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Phil Hansen: Aceptar el temblor – Charla TED2013

Charla «Phil Hansen: Aceptar el temblor» de TED2013 en español.

En la escuela de arte, a Phil Hansen empezó a tener un temblor rebelde en la mano que le impedía crear los dibujos puntillistas que amaba. Hansen estaba devastado, a la deriva sin un sentido de propósito. Hasta que un neurólogo le hizo una simple sugerencia: aceptar esta limitación… y trascenderla.

  • Autor/a de la charla: Phil Hansen
  • Fecha de grabación: 2013-02-26
  • Fecha de publicación: 2013-05-21
  • Duración de «Phil Hansen: Aceptar el temblor»: 601 segundos

 

Traducción de «Phil Hansen: Aceptar el temblor» en español.

Cuando estaba en la escuela de arte, empecé a tener un temblor en mi mano y esta era la línea más recta que podía dibujar.

Ahora, en retrospectiva, en realidad eso era bueno para algunas cosas, como mezclar una lata de pintura o agitar una Polaroid, pero en ese momento era el fin del mundo.

Era la destrucción de mi sueño de convertirme en artista.

En realidad, el temblor se manifestó en una búsqueda decidida del puntillismo, luego de años de hacer diminutos puntos.

Finalmente, estos puntos pasaron de ser perfectamente redondos a parecer unos renacuajos, por causa del temblor.

Así, para compensar, sostenía la pluma más fuerte, y esto no hizo más que empeorar el temblor, por eso la sostuve aún más fuerte.

Se tornó un ciclo vicioso que terminó causando mucho dolor y problemas articulares.

Me costaba sostener cualquier cosa.

Y después de pasar toda mi vida con ganas de hacer arte, abandoné la escuela de arte y luego el arte, por completo.

Pero unos años después, no podía estar alejado del arte, y decidí consultar a un neurólogo por el temblor y descubrí que tenía un daño neurológico permanente.

Y, al mirar mi trazo serpenteante, dijo: «Bueno,

¿por qué simplemente no aceptas el temblor?

» Y así hice.

Fui a casa, agarré un lápiz y dejé que la mano empezara a temblar y temblar.

Hice todos estos garabatos.

Si bien no era el tipo de arte que en última instancia me apasionaba, me gustó mucho.

Y, lo más importante, una vez que acepté el temblor, me di cuenta de que aún podía hacer arte.

Solo tenía que encontrar un enfoque diferente para hacer el arte que quería.

Todavía disfrutaba la fragmentación del puntillismo, ver esos puntos diminutos que se unen para formar un todo unificado.

Empecé a experimentar otras formas de fragmentar imágenes en las que el temblor no afectara la obra, como mojar mis pies en pintura y caminar sobre un lienzo, o en una estructura 3D de dos por cuatro, o crear una imagen 2D y quemarla con un soplete.

Descubrí que, si trabajaba a una escala más grande y con materiales más grandes, mi mano no interferiría, y después de pasar de un único enfoque hacia el arte, a un enfoque hacia la creatividad que cambió completamente mis horizontes artísticos.

Esta fue la primera vez que vi que esta idea de adoptar una limitación podía impulsar la creatividad.

En ese momento, yo estaba terminando la escuela, y estaba muy entusiasmado en conseguir un trabajo para poder comprar nuevos materiales de arte.

Tenía unas herramientas limitadas y sentía que podría hacer mucho más con los materiales que, pensaba, un artista se supone debía tener.

Ni siquiera tenía unas tijeras normales.

Trabajaba con esta tijera de metal hasta que robé una de la oficina en la que trabajaba.

Así que salí de la escuela, conseguí un trabajo, tuve un sueldo, fui a la tienda de arte, y me volví loco comprando materiales.

Y cuando volví a casa, me senté y me di a la tarea de tratar de crear algo que rompiera el molde por completo.

Pero estaba allí sentado durante horas y no venían las ideas.

Lo mismo ocurrió al día siguiente, y al otro, cayendo pronto en una crisis creativa.

Estuve en un lugar oscuro durante mucho tiempo, sin poder crear.

Y no tenía mucho sentido porque al fin podía financiar mi arte, pero desde lo creativo estaba en blanco.

Al hurgar en esa oscuridad me di cuenta de que en realidad estaba paralizado por tantas opciones que nunca antes había tenido.

Y fue entonces que me acordé de mis manos temblorosas.

Acoger el temblor.

Me di cuenta de que si alguna vez quería recobrar la creatividad tenía que dejar de salirme tanto del molde y volver un poco a él.

Me preguntaba:

¿podría ser más creativo, entonces, buscando en las limitaciones?

¿Qué pasaría si solo creara con materiales de un dólar?

En ese momento, pasaba muchas tardes…

bueno, aún sigo pasado muchas tardes en Starbucks y sé que se puede pedir un vaso adicional si uno quiere, así que decidí pedir 50.

Sorprendentemente, los entregaron de inmediato, y, luego, con unos lápices que ya tenía, hice este proyecto por solo 80 centavos.

Fue muy esclarecedor para mí entender que es necesario primero tener limitaciones para luego sortear los límites.

Llevé este enfoque de pensar dentro del molde a mis lienzos, y me pregunté si, en vez de pintar en un lienzo, podría pintar en mi pecho.

Pinté 30 imágenes, de a una capa a la vez, una sobre otra, y cada imagen representaba una influencia en mi vida.

¿Y si en vez de pintar con un pincel pintara con golpes de karate?


(Risas)
Así que metí las manos en pintura, y ataqué al lienzo con tanta fuerza que me lastimé una articulación del meñique y eso continuó así durante un par de semanas.


(Risas)

(Aplausos)

¿Y si en lugar de confiar en mí mismo, tuviera que confiar en otras personas para crear el contenido del arte?

Durante seis días, viví frente a una cámara web.

Dormí en el suelo comí comida para llevar, y le pedí a la gente que me llame y comparta una historia conmigo sobre un momento que les haya cambiado la vida.

Sus historias se volvieron arte conforme las volcaba en el lienzo giratorio.


(Aplausos)

¿Y si en vez de hacer arte para mostrar, tuviera que destruirlo?

Este parecía ser el límite supremo, el artista sin el arte.

Esta idea de destrucción se convirtióen un proyecto de un año al que llamé Adiós Arte, en el cual todas y cada una de las obras debían destruirse después de creadas.

Al principio de Adiós Arte, hice hincapié en la destrucción forzada, como esta imagen de Jimi Hendrix, hecha con más de 7000 fósforos.


(Risas)
Luego lo expandí al arte que se destruía en forma natural.

Busqué materiales temporales, como escupir comida…


(Risas)
tiza en la acera e incluso vino congelado.

La última iteración de la destrucción fue tratar de producir algo que antes no existía.

Así, dispuse velas sobre una mesa, las encendí, luego las apagué, y repetí este proceso una y otra vez con el mismo conjunto de velas, luego monté los videos en una gran imagen.

La imagen resultante nunca se vio físicamente como un todo.

Fue destruida antes incluso de existir.

En el transcurso de la serie Adiós Arte, creé 23 piezas diferentes sin nada que mostrar físicamente.

Lo que pensé que sería la limitación máxima en realidad resultó ser la liberación máxima, ya que cada vez que creaba, la destrucción me regresaba a un lugar neutral donde me sentía descansado y listo para empezar el próximo proyecto.

No ocurrió de la noche a la mañana.

Hubo momentos en los que mis proyectos no despegaron, o, incluso peor, luego de dedicarles muchísimo tiempo la imagen final era un poco embarazosa.

Pero comprometido con el proceso, seguí adelante, y como resultado ocurrió algo muy sorprendente.

Conforme destruía cada proyecto, aprendí a desprenderme, desprenderme de resultados, de fracasos y de imperfecciones.

Y, a cambio, me encontré con un proceso de creación artística perpetuo y no sujeto a resultados.

Me encontraba en un estado de constante creación, pensando solo en lo que sigue, dando con más ideas que nunca.

Cuando pienso en mis tres años distanciado del arte, distanciado de mi sueño, experimentando los movimientos, en lugar de tratar de encontrar una forma diferente de seguir ese sueño, simplemente lo dejé, lo abandoné.

¿Y qué tal si no acogía el temblor?

Porque para mí acoger el temblor no era solo arte y habilidades artísticas.

Resultó ser cuestión de vida, y de habilidades vitales.

Porque, en definitiva, gran parte de lo que hacemos ocurre aquí, dentro del molde, con recursos limitados.

Aprender a ser creativos dentro de los confines de nuestras limitaciones es la mejor esperanza que tenemos para transformarnos y, de manera colectiva, transformar nuestro mundo.

En cuanto a las limitaciones como fuente de creatividad, cambiaron el curso de mi vida.

Ahora, cuando me encuentro con una barrera o si me encuentro en una perplejidad creativa, a veces todavía lucho, pero sigo mostrando en el proceso y trato de acordarme de las posibilidades, como usar cientos de gusanos reales, vivos, para hacer una imagen usando una chinche para tatuar una banana, o pintar un cuadro con grasa de hamburguesa.


(Risas)
Uno de mis esfuerzos más recientes ha sido traducir los hábitos creativos que he aprendido en algo que otros puedan replicar.

Las limitaciones pueden ser de los lugares más improbables para aprovechar la creatividad, pero tal vez es una de las mejores formas de salir de la rutina, repensar categorías y desafiar las normas aceptadas.

Y en vez de decirnos unos a otros que aprovechemos el día, quizá podemos recordarnos cada día aprovechar la limitación.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/phil_hansen_embrace_the_shake/

 

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