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No tienes idea de dónde vienen los camellos – Charla TED Talks Live

Charla «No tienes idea de dónde vienen los camellos» de TED Talks Live en español.

Los camellos están tan bien adaptados al desierto que es difícil imaginarlos en otro lugar. Pero ¿y si los hemos catalogado mal? ¿Y si desarrollaron esas grandes jorobas, esas amplias pezuñas y esos ojos enormes para un clima y una era diferente? En esta charla, súmate a Latif Nasser de Radiolab conforme cuenta la sorprendente historia de cómo un diminuto y singular fósil trastocó su forma de ver los camellos y el mundo.

  • Autor/a de la charla: Latif Nasser
  • Fecha de grabación: 2015-11-05
  • Fecha de publicación: 2016-03-23
  • Duración de «No tienes idea de dónde vienen los camellos»: 747 segundos

 

Traducción de «No tienes idea de dónde vienen los camellos» en español.

Esta es una historia sobre cómo sabemos lo que sabemos.

Es una historia sobre esta mujer, Natalia Rybczynski.

Es paleobióloga, es decir, se especializa en desenterrar cosas muy antiguas.

(Audio) Natalia Rybczynski: Sí, me han llamado «Dra.

Fósiles».

Latif Nasser: Y pienso que es de particular interés porque desentierra cosas que están muy por encima del círculo polar ártico en la tundra canadiense.

Pero un día de verano en 2006, fue a una excavación llamada Fyles Leaf Bed, a menos de 10 º de latitud del polo norte magnético.

(Audio) NR: En realidad, no sonará muy apasionante, porque fue un día de caminata con mochila, GPS, y portátil recolectando todo lo que pareciera un fósil.

LN: Y en un momento notó algo.

(Audio) NR: Algo rojizo, color oxidado, del tamaño de la palma de mi mano.

Estaba allí en la superficie.

LN: Al principio pensó que era solo una astilla de madera, porque es el tipo de cosas que se suele encontrar en Fyles Leaf Bed, fragmentos de plantas prehistóricas.

Pero esa noche, de regreso al campamento…

(Audio) NR: …saqué la lupa y al mirar más de cerca, me di cuenta que no parecía tener tres anillos.

Quizá sea algo a preservar, pero realmente parece…

hueso.

LN: Mmm.

Por eso durante más de cuatro años, volvió al lugar una y otra vez, y al final recolectó 30 fragmentos de ese mismo hueso, algunos muy diminutos.

(Audio) NR: No es mucho.

Cabe en una bolsa pequeña.

LN: Trató de unirlas como en un rompecabezas.

Pero fue un desafío.

(Audio) NR: Está muy fragmentado en diminutas piezas, traté de usar arena y masilla pero no tenía buena pinta.

Por eso usé un escáner 3D de superficie.

LN: ¡Ohh! NR: Sí,

¿verdad?


(Risas)
LN: Resultó ser mucho más fácil hacerlo de forma virtual.

(Audio) NR: Parece magia cuando todo encaja.

LN:

¿Qué certeza tenías de estar en lo cierto, de haber puesto las piezas en su sitio?

¿Había alguna posibilidad de formar algo diferente como un periquito o algo así?


(Risas)
(Audio) NR:
(Risas)
Mm, no.

No, formamos esto.

LN: Ella descubrió una tibia, un hueso de la pierna, y, sobre todo, la tibia de un mamífero ungulado, como una vaca o una oveja.

Pero no podía ser de ellos.

Era demasiado grande.

(Audio) NR: Era enorme.

Era de un animal muy grande.

LN:

¿Qué animal podría ser?

Tras golpear una pared, mostró uno de los fragmentos a algunos de sus colegas en Colorado, y ellos tenían una idea.

(Audio) NR: Con una sierra, mellamos solo el borde del mismo, y tenía un aroma muy interesante.

LN: Olía a carne chamuscada.

Un aroma que Natalia reconoció de los cortes de cráneos en su laboratorio de anatomía macroscópica: colágeno.

El colágeno es lo que da estructura a los huesos.

Y por lo general, después de muchos años, se desintegra.

Pero en este caso, el Ártico había actuado como congelador natural y lo preservó.

Uno o dos años más tarde, Natalia estaba en una conferencia en Bristol, y vio que su colega Mike Buckley demostraba este nuevo proceso al que denominó «huella dactilar de colágeno».

Resulta que distintas especies tienen estructuras levemente diferentes de colágeno, por eso si obtenemos un perfil del colágeno de un hueso desconocido, se lo puede comparar con el de especies conocidas y, quién sabe, quizá haya concordancia.

Le envió uno de los fragmentos, por FedEx.

(Audio) NR: Sí, por el seguimiento.

Es importante.


(Risas)
LN: Lo procesó, y lo comparó con 37 especies conocidas de mamíferos actuales.

Y encontró una concordancia.

El hueso de 3.5 millones de años que Natalia extrajo del Alto Ártico resultó ser…

de un camello.


(Risas)
(Audio) NR: Pienso,

¿qué?

Es increíble, si es verdad.

LN: Hicieron pruebas en varios fragmentos, y dieron el mismo resultado en cada caso.

No obstante, por el tamaño del hueso hallado, significaba que este camello era 30 % más grande que los actuales.

Este camello habrá medido unos 3 m, y pesado casi una tonelada.

(Reacción del público) Sí.

Natalia encontró un camello gigante del Ártico.


(Risas)
Al oír la palabra «camello» viene a la mente esta imagen, el camello bactriano de Asia oriental y central.

