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Charla «¿Mi filosofía arquitectónica? Incluir a la comunidad en el proceso» de TEDGlobal 2014 en español.
Cuando le consultaron por la construcción de viviendas para 100 familias en Chile hace 10 años, Alejandro Aravena buscó una inspiración inusual: la sabiduría de las favelas y los barrios marginales. En lugar de construir un gran edificio con unidades pequeñas, construyó mitades de casas flexibles que cada familia podría ampliar. Era un problema complejo, pero con una solución simple… a la que llegó trabajando con las propias familias. Con una pizarra y bellas imágenes de sus diseños, Aravena nos guía a través de tres proyectos en los que un replanteamiento inteligente conduce a un diseño hermoso con gran beneficio.
- Autor/a de la charla: Alejandro Aravena
- Fecha de grabación: 2014-10-09
- Fecha de publicación: 2014-11-06
- Duración de «¿Mi filosofía arquitectónica? Incluir a la comunidad en el proceso»: 949 segundos
Traducción de «¿Mi filosofía arquitectónica? Incluir a la comunidad en el proceso» en español.
Si algún poder tiene el diseño, ese es el poder de síntesis.
Mientras más complejo el problema, mayor la necesidad de simplicidad.
Compartiré 3 casos en los que intentamos aplicar el poder de síntesis del diseño.
Comencemos por el desafío global de la urbanización.
Es un hecho que la gente está migrando hacia las ciudades.
Y aunque puede ser ilógico, son buenas noticias.
La evidencia muestra que la gente está mejor en las ciudades.
Pero hay un problema que yo llamaría la amenaza de las «3 S»: La escala, la velocidad y la escasez de recursos con que deberemos responder a este fenómeno no tiene precedentes en la historia.
Para que tengan una idea, de los 3000 millones de personas que viven hoy en ciudades, 1000 millones están por debajo de la línea de pobreza.
Hacia el 2030, de los 5000 millones de personas que vivirán en ciudades, 2000 millones estarán bajo la línea de pobreza.
Esto significa que tendremos que construir una ciudad de 1 millón de habitantes por semana con USD 10 000 por familia durante los próximos 15 años.
Una ciudad de 1 millón de habitantes por semana con USD 10 000 por familia.
Si no resolvemos esta ecuación, las personas no dejarán de ir a las ciudades.
Van a venir igual, pero van a vivir en favelas y asentamientos informales.
¿Qué hacer entonces? La respuesta puede estar en las propias favelas; Concretamente en una pregunta que se nos pidió contestar hace ya casi 10 años: Se nos encargó reubicar a 100 familias que estaban ocupando ilegalmente un terreno de media hectárea en el centro de Iquique, una ciudad en el norte de Chile, usando un subsidio de USD 10 000 por familia con el que debíamos comprar el suelo, proveer la infraestructura, y construir las casas, las cuales en el mejor de los casos, serían de aproximadamente 40 m2.
Y a propósito, nos dijeron, el costo de suelo por estar en el centro de la ciudad, es 3 veces mayor que lo que la vivienda social normalmente puede pagar.
Dada la dificultad de la solicitud, decidimos incluir a las familias en el proceso de entender las restricciones y comenzamos un proceso de diseño participativo probando lo que estaba disponible en el mercado.
Con viviendas separadas, solo se podían acomodar 30 familias.
Con viviendas contínuas, 60 familias.
[«100 familias»] La única manera de acomodarlos a todos era construyendo en altura, pero las familias nos amenazaron con hacer huelga de hambre si acaso osábamos proponer esta alternativa porque era imposible ampliar los pequeños departamentos.
Por tanto lo que concluimos junto a las familias –eso es lo importante – fue que teníamos un problema.
Debíamos innovar.
¿Qué hicimos? Bueno, una familia de clase media, vive razonablemente bien con unos 80 m2.
Pero cuando no hay dinero, el mercado reduce el tamaño de la casa a unos 40 m2.
Dijimos entonces: ¿qué tal si si en lugar de pensar en 40 m2 como en una casa pequeña…
por qué no mejor consideramos la mitad de una buena casa? Cuando el problema se replantea como la mitad de una casa buena en vez de una pequeña, la pregunta clave es, ¿qué mitad hacemos? Nos pareció que con dinero público había que hacer la mitad de la casa que una familia nunca iba a poder hacer por su cuenta.
Identificamos 5 condiciones de diseño que definen esa mitad difícil de la casa y volvimos donde las familias a hacer 2 cosas: unir fuerzas y dividirnos tareas.
