Contenidos
Charla «Por qué hay que acabar la guerra antidroga» de TEDGlobal 2014 en español.
¿Hace la guerra contra las drogas más daño que bien? En una charla audaz, el reformista de la política de drogas Ethan Nadelmann hace un apasionado alegato para acabar con el movimiento «retrógrado, despiadado y desastroso» para erradicar el tráfico de drogas. Da dos grandes razones de por qué deberíamos centrarnos, en cambio, en una regulación inteligente.
- Autor/a de la charla: Ethan Nadelmann
- Fecha de grabación: 2014-10-15
- Fecha de publicación: 2014-11-12
- Duración de «Por qué hay que acabar la guerra antidroga»: 1046 segundos
Traducción de «Por qué hay que acabar la guerra antidroga» en español.
¿Qué trajo al mundo la guerra contra las drogas?
Vean los asesinatos y masacres en México, América Central y en muchas otras partes del mundo, el mercado negro estimado en 300 mil millones de dólares al año, las cárceles atestadas en los EEUU y otros países, policías y militares arrastrados en una guerra imposible de ganar que viola derechos fundamentales y ciudadanos corrientes que solo esperan no verse atrapados en este fuego cruzado.
Y mientras tanto, más gente usa más drogas que nunca.
Esta es la historia de mi país con la prohibición del alcohol y Al Capone, multiplicada por 50.
Por lo que es particularmente irritante para mí como estadounidense saber que somos la fuerza impulsora detrás de esta guerra global contra las drogas.
¿Por qué tantos países declaran ilegales drogas de las que nunca han oído?
¿Por qué los acuerdos de la ONU enfatizan la criminalización sobre la salud?
E incluso
¿por qué la mayoría del dinero mundial para lidiar con el abuso de drogas no va a organismos de asistencia sino a las que castigan?
Y la respuesta es los buenos viejos EEUU.
¿Por qué hicimos esto?
Algunas personas, especialmente en Latinoamérica, piensan que no se trata de drogas.
Es solo una estrategia para promover los intereses políticos de los EEUU.
En líneas generales, no es así.
No queremos gánsteres y guerrillas financiados con dinero ilegal de la droga, aterrorizando y controlando otras naciones.
No, lo cierto es que EEUU enloquece cuando se trata de drogas.
Recuerden que fuimos nosotros los que creíamos que podríamos prohibir el alcohol.
Piensen en nuestra guerra mundial contra las drogas no como un modelo de política racional, sino como la proyección internacional de una psicosis nacional.
(Aplausos)
Pero hay buenas noticias.
Ahora son los rusos los que lideran la guerra antidroga, no nosotros.
La mayoría de los políticos de EEUU quieren relajar la guerra antidroga y meter a menos implicados entre rejas, y estoy orgulloso de decir, como estadounidense, que ahora somos líderes mundiales en reformas políticas sobre la marihuana.
Ahora es legal con fines terapéuticos en casi la mitad de los 50 estados, millones de personas pueden comprar su marihuana como medicamento en los dispensarios autorizados y más de la mitad de mis compatriotas dicen que es el momento de que la marihuana se legalice y se grave más o menos como al alcohol.
Es lo que están haciendo Colorado, Washington y Uruguay, y otros seguramente seguirán el ejemplo.
Así que esto es lo que hago: tratar de poner fin a la guerra antidroga.
Creo que todo empezó al crecer en una familia muy religiosa, muy moral.
Era el hijo mayor de un rabino, fui a la universidad donde fumé marihuana…
y me gustó.
(Risas)
También me gustaba beber pero era obvio que el alcohol era en realidad el más peligroso de los dos, pero nos podían arrrestar a mí y a mis amigos por fumar un canuto.
Esta hipocresía me molestó, escribí mi tesis doctoral sobre el control internacional de las drogas.
Hablé con el Departamento de Estado.
y me dieron autorización para entrevistar a cientos de agentes de la DEA y otros agentes de la ley en toda Europa y América, y les pregunté: «
¿Cual creen que es la solución?
«.
Bueno, en América Latina, me dijeron: «No se puede cortar el suministro.
