Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » ¿Por qué los veteranos extrañan la guerra? – Charla TEDSalon NY2014

¿Por qué los veteranos extrañan la guerra? – Charla TEDSalon NY2014

Charla «¿Por qué los veteranos extrañan la guerra?» de TEDSalon NY2014 en español.

Los civiles no extrañan la guerra. Pero los soldados algunas veces, sí. El periodista Sebastian Junger comparte la experiencia que tuvo al lado de los soldados estadounidenses en Restrepo, un puesto de avanzada en el valle de Korengal en Afganistán donde se vivió un combate pesado. Al ver «el estado mental alterado» que produce la guerra, él nos demuestra cómo el combate le da a los soldados una intensa experiencia de conexión. Al final, ¿podría ser «lo contrario a la guerra» aquello que los soldados extrañan?

  • Autor/a de la charla: Sebastian Junger
  • Fecha de grabación: 2014-01-16
  • Fecha de publicación: 2014-05-23
  • Duración de «¿Por qué los veteranos extrañan la guerra?»: 788 segundos

 

Traducción de «¿Por qué los veteranos extrañan la guerra?» en español.

Les preguntaré y trataré de responder de alguna forma, una pregunta algo incómoda.

Tanto civiles, obviamente, como soldados sufren en la guerra; no creo que ningún civil haya extrañado la guerra a la cual fue sometido.

He hecho coberturas de guerras por casi 20 años, y algo singular para mí es la cantidad de soldados que terminan extrañándola.

¿Cómo es que alguien puede pasar por la peor experiencia que se pueda imaginar y regresar, volver a su hogar, a su familia, a su país, y extrañar la guerra? ¿Cómo funciona eso?¿Qué significa? Tenemos que responder a esa pregunta, porque si no lo hacemos, será imposible hacer que los soldados vuelvan a un lugar en la sociedad donde pertenecen, y creo que será imposible acabar con la guerra, si no entendemos cómo funciona este mecanismo.

El problema es que la guerra no tiene una verdad simple, clara, una sola verdad simple y clara.

Cualquier persona sensata odia la guerra, odia la idea de guerra, no le gustaría tener algo que ver con eso, no quiere estar cerca, no quiere saber sobre la guerra.

Esa es una respuesta sensata a la guerra.

Pero si les pregunto a todos en este lugar, ¿quiénes de Uds.

han pagado para ir al cine y entretenerse con una película bélica de Hollywood?, es posible que muchos de Uds.

levanten la mano.

Eso es lo complicado de la guerra.

Y créanme, que si en un lugar lleno de amantes de la paz hay personas que encuentran algo cautivador en la guerra, también lo harán unos soldados veinteañeros que han sido entrenados para ello, se los aseguro.

Eso es lo que se tiene que entender.

Como les dije, he cubierto guerras por casi 20 años, pero las experiencias más intensas que tuve en zonas de combate fueron con soldados estadounidenses en Afganistán.

Estuve en África, el Medio Oriente, Afganistán en los noventa, pero fue con soldados estadounidenses en 2007, 2008 en donde me enfrenté a un combate muy intenso.

Estaba en el Valle de Korengal al este de Afganistán.

Tiene 10 kilómetros de longitud.

Había una unidad de combate con 150 hombres en el valle, y por un momento, mientras estuve allí, casi el 20 % del combate en todo Afganistán estaba sucediendo en esos 10 kilómetros.

150 hombres absorbieron casi una quinta parte del combate de todas las fuerzas de la OTAN en aquel país, por un par de meses.

Fue muy intenso.

Pasé la mayor parte del tiempo en un puesto de avanzada llamado Restrepo.

Fue nombrado así por un médico del pelotón que fue asesinado a 2 meses de su envío.

Eran unos barracones de madera contrachapada aferrados a un lado de la cumbre, y bolsas de arena, búnkeres, posiciones de arma, y había 20 hombres allá arriba del segundo pelotón de la Compañía de Batalla.

Estuve mucho tiempo allí.

No había agua corriente.

Ni forma de bañarse.

Los chicos estaban allí por un mes a la vez.

Incluso nunca se quitaban su uniforme.

Peleaban.

Trabajaban.

Dormían con el mismo uniforme.

Nunca se lo quitaban, y a fin de mes, bajaban a los cuarteles de la compañía, y cuando lo hacían, sus uniformes ya eran inservibles.