Nuestro diseño fue algo entre una casa y un edificio; Como edificio podía pagar por terrenos costosos, bien ubicados, y como casa se podía ampliar.
Si en el proceso de obtener una casa, las familias no eran expulsadas a la periferia y por tanto conservaban sus contactos y sus empleos, sabíamos que las ampliaciones empezarían a ocurrir de manera inmediata.
Así pasamos de la vivienda social inicial a una casa de clase media completada por las propias familias en apenas un par de semanas.
Este fue nuestro primero proyecto en Iquique hace 10 años.
Este es nuestro último proyecto en Chile.
Distintos diseños pero un mismo principio: uno provee la infraestructura, y a partir de ahí las familias toman el control.
El rol del diseño para responder al desafío de las «3 S» (en inglés), la escala (scale), la velocidad (speed) y la escasez (scarcity) es canalizar la capacidad de construcción de la gente.
No resolveremos la ecuación de la ciudad de 1 millón de habitantes por semana a menos que usemos el poder de autoconstrucción de la gente.
En ese sentido, con el diseño adecuado, las favelas y asentamiento informales, ya no son el problema aunque hoy día son la única solución, El segundo caso es cómo el diseño puede contribuir a la sustentabilidad.
En 2012 participamos en el concurso para el Centro de Innovación Angelini.
El objetivo era construir el ambiente adecuado para la creación de conocimiento.
Es sabido que para tal fin, crear conocimiento, la relación y los encuentros en persona, son importantes, y estábamos de acuerdo.
Pero para nosotros, la pregunta por el ambiente adecuado, era bastante literal.
Queríamos un espacio de trabajo con la luz adecuada, con la temperatura adecuada, con el aire adecuado.
Entonces nos preguntamos: ¿ayuda el típico edificio de oficinas a movernos en esa dirección? ¿Cómo es el típico edificio de oficinas? Básicamente es un conjunto de pisos unos sobre otros, con un núcleo central con ascensores, escaleras, ductos, cables, etc.
y luego una fachada de vidrio en el perímetro que debido a la radiación directa del sol genera un efecto invernadero gigantesco.
Además, una persona trabajando digamos en el piso 7 pasa todos los días por el piso 3, pero no tiene la más mínima idea de lo que hacen en ese piso.
Entonces pensamos quizás tengamos que invertir este esquema.
Entonces hicimos un atrio abierto al centro, la misma acumulación de pisos unos sobre otros, pero con la masa y los muros en el perímetro de tal forma que el sol no impacte directamente al vidrio, sino a una pared.
Cuando se tiene un atrio abierto al centro se puede ver que están haciendo los demás desde el interior del edificio y se puede controlar mejor la luz.
Y cuando se colocan los muros y la masa en el perímetro, se evita la radiación directa del sol.
Si además las ventanas se pueden abrir se tiene ventilación cruzada.
Solo hicimos esas aperturas de una dimensión tal que funcionasen como plazas elevadas, espacios exteriores de encuentro distribuidos a lo alto del edificio.
Nada de esto es ciencia espacial.
No se requiere sofisticados programas informáticos, ni siquiera tecnología.
Esto es solo sentido común arcaico y primitivo.
Y usando el sentido común logramos pasar de 120 kilowatts por metro cuadrado al año, que es el consumo de energía típico para enfriar un edificio de vidrio, a 40 kilowatts por metro cuadrado al año.
Con el diseño adecuado, la sustentabilidad no es otra cosa que el uso riguroso del sentido común.
El último caso que me gustaría compartir es sobre cómo el diseño puede proveer respuestas más completas frente a desastres naturales.
Uds.
quizás sepan que en 2010 Chile fue golpeado por un terremoto y tsunami de 8,8 grados en la escala de Richter, Nos llamaron para trabajar en la reconstrucción de Constitución, una ciudad en el sur de Chile.
Nos dieron 100 días, 3 meses, para diseñar prácticamente todo, desde edificios a espacios públicos, la red vial, el transporte, la vivienda y sobre todo, cómo proteger la ciudad contra futuros tsunamis.
Esto era algo nuevo en el diseño urbano chileno y había algunas alternativas flotando en el aire.
La primera: prohibición de residencias en la zona cero.
USD 30 millones para pagar la expropiación de terrenos.
Esto es exactamente lo que se está discutiendo en Japón en este momento y si se cuenta con una población disciplinada como la japonesa puede que resulte.
Pero en el caso de Chile es prácticamente seguro que esta zona sería ocupada ilegalmente por lo tanto esta alternativa era irreal e indeseable.