La clave está en los EEUU.
Hay que eliminar la demanda».
Regresé y hablé con las personas involucradas en la lucha antidroga y me dijeron: «Mira Ethan, no se puede eliminar la demanda.
La respuesta está ahí.
Hay que cortar el suministro».
Luego hablé con los de la aduana que tratan de detener el tráfico en las fronteras.
Me dijeron: «No puedes pararlo aquí.
La respuesta está ahí fuera, en la supresión de la oferta y de la demanda».
Y me di cuenta de que todos los involucrados pensaban que la solución estaba en el área sobre la que no sabían lo más mínimo.
Entonces empecé a leer todo lo que pude sobre las sustancias psicoactivas: la historia, la ciencia, la política, todo.
Y cuanto más leía, más me llamaba la atención el iluminado e inteligente enfoque que nos llevó aquí, mientras que la política y las leyes de mi país nos llevaron en otra dirección.
Y esta discrepancia me pareció un increíble rompecabezas intelectual y moral.
Tal vez nunca existió una sociedad libre de drogas.
Prácticamente todas las sociedades han ingerido sustancias psicoactivas para lidiar con el dolor, aumentar su energía, socializar, incluso para comunicarse con Dios.
Nuestro deseo de alterar nuestra conciencia puede ser tan fundamental como nuestros deseos de comida, compañerismo y sexo.
Nuestro verdadero reto es aprender a vivir con las drogas de manera que causen el menor daño posible, y en algunos casos, el mayor beneficio posible.
Les diré algo más que aprendí; que la razón de que algunas drogas sean legales y otras no, no tiene casi nada que ver con la ciencia, la salud o el riesgo relativo de su consumo, y casi todo que ver con quiénes las utilizan o son percibidos como usuarios de ciertas drogas.
A finales del siglo XIX, cuando la mayoría de las drogas que ahora son ilegales eran legales, los principales consumidores de opiáceos en mi país y en otros eran mujeres blancas de mediana edad, que los consumían para aliviar dolores y molestias a falta de otros analgésicos disponibles.
Y nadie pensaba en criminalizarlas porque nadie quería poner a la abuela entre rejas.
Pero cuando cientos de miles de chinos comenzaron a llegar a mi país para trabajar duro en los ferrocarriles y las minas, y luego regresaban a casa tarde para relajarse como en su país natal, con una pocas bocanadas de su pipa de opio, fue cuando aparecieron las primeras leyes antidrogas en California y Nevada, motivadas por el miedo racista a que los chinos transformaran a las mujeres blancas en esclavas sexuales adictas al opio.
La primera ley que prohibió la cocaína fue impulsada de manera similar por el miedo racista a que el hombre negro al consumir el polvo blanco olvidara el lugar que le correspondía en la sociedad sureña.
Y las primeras leyes que prohibían la marihuana, todo por miedo a los inmigrantes mexicanos en el oeste y suroeste.
Y lo que ocurrió en mi país también sucedió en muchos otros, en lo que respecta a los orígenes de estas leyes y su aplicación.
Digámoslo de esta manera, y exagerando solo un poco: si los principales consumidores de cocaína hubieran sido hombres mayores, ricos y blancos, mientras que los principales consumidores de Viagra hubieran sido jóvenes negros y pobres, sería fácil conseguir cocaína con una receta médica, mientras que la venta de Viagra te supondría de 5 a 10 años de prisión.
(Aplausos)
(Fin aplausos) Yo era profesor y enseñaba estas cosas.
Ahora soy un activista de los derechos humanos y lo que me motiva es mi vergüenza por vivir en una nación, tan grande en otras cosas, que tiene menos del 5% la población mundial pero casi el 25% de la población carcelaria del mundo.
Conozco gente que ha perdido a un ser querido por la violencia o en la cárcel, a causa de la droga, de una sobredosis o de SIDA, porque nuestra política de drogas se centra más en la criminalización que en la salud.
Hay personas buenas cuyo empleo, casa, libertad, incluso sus hijos se los ha llevado el Estado, y no porque hayan hecho daño a alguien sino solo porque eligieron utilizar una droga en lugar de otra.
