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¿Por qué no son de acceso público las investigaciones académicas financiadas con fondos públicos? – Charla TEDxMileHighWomen

Charla «¿Por qué no son de acceso público las investigaciones académicas financiadas con fondos públicos?» de TEDxMileHighWomen en español.

En Estados Unidos, sus impuestos financian las investigaciones académicas en las universidades públicas. ¿Por qué entonces debemos pagar revistas costosas y de acceso por suscripción para conocer el resultado de esas investigaciones? Erica Stone propone una relación nueva y de acceso abierto entre el público y los académicos, y sostiene que los investigadores deberían publicar en medios de difusión masiva. «En una democracia verdadera, la gente debe tener un buen nivel de educación y de información», dice Stone. «En lugar de tener las investigaciones ocultas en sitios de acceso restringido y sometidas a cuestiones burocráticas, ¿no sería mejor que se revelaran delante de nuestras narices?».

  • Autor/a de la charla: Erica Stone
  • Fecha de grabación: 2016-10-28
  • Fecha de publicación: 2018-03-28
  • Duración de «¿Por qué no son de acceso público las investigaciones académicas financiadas con fondos públicos?»: 584 segundos

 

Traducción de «¿Por qué no son de acceso público las investigaciones académicas financiadas con fondos públicos?» en español.

¿Les ha pasado alguna vez mencionar en una conversación un estudio que en realidad nunca leyeron?


(Risas)
El otro día, mientras tomaba un café con una amiga, le dije: «En un estudio reciente leí que el café reduce el riesgo de depresión en la mujer».

Pero lo que había leído en realidad era un tuit.


(Risas)
El tuit decía:
(Risas)
«Un nuevo estudio ha revelado que beber café puede disminuir el riesgo de depresión en la mujer».


(Risas)
Y ese tuit tenía un link al blog del «New York Times», donde un bloguero invitado tradujo los hallazgos del estudio publicado en un artículo de «Live Science», que a su vez obtuvo la información original del sitio de noticias de la Facultad de Salud Pública de Harvard, que citaba el resumen del estudio real, que sintetizaba el estudio real publicado en una revista académica.


(Risas)
Es como los seis grados de separación, pero en el ámbito de la investigación.


(Risas)
En definitiva, cuando dije que había leído el estudio, lo que en verdad leí fueron 59 caracteres que resumían 10 años de investigación.


(Risas)
De manera que cuando dije que había leído el estudio, leí en realidad fragmentos del estudio compilados por cuatro personas distintas que no eran los autores antes de que ese estudio llegara a mis manos.

Algo no está bien.

Pero no es fácil acceder a la investigación original, porque los académicos no suelen participar en los medios masivos.

Y uno podría preguntarse,

¿por qué es que los académicos no participan en los medios masivos?

Serían una fuente de información más legítima que los comunicadores de medios.

¿Verdad?


(Risas)
En un país con más de 4100 universidades, esto debería ser lo habitual.

Pero no lo es.

¿Cómo hemos llegado a este punto entonces?

Para entender por qué los académicos no participan en los medios masivos, hay que comprender primero cómo funcionan las universidades.

En los últimos seis años, di clases en siete universidades distintas, en cuatro estados distintos.

Soy una especie de adjunta singular.


(Risas)
Y también estoy cursando mi doctorado.

En todas estas instituciones diferentes, el proceso de investigación y publicación funciona de la misma manera.

Primero, los académicos hacen una investigación en su ámbito.

Para financiarla, solicitan subvenciones públicas y privadas.

Una vez terminada la investigación, escriben un trabajo sobre los hallazgos obtenidos.

Luego presentan ese trabajo en revistas académicas reconocidas.

Ese trabajo pasa luego por un proceso de revisión, que básicamente es que otros expertos verifiquen la precisión y credibilidad del estudio.

Y finalmente, una vez que el trabajo es publicado, empresas con fines de lucro revenden la información a las universidad y bibliotecas públicas en forma de revistas y suscripciones a la base de datos.

Pues bien, así es el sistema.

Investigar, escribir, someter a revisión, publicar, y así se repite el proceso.

Con mis amigos, le llamamos «alimentar al monstruo».

Y esto puede traer problemas.

El primero es que gran parte de las investigaciones académicas es financiada con fondos públicos, pero se distribuye de manera privada.

Todos los años, el gobierno federal gasta USD 60 mil millones en investigación.

Según la Fundación Nacional de Ciencia, el 29 % de ese dinero se destina a la investigación en universidades públicas.

Haciendo un rápido cálculo matemático, son USD 17 400 millones.

Dólares de los contribuyentes.

Y hay solo cinco compañías que se encargan de distribuir la mayoría de las investigaciones financiadas con fondos públicos.

