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Charla «Moshe Safdie – Construyendo singularidad» de TED2002 en español.
Repasando su larga carrera el arquitecto Moshe Safdie indaga en cuatro de sus proyectos de diseño y explica cómo trabajó para hacer de cada uno de ellos algo verdaderamente único para su sitio y usuarios.
- Autor/a de la charla: Moshe Safdie
- Fecha de grabación: 2002-03-03
- Fecha de publicación: 2008-02-18
- Duración de «Moshe Safdie – Construyendo singularidad»: 1066 segundos
Traducción de «Moshe Safdie – Construyendo singularidad» en español.
Me gustaría hablarles de algo muy preciado para el corazón de Karen, que es,
¿cómo se descubre qué cosa hace verdaderamente particular a un proyecto?
¿Cómo se descubre la singularidad de un proyecto, tan único como una persona?
, porque me parece que encontrar esta singularidad tiene que ver con tratar con toda la fuerza de la globalización: que lo particular es el eje para encontrar la singularidad de lugar y la singularidad de un programa en un edificio.
Bueno, los llevaré a Wichita, Kansas, donde hace unos años me pidieron que hiciera un museo de ciencias en un sitio, en el centro de la ciudad, junto al río.
Y pensé que el secreto del lugar era hacer que el edificio fuera parte del río mismo.
Desafortunadamente, el lugar estaba separado del río por el boulevard McLean.
De modo que sugerí que desviáramos el McLean.
Así surgieron los Amigos del Boulevard McLean.
(Risas)
Y nos llevó seis meses desviarlo.
La primera imagen que le mostré al comité de la construcción fue este observatorio astronómico de Jantar Mantar en Jaipur, porque hablé sobre qué hace que un edificio sea una construcción de la ciencia.
Y me pareció que esta estructura, compleja, rica y sin embargo completamente racional, era un instrumento – tenía algo que ver con la ciencia, y de alguna manera construir para la ciencia debería ser diferente, único y hablar de eso.
Y así mi primer bosquejo después de marcharme fue decir: cortemos el canal, hagamos una isla y construyamos un edificio insular.
Me entusiasmé mucho, volví y ellos me miraron medio consternados y dijeron:
¿una isla?
Anteriormente era una isla, la Isla Ackerman, pero rellenamos el canal durante la Gran Depresión para crear empleos.
(Risas)
Entonces comenzó el proceso y dijeron: no se puede poner todo en una isla, algo tiene que estar en el continente porque no queremos darle la espalda a la comunidad.
Y surgió un diseño, la galería formando una especie de isla, y uno podía caminar por ella o sobre el techo, y había toda clase de atracciones.
Uno podía entrar por los edificios en tierra firme, caminar por las galerías hacia los patios – había un paisaje.
Si uno fuera tacaño podría caminar por encima del puente hacia el techo, echarle una ojeada a las exposiciones y luego totalmente seducido, volver y pagar la entrada de cinco dólares.
(Risas)
Y el cliente estaba feliz, bueno, más o menos feliz, porque estábamos cuatro millones de dólares por encima del presupuesto, pero esencialmente feliz.
Pero yo todavía estaba preocupado, y lo estaba porque sentía que esto era caprichoso.
Era complejo, pero había algo caprichoso en su complejidad.
Era, lo que yo diría, complejidad composicional y yo pensaba que si tuviera que cumplir lo que había hablado, un edificio para la ciencia, debía haber una especie de idea generadora – una suerte de geometría generadora.
Y esto dio lugar a la idea de tener geometría generadora toroidal, con su centro – una con su centro en lo profundo del corazón del edificio de tierra firme, y un toroide con su centro en el cielo para el edificio insular.
Un toroide, para los que no lo saben, es la superficie de una dona o, para algunos de nosotros, de un bagel.
Y de esta idea comenzaron a desprenderse muchas, muchas variaciones de diferentes planos y posibilidades, y luego el plano mismo evolucionó en relación a las exhibiciones, y uno ve la intersección del plano con la geometría toroide.
Y finalmente el edificio – esta es la maqueta.
Cuando había quejas sobre el presupuesto, yo decía, bien, vale la pena hacer la isla porque se duplica el dinero — reflexiones.
Y aquí está el edificio en su inauguración, con un canal que da al centro de la ciudad, visto desde el centro, y la bicisenda que va a través del edificio, así los que van viajando por el río verían las exhibiciones se sentirían atraídos por el edificio.
La geometría toroidal posibilitó un edificio muy eficiente.
Cada viga de este edificio tiene el mismo radio, todas de madera laminada.
Cada pared, cada pared de concreto, está resistiendo las presiones y sosteniendo el edificio.
Cada pieza del edificio funciona.
Estas son las galerías con la luz entrando por las claraboyas, de noche, y el día de la inauguración Volviendo a 1976 –
(Aplausos)
– en 1976 me pidieron que diseñara el Memorial de los Niños en el Museo del Holocausto de Yad Vashem en Jerusalén, lo que vemos aquí – el campus.
Me pidieron que hiciera un edificio, y me dieron todas las prendas de vestir y los dibujos.
Me preocupé mucho.