Así que,
¿es la legalización la solución?
No lo tengo claro: tres días a la semana creo que sí, tres días a la semana creo que no, y los domingos soy agnóstico.
Pero como hoy es martes, permítanme decirles que la regulación y el gravamen de la mayoría de las drogas hoy ilegales, disminuiría drásticamente la delincuencia, la violencia, la corrupción, el mercado negro y los problemas de las drogas adulteradas y no legalizadas, mejorando así la seguridad pública y las posibilidades de que los recursos de los contribuyentes se empleen para fines más útiles.
Los mercados de la marihuana, la cocaína, la heroína y la metanfetamina son mercados mundiales de productos básicos, al igual que los mercados mundiales del alcohol, tabaco, café, azúcar y tantas otras cosas.
Si hay demanda, hay oferta.
Destruye una fuente e inevitablemente surgirá otra.
La gente tiende a pensar en la prohibición como el último recurso regulatorio, cuando en realidad representa la renuncia a la regulación, con delincuentes haciéndose un hueco.
Por lo que hacer de la ley penal y la policía el frente y el centro del control de un mercado mundial dinámico, es una receta para el desastre.
Y lo que hay que hacer es sacar los mercados de drogas ilegales a la luz y regularlos de la manera más inteligente posible, para reducir tanto los daños infligidos por las drogas como por las leyes prohibicionistas.
En cuanto a la marihuana, eso obviamente significa regularla y gravarla igual que al alcohol.
Los beneficios de hacerlo son enormes, los riesgos, mínimos.
¿Habrá más gente consumiendo marihuana?
Tal vez, pero no serán los jóvenes, porque no será legal para ellos, y, francamente, ya tienen acceso a ella.
Creo que serán los adultos.
Gente de 40, 60, tal vez 80; los que preferirán la marihuana a una copa por la noche o al somnífero, que les puede ayudar con su artritis o la diabetes, o incluso puede condimentar un largo matrimonio.
(Risas)
Y sería un claro beneficio para la salud pública.
En cuanto a las otras drogas, echen un vistazo a Portugal, nadie va a la cárcel por posesión de drogas y el Gobierno se comprometió en serio: tratan la adicción como un problema de salud.
Miren a Suiza, Alemania, Holanda, Dinamarca, Inglaterra, donde los adictos a la heroína que trataron en varias ocasiones dejarlo y fracasaron, pueden conseguir heroína farmacéutica y recibir ayuda en hospitales.
Y los resultados demuestran que el abuso de drogas, las enfermedades, las sobredosis, la delincuencia y los arrestos, todos disminuyeron, mientras que la salud y el bienestar mejoraron, los contribuyentes se beneficiaron, e incluso muchos drogadictos se desengancharon.
Fíjense en Nueva Zelanda, que promulgó recientemente una ley que permite la venta legal de ciertas drogas recreativas siempre que se demuestre que son seguras.
Fíjense aquí en Brasil y en otros países, donde una fuerte sustancia psicoactiva, la ayahuasca, puede comprarse y consumirse legalmente, con tal de que se realice en un contexto religioso.
Miren a Bolivia y Perú, donde los productos a base de hoja de coca, la fuente de la cocaína, se venden legalmente abiertamente sin daño aparente a la salud pública.
Recuerden que hasta 1900 la Coca-Cola contenía cocaína, y como sabemos no era más adictiva que lo que es hoy.
(Risas)
Por otra parte piensen en los cigarrillos.
Nada es tan adictivo o puede matar como los cigarrillos.
Cuando los investigadores preguntan a los heroinómanos cuál es la droga más dura de dejar la mayoría dice los cigarrillos.
Sin embargo, en mi país y muchos otros, la mitad de los que han sido adictos a los cigarrillos ha dejado de fumar sin que nadie sea detenido, encarcelado o enviado a un «programa de tratamiento» por un fiscal o un juez.
Lo que lo logró fueron más impuestos, restricciones en lo que concierne las horas y lugar de las ventas y uso y campañas antitabaco eficaces.
¿Podríamos reducir el tabaquismo aún más declarándolo ilegal?
Probablemente.
Pero imagínense la pesadilla que generaría.
Así que hoy nos enfrentamos a dos desafíos.
El primero es el desafío político de crear e implementar alternativas a las políticas prohibicionistas ineficaces mientras mejoramos las actuales y aprendemos a convivir con las drogas legalizadas.
El segundo reto es aún más difícil porque nos incumbe.
Los obstáculos para la reforma no solo residen en el poderoso complejo industrial carcelario u otros intereses creados que quieren mantener las cosas como están, sino también en cada uno de nosotros.
Son nuestros miedos, nuestra ignorancia y nuestra falta de imaginación lo que se interpone en el camino de la verdadera reforma.
Y en última instancia se reduce a los niños, al deseo de cada padre de criarlos en una burbuja, y al miedo de que de alguna manera las drogas rompan esa burbuja y los pongan en riesgo.
De hecho, a veces, parece que toda la guerra antidroga se justifica como una gran iniciativa para proteger a la infancia, algo que cualquier joven les contradiría.
Esto es lo que le digo a los adolescentes.
En primer lugar, no consumas drogas.
En segundo lugar, no consumas drogas.
En tercer lugar, si lo haces, hay algunas cosas que quiero que sepas, pporque al fin y al cabo, como padre, mi principal interés es que al final de la noche llegues sano y salvo a casa, para crecer y llevar una vida adulta sana y buena.
Ese es mi mantra sobre las drogas: la seguridad ante todo.
He dedicado mi vida a poner en marcha un movimiento de personas que ve necesario alejarse de las políticas fallidas del pasado y adoptar nuevas políticas basadas en la ciencia, la compasión, la salud y los derechos humanos; con gente de todas las tendencias políticas y de todos los campos, en el que hay personas que aman las drogas, personas que las odian, y personas a las que no les importan en absoluto pero en el que todos creen que esta guerra antidroga, retrógrada, despiadada y desastrosa debe terminar.
Gracias.
(Aplausos)
Gracias.
Gracias.
Chris Anderson: Ethan, enhorabuena, qué reacción.
Una charla impactante.
Pero no todos se pusieron de pie, así que supongo que algunas personas aquí, y tal vez algunos de los que nos ven en línea, quizá conocen a algún adolescente, o un amigo o a alguien que está enfermo o que tal vez murió de una sobredosis.
Estoy seguro que ha conocido gente así.
¿Qué les dices?
EN: Chris, lo más increíble que me pasó últimamente es que he conocido gente que ha perdido a un hermano o un hijo por una sobredosis, y que solo hace 10 años hubieran deseado fusilar a todos los narcotraficantes para resolver el problema.
Pero se dieron cuenta de que la guerra antidroga no sirvió para proteger a sus hijos, sino que más bien estos niños corrieron más riesgos.
Y que ahora quieren pertenecen a este movimiento de reforma.
Y se apuntan más padres, con hijos dependientes al alcohol, la cocaína o la heroína que se preguntan «
¿Por qué algunos chicos pueden paso a paso tratar de curarse y mejorar mientras que otros se enfrentan a la cárcel, la policía y los delincuentes?
«.
Todo el mundo comprende que la guerra antidroga no protege a nadie.
CA: Los EEUU están en un punto muerto político en muchos temas.
¿Es realista esperar que algo cambie realmente durante los próximos cinco años?
EN: Yo diría que es sorprendente.
Me llaman periodistas y me dicen: «Ethan, hay solo dos temas con futuro político en los EEUU hoy: la ley sobre la marihuana y la del matrimonio gay.
¿Cuál es tu secreto?
«.
Y fijémonos en la ruptura bipartidista republicanos ahora en el Congreso y legisladores estatales pasando proyectos de leyes con el apoyo de la mayoría demócrata, así que vemos que hemos pasado de ser un tema poco importante, uno de los más temidos en EEUU, a uno de los casos más exitosos.
CA: Ethan, muchas gracias por venir a TEDGlobal.
EN: Chris, muchas gracias.
CA: Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/ethan_nadelmann_why_we_need_to_end_the_war_on_drugs/