones locales para reducir el impacto por el aumento en la superficie del océano.

Por ejemplo, regiones como el Golfo Atlántico podría enfriarse antes de la temporada de huracanes para reducir la fuerza de las tormentas.

O podría enfriarse el agua de arrecifes de coral afectados por el estrés térmico, como ocurre en la Gran Barrera de Coral.

Pero todo esto es solo teórico y abrillantar las nubes marinas no es la única forma de aumentar la capacidad atmosférica de reflejar la luz del sol.

Otras suceden cuando grandes volcanes liberan compuestos con tanta fuerza que alcanzan la estratosfera, la capa superior de la atmósfera.

Cuando el Pinatubo entró en erupción en 1991, liberó a la estratosfera compuestos como el sulfato, que se mezcla con la atmósfera y refleja la luz.

Este se quedó y circuló por todo el planeta.

Bastó para enfriar el clima más de medio grado Celsius durante dos años.

Este enfriamiento provocó un notable aumento de hielo en el Ártico en 1992, que descendió con los años según las partículas volvían a la Tierra.

Pero el fenómeno volcánico condujo al premio nobel Paul Crutzen a proponer la idea de que dispersar partículas a la estratosfera de forma controlada, podría contrarrestar el calentamiento global.

Ahora bien, esto tiene riesgos que no comprendemos, como que calentemos la estratosfera o dañemos la capa de ozono.

Los científicos opinan que habría formas seguras de afrontarlo, ¿pero las tenemos ya? ¿Merece la pena considerarlo? Esto es una simulación del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica del clima global que muestra la temperatura de la Tierra hasta 2100.

El de la izquierda muestra nuestra trayectoria actual, el de la derecha, un mundo donde se lanzan partículas a la estratosfera gradualmente en 2020 y se mantienen hasta el 2100.

Esto mantiene la temperatura terrestre parecida a la de ahora, y si no lo hacemos, la temperatura aumenta más de tres grados.

Esto podría ser la diferencia entre un mundo seguro o no.

Así que, si hay una posibilidad de que esto pudiera hacerse realidad, ¿es algo que deberíamos considerar de verdad? Hoy en día no tenemos la capacidad y el conocimiento científico es limitado.

No sabemos ni si esto es factible, ni cómo cuantificar los riesgos.

Los investigadores esperan explorar algunas preguntas que nos ayudarían a averiguar si estas opciones son factibles o es mejor descartarlas.

Requiere estudiar el clima de múltiples formas: modelos computacionales para predecir los cambios, técnicas analíticas como el aprendizaje automático y muchos tipos de observación.

Y, aunque es controvertido, es esencial que los investigadores desarrollen tecnologías de base para realizar experimentos reales a pequeña escala.

Hay dos programas de investigación que propone experimentos así.

En Harvard, el experimento SCoPEx liberaría una cantidad ínfima de sulfato, carbonato cálcico y agua a la estratosfera con un globo para estudiar los efectos químicos y físicos.

¿Cuánto material se liberaría? Menos de lo que se libera en un minuto de vuelo de un avión comercial.

Así que no es peligroso en absoluto, puede que ni alarmante.

En la Universidad de Washintgon, los científicos esperan rociar una fina niebla de agua salada a las nubes en una serie de pruebas en tierra y en océano.

Si tienen éxito, acabará en experimentos para abrillantar una zona de nubes sobre el océano.

El programa de abrillantado de nubes es el primero en crear tecnología que genera aerosoles para reflejar el sol en la atmósfera.

Hay que producir partículas diminutas —piensen en el vapor que sale de un inhalador para el asma— a escala masiva, piensen que tiene que dar para una nube.

Es un problema de ingeniería complicado.

La boquilla que desarrollaron genera tres billones de partículas por segundo del tamaño de 80 nanómetros hecha de agua salada muy corrosiva.

La desarrolló un equipo de ingenieros retirados en Silicon Valley —aquí los tienen— que trabajaron día y noche durante 6 años y sin cobrar; por sus nietos.

Harán falta unos cuantos millones de dólares y otro año o dos para desarrollar todo el sistema que necesitan para los experimentos.