Trabajé en eso durante un mes pero no pude resolverlo porque pensé que la gente vendría desde el museo histórico, completamente saturados de información, para ver otro museo más con información, esto haría que simplemente no pudieran digerirlo.
Y entonces hice una contrapropuesta.
Yo dije, ningún edificio; había una cueva en el sitio, hacemos un túnel en la colina, descendemos por las rocas hasta la cámara subterránea.
Hay una antesala con fotografías de los niños que perecieron, y luego llegamos a un gran espacio.
Hay una única vela, parpadeando en el centro.
Mediante un arreglo de vidrios reflectivos, la vela se refleja al infinito en todas direcciones.
Uno camina por el espacio, una voz lee los nombres, edades y lugares de nacimiento de los niños.
Esta voz no se repite en seis meses.
Y luego se desciende hacia la luz, hacia el norte, hacia la vida.
Bien, dijeron ellos, la gente no lo va a entender — van a pensar que es una discoteca, no se puede hacer eso.
Y archivaron el proyecto.
Y quedó postergado durante 10 años.
Y luego un día Ed Spiegel, de Los Ángeles, que había perdido a su hijo de dos años en Auschwitz, vino, vio la maqueta, firmó el cheque, y se construyó 10 años después.
Muchos años después de eso, en 1998, yo estaba en uno de mis viajes mensuales a Jerusalén, y recibí un llamado del ministro de relaciones exteriores que decía, aquí estamos con el jefe de gobierno de Punjab.
Él está en visita de estado.
Lo llevamos a visitar Yad Vashem.
Lo llevamos al memorial de los niños, quedó sumamente conmovido.
Quiere conocer al arquitecto,
¿podrías venir y reunirte con él en Tel Aviv?
Fui y el jefe de gobierno Badal me dijo: nosotros los sijs hemos sufrido mucho al igual que ustedes los judíos.
Me conmovió mucho lo que vi hoy.
Vamos a construir nuestro museo nacional para contar la historia de nuestra gente; nos vamos a embarcar en eso.
Queremos que venga y lo diseñe.
Y así, ya saben, esta era una de esas cosas que uno no toma muy en serio.
Pero dos semanas después estaba en este pueblito, Anandpur Sahib en las afueras de Chandigarh, la capital del Punjab, y el templo, y también cerca de la fortaleza en la que el último gurú de los sijs, el Gurú Gobind, murió mientras escribía la Khalsa, que es su sagrada escritura.
Y llegué a trabajar, entonces me llevaron a algún lugar por ahí a nueve kilómetros del pueblo y el templo y me dijeron que era el lugar elegido.
Y les dije: esto no tiene ningún sentido.
Los peregrinos vienen aquí de a cientos y miles — no van a subirse a camiones y autobuses para llegar hasta allí.
Volvamos al pueblo y caminemos hasta el sitio.
Y les recomendé hacerlo justo allí, en esa colina, y esta colina y construir el puente hasta el pueblo.
Y, como las cosas son un poco más simples en India, en una semana compraron el sitio, y empezamos a trabajar.
(Risas)
Mi propuesta consistió en dividir el museo en dos: las exhibiciones permanentes en una punta, el auditorio, la biblioteca, y las exhibiciones temporales en la otra punta.
Inundar el valle en una serie de jardines acuáticos y unirlos al fuerte y al centro de la ciudad.
Y las estructuras emergen de los acantilados de arena.
Están construidas en concreto y piedra arenisca; los techos son de acero inoxidable.
Miran hacia el sur y reflejan la luz hacia el templo mismo, los peatones se entrecruzan de un lado al otro.
A medida que uno viene del norte la mampostería surge desde los acantilados de arena, y a medida que uno viene de los Himalayas, evoca la tradición de la fortaleza.
Y luego me fui por cuatro meses, e iba a ser innovador.
Y cuando regresé, ¡he aquí!.
La pequeña maqueta que dejé ahora era diez veces más grande y estaba en exposición al público, y el puente ¡estaba construido!.
(Risas)
¡Los dibujos hechos realidad! Y medio millón de personas se habían reunido para las celebraciones, se les podía ver en el sitio mismo mientras comenzaban los cimientos.
Me pusieron el nuevo nombre de Safdie Singh, y allí está en construcción — hay 1.800 trabajadores en obra, y estará terminado en dos años.
De vuelta a Yad Vashem tres años atrás.
Después que comenzó todo este episodio, Yad Vashem decidió reconstruir completamente el museo histórico, porque ya se había construido el Museo del Holocausto en Washington, y ese museo es mucho más amplio en términos de información.
Y el Yad Vashem necesita hacer frente a tres millones de visitantes al año en este momento.
Dijeron: reconstruyamos el museo.
Pero, por supuesto, los sijs podrían darte un empleo muy fácilmente – los judíos lo hacen difícil.
Competencia internacional, fase uno, fase dos, fase tres.
(Risas)
Y otra vez, me sentí un poco incómodo con la noción de que un edificio del tamaño del de Washington, 4646 metros cuadrados, reposara sobre esa frágil colina, y de que fuéramos por galerías, salas con puertas y una especie de salas familiares para contar la historia del Holocausto.
