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Charla «Pedir ayuda es una fortaleza, no una debilidad» de TEDWomen 2016 en español.
Todos tenemos retos — algunos visibles, la mayoría no lo son, dice Michele L. Sullivan. En una charla sobre la perspectiva, Sullivan comparte historias llenas de ingenio y sabiduría y nos recuerda que todos formamos parte del sistema de apoyo de otros. Ella dice «Los únicos zapatos con los que puedes caminar son los tuyos». «Con compasión, coraje y entendimiento, podemos caminar juntos uno al lado del otro.»
- Autor/a de la charla: Michele L. Sullivan
- Fecha de grabación: 2016-10-26
- Fecha de publicación: 2017-03-21
- Duración de «Pedir ayuda es una fortaleza, no una debilidad»: 715 segundos
Traducción de «Pedir ayuda es una fortaleza, no una debilidad» en español.
Todos hemos vivido acontecimientos que recordamos claramente.
El primero para mí fue cuando entré a preescolar.
Mi hermano mayor ya estaba en la escuela y por fin era mi turno.
Me fui corriendo por el pasillo.
Estaba tan emocionada, que casi me orino.
(Risas)
Llegué a la puerta, y ahí estaba el profesor con una cálida bienvenida, y me llevó dentro del salón, me enseñó mi pequeño armario — todos recordamos esos pequeños armarios,
¿no?
— y ponemos nuestras cosas ahí.
Después me dijo, «Ve a aquel círculo y juega con los niños mientras comienza la clase».
Así que fui y me dejé caer como si me perteneciera el lugar, y comencé a jugar, de repente el niño junto a mí, — que traía una playera blanca y shorts azules.
Lo recuerdo como si fuera ayer.
— De repente dejó de jugar y dijo, «
¿Por qué eres tan pequeña?
» Mientras, yo seguí jugando.
No pensé que me hablara a mí.
(Risas)
Y en voz más alta, dijo, «Oye,
¿por qué eres tan pequeña?
» Levanté la mirada y dije, «
¿De qué hablas?
Vamos a jugar.
Seamos felices.
He estado esperando esto».
Seguimos jugando, pero un minuto después, la niña junto a él, de blusa blanca y falda rosada, se levantó, puso sus manos en su cadera, y dijo, «Sí,
¿por qué eres tan diferente?
» Y dije, «
¿de qué hablas?
No soy diferente.
No soy pequeña.
Insisto, vamos a jugar».
En ese momento miré alrededor del círculo donde estaba, todos los niños habían dejado de jugar y me miraban.
Y pensé — en el idioma de hoy en día, sería, «OMG» o «WTF».
(Risas)
¿Qué pasó?
Entonces, toda la confianza con la que fui esa mañana se marchitaba conforme iba pasando el día y seguían haciéndome preguntas.
Al final de la mañana, antes de irme a casa, el profesor nos sentó en círculo, y me di cuenta que yo estaba fuera del círculo.
No podía ver a nadie.
No entendía qué acababa de pasar.
Y en los siguientes años, odiaba andar en público.
Sentía cada mirada, cada risa, cada dedo señalándome, no el dedo, pero cada dedo señalándome y lo odiaba.
Me escondía detrás de las piernas de mis papás para que no me vieran.
Y de niños, no comprendemos la curiosidad de otros niños, ni la ignorancia de los adultos.
Se volvió muy claro para mí que el mundo real no estaba hecho para alguien de mi talla, literal y figurativamente.
No tengo anonimato, como probablemente lo imaginen, y así de pequeña como me ven, todos pasamos por muchos retos en nuestras vidas.
Algunos se pueden ver, como los míos.
Per la mayoría no, No sabrían si alguien lucha por una enfermedad cerebral, o si luchan por su identidad de género, o si cuidan a un padre anciano, o si tienen dificultades financieras.
Esas cosas no se pueden ver.
Aún cuando pueden ver que uno de mis retos es mi estatura, el que lo vean no significa que lo entiendan, lo que realmente es ser yo día a día, o por lo que tengo que pasar.
Estoy aquí para desmentir un mito.
No creo que puedan ponerse en la piel de otro, y por eso, debemos adoptar una nueva manera de entregarnos.
De manera simple, yo nunca sabré lo que es ser Uds.
y Uds.
nunca sabrán lo que es ser yo.
No puedo enfrentar sus miedos o perseguir sus sueños, y Uds.
no pueden hacer eso por mí, pero podemos apoyarnos los unos a los otros.
En vez de intentar ponernos en la piel del otro, debemos adoptar una nueva manera de entregarnos.
Aprendí de muy joven que tenía que hacer algunas cosas de manera distinta a los demás, también aprendí que había cosas en las que estaba a la par, una de ellas era el salón de clases.
Ja, ja, ja.
Estaba a la par.
(Risas)
De hecho yo sobresalía en el salón de clases.
Por cierto esto fue de suma importancia, lo descubrí conforme fui creciendo y me di cuenta de que no sería capaz de hacer trabajos físicos.
Necesitaba educación.
Así que continué y obtuve un grado universitario, pero sentía que necesitaba estar un paso adelante para poder ser empleada, necesitaba tener un grado universitario avanzado por lo que continué y lo obtuve.
Estaba lista para mi entrevista.
¿Recuerdan su primera entrevista?
¿Qué me pondré?
¿Qué preguntas harán?
No olvidar el apretón de manos firme.
Estaba justo ahí con Uds.
24 horas antes de la entrevista, una amiga de toda la vida me llamó y dijo, «Michelle, el edificio al que vas tiene escaleras».
Ella sabía que no podía subir escaleras.
De repente, mi perspectiva cambió.
En mis zapatos, me preocupaba
¿cómo podía llegar allí?
