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Charla «Mi entrada en el movimiento neonazi estadounidense y mi salida» de TEDxMileHigh en español.
A los 14 años, Christian Picciolini pasó de ser un adolescente ingenuo a un supremacista blanco, y pronto se convirtió en líder de la primera banda neonazi skinhead de los Estados Unidos.
¿Cómo se radicalizó, y cómo salió finalmente del movimiento? En esta valiente charla, Picciolini comparte la sorprendente y contradictoria solución al odio en todas sus formas.
- Autor/a de la charla: Christian Picciolini
- Fecha de grabación: 2017-11-10
- Fecha de publicación: 2018-03-28
- Duración de «Mi entrada en el movimiento neonazi estadounidense y mi salida»: 1218 segundos
Traducción de «Mi entrada en el movimiento neonazi estadounidense y mi salida» en español.
Mi viaje lejos de la violencia extremista comienza hace 22 años, cuando denuncié el racismo y dejé el movimiento skinhead estadounidense de supremacía blanca.
que ayudé a construir.
(Vítores y aplausos) Tenía solo 22 años entonces, pero ya había pasado ocho, desde que tenía 14 años, como uno de los primeros y más jovenes miembros y líder eventual dentro del movimiento de odio estadounidense más violento pero no nací en el odio; de hecho, fue lo opuesto.
Tuve una infancia relativamente normal.
Mis padres son inmigrantes italianos que vinieron a EE.
UU.
a mediados de los años 60 y se establecieron en el norte de Chicago, donde se conocieron, y abrieron una tiendecita de belleza.
Justo después de nacer, las cosas se volvieron más difíciles.
Lucharon por sobrevivir criando una joven familia y un nuevo negocio, a menudo trabajando 7 días a la semana, 14 horas al día, asumiendo segundos y terceros trabajos ganándose la vida precariamente.
Y el tiempo de calidad con mis padres básicamente no existía.
A pesar de que sabía lo mucho que me querían, al crecer, me sentí abandonado.
Estaba solo y empecé a excluirme empecé a tener resentimiento a mis padres y empecé a enfadarme.
Mientras crecía, en mis años de adolescencia, empecé a ponerme a prueba y conseguir la atención de mis padres.
Y un día, cuando tenía 14, Estaba de pie en un callejón, estaba fumando un porro, y un hombre del doble de mi edad con la cabeza afeitada y botas negras, vino hacia mí, y me robó el porro de los labios.
Entonces puso una mano en mi hombro y me miró a los ojos, y dijo, «Eso es lo que los comunistas y los judíos quieren que hagas para mantenerte dócil.» Yo tenía 14 años, Cambiaba tarjetas de beisbol y veía «Días Felices»— No sabía realmente qué era un judío.
(Risas)
Es cierto.
Y el único comunista al que conocía era el tipo ruso malo en mi película favorita de Rocky.
(Risas)
Y ya que estoy siendo sincero con Uds., os revelo que ni siquiera sabía qué significaba la palabra «dócil».
(Risas)
No bromeo.
Pero fue como si el hombre en el callejón me hubiera ofrecido un salvavidas.
Por 14 años, me sentí marginado y abusado.
Tenía baja autoestima.
Y francamente, no sabía quién era a dónde pertenecía, o cuál era mi propósito.
Estaba perdido.
Y de la noche a la mañana, porque ese hombre me sujeto, me había agarrado a ese salvavidas con cada fibra de mi ser.
Había ido de «Joanie Loves Chachi» a un neonazi en toda regla.
Desde esa noche empecé a escuchar la retórica y creer en ella.
Empecé a mirar detenidamente como los líderes de esta organización localizaban gente joven vulnerable que se sentía marginalizada y los introducían dentro con promesas de paraíso que estaban rotas.
Y entonces empecé a reclutar yo.
Empecé a hacerlo creando música de poder blanco.
Y pronto, me volví el líder de esta infame organización dirigida por aquel hombre en el callejón que me reclutó aquel día, quien era el primer skinhead neonazi estadounidense quien me radicalizó.
En los siguientes ocho años, creí las mentiras que me habían contado.
