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¿Por qué elijo el humanismo sobre la fe? – Charla TEDGlobal 2017

Charla «¿Por qué elijo el humanismo sobre la fe?» de TEDGlobal 2017 en español.

Como humanista, Leo Igwe no cree en la intervención divina, pero sí en
el poder de los seres humanos para aliviar el sufrimiento, curar enfermedades, preservar el planeta y convertir situaciones de pobreza en prosperidad. En esta audaz charla, Igwe comparte cómo el humanismo puede liberar a los africanos del daño de las supersticiones y darles el poder para reconstruir el continente.

  • Autor/a de la charla: Leo Igwe
  • Fecha de grabación: 2017-08-27
  • Fecha de publicación: 2018-03-29
  • Duración de «¿Por qué elijo el humanismo sobre la fe?»: 619 segundos

 

Traducción de «¿Por qué elijo el humanismo sobre la fe?» en español.

Algo pasó cuando estudiaba en el seminario y me formaba para sacerdote.

Entré en contacto con una idea diferente de la vida.

Una idea de la vida que contradecía las principales enseñanzas de la religión: el humanismo.

Algunos de Uds.

pueden estar pensando, ¿qué es el humanismo? El humanismo es una forma de pensar y vivir que enfatiza la acción de los seres humanos.

El humanismo enfatiza el hecho de que los seres humanos somos capaces de cambiar el mundo.

Que tenemos el poder de hacer una diferencia en nuestras vidas, tanto individual como colectivamente, sin los recursos de una fuerza externa.

Podría ser interesante para Uds.

saber que las mejores lecciones que aprendí no vienen de leer libros de filosofía, o de estudiar detenidamente manifiestos y declaraciones humanistas.

No, para nada.

La mayor lección humanista que aprendí fue de la vida de mis propios padres.

Mis padres vienen de un entorno familiar pobre en Mbaise, en el suroeste de Nigeria.

Ellos tuvieron oportunidades limitadas.

Pero no permitieron que las circunstancias de su limitada educación determinarán la ambición y sueños de ellos o de sus hijos.

Mi padre trabajaba a media jornada como maestro, y ascendió para convertirse en director en una escuela primaria local.

Mi madre abandonó la escuela bastante temprano porque su madre, mi abuela, no podía costear su educación.

Como progenitora, mi madre trabajaba duro, se dedicaba a cultivar, al comercio minorista y cuidar de mi y mis hermanos.

Cuando nací, que fue poco después de la guerra civil nigeriana, la vida era muy difícil, una lucha diaria.

Mi familia vivía en una cabaña.

Con mis ojos infantiles aún puedo ver el agua goteando desde el techo de paja de nuestra casa cuando llovía.

Mi padre criaba cabras para complementar el ingreso familiar.

Y parte de mi deber tras el colegio o durante las vacaciones era alimentar a estas cabras.

No había electricidad, ni tuberías con agua.

Caminábamos para ir a buscar agua de las corrientes cercanas.

Esto era fácil en la estación húmeda, pero eran kilómetros cuando el clima era cálido o seco.

Con trabajo duro y perseverancia mis padres pudieron erigir un apartamento de concreto y enviarnos a mis hermanos y a mí al colegio.

Consiguieron que disfrutáramos de un estándar de vida que ellos nunca tuvieron, y alcanzar niveles educativos que ellos solo podían imaginar cuando crecían.

La vida de mis padres, su historia, es mi mejor lección en humanismo.

Como humanista, creo que los seres humanos son luchadores, no prisioneros de la fe.

Los destinos no están predeterminados; están en nuestras manos.

Nos toca a nosotros mismo darle forma a nuestras vidas y destinos para reflejar nuestras mejores esperanzas y aspiraciones.

Creo que los seres humanos tienen el poder de convertir situaciones de pobreza en riqueza y prosperidad.

Tenemos la capacidad de aliviar el sufrimiento, alargar la vida, prevenir enfermedades, curar dolencias, reducir la mortalidad infantil y preservar nuestro planeta.

Pero no podemos lograr estos objetivos con tan solo desearlo con los ojos cerrados, o soñando desde el sillón, o esperando la salvación del cielo.

En contraste, millones de africanos imaginan que su fe religiosa los ayudará a que sus sueños se hagan realidad, por lo que pasan mucho tiempo rezando por milagros y por una intervención divina en sus vidas.

En 2009, una encuesta Gallup en 114 países reveló que la religiosidad era mayor en las naciones más pobres.

De hecho, 6 de los 10 países donde un 95 % de la población dijo que la religión era una parte importante de sus vidas, eran africanos.

En algunos casos, la religión lleva a muchos africanos muy lejos: a atacar a otros seres humanos, a cometer asesinatos rituales, a señalar a aquéllos que viven con albinismo, aquéllos con una joroba, y como aprendí hace poco, a aquéllos calvos.

