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¿Podemos todos «tenerlo todo»? – Charla TEDGlobal 2013

Charla «¿Podemos todos «tenerlo todo»?» de TEDGlobal 2013 en español.

La experta en política pública, Anne-Marie Slaughter, hizo olas con su artículo en el 2012, «¿Por qué las mujeres todavía no pueden tenerlo todo?» Pero en realidad, ¿es esto solo una pregunta para las mujeres? Aquí Slaughter expande sus ideas y explica por qué los cambios en la cultura del trabajo, las políticas públicas y las costumbres sociales pueden conducir a una mayor igualdad, para los hombres, las mujeres, para todos nosotros.

  • Autor/a de la charla: Anne-Marie Slaughter
  • Fecha de grabación: 2013-06-11
  • Fecha de publicación: 2014-03-12
  • Duración de «¿Podemos todos «tenerlo todo»?»: 1031 segundos

 

Traducción de «¿Podemos todos «tenerlo todo»?» en español.

Mi momento de verdad no llegó de una sola vez.

En 2010, tuve la oportunidad de ser considerada para un ascenso en mi trabajo a directora de política de planificación en el Departamento de Estado de EE.

UU.

Era mi momento para inclinarme, impulsarme hacia adelante por lo que realmente es uno de un puñado de puestos de trabajo muy altos en política exterior, y acababa de terminar un gran proyecto de 18 meses para la Secretaria Clinton, con éxito, y sabía que podía hacerme cargo de un trabajo mayor.

La mujer que pensé que era hubiera dicho que sí.

Pero había estado viajando diariamente durante dos años entre Washington y Princeton, New Jersey, donde mi esposo y mis dos hijos adolescentes vivían, y eso no estaba yendo bien.

Medité la idea de seguir otros dos años en Washington, o tal vez desarraigar a mis hijos de su escuela y a mi esposo de su trabajo, y pedirles que se unieran a mí.

Pero en el fondo, sabía que la decisión correcta era ir a casa, incluso no reconociendo plenamente a la mujer que estaba tomando esa elección.

Esa era una decisión basada en el amor y la responsabilidad.

Yo no podía seguir viendo a mi hijo mayor tomar malas decisiones sin poder estar allí para él cuando y si él me necesitaba.

Pero el verdadero cambio llegó de forma más gradual.

Durante el año siguiente, mientras mi familia estaba enderezándose, comencé a darme cuenta de que incluso si pudiera volver atrás al gobierno, no quería hacerlo.

No quería perderme los últimos cinco años en que mis hijos estarían en casa.

Finalmente me permití a mí misma aceptar lo que era realmente más importante para mí, no lo que estaba condicionada a querer o tal vez lo que me había condicionado a mí misma a querer, y esa decisión dio lugar a una nueva valoración de la narrativa feminista con la que crecí y que siempre he defendido.

Todavía estoy completamente comprometida con la causa de la igualdad entre hombres y mujeres, pero vamos a pensar en lo que realmente significa esa igualdad, y la mejor manera de lograrla.

Siempre acepté la idea de que las personas más respetadas y poderosas en nuestra sociedad son los hombres en lo más alto de sus carreras, al punto de que la medida de la igualdad entre hombres y mujeres debería ser qué cantidad de mujeres están en esas posiciones: primeros ministros, presidentes, directores ejecutivos, directores, gerentes, premios Nobel, líderes.

Aún pienso que debemos hacer todo lo posible para lograr ese objetivo.

Pero eso es solo la mitad de la igualdad real, y ahora creo que nunca vamos a llegar a menos de que reconozcamos la otra mitad.

Sugiero que la igualdad real, la igualdad total, no solo significa la valoración de las mujeres en términos de los hombres.

Significa la creación de una gama mucho más amplia de opciones respetadas por igual para las mujeres y los hombres.

Y para llegar allí, tenemos que cambiar nuestros lugares de trabajo, nuestras políticas y nuestra cultura.

En el lugar de trabajo, igualdad real significa valorar a la familia tanto como al trabajo, y la comprensión de que los dos se refuerzan mutuamente.

Como líder y como gerente, siempre he actuado en el mantra: Si la familia viene primero, el trabajo no viene segundo, la vida es una.

Si trabajas para mí, y tienes un problema familiar, espero que lo atiendas, y estoy segura, y mi confianza siempre ha sido confirmada, de que el trabajo será hecho, y hecho mejor.

Los trabajadores que tienen una razón para llegar a casa para cuidar de sus hijos o a los miembros de su familia son más centrados, más eficientes, más centrados en los resultados.

Y el sostén de la familia, que también es un cuidador, tiene una gama mucho más amplia de experiencias y contactos.

Piensen en el abogado que dedica parte de su tiempo a los eventos escolares de sus hijos hablando con otros padres.