Los quemaban y les daban uno nuevo.

No había Internet ni teléfono.

Allí no había comunicación con el mundo exterior.

No había alimentos cocinados.

Allá arriba no había nada que a los jóvenes normalmente les gusta: autos, chicas, televisión, nada, excepto combate.

Combates que empezaron a apreciar.

Recuerdo un día, muy caluroso en primavera, y no habíamos combatido durante un par de semanas, quizás.

Usualmente, el puesto de avanzada era atacado y al no tener ningún combate en esas semanas, todo estaban sorprendidos, con aburrimiento y calor.

Y recuerdo al teniente que pasaba con el pecho descubierto.

El calor era agobiante.

Pasó a mi lado, murmurando: «Dios, que alguien nos ataque hoy».

Eso demuestra lo aburridos que estaban.

También eso es la guerra, es un teniente que dice: «Que pase algo porque estamos enloqueciendo».

Para entenderlo, van a tener que, por un momento, pensar sobre el combate pero no moralmente, eso es algo importante que hacer, por un momento, no piensen en eso moralmente, sino neurológicamente.

Pensemos sobre lo que pasa en el cerebro cuando estás en combate.

En primer lugar, la experiencia es muy extraña, mucho muy extraña.

No es lo que yo esperaba.

En general, uno no está asustado.

Yo he estado muy asustado en combate, pero la mayor parte del tiempo que estuve allí, no lo estaba.

Estuve muy asustado antes de ir y terriblemente asustado cuando salí de ahí, y ese miedo que aparece después puede durar años.

No me dispararon en 6 años, y esta mañana me despertó muy bruscamente una pesadilla en la que me ametrallaba una aeronave, 6 años después.

Nunca me ametralló una aeronave y estaba teniendo pesadillas sobre eso.

El tiempo se hace más lento.

Se crea esta rara visión de túnel.

Notas algunos detalles muy, muy precisos y lo demás desaparece.

Es casi un estado mental ligeramente alterado.

Lo que pasa en tu cerebro es que se provee de una enorme cantidad de adrenalina que es bombeada a través de tu organismo.

Los jóvenes hacen un gran esfuerzo para tener esa experiencia.

Esta incrustado en nosotros.

Está hormonalmente respaldado.

La tasa de mortalidad de los jóvenes en la sociedad es 6 veces superior al de las jóvenes por casos de violencia y accidentes, las cosas estúpidas que hacen los jóvenes: saltar desde lugares donde no deberían, prender fuego a cosas que no deberían, es decir, Uds.

saben de lo que estoy hablando.

Mueren a un ritmo 6 veces mayor que las jóvenes.

Estadísticamente, estás más a salvo siendo un chico adolescente, estarías más a salvo en el departamento de bomberos o en el de policía, en la mayoría de las ciudades de EE.

UU., que caminando en las calles de tu ciudad buscando algo que hacer, estadísticamente.

Pueden imaginar lo que ocurre en combate.

En Restrepo, todos los que estaban allí arriba casi mueren, incluso yo, incluso mi buen amigo Tim Hetherington, que luego fue asesinado en Libia.

Había chicos caminando con agujeros de bala en el uniforme, círculos que habían cortado la tela sin tocar sus cuerpos.

Una mañana estaba apoyado sobre unas bolsas de arena, no pasaba nada importante, estaba algo distraído, y un poco de arena me saltó al costado, fue algo así como un golpe al lado de la cara.

Algo me había golpeado, y no sabía lo que era.

Algo que tienen las balas es, que viajan mucho más rápido que el sonido, por eso, si alguien les dispara desde unos pocos metros, la bala les pasa, o los hiere obviamente, y después de casi medio segundo, el sonido la alcanza.

Por eso tenía algo de arena salpicada en la cara.

Medio segundo después, escuché: tra-tra-tra-tra-tra.

Era una ametralladora.

Era la primera descarga, la primera explosión de balas de una hora de tiroteo.

Sentí el golpe de la arena por el impacto de la bala, la bala pasó a 8 o 9 centímetros de mi cabeza.

Imagínense, solo piensen en eso, porque ciertamente yo lo hice, piensen en el ángulo de desviación que salvó mi vida.

A 400 metros, fallaron por casi 8 centímetros.

hagan los cálculos.

Todos los chicos que estaban allí tuvieron una experiencia parecida a esa, al menos una vez, sino es que muchas veces.