Pero quizá la postal que tengan en mente sea esta, el dromedario, criatura del desierto por antonomasia, de lugares arenosos, calientes como Oriente Medio y el Sahara, que tiene una gran joroba para almacenar agua para esas largas caminatas por el desierto, y pezuñas grandes y anchas para vagar por las dunas de arena.

¿Cómo diablos terminaría uno de estos en el Alto Ártico?

Bueno, resulta que los científicos saben desde hace mucho tiempo, incluso desde antes del descubrimiento de Natalia, que los camellos son originarios de América.

(Música: The Star-Spangled Banner)
(Risas)
Son de aquí.

Deambularon durante unos 40 a 45 millones de años, solo se los encuentra en América del Norte; unas 20 especies, quizá más.

LN (Audio): Si los pongo en secuencia,

¿notaría alguna diferencia en aspecto?

NR: Sí, habría diferencia en el tamaño corporal.

Algunos tenían cuellos muy largos, que serían como jirafas.

LN: Algunos tenían hocicos, como los cocodrilos.

(Audio) NR: Los muy primitivos, los primeros, eran muy pequeños; casi como conejos.

LN:

¿Qué?

¿Camellos del tamaño de un conejo?

(Audio) NR: Los primeros.

A esos quizá no los reconoceríamos.

LN: Dios, quiero una mascota camello-conejo.

(Audio) NR: Lo sé,

¿no sería genial?


(Risas)
LN: Luego, hace entre 3 y 7 millones de años, una rama de camellos fue a América del Sur, y se transformaron en llamas y alpacas, y otra rama cruzó el Estrecho de Bering y entró en Asia y África.

Y luego hacia el final de la última glaciación, se extinguieron los camellos de América del Norte.

Los científicos ya lo sabían, pero eso no explica por completo cómo Natalia llegó tan al norte; en términos de temperatura, es el polo opuesto al Sahara.

Ahora, para ser justos, hace 3 millones y medio de años, hacía, en promedio, 22 ºC más que ahora.

Pudo haber un bosque boreal, como el de Yukón o Siberia hoy.

Pero aun así, tenían seis meses de largo invierno con estanques congelados.

Había ventiscas.

Había 24 horas al día de total oscuridad.

Pero, cómo…

¿cómo?

¿Cómo pudieron sobrevivir estas superestrellas del Sahara en esas condiciones árticas?


(Risas)
Natalia y sus colegas creen tener una respuesta.

Y es bastante brillante.

¿Y si los rasgos que pensamos que hacen apto al camello para lugares como el Sahara, en realidad evolucionaron para ayudarle a pasar el invierno?

¿Y si esas amplias pezuñas no fueran para vagar por la arena, sino para vagar por la nieve, como raquetas de nieve?

¿Y si esa joroba —esto me sorprendió— no contuviera agua, sino grasa?


(Risas)

¿Y si le ayudaba a pasar el invierno de seis meses ante la escasez de alimentos?

¿Y si, solo más tarde, mucho después de cruzar el puente terrestre readaptó esas características invernales para el entorno caluroso del desierto?

Por ejemplo, la joroba puede ser útil a los camellos en climas más cálidos porque tienen toda la grasa en un lugar, como, no sé, una mochila de grasa, o sea, que no necesitan tener toda esa aislación en el resto del cuerpo.

Eso ayuda a disipar el calor más fácilmente.

Esta idea alocada, que hace del camello la criatura del desierto por antonomasia, en realidad podría ser la prueba de su pasado en el Alto Ártico.

Y no soy el único que plantea esta historia.

Otros la han contado como maravilla de la biología evolutiva, o como cerradura de la clave al futuro del cambio climático.

En mi caso, me encanta por algo muy diferente.

Para mí, la historia habla de nosotros, de nuestra forma de ver el mundo y de sus cambios.

Me formé como historiador.

Sé que, en realidad, muchos científicos son historiadores, también.

Le dan sentido al pasado.

Cuentan la historia del universo, del planeta, de la vida en el planeta.

Y, como historiador, uno empieza con una idea en la cabeza sobre de qué va la historia.

(Audio) NR: Inventamos historias y nos apegamos a ellas, como la del camello y el desierto,

¿no?

¡Es una gran historia! La de una gran adaptación.

Está claro, siempre vivieron allí.

LN: Pero en cualquier momento, se puede descubrir algo de evidencia.

Uno podría aprender algo minúsculo que lo obliga a repensar todo lo que sabía.

Como, en este caso, esta científica que encuentra este fragmento de lo que pensó que era lana, y gracias a eso la ciencia tiene una nueva teoría totalmente contradictoria de por qué esta absurda criatura seussiana (Dr.

Seuss) tiene ese aspecto.

Y, para mí, trastocó completamente mi manera de ver al camello.

Pasó de ser esta criatura estereotípica, de nicho, adaptada solo a este entorno específico, a este viajero del mundo que de casualidad está en el Sahara, pero podría terminar en casi cualquier lado.


(Aplausos)
Esta es Azuri.

Azuri, hola,

¿cómo te va?

Bien, aquí tengo uno de estos para Uds.


(Risas)
Azuri está en un descanso de su actuación regular en el Radio City Music Hall.


(Risas)
No es chiste.

Como sea.

En verdad, Azuri está aquí como recordatorio viviente de que la historia del mundo es dinámica.

Y de que requiere nuestra voluntad de reajustar, de re-imaginar.


(Risas)

¿No es cierto Azuri?

Y de que, de verdad, estamos solo a un hueso de distancia de ver el mundo con otros ojos.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/latif_nasser_you_have_no_idea_where_camels_really_come_from/

 

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