Segunda alternativa: construir un gran muro, infraestructura pesada capaz de resistir la energía de las olas.
Esta alternativa era defendida convenientemente por grandes empresas constructoras porque significaba contratos por USD 42 millones y además era políticamente preferida porque no requería expropiación de terrenos.
Pero Japón probó que tratar de resistir la fuerza de la naturaleza es inútil.
Por tanto esta alternativa era irresponsable.
Entonces, tal como el proyecto de vivienda, pensamos que había que incluir a la comunidad en la búsqueda de una solución y comenzamos un proceso de diseño participativo.
(Vídeo) ¿Cómo quieres la ciudad? Vote por Constitución.
Vaya a la Casa Abierta y exprese su opción.
¡Participe! Pescador: Específicamente yo como pescador, tengo 25 pescadores.
¿Dónde los voy a llevar yo? ¿Al bosque? Hombre: Por qué nosotros no podemos tener una defensa de hormigón, por supuesto bien hecha.
Hombre 2: Yo soy la historia de Constitución y vivo en mi santuario y este señor me viene a decir que yo no puedo seguir viviendo ahí.
Ha vivido toda mi familia toda la vida ahí.
Crié a mis hijos y mis hijos criarán a sus hijos y mis hijos y mis nietos y todo.
¿Pero por qué me viene a imponer Ud.? Él me está imponiendo, en la zona de riesgo no me puede autorizar a construir.
Él mismo lo está diciendo…
Hombre 3: No, no, no, Nieves…
Alejandro Aravena: Yo no sé si lograron leer los subtítulos pero es evidente por el lenguaje corporal que el diseño participativo no es algo hippie, romántico del tipo soñemos todos juntos el futuro de la ciudad.
De hecho…
(Aplausos), ni siquiera es, buscar la respuesta correcta en conjunto con las familias.
Principalmente es tratar de identificar con precisión cuál es la pregunta correcta.
No hay nada peor que contestar bien la pregunta equivocada.
Era evidente que después de un proceso así, o nos acobardábamos y nos íbamos porque es demasiado tenso o lo llevamos al límite y preguntamos: ¿qué otra cosa los tiene incómodos? ¿Qué otros problemas tienen y qué les gustaría que revisáramos ahora que debemos pensar la ciudad desde cero? Y la gente contestó, miren, está muy bien proteger la ciudad contra tsunamis, se los agradecemos mucho, pero el próximo va a venir en, cuánto, ¿20 años? Sin embargo cada año tenemos el problema de las inundaciones por lluvia.
Además, aun cuando estamos en medio de la región forestal de Chile, nuestro espacio público da lástima; es escaso y es mediocre.
Y el origen de la ciudad, nuestra identidad, no está en verdad ligada a los edificios que se cayeron sino al río, al cual no podemos acceder públicamente porque sus riberas son propiedad privada.
Entonces pensamos que debíamos generar una tercera alternativa y nuestro enfoque fue que frente a amenazas geográficas necesitábamos respuestas geográficas.
¿Qué pasaría si entre la ciudad y el mar tuviésemos un bosque, que en vez de tratar de resistir la fuerza de la naturaleza la disipase introduciendo fricción? Un bosque capaz de laminar el agua y evitar las inundaciones? Un bosque capaz de pagar la deuda histórica de espacio público y capaz de proveer, finalmente, acceso democrático al río.
Como conclusión del proceso de participación teníamos una alternativa validada política y socialmente, pero quedaba todavía el problema del costo: USD 48 millones.
Hicimos un sondeo en el sistema de inversión pública y descubrimos que había 3 ministerios con 3 proyectos para exactamente el mismo lugar, sin que ninguno de ellos supiera de la existencia de los demás.
La suma de ellos: USD 52 millones.
El poder de síntesis del diseño trata de hacer un uso más eficiente del recurso más escaso en las ciudades, que no es el dinero, sino la coordinación.
De esta manera pudimos ahorrar USD 4 millones y por eso el bosque está hoy en construcción.
(Aplausos) Ya sea entonces la fuerza de la auto-construcción, la fuerza del sentido común o la fuerza de la naturaleza, todas estas fuerzas deben ser traducidas a una forma y lo que esa forma está modelando no es cemento, ladrillos o madera.
Es la vida misma.
El poder de síntesis del diseño es solo el intento de colocar en el núcleo más íntimo de la arquitectura la fuerza de la vida.
Muchas gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/alejandro_aravena_my_architectural_philosophy_bring_the_community_into_the_process/