En otras partes del mundo emergen otros grupos de investigadores, como pequeños programas de modelado en Beijing Normal University, China; el Instituto Indio de la Ciencia, un centro de reparación del clima en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y la Fundación DECIMALS, que financia investigadores en países del hemisferio sur para estudiar el impacto de estas intervenciones solares en esa zona del mundo.

Pero, a todos estos programas, incluidos los experimentales, les faltan muchos fondos.

Comprender estas intervenciones es muy problemático.

La Tierra es un sistema vasto y complejo y necesitamos invertir más en modelos climáticos, observación y ciencia básica para predecir el clima mucho mejor de lo que podemos hoy y manejar las acciones tanto accidentales como intencionadas.

Y podría ser urgente.

Informes científicos recientes predicen que en las siguientes décadas la fiebre terrestre va camino a la devastación: calor extremo e incendios, grandes pérdidas de la vida oceánica, la pérdida del hielo del Ártico, exilio y sufrimiento de cientos de millones de personas.

La fiebre llegaría a un punto en el que el calentamiento toma el poder y los esfuerzos humanos ya no son suficientes para contrarrestar los cambios en la naturaleza.

Para evitarlo, el Panel de la ONU sobre el cambio climático predice que debemos parar y revertir las emisiones para el 2050.

¿Cómo? Debemos cambiar de forma rápida y radical los sectores económicos, como la energía, la construcción, la agricultura, el transporte y otros.

Y es imperativo hacerlo tan rápido como podamos.

Aún así, la fiebre es tan alta que los expertos dicen que debemos eliminar también cantidades masivas de CO2 de la atmósfera.

Seguramente unas diez veces las emisiones anuales mundiales, en formas que aún no se han probado.

Ahora mismo, tenemos soluciones lentas para problemas que van a toda velocidad.

Aún con los supuestos más optimistas, la exposición a los riesgos en los próximos 10 a 30 años es, en mi opinión, demasiado alta.

¿Pueden estas actividades ofrecer la medicina rápida que necesitamos para reducir la fiebre terrestre a la vez que tratamos las causas? Hay preocupación real sobre esta idea.

A algunos les preocupa que incluso investigar todo esto sirva de excusa para retrasar los esfuerzos para reducir las emisiones.

A esto se le conoce como riesgo moral.

Pero, como la mayoría de medicinas, cuanto más intervienes, más peligroso se vuelve.

Así que los investigadores tratan de indicar que no podemos seguir llenando la atmósfera continuamente de gases de efecto invernadero.

Que estas alternativas son arriesgadas y, si tuviéramos que usarlas, habría que hacerlo lo mejor posible.

Aun así, ¿aprenderemos lo necesario para lidiar con el riesgo? ¿Quién decidiría sobre cuándo y cómo intervenir? ¿Y si algunos lo empeoran o creen que lo hacen? Esto es un problema difícil.

Pero lo que más me preocupa es que, conforme el impacto empeore, los líderes tendrán que responder de todas las formas posibles.

Yo no quiero que actúen sin información fidedigna ni las mejores opciones.

Los científicos creen que harán faltan 10 años solo para valorar estas acciones antes de que podamos desarrollarlas o usarlas.

Y aun hoy en día, la inversión global para estas intervenciones es prácticamente cero.

Así pues, debemos ser rápidos si queremos que los legisladores tengan información auténtica de este tipo de medicina urgente.

¡Aún hay esperanza! Ya hemos resuelto este tipo de problemas antes.

En los setenta, identificamos una amenaza para nuestra capa de ozono.

En los ochenta, los científicos, los políticos y la industria trabajaron para reemplazar los químicos problemáticos.

Lo consiguieron solo con un acuerdo medioambiental vinculante firmado por todos los países: el Protocolo de Montreal.

Aún vigente, ha conseguido que se recupere la capa de ozono y es la obra de protección medioambiental de mayor éxito en la historia humana.

Ahora tenemos un peligro mayor, pero tenemos la capacidad de acordar y elaborar soluciones para proteger a la gente y restaurar la salud del clima.

Esto significaría que, para mantenernos a salvo, reflejaremos la luz solar durante décadas, mientras la industria se vuelve ecológica y eliminamos el CO2.

Quiere decir que debemos trabajar ya para conocer las opciones de este tipo de medicina urgente.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/kelly_wanser_emergency_medicine_for_our_climate_fever/

 

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