Y aunque no ví evidencias de esto en absoluto, no dudé en maldecir a cada persona judía en el mundo por lo que creía que era un genocidio blanco europeo siendo promovido por ellos a través de una agenda multicultural.
Maldecí a la gente de color por el crimen y la violencia y las drogas en la ciudad, negando por completo el hecho de que estaba cometiendo actos violentos diariamente, y esto en muchos casos, eran supremacistas blancos los que canalizaban las drogas en el interior de las ciudades.
Y maldije a los inmigrantes por tomar los trabajos de los blancos estadounidenses, negando por completo el hecho de que mis padres eran inmigrantes trabajadores quienes luchaban por sobrevivir, a pesar de no tener la ayuda de nadie.
En los siguientes ocho años, Ví a amigos morir, A otros ir a prisión e inflingir un daño incalculable en incontables víctimas y la vida de sus familias.
Escuché historias terroríficas de las mujeres jóvenes del movimiento, quienes habían sido brutalmente violadas por el hombre en el que creían, y yo mismo cometí actos de violencia contra personas, solamente por el color de su piel, a quién amaban, o al dios al que rezaban.
Almacené armas para lo que creía era una próxima guerra racial.
Fui a seis institutos; fui echado de cuatro de ellos, de uno, dos veces.
Y hace 25 años, escribí e interpreté música racista y encontró su camino hacia internet décadas después y parcialmente inspiró a un joven nacionalista blanco para entrar en una sagrada iglesia de Charleston, Carolina del Sur y masacró sin sentido a nueve personas inocentes.
Pero entonces mi vida cambió.
A los 19 años, conocí a una chica que no estaba dentro del movimiento, quien no era para nada racista, y me enamoré de ella.
Y a los 19, me casé, y tuvimos nuestro primer hijo.
Y cuando sostenía a mi hijo en la sala de partos ese día, no solo reconecté con algo de la inocencia que había perdido a los 14 años, sino que empecé a cuestionarme las cosas importantes que me arrastraron al movimiento en un principio: identidad, comunidad, y propósito…
cosas con las que luchaba cuando era un chico joven.
Y ahora, luchaba con el concepto de quién era de nuevo.
¿Era este neonazi lleno de odio?
o
¿era un cariñoso padre y esposo?
¿Era mi comunidad la que yo había fabricado a mi alrededor para impulsar mi propio ego, porque me odiaba a mí mismo y quería projectarlo en otros, o,
¿ era yo el que fisicamente le había dado la vida?
.
¿Fue mi propósito quemar el mundo o era convertirla en un lugar mejor para mí y mi familia?
.
De pronto, me quedé en shock, Estaba muy confundido con quién había sido los últimos ocho años.
Si hubiera sido suficiente valiente para alejarme en aquel momento, para entender cuál era el problema que ocurría dentro de mí quizás la tragedia podría haberse evitado.
En su lugar, me comprometí.
Me aparté de las calles por el beneficio de mi familia, porque me ponía nervioso que quizás iría a la cárcel o acabaría muerto, y tendrían que arreglárselas por sí solos.
Retrocedí como líder, y en su lugar abrí una tienda de música donde iba a vender música de supremacía blanca, claro, porque estaba importando de Europa.
Pero sabía que si era solo una tienda de música racista la comunidad no me dejaría quedarme allí.
así que decidí que también iba a tener en las estanterías otra música, como punk y heavy metal y hip-hop.
Y mientras la música de poder blanco que vendía era el 75% de mis ingresos brutos, porque la gente conducía de todas partes del país para comprarla de la única tienda que la vendía, tenía clientes que entraban y compraban otro tipo de música.
Finalmente, comenzaron a hablar conmigo.
Un día, un adolescente negro vino, visiblemente disgustado.
Y decidí preguntar qué estaba mal.
Y él me contó que su madre había sido diagnosticada con cáncer de pecho.
Y de pronto, este adolescente negro, con el que no había tenido la más mínima interacción o conversación, era capaz de conectar con él, porque mi propia madre había sido diagnosticada con cáncer de pecho, y pude sentir su dolor.
En otro ocasión, una pareja gay vino con su hijo, y fue indudable para mí que ellos amaban a su hijo en la misma manera profunda que yo amaba al mío.