En 2014, una sola de esas empresas tuvo una ganancia de USD 1500 millones.

Es un gran negocio.

Y observen la ironía que hay aquí.

Si es la gente quien financia las investigaciones científicas, pero luego tiene que volver a pagar para acceder a los resultados, es como pagar dos veces.

Y otro gran problema es que muchos académicos no tienen el incentivo de publicar por fuera de estas prestigiosas revistas a las que se accede por suscripción.

Las universidades definen su sistema de designaciones y ascensos en función de la cantidad de publicaciones de sus académicos.

Por eso, los libros y los artículos publicados son como una moneda de cambio para ellos.

La publicación de artículos les permite acceder a un cargo permanente y obtener nuevos fondos para investigaciones.

Pero los académicos no son reconocidos si publican en los medios masivos.

De manera que este es el ‘statu quo’, el ecosistema académico actual.

Pero no debería funcionar así.

Se pueden hacer cambios sencillos para revertir la situación.

Primero, veamos el tema del acceso.

Las universidades pueden empezar a desafiar el ‘statu quo’ reconociendo a los académicos por publicar no solo en las revistas a las que se accede por suscripción, sino en publicaciones de acceso abierto, así como en medios masivos.

Ahora bien, el movimiento de acceso abierto está empezando a avanzar en muchas disciplinas, y por suerte hay otros grandes jugadores que están empezado a tomar debida nota.

«Google Académico» ha logrado que las investigaciones de acceso abierto estén más disponibles y sean más fáciles de encontrar.

El año pasado, el Congreso presentó una propuesta para que los proyectos de investigación académica con un financiamiento de 100 millones o más implementen políticas de acceso abierto.

Este año, la NASA abrió su biblioteca completa al público.

Como vemos, este concepto está empezando a popularizarse.

Pero el acceso no es solo la posibilidad de echar mano a un documento o a un estudio, sino también la seguridad de que ese documento o estudio sea fácilmente comprendido.

Veamos el tema de la traducción.

No creo que la traducción sea como los seis grados de separación que mencioné antes.

Más bien plantearía:

¿y si los académicos tradujeran sus investigaciones y las publicaran en medios masivos para poder interactuar con el público?

Si los académicos lo hicieran, los grados de separación entre el público y la investigación se verían notablemente reducidos.

No estoy sugiriendo despojar a las investigaciones de su naturaleza académica.

Sugiero simplemente que el acceso a esas investigaciones sea público, que desplacemos el foco y usemos un lenguaje llano para que el público que paga la investigación también pueda consumirla.

Y este enfoque tiene otras ventajas también.

Si a la gente se le informa cómo se usa el dinero de sus impuestos para financiar las investigaciones, se puede volver a definir la identidad de las universidades para que esas identidades no se construyan solamente con base en el equipo de fútbol o a los títulos de grado que otorgan, sino en las investigaciones que allí se llevan a cabo.

Y una relación sana entre el público y los académicos fomenta la participación del público en la investigación.

¿Imaginan lo que sería eso?

¿Qué pasaría si los sociólogos ayudaran a la policía local a rediseñar sus entrenamientos sensitivos y luego escribieran en conjunto un manual para delinear futuras capacitaciones?

¿O si los profesores en Ciencias de la Educación consultaran a las escuelas públicas locales para decidir cómo proceder con los alumnos en situación de riesgo y escribieran sobre el tema en el periódico local?

Porque en una democracia verdadera la gente debe tener un buen nivel de educación y de información.

En lugar de tener investigaciones ocultas en sitios de acceso restringido y sometidas a cuestiones burocráticas,

¿no sería mejor que se revelaran en nuestras narices?

Ahora bien, como doctoranda, sé que estoy criticando el club del que formaré parte,
(Risas)
lo cual es bastante peligroso considerando que en un par de años estaré en el mercado laboral.

Pero si el ‘statu quo’ en la investigación académica es publicar en las sombras de las revistas de acceso por suscripción que nunca llegan al público, créanme que mi respuesta será un «no».

Creo en la investigación democrática e inclusiva que trabaja en la comunidad e interactúa con el público.

Quiero que la investigación y la cultura académica sean lugares donde el público no sea considerado solo como una audiencia valiosa, sino como parte integrante, como participante y, en algunos casos, incluso como experta.

Y esto no tiene que ver solamente con brindar al público el acceso a la información.

Se trata de hacer que la cultura académica pase de la publicación a la práctica y del discurso a la acción.

Y debo decir que esta idea, esta esperanza, no es solo mía.

Hablo por boca de muchos académicos profesores, bibliotecarios y miembros de la comunidad que también quieren incluir a más personas en la conversación.

Espero que Uds.

también se unan a nuestra conversación.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/erica_stone_academic_research_is_publicly_funded_why_isn_t_it_publicly_available/

 

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