Llegué temprano y encontré un puerto de carga, entré y tuve una gran entrevista.
No tenían idea por lo que pasé ese día, pero eso está bien.
Pensarán que mi mayor reto ese día fue tener la entrevista, o llegar al edificio.
En realidad, mi mayor reto ese día fue llegar al muelle de carga sin que me atropellaran.
Soy muy vulnerable en ciertas situaciones: aeropuertos, pasillos, estacionamientos, muelles de carga.
Y también tengo que ser muy cuidadosa.
Me tengo que anticipar y ser flexible y a veces moverme tan rápido como posible.
Obtuve el trabajo y en mi posición actual viajo mucho.
Viajar en la actualidad es un reto para todos.
Uds.
llegan al aeropuerto, corren hacia seguridad, llegan a la puerta.
¿Tendré asiento en pasillo o ventanilla?
¿Me dieron mejor lugar?
En primera yo no corro por algo.
(Risas)
Y especialmente no paso por TSA porque me toca experimentar el cateo personal.
No haré comentarios al respecto.
Después llego a la puerta, y con mi don de palabra con el que mis padres dicen que nací, le digo al agente de la puerta, «Por cierto, mi escúter pesa mucho, trae una batería seca, y lo puedo conducir hasta la puerta del avión».
También, el día anterior llamo a la ciudad donde viajaré para averiguar dónde rentar un escúter por si el mío se descompone.
En mi zapatos, es un poco distinto.
Cuando me subo al avión, uso mi don de la palabra para pedirle a la srta.
que suba mi bolso y lo hace.
Trato de no comer ni beber en el avión porque no querría levantarme y caminar en el avión, pero la naturaleza tiene su propio horario, y no hace mucho, me llamó y le respondí.
Así que caminé hacia el frente del avión y hablé con la azafata, y dije, «
¿Podría cuidarme la puerta?
No alcanzo el seguro».
Ahí estaba yo haciendo mis asuntos, cuando la puerta se abrió.
Y había un caballero ahí con una mirada de horror en su rostro.
Seguramente yo tenía la misma mirada.
Al salir, noté que estaba sentado justo frente a mí, estaba completamente avergonzado.
Me levanto y voy hacia él silenciosamente «
¿Va Ud.
a recordar esto tanto como yo?
»
(Risas)
Y responde, «Creo que sí».
(Risas)
Mientras él probablemente no habla de ello públicamente, yo sí.
(Risas)
Pero hablamos durante el resto del vuelo, nos conocimos, sobre nuestras familias, deportes, trabajo, y cuando aterrizamos, me dijo, «Michelle, noté que alguien subió tu bolso.
¿Te lo puedo bajar yo?
» Y dije, «Por supuesto, gracias».
Y nos despedimos, lo más importante de ese día fue que él no se fue avergonzado, con esa experiencia de vergüenza.
Él no lo va a olvidar y yo tampoco, pero creo que recordaremos más nuestra charla y nuestras perspectivas.
Cuando viajas internacionalmente, puede ser más retador por diferentes formas.
Hace unos años, estaba en Zanzíbar, y venía en mi escúter, mientras piensaba sobre ello.
Mujer pequeña, blanca, rubia, en una silla de ruedas.
Eso probablemente no pasa todos los días.
Subo y con mi don de palabra hablo con el agente.
Muy amable, le pregunto acerca de su cultura y etc., noto que no era una pasarela de acceso.
Así que tuve que decir, «No sólo tiene que levantar mi silla, también necesitaré ayuda para subir las escaleras».
Tuvimos que esperar el vuelo juntos cerca de una hora y fue la hora más magnífica.
La perspectiva de ambos cambió ese día.
Cuando subí a mi vuelo, me palmeó en la espalda, y deseó que me fuera bien, y yo le agradecí mucho.
Nuevamente, creo que el recordará esa experiencia más que cuando entré primero, y hubo un poco de indecisión.
Como podrán notar, obtengo mucha ayuda.
No estaría donde estoy hoy si no fuera por mi familia, mis amigos, mis colegas, y tantos extraños que me ayudan cada día de mi vida.
Y es importante que todos tengamos un sistema de apoyo.
Pedir ayuda es una fortaleza, no una debilidad.
(Aplausos)
Todos necesitamos ayuda en nuestra vida, pero es tan importante como formar parte del sistema de apoyo de otras personas.
Debemos adoptar esa manera de darle a los demás.
Todos tenemos un rol que jugar en nuestros éxitos, pero piensen también en el rol que tenemos en el éxito de los demás, justo como el de la gente que me ayuda cada día.
Es sumamente importante que nos ayudemos entre nosotros, porque la sociedad coloca cada vez más gente en silos basándose en prejuicios e ideologías.
Debemos mirar más allá de la superficie y confrontar la verdad que ninguno de nosotros somos lo que aparentamos.
Hay más de nosotros que eso, y todos luchamos con cosas que no se pueden ver.
Vivir una vida libre de juicios nos permite a todos compartir esas experiencias juntos y tener una perspectiva totalmente diferente, como esas cuantas personas que mencioné antes en mis historias.
Así que recuerden, los únicos zapatos en los que realmente pueden caminar son los propios.
Yo no puedo caminar en los suyos.
Sé que Uds.
no pueden caminar en los míos, talla 1—
(Risas)
pero podrían intentarlo.
Aunque podemos hacer algo mejor que eso.
Con compasión, valentía y entendimiento, podemos caminar lado a lado y apoyarnos mútuamente, piensen cómo la sociedad puede cambiar si hacemos eso en lugar de juzgar únicamente lo que vemos.
Gracias.
(Aplausos)
Gracias.
https://www.ted.com/talks/michele_l_sullivan_asking_for_help_is_a_strength_not_a_weakness/