Y de pronto, no pude racionalizar o justificar el prejuicio que tenía en la cabeza.
Decidía retirar a música de supremacía blanca del inventario cuando se volvió muy vergonzoso venderla frente a mis nuevos amigos.
Y por supuesto, la tienda no podía sostenerse, y tuve que cerrarla.
Al mismo tiempo, perdía casi prácticamente todo en mi vida.
Lo usé como una oportunidad para irme del movimiento del que fuí parte durante ocho años, la única identidad, comunidad y propósito que conocía.
No tenía a nadie.
Perdí mi sustento porque cerré la tienda.
No tenía una gran relación con mis padres, aunque ellos lo intentaban.
y mi esposa e hjo me abandonaron, porque no había dejado el movimiento y alejado lo suficiente.
Y de pronto, no sabía quién era de nuevo, o dónde encajaba o cuál se suponía era mi propósito.
Me sentía miserable por dentro, y a menudo despertaba por las mañanas deseando no haber despertado.
En cerca de cinco años, uno de los pocos amigos que tenía, se preocupó por mi bienestar, y ella vino y me dijo «Necesitas hacer algo porque no quiero verte morir.» Y me sugirió buscar trabajo en el sitio que ella trabajaba, una compañía llamada IBM.
Sí, también pensé que estaba loca.
(Risas)
Allí estaba, un ex-nazi enorme cubierto de tatuajes de odio.
No fuí a la universidad.
Fuí expulsado de múltiples institutos muchas veces.
Ni siquiera tenía un ordenador.
Pero entré, y milagrosamente conseguí el empleo.
Estaba encantado.
Y me aterrorizó enterarme de que me estarían poniendo de vuelta a mi viejo instituto, el mismo donde me expulsaron dos veces, a instalar sus ordenadores.
Era un instituto donde cometí actos de violencia contra estudiantes, contra docentes; donde había protestado pidiendo igualdad de derechos para los blancos e incluso hice una sentada en la cafetería para pedir una unión de estudiantes blancos.
Y por supuesto, como una cuestión de karma, en las primeras horas quién caminaba frente a mí sino Mr.
Johnny Holmes, el duro guardia de seguridad negro con el que peleé a puñetazos quien me expulsó la segunda vez y me sacó exposado de la escuela.
Él no me reconoció, pero yo sí, y no sabía qué hacer.
Estaba congelado, era adulto, llevaba años fuera del movimiento, y estaba sudando y temblando.
Pero decidí que debía hacer algo.
Decidí que necesitaba sufrir bajo el peso de mi pasado, porque durante cinco años había tratado de huir.
Traté de hacer nuevos amigos y cubir mis tatuajes con manga larga, sin quererlos asumir por miedo de ser juzgado de la misma forma que juzgué a otras personas.
Decidí alcanzar al Sr.
Holmes fuera, en el estacionamiento, quizás no era la decisión más inteligente que he tomado.
(Risas)
Cuando lo encontré se estaba subiendo a su coche, y lo toqué en el hombro.
Cuando se dio la vuelta y me reconoció, dio un paso atrás porque estaba asustado.
No supe qué decir.
Las palabras que salieron de mi boca y en todo lo que pude pensar fue, «Lo siento.» Y él me abrazó, y me perdonó.
Y me animó a perdonarme a mí mismo.
Reconoció que no era la historia de un chico bueno para nada quien solo se uniría a una banda e iría a prisión.
Supo que era la historia de todo joven vulnerable, que buscaba su identidad, comunidad y misión en la vida, y encontró un muro y fue incapaz de encontrar todo eso y acabó por el mal camino.
Y me hizo prometer una cosa, que contaría mi historia a cualquiera que quisiera escucharla.
Eso fue hace 18 años, y lo he hecho desde entonces.
(Aplausos)
Uds.
se estarán preguntando: «
¿Cómo un buen chico de una familia trabajadora inmigrante acaba por el mal camino?
» En una palabra: baches.
Baches.
Tuve un montón de baches cuando era un niño.