Y propuse que cortáramos la montaña – esa fue mi primera propuesta, simplemente incrustar el museo completo en la montaña, entrar por un lado de la montaña, salir por el otro lado de la montaña.
Y luego traer luz a través de la montaña hacia las cámaras.
Y aquí vemos la maqueta, un edificio de recepción y algunos estacionamientos subterráneos.
Uno cruza un puente, entra en esta sala triangular, 18 metros de alto, que se mete en la colina y se extiende a medida que vamos hacia el norte.
Y entonces todas, todas las galerías son subterráneas.
Y se ven las aberturas para la luz.
Y por las noches, una línea de luces atraviesa la montaña, la cual es una claraboya arriba de ese triángulo.
Y todas las galerías – a medida que uno se mueve por ellas, etc.
– están bajo tierra.
Y hay cámaras esculpidas en la roca – paredes de concreto, piedra, la piedra natural cuando es posible – con los rayos de luz.
Esta es, en realidad, una cantera española que inspiró cómo podrían ser los espacios de estas galerías.
Y luego, yendo hacia el norte, se abre: irradia hacia afuera de la montaña, nuevamente una vista de la luz y de la ciudad, y de las colinas de Jerusalén.
Quisiera terminar con un proyecto en el que estuve trabajando durante dos meses.
La sede central del Instituto de la Paz de Washington, el Instituto de la Paz de EE.UU.
El sitio elegido está cruzando el Memorial a Lincoln lo vemos ahí, directamente en el Mall, es el último edificio del Mall, en el acceso del Puente Roosevelt que viene desde Virginia.
Esto también fue una competencia, y es algo en lo que estoy comenzando a trabajar.
Pero uno reconoce la clase de singularidad del sitio.
Si estuviera en cualquier otro lugar de Washington sería un edificio de oficinas, un centro de conferencias, un lugar para negociar la paz, etc., todo lo que el edificio ciertamente es.
Pero en virtud de la elección de ponerlo en el Mall, al lado del Memorial a Lincoln, se vuelve una estructura símbolo de la paz en el Mall.
Y esto era un tema muy candente.
El primer boceto reconoce que el edificio consta de muchos espacios – espacios donde se realiza investigación, centros de conferencia, un edificio público, porque será un museo dedicado a la construcción de la paz.
Y esos son los dibujos que enviamos a la competencia, los planos mostrando los espacios que irradian hacia afuera desde la entrada.
Uno ve la estructura como en la secuencia de estructuras del Mall: muy transparente, atractivo, para mirar.
Y luego, a medida que entramos otra vez, mira en todas direcciones hacia la ciudad.
Y lo que sentía acerca de ese edificio es que era en verdad un edificio que tenía que ver con una levedad del ser, para citar a Kundera – que tenía que ver con la blancura, tenía que ver con cierta cualidad dinámica, y tenía que ver con el optimismo.
Y esto es donde está, por así decirlo, evolucionando.
Estudios de la estructura del techo: lo cual demanda quizá nuevos materiales, cómo hacerlo blanco, cómo hacerlo traslúcido, cómo hacerlo brillar, cómo hacer que no sea caprichoso.
Y aquí estudiando, en tres dimensiones, cómo dar, otra vez, una especie de orden, una estructura, no algo que sientas que podrías sólo cambiar porque paras el diseño de ese proceso particular.
Y así sigue.
Quisiera terminar diciendo algo –
(Aplausos)
Quisiera terminar relacionando todo lo dicho con la palabra «belleza».
Y sé que no es una palabra de moda hoy en día, y por cierto no en el discurso de las facultades de arquitectura.
Pero me parece que todo esto, de una u otra manera, es una búsqueda de la belleza.
Belleza en el más profundo sentido de satisfacción.
Tengo una cita que me gusta del morfologista Teodoro Cook, 1917, que dijo: «La belleza denota humanidad.
Llamamos a un objeto natural objeto bello porque vemos que su forma expresa idoneidad, satisfacción perfecta de la función».
Bien, yo hubiera dicho la satisfacción perfecta del propósito.
Sin embargo, la belleza como clase de satisfacción, algo que nos dice que todas las fuerzas que tienen que ver con nuestro ambiente natural han sido satisfechas – y nuestro entorno humano – para eso.
Hace 20 años, estuvimos juntos en una conferencia Richard y yo.
Escribí un poema que me parece todavía hoy sostengo.
«Aquel que busque la verdad encontrará la belleza.
Aquel que busque la belleza encontrará la vanidad.
Aquel que busque el orden encontrará gratificación.
Aquel que busque gratificación se decepcionará.
Aquel que se considere sirviente de sus semejantes encontrará el regocijo de la autoexpresión.
Aquel que busque la autoexpresión caerá en el pozo de la arrogancia.
La arrogancia es incompatible con la naturaleza.
A través de la naturaleza, la naturaleza del universo y la naturaleza del hombre, encontraremos la verdad.
Si buscamos la verdad encontraremos la belleza».
Muchas gracias.
https://www.ted.com/talks/moshe_safdie_building_uniqueness/