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Mi viaje por los pueblos más blancos de EE.UU. – Charla TEDWomen 2015

Charla «Mi viaje por los pueblos más blancos de EE.UU.» de TEDWomen 2015 en español.

Mientras EE.UU. se vuelve más y más multicultural, Rich Benjamin notó un fenómeno: Algunas comunidades se vuelven realmente menos diversas. Así que sacó un mapa, encontró los pueblos más blancos de EE.UU. y se mudó. En esta charla divertida, honesta y humana comparte lo que aprendió como un hombre negro en Blancotopía.

  • Autor/a de la charla: Rich Benjamin
  • Fecha de grabación: 2015-05-28
  • Fecha de publicación: 2015-08-11
  • Duración de «Mi viaje por los pueblos más blancos de EE.UU.»: 781 segundos

 

Traducción de «Mi viaje por los pueblos más blancos de EE.UU.» en español.

Imaginen un lugar donde los vecinos llaman a sus hijos por su nombre; un lugar con vistas maravillosas; un lugar en el que, a solo 20 minutos en auto, uno puedes colocar el barco en el agua.

Suena tentador,

¿no?

Yo no vivo ahí.


(Risas)
Pero hice un viaje de 43 000 km durante dos años por los condados con mayor crecimiento y mayor población blanca de EE.UU.

Blancotopía

¿Qué es una blancotopía?

Yo la defino de tres formas: Primero, en blancotopía la población ha crecido al menos un 6 % desde el 2000.

Segundo, la mayor parte de ese crecimiento lo han provocado emigrantes blancos.

Y tercero, blancotopía tiene un encanto inexplicable, un aspecto y una sensación agradables, un no sé qué.

[En francés]
(Risas)
Para saber cómo y por qué las blancotopías están progresando, me sumergí en tres de ellas durante varios meses cada una: primero, en St.

George, Utah; segundo, en Coeur d’Alene, Idaho; y tercero, en Forsyth County, Georgia.

Primera parada: St.

George.

Preciosa ciudad con paisajes de montañas de rocas rojas.

En la década de 1850, Brigham Young envió familias a St.

George para cultivar algodón, porque el clima era cálido y seco.

Así que la llamaron la «Dixie» de Utah, y el mote se mantiene hoy en día.

Abordé mi estancia en estas blancotopías como si fuera un antropólogo.

Elaboré complejas hojas de cálculo sobre las personas influyentes del lugar, sobre a quién debía conocer, sobre lugares donde debía estar.

Y me sumergí con gusto en estas comunidades.

Asistí a reuniones sobre zonificación, a clubes de demócratas y a clubes de republicanos.

Jugué partidas de póquer.

En St.

George alquilé una casa en la «Entrada» una de las mejores urbanizaciones privadas de la ciudad.

No quería moteles baratos ni hoteles.

Vivía en esta blancotopía como residente y no como visitante.

Alquilé esta casa, por teléfono.


(Risas)

(Aplausos)
El golf es el símbolo más adecuado para representar las blancotopías.

Cuando comencé mi viaje, prácticamente no había usado un palo de golf en mi vida.

Cuando terminé, jugaba al golf al menos tres veces por semana.


(Risas)
El golf ayuda a crear vínculos.

Algunas de mis mejores entrevistas sucedieron en campos de golf.

Un profesional de finanzas, por ejemplo, me invitó a jugar en su club privado donde no había socios representantes de minorías.

También fui de pesca.


(Risas)
Yo nunca había pescado, así que este tipo tuvo que enseñarme cómo lanzar la caña y qué anzuelo usar.

Además jugaba al póquer todos los fines de semana.

Jugábamos al Texas Hold’em con una apuesta mínima de USD 10.

Puede que mis compañeros blofearan sobre las cartas que tenían.

Pero no lo hacían sobre sus ideales sociales.

Algunas de las conversaciones más crudas y amargas de todo el viaje ocurrieron durante esas partidas.

Se me da muy bien entretener a la gente.

Me encanta cocinar, he organizado muchas cenas y, a cambio, la gente me invitaba a las suyas.

Y a sus barbacoas, y a sus piscinas, y a sus fiestas de cumpleaños.

Pero no todo era pasarlo bien.

Resulta que la inmigración era un asunto muy presente en blancotopía.

El consejo de ciudadanos para la inmigración ilegal de St.

George llevaba a cabo de forma regular manifestaciones contra la inmigración, por lo que deduje que en blancotopía el tema generaría un debate muy acalorado.

Era un adelanto en directo.

Y así ha sido.

Siguiente parada: «Casi paraíso», una cabaña que alquilé en Coeur d’Alene, en la preciosa franja al norte de Idaho.

Este sitio también lo alquilé por teléfono.


(Risas)
El libro «1000 lugares que ver antes de morir» menciona Coeur d’Alene.

Es un precioso paraíso para cazadores, barqueros y pescadores.

Mis nuevas habilidades para el golf me fueron muy útiles allí.

Jugué al golf con policías de Los Ángeles jubilados.

En 1993, unos 11 000 policías y familias, tras los disturbios raciales, se mudaron de Los Ángeles al norte de Idaho, donde han construido una comunidad de expatriados.

Debido al carácter conservador de estos policías, no sorprende saber que allí apoyan firmemente la posesión de armas.

De hecho, se dice que hay más vendedores de armas que gasolineras.

Así que,

¿qué tiene que hacer uno para encajar?

Me uní al club de las armas.

Cuando fui a alquilar un arma, el señor que me atendió fue muy agradable y simpático, hasta que le enseñé mi carnet de conducir de Nueva York.

Ahí es cuando se puso nervioso.

No tengo tan mala puntería como yo creía.

Lo que aprendí del norte de Idaho es que existe una paranoia muy peculiar que puede permiar en una comunidad en la que hay tantos policías y pistolas.

En el norte de Idaho, en mi camioneta roja, llevaba siempre un cuaderno, en el que anoté haber visto más banderas de los Estados Confederados que negros.

Había banderas de los Estados Confederados en llaveros, en accesorios para el móvil y en autos.

A unos 7 minutos en auto de mi cabaña de lago se encontraba la sede de las Naciones Arias, un grupo de blancos supremacistas.

Los «Ministerios de Promesas Americanos», la religión de las Naciones Arias, organizaba, casualmente, un retiro de tres días durante mi visita.

Así que decidí colarme.


(Risas)
Que yo sepa, soy el único periodista no ario que ha hecho algo así.


(Risas)
Entre los varios sucesos memorables de aquel retiro espiritual…


(Risas)

Abe, un hombre ario, se me acercó sigilosamente.

Me dio una palmada y me dijo: «Hey Rich, quiero que sepas una cosa: no somos supremacistas blancos, somos separatistas.

No nos creemos mejores que tú, solo queremos estar lejos de ti.»
(Risas)
Efectivamente, la mayoría de ellos no son ni supremacistas blancos ni separatistas blancos.

De hecho, para nada están en blancotopía por motivos raciales explícitos.

Más bien emigran allí porque buscan simpatía, comodidad, estabilidad, seguridad…

elementos que asocian de manera implícita con la propia raza blanca.

La siguiente parada fue Georgia.

Allí me alojé en las afueras, al norte de Atlanta.

En Utah descubrí el póquer; En Idaho descubrí las armas; En Georgia descubrí a Dios.


(Risas)
La manerb en la que me sumergí en esta Blancotopía consistía en participar activamente en la «Iglesia del Primer Redentor», una iglesia tan grande que tenía carritos de golf para llevar a los asistentes a los muchos aparcamientos que había.

Yo colaboraba activamente con el laicado juvenil.

Y, personalmente, yo me sentía más cómodo en esta blancotopía que, digamos, en Colorado, Idaho, o incluso en la periferia de Boston.

Eso es porque allí, en Georgia, los blancos y los negros, históricamente, están más acostumbrados a convivir.

Yo no era tan exótico en esta blancotopía.


(Risas)
Pero,

¿qué significa todo esto?

Migrar a y soñar con una blancotopía es un fenómeno de presión y atracción repleto de alarmantes presiones y tentadoras atracciones, y blancotopía funciona con prejuicios de manera consciente e inconsciente.

Es posible que haya personas que no estén en blancotopía por motivos racistas, aunque ello tiene resultados racistas.

Muchas de ellas se sienten excluidas por personas ilegales, abusos de la seguridad social, minorías, densidad, escuelas abarrotadas.

Muchas de ellas se sienten atraídas por las ventajas, la libertad, la tentación de privacidad: lugares privados, personas privadas, cosas privadas.

Cómo puede haber racismo sin que haya racistas.

Y en blancotopía aprendí que en un país puede existir el racismo sin personas racistas.

Muchos de mis amigos orgullosos, liberales y urbanos no podían creer que me fuera a embarcar en aquella aventura.

Pero muchos estadounidenses blancos son simpáticos y agradables.

Las relaciones interpresonales entre razas, las formas de tratarnos, son mucho mejores que en la generación de mis padres.

¿Se imaginan si hubiera ido a blancotopía hace 40 años?

Habría sido todo un viaje.


(Risas)
Aún así, algunas cosas no han cambiado.

Hoy EE.

UU.

se encuentra tan segregada residencial y educacionalmente como en 1970.

Como estadounidenses, muchas veces encontramos formas de cocinar juntos, bailar juntos, ser hospitalarios los unos con los otros, pero,

¿por qué eso o se puede traducir en cómo nos tratamos entre colectivos?

Es una ironía devastadora, la forma en la que hemos avanzado como individuos, y retrocedido como grupos sociales.

Uno de los puntos de vista de la blancotopía que me sorprendió mucho fue un proverbio: «Un hombre negro es un invitado maravilloso; 50 hombres negros son un gueto.» Uno de los grandes elementos que me animaron a hacer mi viaje fue el año 2042.

Para el 2042 las personas blancas ya no serán mayoría en EE.UU.

En ese caso,

¿habrá más blancotopías?

Si miramos este asunto, el peligro de las blancotopías es que cuanta más segregación exista menos podremos mirar y enfrentarnos a prejuicios conscientes e inconscientes.

Me embarqué en este viaje de dos años y 43 000 km para aprender dónde, por qué y cómo están desplazándose las personas blancas.

pero no esperaba pasármelo tan bien.


(Risas)
No esperaba aprender tanto sobre mí mismo.

No me imagino viviendo en una blancotopía, Es más, tampoco en una negrotopía.

Sí pienso seguir jugando al golf siempre que pueda.


(Risas)
Simplemente tendré que dejar las armas y las iglesias de nuevo en blancotopía.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/rich_benjamin_my_road_trip_through_the_whitest_towns_in_america/

 

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