Todos los tenemos…
las cosas en la vida contra las que chocamos que invariablemente nos empujan fuera del camino, y permanecen sin resolver o sin tratar o sin enfrentar, a veces nos perdemos peligrosamente en callejones oscuros.
Los baches pueden ser cosas como un trauma, abusos, desempleo, negligencia, condiciones mentales sin tratar, incluso privilegios.
Y si tenemos muchos baches en nuestro camino en la vida, y no tenemos recursos o ayuda para bordearlos o salir de ellos, a veces las personas buenas acaban haciendo cosas malas.
Una de esas personas con baches es Darrell.
Darrell es del norte de Nueva York.
Había leído mis memorias, y estaba muy enfadado con el final.
Verán, yo había salido del movimiento y él todavía estaba dentro.
Me mandó un e-mail y me dijo: «Realmente no me gustó como acaba.» Y le dije: «Bueno, lo siento.»
(Risas)
«Pero si quieres hablar de ello podríamos hacerlo.» y después de un par de semanas de idas y venidas con Darrell, Aprendí que era un veterano militar de 31 años que fue herido y estaba muy enfadado sobre no ser capaz de ir a Afganistán para matar musulmanes.
Un día al teléfono, me dijo que había visto a un musulmán rezando en el parque, y todo lo que quería era golpearle en la cara.
Volé a Buffalo al día siguiente, me senté con Darrell, y le pregunté: «
¿Has conocido a un musulmán antes?
.» Y él dijo: «¡No!
¿Por qué diablos querría hacerlo?
Son el mal.
No quiero tener nada que ver con ellos.» Y dijo: «De acuerdo.» Me excusé y entré al baño saqué mi teléfono en el baño y googleé la mezquita local, los llamé muy silencioso desde el baño, y dije: «Perdóneme, imán, necesito un favor.
Tengo a un cristiano que querría aprender más sobre su religión.»
(Risas)
«
¿Le importa si nos pasamos ?
.» Costó un poco convencer a Darrell para ir, pero al final estábamos allí, y cuando llamé a la puerta, el imán dijo que solo tenía 15 minutos para nosotros, porque estaba preparando el servicio de oración.
Dije: «Lo aceptaremos.» Fuimos.
Y dos horas y media más tarde, salimos abrazándonos y llorando y, curiosamente, vinculándolo con Chuck Norris por algún motivo.
(Risas)
No sé de qué iba eso, pero es lo que ocurrió.
Y soy feliz de decir hoy que Darrell y el imán, puede encontrarlos en el stand local de falafel, comiendo juntos.
(Aplausos)
Es nuestra desconexión de cada uno.
El odio nace de la ignorancia.
El miedo es el padre, el aislamiento es la madre.
Cuando no entendemos algo, tendemos a estar asustados, y si nos alejamos de eso, el miedo crece, y a veces, se convierte en odio.
Desde que dejé el movimiento, he ayudado a más de 100 personas a desvincularse de movimientos supremacistas, desde grupos supremacistas blancos…
(Aplausos)
a grupos jihadistas.
La manera en que lo hago es no discutiendo con ellos, no debatiéndoles, ni siquiera diciéndoles que están equivocados, a pesar de que a veces quiero.
No hago eso.
Al contrario, no los rechazo.
Los traigo más cerca, y escuchó atentamente sus baches, y entonces, empiezo a rellenarlos.
Trato de hacer a la gente más resilente, más seguros de sí mismos, más capaces de tener habilidades para competir en el mercado de trabajo así no tienen que maldecir a otros, otros que nunca han conocido.
Me gustaría dejarlos con una última cosa antes de irme.
De toda la gente con la que trabajé, todos ellos me cuentan lo mismo.
Uno, se volvieron extremistas porque querían pertener a algo, no por ideología o dogma.
Segundo, lo que les sacó fue recibir compasión de la gente de la que menos se lo merecían, cuando ellos menos la merecían.
(Aplausos)
Así me gustaría dejarles con un desafío: salga allí fuera hoy, mañana …
con un poco de suerte cada día …
encuentre a una alguien que piense que no merece su compasión y désela, porque le garantizo, que son los que más la necesitan.
Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/christian_picciolini_my_descent_into_america_s_neo_nazi_movement_and_how_i_got_out/