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Meg Jay: Por qué los 30 no son los nuevos 20 – Charla TED2013

Charla «Meg Jay: Por qué los 30 no son los nuevos 20» de TED2013 en español.

La psicóloga clínica Meg Jay tiene un mensaje importante para los veinteañeros: contrario a la creencia popular, tus veintes no son una década para desperdiciar. En esta charla provocadora, Jay dice que solo porque el matrimonio, el trabajo y los hijos pasan después en la vida, no significa que no debes empezar a planearlos hoy. Ella da 3 consejos de cómo los veinteañeros pueden reclamar su adultez en la década que definirá sus vidas.

  • Autor/a de la charla: Meg Jay
  • Fecha de grabación: 2013-02-28
  • Fecha de publicación: 2013-05-13
  • Duración de «Meg Jay: Por qué los 30 no son los nuevos 20»: 889 segundos

 

Traducción de «Meg Jay: Por qué los 30 no son los nuevos 20» en español.

Cuando estaba en mis 20s, vi a mi primer cliente de psicoterapia.

Yo era una estudiante doctoral en psicología clínica en Berkeley.

Ella era una mujer de 26 años llamada Alex.

Alex entró a la primera sesión usando vaqueros y un top holgado, se tiró en el sofá de mi oficina se quitó los zapatos y me dijo que quería hablar de sus problemas con los hombres.

Cuando escuché esto, me sentí tan aliviada.

Mi compañera de clase tuvo un pirómano como primer cliente.


(Risas)
Y a mí me tocó una veinteañera que quería hablar de hombres.

Creí que podía manejarlo.

Pero no lo hice.

Con las historias chistosas que Alex traía a las sesiones, se me hizo fácil solo mover la cabeza mientras que retrasabamos la solución.

«Los treinta son los nuevos veinte», decía Alex, y por lo que yo veía, ella tenía razón.

Uno empieza a trabajar después, se casa después, tiene hijos después, hasta la muerte pasa después.

Para veinteañeros como Alex y yo había tiempo de sobra.

Pero poco después, mi supervisor me presionó para presionar a Alex que hablara sobre su vida amorosa.

Yo me resistí.

Dije, «Claro, está saliendo con tipos debajo de su categoría, se acuesta con un cabeza hueca, pero no es como si fuera a casarse con él».

Y entonces mi supervisor dijo, «Todavía no, pero tal vez se case con el próximo.

Además, el mejor momento para trabajar en el matrimonio de Alex es antes de que se case».

Esto es lo que los psicólogos llaman un momento «¡Ajá!».

Fue cuando me di cuenta que los los 30s no son los nuevos 20s.

Sí, la gente sienta cabeza después de lo que se acostumbraba, pero esto no hizo que los 20s de Alex fueran una pausa en su desarrollo.

Esto hizo que los 20s de Alex fueran el momento perfecto y lo estábamos desperdiciando.

Entonces me di cuenta, que esta clase de negligencia benigna era un problema real y tenía consecuencias reales, no solo para Alex y su vida amorosa sino para las carreras, las familias y los futuros de veinteañeros de todos lados.

Hay 50 millones de veinteañeros en Estados Unidos, hoy día.

Esto significa el 15% de la población, o el 100% si consideran que nadie llega a la adultez sin pasar antes por los 20s.

Levanten la mano si están en sus 20s.

Quiero ver a los veinteañeros de aquí.

Oh, ¡Sí! Son increíbles.

Si trabajan con veinteañeros, aman a un veinteañero, les quita el sueño un veinteañero, quiero ver.

Está bien.

Increíble, los veinteañeros de verdad importan.

Yo me especializo en los veinteañeros porque creo que cada uno de esos 50 millones de veinteañeros merecen saber lo que los psicólogos, sociólogos, neurólogos y especialistas en fertilidad ya saben: que reclamar sus 20s es una de las cosas más simples, y más transformadoras, que pueden hacer por trabajo, por amor, por su felicidad, tal vez hasta para el mundo.

Esta no es solo mi opinión.

Estos son los hechos.

Sabemos que el 80% de los momentos claves en la vida pasarán a los 35 años.

Esto significa que 8 de cada 10 decisiones y experiencias y momentos «¡Ajá!» que le dan forma a su vida habrán pasado para cuando tengan 30 y tantos.

Personas de más de 40, no entren en pánico.

Este público va a estar bien, creo.

Sabemos que los primeros 10 años de una carrera tienen un impacto exponencial sobre la cantidad de dinero que ganarán.

Sabemos que más de la mitad de los estadounidenses están casados, viven o están saliendo con su pareja futura a los 30 años.

Sabemos que el cerebro termina su segunda y última etapa de crecimiento en sus 20s y se reprograma para la adultez, lo que significa que si hay algo que quieran cambiar de sí mismos, ahora es el momento para cambiarlo.