En África, la superstición está extendida, con mucha gente creyendo en brujería, algo que no tiene base ni en la razón ni en la ciencia.

Las supuestas brujas, normalmente mujeres, niños y ancianos, todavía son atacados a diario, desterrados y asesinados.

Y he hecho que parte de mi misión en la vida sea ayudar a acabar con acusaciones de brujerías y su persecución en África.

Como humanista creo en una visión proactiva a la vida.

Los cambios que queremos no pueden alcanzarse soñando; también requiere acción.

Los retos que enfrentamos no se irán si nos apartamos y nos escondemos deseando e imaginando que esos problemas de algún modo van a desaparecer mágicamente.

La buena vida que deseamos no nos caerá como maná del cielo.

Mis padres no erigieron el apartamento de bloques deseando y soñando.

Trabajaron duro, fallaron y lo intentaron de nuevo.

Se arremangaron la camisa, y aún sumergidos profundamente en deudas, avanzaron, haciendo sus sueños realidad.

Como humanista, creo que debemos ser aventureros e incluso temerarios.

El camino al éxito está pavimentado con riesgo e incertidumbres.

Tenemos que reunir la voluntad y el coraje para hacer lo que nadie ha hecho antes.

Pensar en lo que nunca se ha pensado.

Prever lo que la gente nunca se imaginó.

Ir a lugares en que los humanos nunca han estado.

Y triunfar donde la gente lo ha intentado y fallado.

Prepararnos para explorar nuevas fronteras del conocimiento y entendimiento e intentar hacer no solo lo que es posible, sino también lo que parece imposible.

Me di cuenta que al final del día nuestros esfuerzos no siempre alcanzan nuestros deseos.

Fallamos y sufrimos decepciones y reveses.

Algunos problemas como las guerras, los conflictos, pobreza, enfermedades y otros desastres naturaleza y humanos parece que nunca se fueran.

Las soluciones a viejos problemas nos han llevado a nuevos peligros, nuevas curas para enfermedades han resultado en nuevos riesgos.

Pero aun cuando estos problemas persistan y que las soluciones a veces creen sus propios problemas, no hay razón para que nos rindamos y nos resignemos.

No hay razón para que pensemos que nuestros esfuerzos no traerán resultados.

De hecho, hay una satisfacción en el esfuerzo y el tratar de proporcionar respuestas y soluciones a los problemas que nos enfrentamos, aun cuando fracasemos.

Como humanista, creo que no debemos desesperar por la humanidad.

Incluso al enfrentar grandes dificultades y en las más sombrías circunstancias.

Los humanos son seres creativos.

Tenemos el poder de generar nuevas ideas, nuevas soluciones y nuevas curas.

¿Por qué desesperar cuando lo desconocido llama a la puerta? Está en nuestra naturaleza crear de nuevo, ser inventivos e innovar.

¿Por qué languidecer esperando ociosamente por un salvador? Es hora de que los africanos tomemos el destino en nuestras manos y nos demos cuenta de que tenemos poder para actuar en la vida.

Necesitamos ponerle fin a este juego de culpar a otros que nos ha impedido tomar plena responsabilidad de nuestras propias vidas.

Por mucho tiempo, hemos sido prisioneros de nuestro pasado.

Hemos permitido que la desesperación y el pesimismo nos consuman, desgasten nuestra energía, limiten nuestra imaginación y atenúen nuestra visión de un futuro mejor y más brillante.

Dejamos que el continente se tambalee.

¿Por qué pasar la pelota como un frisbee? Culpamos la esclavitud, el colonialismo y el nuevo colonialismo por los problemas que experimentamos, incluyendo heridas autoinfligidas.

Actuamos bajo la presunción de que África está condenada y sentenciada.

Que todas estas experiencias históricas tienen irreparables consecuencias, cerrándonos todas las oportunidades y posibilidades para que África pueda emerger, prosperar y florecer.

Debemos darnos cuenta de que no hay ninguna parte en el mundo que no haya sido colonizada o esclavizada en el pasado.

Y si otras partes del mundo han salido adelante, ¿por qué no nosotros ahora? Como humanista, creo que el pasado ya pasó; no podemos cambiarlo, ni alterarlo.

Pero el futuro nos pertenece con infinitas posibilidades para recrear, reformar y rehacer nuestros destinos.

Así que aprovechemos esta oportunidad.

Y tal como lo hicieron mis padres, comencemos con la tarea urgente de reconstruir África, bloque a bloque.

Démosle rienda suelta a nuestras ideas e imaginación, tal como se ha demostrado en este TEDGlobal 2017.

Abramos nuestros corazones y mentes.

Comencemos a emplear nuestra energía, inteligencia e ingenio en la urgente tarea de reconstruir África y de transformar este continente en una ciudadela de prosperidad y civilización inigualable.

Esto es lo que creo como humanista, como humanista africano.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/leo_igwe_why_i_choose_humanism_over_faith/

 

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