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Por qué ganar no siempre es igual a tener éxito – Charla TEDWomen 2019

Charla «Por qué ganar no siempre es igual a tener éxito» de TEDWomen 2019 en español.

Valorie Kondos Field sabe mucho sobre ganar. Como entrenadora del equipo de gimnasia femenino de la UCLA durante mucho tiempo, ganó campeonato tras campeonato y ha sido muy aclamada por su liderazgo. En esta charla inspiradora, brutalmente honesta y, a veces, desgarradora, ella comparte el secreto de su éxito. Pista: no tiene nada que ver con «ganar».

  • Autor/a de la charla: Valorie Kondos Field
  • Fecha de grabación: 2019-12-04
  • Fecha de publicación: 2019-12-20
  • Duración de «Por qué ganar no siempre es igual a tener éxito»: 949 segundos

 

Traducción de «Por qué ganar no siempre es igual a tener éxito» en español.

Bien, tengo una pregunta para todos nosotros.

¿Están listos?

¿Ganar siempre es igual a tener éxito?

(Murmullos) Oh.


(Risas)
Vaya.

OK.

Soy la entrenadora principal, recientemente retirada, del Equipo de la UCLA de Gimnasia Femenina, un puesto que ocupé durante 29 años.


(Aplausos)
Gracias.

Y durante mi cargo, experimenté muchas victorias.

Conduje a nuestro equipo a siete Campeonatos Nacionales; fui incluida en el Salón de la Fama del Deporte de la UCLA e incluso fui votada como la Entrenadora del Siglo por la Conferencia Pac-12.


(Aplausos)
Ganar es muy, muy, muy, muy, muy divertido.


(Risas)
Pero estoy aquí para compartir mi visión: ganar no siempre es igual a tener éxito.

En EE.UU.

y en todo el mundo, existe una crisis en las culturas de «ganar a toda costa» que hemos creado.

En nuestras escuelas, en nuestros negocios, en la política, ganar a toda costa se ha vuelto aceptable.

Como sociedad, honramos a la gente que está en la cima de la pirámide.

Aplaudimos efusivamente a aquellos que ganan torneos, elecciones y premios, pero tristemente, muy a menudo, esas mismas personas dejan sus instituciones como seres humanos dañados.

Lamentablemente, a pesar de tener las mejores calificaciones, los niños salen dañados de la escuela.

Con premios y medallas, los atletas a menudo se retiran dañados de sus equipos, no solo físicamente, sino emocional y mentalmente.

Y con enormes ganancias, los empleados a menudo dejan sus compañías dañados.

Nos hemos enfocado tanto en el resultado final, y cuando el resultado final es una victoria, el componente humano de cómo llegamos allí a menudo es barrido bajo la conocida alfombra, al igual que hacemos con el daño.

Así que voy a pedir un tiempo muerto, una pausa.

Necesitamos redefinir el éxito.

El éxito real es desarrollar campeones en la vida, para nuestro mundo, ya sea que ganen o pierdan.


(Aplausos)
El verdadero éxito es desarrollar campeones para la vida, no para su equipo, no para su negocio y, siento decirlo, ni siquiera para poder alardear en las tarjetas de Navidad.

Lo siento.

Entonces,

¿cómo lo hacemos?

En primer lugar, es posible que puedan imponer su camino hacia la victoria, pero no pueden imponer su camino hacia el éxito.

Déjenme llevarlos a 1990, cuando fui nombrada entrenadora del equipo de gimnasia femenina de la UCLA.

Y me gustaría compartir con Uds.

que nunca he hecho gimnasia.

Crecí en el mundo del ballet.

Nunca he hecho una voltereta, y no podría enseñarles a hacer una voltereta adecuada.


(Risas)
Tristemente es cierto.

Y no sabía nada sobre cómo desarrollar una cultura de equipo.

Lo mejor que pude hacer fue imitar a otros entrenadores que habían ganado.

Y así me convertí en una persona ruda, dura, implacable, indiferente, obstinada, antipática y, a menudo, francamente mala.

Actuaba como la entrenadora principal cuyo único pensamiento era encontrar el modo de ganar.

Mis primeras temporadas como entrenadora fueron pésimas, y después de aguantar mi estilo impulsivo de entrenamiento por algunos años, nuestro equipo me pidió una reunión.