Sabemos que la personalidad cambia más veces durante sus 20s que en cualquier otro momento de la vida y sabemos que la fertilidad femenina llega a su tope a los 28, y las cosas se vuelven complicadas a los 35.

Los 20s son el momento para educarse sobre su cuerpo y sus opciones.

Cuando pensamos en el desarrollo del niño, todos sabemos que los primeros 5 años son cruciales para el lenguaje y el apego en el cerebro.

Es un momento en el que su vida diaria y común tiene un impacto desmedido en la persona que se convertirán.

Pero lo que no escuchamos con frecuencia es que hay algo llamado desarrollo adulto y nuestros 20s son un momento crítico en el desarrollo adulto.

Pero esto no es lo que los veinteañeros están escuchando.

Los periódicos hablan sobre cambios en la línea del tiempo de la adultez.

Los investigadores llaman a los 20s una adolescencia extendida.

Los periodistas le acuñan nombres ridículos a los veinteañeros como «twixters» y «kidults.» Es verdad.

Como cultura, hemos considerado una trivialidad lo que en realidad es la década que define la adultez.

Leonard Bernstein decía que para lograr grandes cosas, necesitas un plan y no suficiente tiempo.

¿No es verdad?

¿Qué creen que pasa cuando le dan palmadas a un veinteañero en la cabeza y le dicen, «tienes otros 10 años para empezar tu vida»?

No pasa nada.

Le robaron a esa persona el sentido de urgencia y su ambición y no pasa absolutamente nada.

Y luego todos los días, veinteañeros inteligentes, interesantes como ustedes o sus hijos e hijas llegan a mi oficina y dicen algo así: «Ya sé que mi novio no es bueno para mí, pero esta relación no cuenta.

Solo estoy matando tiempo».

O dicen, «Todos dicen que mientras empiece una carrera antes de los 30, todo estará bien».

Pero luego empieza a sonar algo así: «Mis 20s están por terminarse y todavía no tengo nada que mostrar.

Tenía mejor currículum el día que me gradué de la universidad».

Y después empieza a sonar algo así: «Mis citas durante los 20s eran como el juego de las sillas.

Todos corrían y se divertían, pero luego en algún momento alrededor de los 30, se apagó la música y todos comenzaron a sentarse.

Yo no quería ser la única que se quedara parada, así que a veces pienso que me casé con mi esposo porque él era la silla más cercana cuando tenía 30″.

¿Dónde están los veinteañeros aquí?

No hagan eso.

Bueno, eso suena un poco extremo, pero no se equivoquen, los riesgos son muy altos.

Cuando se dejan muchas cosas para los 30s, hay una enorme presión a los treinta y tantos de empezar una carrera, elegir una ciudad, elegir una pareja, y tener dos o tres hijos en un periodo de tiempo mucho más corto.

Muchas de estas cosas no son compatibles, y hay investigaciones que empiezan a mostrar, que es mucho más difícil y estresante hacer todo de una vez a los 30s.

La crisis de la mediana edad post-milenio no se trata de comprar autos deportivos rojos.

Se trata de darte cuenta que no puedes tener la carrera que quieres ahora.

Darte cuenta que no puedes tener el hijo que quieres ahora, o que no le puedes dar un hermano a tu hijo.

Muchos treintañeros y cuarentones se ven a sí mismos, y a mí, sentados en la habitación, y hablan sobre sus 20s, «

¿Qué estaba haciendo?

¿En qué estaba pensando?

» Quiero cambiar lo que los veinteañeros estén haciendo y pensando.

Aquí les va una historia de cómo podría ser.

Es una historia sobre una mujer llamada Emma.

A los 25, Emma llegó a mi oficina porque estaba, en sus propias palabras, teniendo una crisis de identidad.

Decía que le gustaría trabajar en el arte o en el entretenimiento, pero todavía no se podía decidir, así que pasó los últimos años trabajando como mesera.

Como era más barato, vivía con un novio que mostraba más temperamento que ambición.

Y a pesar de vivir unos 20s muy difíciles, su vida anterior había sido aún más difícil.

Lloraba frecuentemente en nuestras sesiones, pero luego se levantaba ella misma al decir, «Uno no elige a su familia, pero puede elegir a sus amigos».

Bueno, un día Emma llegó puso su cabeza sobre sus piernas y lloró durante casi toda la hora.

Acababa de comprar una nueva libreta para directorio, y había pasado toda la mañana llenándola con sus muchos contactos, pero luego se quedó viendo el espacio vacío que sigue después de las palabras «En caso de emergencia, por favor llame a…» Estaba a punto de la histeria cuando me vio y dijo, «

¿Quién va a estar para mí si tengo un accidente automovilístico?

¿Quién me va a cuidar si me da cáncer?

» En ese momento, me costó mucho trabajo resistir y no decir, «Yo».

Lo que Emma necesitaba no era una terapista que de verdad se preocupara.

Emma necesitaba una vida mejor, y yo sabía que esta era su oportunidad.

Yo había aprendido mucho desde que trabajé con Alex como para solo sentarme mientras la década decisiva de Emma pasaba delante.

Así que, durante las siguientes semanas y meses, le dije a Emma tres cosas que todo veinteañero, hombre o mujer, merece saber.

Primero, le dije a Emma que se olvidara de esa crisis de identidad y consiguiera capital de identidad.

Por capital de identidad, me refiero a hacer algo que agregue valor a su persona.

Hacer algo que sea una inversión en lo que quieren ser después.

No sabía el futuro de la carrera de Emma, y nadie sabe el futuro del trabajo, pero sí sé esto: capital de identidad genera capital de identidad.

Así que ahora es el momento para ese trabajo del otro lado del país, de ese internado, de esa empresa que quieren probar.

No estoy descartando la exploración veinteañera, estoy descartando la exploración que no debería de contar, que, por cierto, no es exploración, es procrastinación.

Le dije a Emma que explorara trabajos y que los hiciera contar.

Segundo, le dije a Emma que las tribus urbanas están sobrevaloradas.

Los mejores amigos son excelentes para llevarte al aeropuerto, pero los veinteañeros que se juntan con amigos con mentes similares se limitan en cuanto a quién conocen, qué conocen, cómo piensan, cómo hablan, y dónde trabajan.

Esa nueva pieza de capital, esa nueva persona con quien salir casi siempre viene de fuera de su círculo más cercano.

Las cosas nuevas vienen de lo que se llaman vínculos débiles amigos de amigos de sus amigos.

Sí, la mitad de los veinteañeros tienen un mal trabajo o no tienen trabajo.

Pero la otra mitad no, y los vínculos débiles son la forma de colarte a este grupo.

La mitad de los trabajos creados nunca se publican, entonces, conocer al jefe de tu vecino es la forma de conseguir un trabajo no publicado.

No es hacer trampa.

Es la ciencia de cómo la información se pasa.

Por último pero no menos importante, Emma creía que uno no elige a su familia, pero sí a sus amigos.

Esto era verdad cuando estaba creciendo, pero como veinteañera, Emma pronto eligirá a su familia.

cuando tenga una pareja y forme su propia familia.

Le dije a Emma que el tiempo para elegir su familia había llegado.

Tal vez piensan que los 30 es mejor edad para sentar cabeza que los 20 o incluso los 25 y estoy de acuerdo con ustedes.

Pero elegir a la persona con la que vives ahora o te acuestas ahora cuando todos en Facebook comienzan a caminar hacia el altar no es progreso.

El mejor momento para trabajar en tu matrimonio es antes de que lo tengas, y eso implica ser tan intencional en el amor como lo eres en el trabajo.

Elegir tu familia debe ser una elección consciente de quién y qué es lo que quieren en lugar de solo hacerlo funcionar o matar tiempo con quien sea que los elija a ustedes.

¿Entonces, qué pasó con Emma?

Bien, revisamos ese directorio, y ella encontró al compañero de cuarto de un primo que trabajaba en un museo de arte en otro estado.

Este vínculo débil le ayudó a conseguir un trabajo ahí.

Esa oferta de trabajo le dio una razón para dejar al novio con el que vivía.

Ahora, 5 años después, es organizadora especial de eventos en museos.

Esta casada con un hombre que eligió conscientemente.

Ama su nueva carrera, ama su nueva familia, y me envío una carta que decía, «Ahora los espacios de contactos de emergencia no son lo suficientemente grandes».

La historia de Emma puede sonar fácil, pero eso es lo que me encanta de trabajar con veinteañeros.

Es muy fácil ayudarles.

Los veinteañeros son como aviones que salen del aeropuerto de Los Ángeles, que salen a algún lugar del oeste.

Justo antes del despegue, un ligero ajuste en su trayectoria hace la diferencia entre aterrizar en Alaska o en Fiji.

De la misma manera, a los 21 o a los 25 e incluso a los 29, una buena conversación, un buen descanso, una buena charla TED puede tener enormes efectos en los años siguientes o incluso en las generaciones siguientes.

Aquí esta mi idea digna de difundir a todos los veinteañeros que conozcan.

Es tan simple como lo que aprendí a decirle a Alex.

Es lo que ahora tengo el privilegio de decirle a veinteañeros como Emma todos los días: Los treintas no son los nuevos 20s, reclamen su adultez, consigan capital de identidad, usen sus vínculos débiles, elijan a tu familia.

No se dejen definir por lo que no sabían o lo que no hicieron.

Están decidiendo su vida hoy.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/meg_jay_why_30_is_not_the_new_20/

 

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