Es mucho más probable que traiga nuevos clientes a su firma que un abogado que nunca abandona su oficina.

Y el cuidado en sí mismo desarrolla paciencia —mucha paciencia— y empatía, creatividad, resiliencia, adaptabilidad.

Esos son todos los atributos que son cada vez más importantes en una veloz, horizontal, economía global en red.

Las mejores compañías realmente saben esto.

Las compañías que ganan premios por flexibilidad en el espacio de trabajo en EE.

UU.

incluyen algunas de nuestras más exitosas corporaciones, y un estudio nacional del 2008 sobre la fuerza laboral cambiante muestra que los empleados en espacios de trabajo flexibles y efectivos son más comprometidos con su trabajo, están más satisfechos y son más leales, tienen menores niveles de estrés y altos niveles de salud mental.

Y un estudio sobre los empleadores del 2012 muestra que las prácticas profundas de flexibilidad realmente disminuyen los costos operativos e incrementan la adaptabilidad en una economía de servicios global.

Así que, Uds.

pensarán que privilegiar el trabajo sobre la familia es solo un problema de los estadounidenses.

Tristemente, sin embargo, la obsesión por el trabajo ya no es una enfermedad exclusivamente estadounidense.

Veinte años atrás, cuando mi familia empezó a ir a Italia, solíamos disfrutar del lujo de la cultura de la siesta.

La siesta no es solo sobre cómo evitar el calor del día.

En realidad es tanto como abrazar el calor de un almuerzo familiar.

Ahora, a donde vamos, cada vez son menos las empresas cercanas a la siesta, lo que refleja el avance de las corporaciones globales y la competencia 24 horas.

Así que hacer un lugar para aquellos que amamos es en realidad un imperativo mundial.

En términos de políticas, la real igualdad significa reconocer que el trabajo que las mujeres han hecho tradicionalmente es tan importante como el trabajo que los hombres han hecho tradicionalmente, sin importar quién lo hace.

Piensen sobre esto: Ganarse la vida y cuidar son igualmente necesarios para la supervivencia del humano.

Al menos, si vamos más allá de una economía de trueque, alguien tiene que ganar un ingreso y algún otro tiene que convertir ese ingreso en atención y sustento para sus seres queridos.

Ahora, la mayoría de Uds., cuando me escuchan hablando de ganarse la vida y el cuidado, instintivamente trasladan esas categorías al trabajo de los hombres y al trabajo de las mujeres.

Y típicamente no desafiamos por qué el trabajo de los hombres tiene ventaja.

Consideren una pareja del mismo sexo como mis amigas Sarah y Emily.

Son psiquiatras.

Se casaron hace cinco años, y ahora tienen mellizos de dos años.

Aman ser mamás, pero también aman su trabajo, y son realmente buenas en lo que hacen.

Entonces, ¿cómo se dividirán las responsabilidades de ganar el sustento y el cuidado? ¿Debería una de ellas dejar de trabajar o reducir sus horas para estar en casa? ¿O deberían ambas cambiar sus prácticas para poder tener horarios más flexibles? ¿Y qué criterio deberían usar para tomar esa decisión? ¿Será quién gana más dinero o quién está más comprometida con su carrera? ¿O quién tiene el jefe más flexible? La perspectiva del mismo sexo nos ayuda a ver que los malabares en el trabajo y la familia no son problemas de las mujeres, son problemas de la familia.

Y Sarah y Emily son afortunadas, porque tienen la opción de elegir cuánto quieren trabajar.

Millones de hombres y mujeres tienen que ser generadores de sustento y cuidadores solo para ganar el ingreso que necesitan, y muchos de esos trabajadores están revueltos.

Están pegando con parches arreglos de cuidado entre ellos que son inadecuados y a menudo realmente inseguros.

Si ganar el pan y el cuidado son realmente iguales, entonces, ¿por qué un gobierno no invierte tanto en la infraestructura del cuidado, como fundamento de una sociedad sana, como invierte en infraestructura física como columna vertebral de una economía exitosa? Los gobiernos que lo consiguen, —no hay sorpresas aquí— los gobiernos que lo consiguen, Noruega, Suecia, Dinamarca, los Países Bajos, proporcionan atención universal al niño, apoyan los cuidados en el hogar, la escuela y la educación de la primera infancia, protegen a las mujeres embarazadas, y cuidan de los ancianos y los discapacitados.

Esos gobiernos invierten en esa infraestructura de la misma manera que invierten en carreteras y puentes túneles y trenes.

Dichas sociedades también muestran que ganar el pan y brindar cuidado se refuerzan mutuamente.

Clasifican habitualmente entre los 15 primeros países con las economías más competitivas a nivel mundial, pero al mismo tiempo, ocupan un lugar muy alto en el Índice para una Vida Mejor de la OCDE.