Los chicos están allí por un año.

Regresaron.

Algunos renunciaron al ejército y tuvieron serios problemas psicológicos al llegar a casa.

Algunos se quedaron en el ejército y estaban más o menos bien, psicológicamente.

Era muy amigo de un chico llamado Brendan O’Byrne.

Todavía somos muy buenos amigos.

Volvió a los EE.

UU.

Renunció al ejército.

Tuve una cena una noche, lo invité, y empezó a conversar con una mujer, una de mis amigas, y ella sabía lo difícil que había sido estar allí, y le preguntó: «Brendan, ¿hay algo que extrañas de Afganistán, algo de la guerra? Y él lo pensó por un largo rato, y finalmente dijo: «Señora, lo extraño casi todo».

Y él es una de las personas más traumatizadas que he visto de la guerra.

«Señora, lo extraño casi todo» ¿De qué está hablando? Él no es un psicópata.

No extraña matar personas.

No está demente.

No extraña que le disparen, ni ver a sus amigos morir.

¿Qué es lo que extraña? Tenemos que responder eso.

Si queremos acabar con la guerra, tenemos que responder esa pregunta.

Creo que lo que extrañaba es la fraternidad.

Extrañaba, de alguna manera, lo contrario a matar.

Lo que extrañaba era la conexión con los otros hombres que estaban con él.

Ahora, la fraternidad es diferente a la amistad.

La amistad ocurre en una sociedad, obviamente.

Si te agrada una persona, estás dispuesto a hacer mucho por ella.

La fraternidad no tiene nada que ver con lo que sientes por la otra persona.

Es un acuerdo mutuo en un grupo en el que se pone el bienestar del grupo, y la seguridad de todos los miembros, por encima de la propia.

En efecto, uno dice: «Amo a estas personas más de lo que me amo a mí mismo».

Brendan era un líder de grupo al mando de tres hombres, y el peor día en Afganistán, estuvo a punto de morir en muchísimas ocasiones.

Eso no le molestaba.

Lo peor que le sucedió en Afganistán fue que a uno de sus hombres le dispararon en la cabeza, en el casco, lo tumbó.

Lo creyeron muerto.

Fue en medio de un tiroteo.

Nadie podía atenderlo, y un minuto después, Kyle Steiner se reclinó regresó de la muerte, por así decirlo, porque había vuelto a la vida.

La bala solo lo dejó inconsciente.

Le rebotó en el casco.

Él recuerda a la gente diciendo, mientras estaba semiconsciente, recuerda a la gente diciendo: «A Steiner le dispararon en la cabeza.

Está muerto».

Y él pensaba: «No estoy muerto».

Y se sentó.

Y después de eso, Brendan se dio cuenta de que no podía proteger a sus hombres, y esa fue la única vez que lloró en Afganistán dándose cuenta de eso.

Eso es fraternidad.

No fue inventada recientemente.

Muchos de ustedes probablemente hayan leído «La Ilíada».

Aquiles seguramente hubiese arriesgado su vida o dado su vida para salvar a su amigo Patroclo.

En la Segunda Guerra Mundial, hubo muchas historias de soldados heridos, que fueron llevados a un hospital de campaña, y se salían sin permiso, se arrastraban hacia la ventana, se escapaban por la puerta, abandonaban el hospital, heridos, para volver al frente de batalla y reincorporarse con sus hermanos.

Así que, piensen en Brendan, piensen en todos los soldados que tuvieron una experiencia similar, un vínculo como ese, en un grupo pequeño, en donde amaron a otras 20 personas de alguna forma, más de lo que se amaron a ellos mismos, piensen en lo bien que se debe sentir, imagínenlo, y ellos son bendecidos con esa experiencia por un año, y luego regresan a sus hogares, y están de regreso en la sociedad como el resto de nosotros, sin saber en quién poder confiar, sin saber quién los ama, a quién pueden amar, sin saber exactamente lo que sus conocidos estarían dispuestos a hacer por ellos si pasara algo.

Eso es aterrador.

Comparado con eso, la guerra, psicológicamente, de alguna manera, es fácil, comparado con ese tipo de aislamiento.

Es por eso que la extrañan, y eso es lo que nosotros tenemos que entender y de alguna forma corregir en nuestra sociedad.

Muchas gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/sebastian_junger_why_veterans_miss_war/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *