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Qué no entendemos de la confianza. – Charla TEDxHousesOfParliament

Charla «Qué no entendemos de la confianza.» de TEDxHousesOfParliament en español.

La confianza está disminuyendo y necesitamos reconstruirla. Esta sugerencia se escucha comúnmente cuando se habla de construir un mundo mejor… Pero, según la filósofa Onora O’Neill, no entendemos realmente qué es lo que estamos sugiriendo. Ella revierte la pregunta, mostrándonos que las tres ideas más comunes que tenemos sobre la confianza están, en realidad, mal orientadas.

  • Autor/a de la charla: Onora O’Neill
  • Fecha de grabación: 2013-06-25
  • Fecha de publicación: 2013-09-25
  • Duración de «Qué no entendemos de la confianza.»: 590 segundos

 

Traducción de «Qué no entendemos de la confianza.» en español.

Bien, voy a hablar sobre la confianza, y voy a comenzar recordándoles las ideas generalizadas que se tienen sobre la confianza.

Son tan comunes que se han convertido en clichés de nuestra sociedad.

Creo que son tres.

La primera es un reclamo: ha habido una gran disminución de la confianza, es una creencia muy generalizada.

La segunda es un objetivo: deberíamos tener más confianza.

Y la tercera es una tarea: deberíamos recuperar la confianza.

Creo que el reclamo, el objetivo y la tarea se han mal interpretado.

Lo que voy a intentar contarles hoy es una historia diferente sobre un reclamo, un objetivo y una tarea, que creo que da una idea más clara sobre el tema.

Primero el reclamo:

¿por qué la gente piensa que la confianza ha disminuido?

Y si lo pienso sobre la base de mis propias evidencias, no sé la respuesta.

Me inclino a pensar que puede haber disminuido en algunas actividades o instituciones y que podría haber aumentado en otras.

No lo tengo claro.

Pero puedo recurrir a las encuestas de opinión, y las encuestas de opinión son supuestamente la fuente de la creencia de que la confianza ha disminuido.

Cuando miras las encuestas de opinión a lo largo del tiempo, no hay muchas evidencias de ello.

Es decir, las personas de las que se desconfiaba hace 20 años, principalmente periodistas y políticos, siguen inspirando la misma desconfianza.

Y las personas que eran muy confiables hace 20 años siguen siendo bastante confiables: jueces, enfermeras.

El resto estamos en el medio, y, por cierto, el ciudadano promedio de la calle está casi exactamente a mitad de camino.

Pero

¿es esto evidencia suficiente?

Lo que las encuestas de opinión registran son, por supuesto, opiniones.

¿Qué más pueden registrar?

Lo que observan son las actitudes genéricas que la gente manifiesta cuando se le hacen ciertas preguntas.

¿Confía en los políticos?

¿Confía en los maestros?

Ahora, si alguien te preguntara: «

¿Confías en los verduleros?

¿Confías en las pescadores?

¿Confías en los maestros de primaria?

«, probablemente comenzarías por preguntar: «

¿Para hacer qué?

» Y esa sería una respuesta muy sensata.

Y podrías decir, cuando hayan contestado tu pregunta, «Bueno, confío en algunos, pero en otros no».

Lo que es muy racional.

En definitiva, en la vida real, tendemos a depositar la confianza de forma diferenciada.

No suponemos que el nivel de confianza que vamos a sentir por un tipo determinado de oficial, funcionario o tipo de persona, va a ser uniforme en todos los casos.

Yo podría, por ejemplo, decir que confío en una cierta maestra de primaria que conozco para dar la clase de lectura, pero de ninguna manera para conducir el microbús escolar.

Después de todo, yo podría saber que no era una buena conductora.

Podría confiar en mi amigo más locuaz para mantener una conversación, pero no, tal vez, para guardar un secreto.

Simple.

Y si hemos obtenido esas evidencias en nuestras vidas cotidianas de la forma en que la confianza es diferenciada,

¿por qué dejamos de lado todo ese conocimiento cuando pensamos en la confianza en forma más abstracta?

Creo que las encuestas son herramientas muy malas para medir el verdadero nivel de confianza real, porque intentan obviar el buen juicio inherente al hecho de confiar en algo o en alguien.

En segundo lugar,

¿qué pasa con el objetivo?

El objetivo es tener más confianza.

Francamente, creo que es un objetivo estúpido.

No es ese el objetivo que yo perseguiría.

Yo apuntaría a tener más confianza en lo que es merecedor de confianza, pero no en lo que no lo es.

En definitiva, soy partidaria de no confiar en lo que no es confiable.

Y creo que esas personas que depositaron sus ahorros con el muy acertadamente llamado Sr.

Madoff, que luego desapareció con ellos, pienso en ellos, y creo, bueno, sí, fueron demasiado confiados.

Tener más confianza no es un objetivo inteligente en esta vida.

Confianza depositada o negada con inteligencia, ese es el objetivo correcto.

Una vez que uno lo dice, que dice, sí, vale, eso significa que lo que importa en primer lugar no es la confianza, sino la confiabilidad.

De lo que se trata es de hacer un juicio sobre cuán confiables son las personas en determinados aspectos.

Y creo que para poder hacer un juicio, estamos obligados a centrarnos en tres cosas:

¿Son competentes?

¿Son honestos?

¿Son responsables?

Y si encontramos que una persona es competente en las materias pertinentes, y es responsable y honesta, entonces tendremos una muy buena razón para confiar en ella, porque va a ser digna de confianza.

Pero si, por el contrario, no son responsables, no podríamos confiar en ellos.

Tengo amigos que son competentes y honestos, pero no confiaría en ellos para llevar una carta al correo, porque son olvidadizos.

Tengo amigos que están muy seguros de que pueden hacer ciertas cosas, pero que veo que sobrestiman sus propias competencias.

Y me alegra mucho decir que creo que no tengo muchos amigos que sean competentes y responsables pero extremadamente deshonestos.


(Risas)
Si es así, todavía no me he percatado.

Pero eso es lo que estamos buscando: confiabilidad antes que confianza.

La confianza es la respuesta.

La confiabilidad es lo que tenemos que juzgar.

Y, por supuesto, es difícil.

En las últimas décadas, hemos tratado de construir sistemas de rendición de cuentas para todo tipo de instituciones, profesionales, funcionarios y demás, que nos hicieran más fácil la tarea de juzgar su confiabilidad.

Muchos de esos sistemas han tenido el efecto contrario.

No funcionan como deberían.

Recuerdo una vez que estaba hablando con una partera y me dijo: «Bueno, verás, el problema es que toma más tiempo hacer el papeleo administrativo que asistir el parto en sí».

Y encontramos el mismo problema en toda nuestra vida pública, e institucional, que el sistema de rendición de cuentas que está destinado a garantizar la confiabilidad y las pruebas de confiabilidad, en realidad está haciendo lo contrario.

Lo que hacen es dificultar el trabajo de las personas que tienen que hacer tareas difíciles, como las parteras, exigiéndoles que «marquen las casillas», como decimos.

Seguro que todos Uds.

conocen ejemplos similares.

Todo, todo eso, por el objetivo.

Creo que el objetivo debería ser más confiabilidad, y que las cosas serían diferentes si tratáramos de ser dignos de confianza y le transmitiéramos a las personas que somos confiables y si tratáramos de determinar si otras personas, funcionarios o políticos son dignos de confianza.

No es fácil.

Es el juicio, las acciones sencillas, las actitudes, lo que no se hace adecuadamente.

En tercer lugar, la tarea.

Llamar a la tarea reconstruir la confianza, coloca las cosas al revés.

Sugiere que Ud.

y yo deberíamos reconstruir la confianza.

Bueno, podemos hacerlo con nosotros mismos.

Podemos reconstruir un poco la confiabilidad.

Podemos hacerlo si son dos personas, juntas, intentando mejorar la confianza.

Pero la confianza, en definitiva, es distintiva porque nos la otorgan otras personas.

No puedes reconstruir lo que otras personas te han dado.

Tienes que darles las bases suficientes para que puedan confiar en ti.

Tienes que ser digno de confianza.

Y eso, por supuesto, es debido a que no puedes engañar, por lo general, a todas las personas, todo el tiempo.

Pero también debes aportar pruebas fehacientes de que eres digno de confianza.

¿Cómo hacerlo?

Eso se hace a diario, en todas partes, lo hace la gente común, los funcionarios, las instituciones, muy eficazmente.

Les daré un simple ejemplo comercial.

La tienda donde compro mis calcetines dice que puedo devolverlos sin dar explicaciones.

Se los llevo y me devuelven el dinero, o me los cambian por los del color que yo quiera.

Eso es estupendo.

Confío en ellos porque ellos mismos se volvieron vulnerables ante mí.

Creo que hay una gran lección en eso.

Si te vuelves vulnerable ante la otra parte, esa es una muy buena prueba de que eres digno de confianza y tienes confianza en lo que estás diciendo.

Así que, al final, creo que a lo que estamos apuntando no es algo muy difícil de discernir.

En lo que las personas confían es en las relaciones, y en ese marco, pueden determinar cuándo y cómo la otra persona es digna de confianza.

Así que la moraleja de todo esto es que necesitamos pensar mucho menos en la confianza, y menos aún en las actitudes de confianza que detectan mejor o peor las encuestas de opinión, y mucho más en ser dignos de confianza, y en cómo le das a la gente evidencias adecuadas, útiles y simples de que eres digno de confianza.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/onora_o_neill_what_we_don_t_understand_about_trust/

 

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