De hecho, tienen precedencia sobre otros gobiernos, como el mío, los EE.

UU., o Suiza, que tienen mayores niveles promedio de ingreso pero clasificaciones más bajas en el equilibrio entre trabajo y vida.

Así que cambiar nuestros lugares de trabajo y construir infraestructuras de atención haría una gran diferencia, pero no vamos a obtener opciones igual de valiosas si no cambiamos nuestra cultura, y el tipo de cambio cultural necesario significa la re-socialización de los hombres.

(Aplausos) Cada vez más en los países desarrollados, las mujeres son socializadas para creer que nuestro lugar no es más solo el hogar, pero los hombres están aún donde siempre estuvieron.

Los hombres todavía son socializados para creer que deben ser los que ganan el sustento, para lograr su autoestima desde lo más alto que puedan trepar por encima de otros hombres en una escalera de la profesión.

La revolución feminista todavía tiene un largo camino por recorrer.

Ciertamente no está completa.

Pero 60 años después de que fuera publicado «Mística de la feminidad», muchas mujeres realmente tienen más opciones que los hombres.

Podemos decidir ser quién gana el pan, brinda cuidado o una combinación de los dos.

Cuando un hombre, por el contrario, decide ser quien brinda cuidado, coloca su hombría en peligro.

Sus amigos pueden alabar a su decisión, pero en el fondo, están rascándose la cabeza.

¿No es la medida de un hombre su voluntad de competir con otros hombres por poder y prestigio? Y muchas mujeres sostienen este punto de vista como los hombres.

Sabemos que muchísimas mujeres aún juzgan el atractivo de un hombre basado en gran parte en cuán talentoso él es en su profesión.

Una mujer puede salirse de la fuerza de trabajo y aún ser una compañera atractiva.

Para un hombre, esa es una proposición riesgosa.

Entonces como padres y compañeros, deberíamos socializar a nuestros hijos y a nuestros esposos para ser lo que quieran ser, ya sea cuidadores o sostén de la familia.

Deberíamos estar socializándolos para ser cuidadores geniales para los chicos.

(Aplausos) Casi puedo oír a un montón de Uds.

pensando: «De ningún modo».

Pero, de hecho, el cambio ya está sucediendo.

Al menos en EE.

UU., muchos hombres se enorgullecen de cocinar, y francamente obsesionarse con las estufas.

Se encuentran en las salas de parto.

Toman el permiso de paternidad cuando pueden.

Pueden pasear a un bebé o calmar a un niño tan bien como sus esposas, y cada vez más están haciendo muchas más tareas del hogar.

De hecho, hay estudiantes universitarios varones ahora que están empezando a decir, «Quiero ser un padre que se queda en casa».

Eso era completamente impensable 50 o al menos 30 años atrás.

Y en Noruega, donde los hombres tienen un permiso de paternidad automático de tres meses, pero lo pierden si deciden no tomarlo, un alto funcionario del gobierno me dijo que las empresas están empezando a buscar empleados varones prospectivos, y que levantan una ceja si de hecho, no toman sus vacaciones cuando tienen hijos.

Eso significa que está empezando a parecer como un defecto de carácter no querer ser un padre completamente comprometido.

Así que me crie creyendo que la defensa de los derechos de las mujeres significaba hacer todo lo posible para lograr que las mujeres llegaran a la cima.

Y todavía espero vivir lo suficiente para ver a los hombres y las mujeres equitativamente representados en todos los niveles de la fuerza de trabajo.

Pero he llegado a creer que tenemos que valorar la familia en cada pedacito tanto como valoramos el trabajo, y que deberíamos considerar la idea de que hacer lo correcto para los que amamos hará que todos nosotros seamos mejores en todo lo que hagamos.

Hace 30 años, Carol Gilligan, una psicóloga maravillosa, estudió a las adolescentes e identificó una ética del cuidado, un elemento de la naturaleza humana tan importante como la ética de justicia.

Resulta que «no te importa» es solo una parte tan importante de lo que somos como «eso no es justo».

Bill Gates está de acuerdo.

Argumenta que las dos grandes fuerzas de la naturaleza humana son el interés propio y el cuidado de los demás.

Juntémoslas.

Hagamos de la revolución feminista una revolución humanista.

Como seres humanos completos, seremos mejores cuidadores y sostén de la familia.

Pueden pensar que eso no puede suceder, pero yo crecí en una sociedad donde mi madre ponía pequeños ceniceros para las cenas, donde los negros y los blancos usaban baños independientes, y dónde todos aclamaban ser heterosexuales.

Hoy, no tanto.

La revolución por la igualdad humana puede suceder.

Está sucediendo.

Sucederá.

Qué tan lejos y qué tan rápido, depende de nosotros.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/anne_marie_slaughter_can_we_all_have_it_all/

 

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