Adoro las reuniones de equipo, así que dije: «Hagamos una reunión de equipo».

Y durante dos horas seguidas, me mostraron cómo mi arrogancia era hiriente y degradante.

¡Nada agradable! Me explicaron que querían ser apoyados, no menospreciados.

Querían ser entrenados, no derribados.

Querían ser motivados, no presionados o intimidados.

Ese fue mi tiempo muerto, y elegí cambiar.

El ser un dictador dogmático quizá cree soldaditos obedientes y buenos, pero no desarrolla campeones para la vida.

Es mucho más fácil, en cualquier ámbito de la vida, dictar y dar órdenes que averiguar cómo motivar a alguien a querer ser mejor.

Y la razón es que -todos sabemos esto- la motivación tarda mucho tiempo en arraigarse, pero cuando lo hace, construye el carácter y cambia la vida.

Me di cuenta de que necesitaba fortalecer a nuestros estudiantes atletas como seres humanos completos, no solo como atletas ganadores.

Así que, el éxito para mí pasó de concentrarme solo en ganar a desarrollar mi filosofía de entrenamiento, que busca desarrollar campeones para la vida a través del deporte.

Y sabía que, si lo hacía suficientemente bien, esa mentalidad de campeón se trasladaría a la pista de competencia.

Y así fue.

El ingrediente clave fue desarrollar la confianza a través de la paciencia, la honestidad respetuosa y la responsabilidad…

todos los ingredientes que van en el amor duro.

Hablando de amor duro, Katelyn Ohashi es un ejemplo perfecto de esto.

Puede que todos hayan visto su rutina en piso.

Ha tenido más de 150 millones de visitas.

Y el consenso es que su actuación es pura alegría.

Sin embargo, cuando llegó a la UCLA, estaba rota en cuerpo, mente y espíritu.

Había crecido en un mundo atlético, estereotipado y de muy alto nivel, y estaba dañada.

Entonces, cuando Katelyn llegó a UCLA, en su primer año, se encontró bastante bien con su rebelde interior, hasta el punto de que ya no podía hacer gimnasia al nivel en el que fue reclutada.

Y nunca olvidaré una reunión de equipo que tuvimos a mitad de su temporada de novata.

Estábamos allí con el equipo, el cuerpo técnico, el personal de apoyo, el psicólogo deportivo, y Katelyn dijo, muy claramente y sin disculparse: «Ya no quiero volver a ser grandiosa».

Me sentí como si me dieran un puñetazo.

Lo primero que pensé fue: «

¿Entonces por qué diablos voy a honrar tu beca?

» Fue un pensamiento muy sarcástico, y afortunadamente no lo dije en voz alta, porque luego tuve claridad.

Katelyn no odiaba la gimnasia.

Katelyn odiaba todo lo relacionado con ser la mejor.

Katelyn no quería ser una ganadora, porque ganar a toda costa le había costado su alegría.

Mi trabajo era averiguar cómo motivarla a querer ser grandiosa de nuevo, ayudándola a redefinir el éxito.

Mi entusiasmo por ese desafío se convirtió en determinación cuando un día Katelyn me miró a los ojos y me dijo: «Sra.

Val, solo quiero que sepa que todo lo que me dice que haga, yo hago exactamente lo opuesto».


(Risas)
Sí, fue como: Sí, Katelyn, desafío aceptado.

Venga.


(Risas)
Y fue una prueba más de que imponerme no iba a funcionar.

Así que me embarqué en el proceso dolorosamente lento de generar confianza y demostrarle que, ante todo, me preocupaba por ella como un ser humano completo.

Mi estrategia fue hablar con Katelyn sobre la gimnasia solo en el gimnasio.

Fuera del gimnasio, hablábamos de todo lo demás: escuela, chicos, familia, amigos, pasatiempos.

La animé a encontrar cosas afuera del deporte que la hicieran feliz, y fue tan genial ver cómo el proceso de Katelyn Ohashi, realmente, florecía ante nuestros ojos.

Y a través de ese proceso, ella redescubrió su amor propio y su autoestima.

Y lentamente, pudo volver a disfrutar de la gimnasia.

Luego ganó el título de la NCAA en piso y ayudó a nuestro equipo a ganar su séptimo campeonato de la NCAA en 2018.

Entonces…

Gracias.


(Aplausos)
Así que, pensemos en las Katelyn Ohashis que conocen.

Pensemos en esas personas bajo su cuidado y su guía.

¿Qué les dicen a sus hijos en el viaje de vuelta a casa?

Ese viaje a casa tiene mucho más impacto del que creen.

¿Se enfocan en el resultado final, o se emocionan en usar ese tiempo para ayudar a sus hijos a convertirse en campeones?

Es muy simple: sabrán que se están enfocando en el resultado final si hacen preguntas sobre el resultado final: «

¿Ganaste?

» «

¿Cuántos puntos anotaste?

» «

¿Recibiste una A?

» Si realmente está motivados a ayudar a sus hijos a convertirse en campeones, les harán preguntas sobre la experiencia y el proceso, como por ejemplo: «

¿Qué aprendiste hoy?

«.

«

¿Ayudaste a un compañero?

» Y mi pregunta favorita: «

¿Descubriste cómo divertirte trabajando muy, muy duro?

» Y luego la clave es quedarse en silencio y escuchar su respuesta.

Creo que uno de los mejores regalos que podemos darle a otra persona es silenciar nuestras mentes de la necesidad de tener la razón o la necesidad de formular la respuesta adecuada y realmente escuchar cuando alguien más está hablando.

Y al silenciar nuestras mentes, en realidad escuchamos nuestros miedos y equivocaciones, lo que puede ayudarnos a formular nuestra respuesta con más claridad y empatía.

Kyla Ross, otra de nuestras gimnastas, es una de las más grandes gimnastas en la historia del deporte.

Es la única atleta que se ha ganado la trifecta: es campeona nacional, campeona mundial y campeona olímpica.

Y no le gusta la charla trivial, así que un día me sorprendió cuando llegó a mi oficina, se sentó en el sofá y empezó a hablar; primero sobre su especialidad, después sobre el postgrado y luego sobre cualquier cosa que se le cruzara por la mente.

Mi voz interior me susurró que ella tenía algo en mente, y que si me quedaba en silencio y le daba el tiempo suficiente, lo iba a decir.

Y así fue.

Era la primera vez que Kyla compartía con alguien que había sido abusada sexualmente por Larry Nassar, el ex médico del equipo de gimnasia de EE.UU., que luego fue condenado por ser un pederasta serial.

Kyla dio un paso al frente y se unió al ejército de sobrevivientes de Nassar que compartieron sus historias y utilizaron sus voces para invocar un cambio positivo para nuestro mundo.

Sentí que, en ese momento, era extremadamente importante proporcionar un espacio seguro para Kyla y nuestro equipo.

Así que decidí hablar sobre esto en algunas reuniones de equipo.

Más tarde, ese mismo año, ganamos el campeonato nacional, y después de eso, Kyla se acercó a mí y me dijo que sentía que una de las razones por las que habíamos ganado era porque nos habíamos dirigido al elefante en la habitación, la tragedia, que además de sacudir al mundo, había liberado las verdades y los recuerdos en ella misma y en tantos de sus amigos y compañeros.

Como dijo Kyla: «Sra.

Val, realmente me sentí orgullosa a medida que avanzaba la temporada, y cuando entré a la pista del campeonato me sentí invencible».

Simplemente…


(Aplausos)
Simplemente porque había sido escuchada.

Como padres, como entrenadores, como líderes, ya no podemos liderar desde un lugar donde ganar sea la única manera de medir el éxito, donde nuestro ego sea el protagonista, porque se ha demostrado que ese proceso produce seres humanos rotos.

Y sé enfáticamente que es absolutamente posible producir y entrenar campeones para la vida en todos los ámbitos de la vida sin comprometer el espíritu humano.


(Aplausos)
Comiencen definiendo el éxito para Uds.

mismos y para aquellos bajo su cuidado, y luego, consistentemente, evalúen si sus acciones están alineadas con sus objetivos.

Todos somos entrenadores de alguna manera.

Todos tenemos la responsabilidad colectiva de desarrollar campeones para la vida en nuestro mundo.

Así es como se ve el verdadero éxito, y en el mundo del atletismo, eso es lo que llamamos una situación en la que todos ganamos.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/valorie_kondos_field_why_winning_doesn_t_always_equal_success/

 

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