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Charla «¿Qué pasa si quitamos el hipocampo? – Sam Kean» de TED-Ed en español.
Ver la lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/what-sucede-cuando-se-quita-la-hipocampo-sam-kean
Cuando Henry Molaison (ahora ampliamente conocido como H.M.) se fracturó el cráneo en un accidente, empezó a perder el conocimiento y a tener convulsiones. En un intento por curarlo, el Dr. William Scoville, un cirujano temerario, le quitó el hipocampo a H.M. Por suerte, los ataques desaparecieron, ¡pero también su memoria a largo plazo! Sam Kean nos guía a través de este caso médico sorprendente, detallando todo lo que nos enseñó H.M. sobre el cerebro y la memoria.
Lección de Sam Kean, animación de Anton Bogaty.
- Autor/a de la charla: Sam Kean
- Fecha de grabación: 2014-08-26
- Fecha de publicación: 2019-04-12
- Duración de «¿Qué pasa si quitamos el hipocampo? – Sam Kean»: 310 segundos
Traducción de «¿Qué pasa si quitamos el hipocampo? – Sam Kean» en español.
El 1 de septiembre de 1953, William Scoville usó una manivela y un taladro barato y taladró el cráneo de un joven, cortando piezas vitales de su cerebro, succionándolas a través de un tubo de metal.
No es una escena de una película de terror o un truculento informe policial.
El Dr.
Scoville fue uno de los neurocirujanos más célebres de su tiempo, y el joven era Henry Molaison, el famoso paciente conocido como «H.M.», cuyo caso brindó ideas sorprendentes sobre el funcionamiento del cerebro.
Cuando era niño, Henry se había fracturado el cráneo en un accidente y pronto empezó a tener convulsiones, a perder el conocimiento y el control de las funciones corporales.
Tras soportar años de frecuentes episodios, e incluso abandonar la secundaria, el joven desesperado recurrió al Dr.
Scoville, un temerario conocido por cirugías riesgosas.
Durante décadas se usaban lobotomías parciales para tratar pacientes mentales siguiendo la idea de que las funciones mentales estaban estrictamente vinculadas con zonas del cerebro determinadas.
Habiendo logrado disminuir las convulsiones en los psicóticos, Scoville decidió quitar el hipocampo de H.M., una parte del sistema límbico asociada a la emoción pero cuya función era desconocida.
A primera vista, la operación fue un éxito.
Las convulsiones prácticamente desaparecieron, sin cambios en la personalidad, y su CI incluso mejoró.
Pero hubo un problema: perdió la memoria.
Además de perder la mayor parte de sus recuerdos de la década anterior, H.M.
no podía formar nuevos recuerdos, olvidaba qué día era, repetía los comentarios, e incluso comía varias comidas seguidas.
Cuando Scoville informó los resultados a otro experto, Wilder Penfield, este envió a una estudiante de doctorado, Brenda Milner, a estudiar a H.M.
en casa de sus padres, donde ahora pasaba sus días haciendo tareas raras y viendo películas clásicas por primera vez, una y otra vez.
Lo que ella descubrió mediante una serie de pruebas y entrevistas no solo contribuyó en gran medida al estudio de la memoria sino que redefinió el significado de la memoria.
Uno de los hallazgos de Milner arrojó luz al hecho evidente de que aunque H.M.
no podía formar nuevos recuerdos, aún conservaba información el tiempo suficiente de momento a momento para terminar una frase o encontrar el baño.
Cuando Milner le dio un número al azar, él logró recordarlo durante 15 minutos, repitiéndolo constantemente.
Pero solo 5 minutos después, olvidaba incluso la prueba realizada.
Los neurocientíficos pensaban la memoria como algo monolítico, que era todo esencialmente lo mismo y se almacenaba en el cerebro.
Estos resultados no solo fueron la primera pista para la distinción ya familiar entre las memorias de corto y largo plazo, sino que mostraron que estas usan distintas zonas del cerebro.
Hoy sabemos que la formación de recuerdos implica varios pasos.
Luego de que las neuronas de la corteza transcriben temporalmente los datos sensoriales inmediatos, viajan al hipocampo, donde unas proteínas especiales trabajan para fortalecer las conexiones sinápticas corticales.
Si la experiencia fue lo suficientemente fuerte, o la recordamos periódicamente en los primeros días, el hipocampo transfiere nuevamente el recuerdo a la corteza para almacenamiento permanente.
La mente de H.M.
podía formar las impresiones iniciales, pero sin un hipocampo que consolidara este recuerdo, se erosionaban, como mensajes garabateados en la arena.
Pero esta no fue la única distinción de la memoria que encontró Milner.
En un ahora famoso experimento, le pidió a H.M.
que trazara una tercera estrella en el estrecho espacio entre los contornos de 2 estrellas concéntricas y solo podía ver su lápiz y papel a través de un espejo.
Como cualquiera que haga esa tarea rara por primera vez, la hizo horriblemente.
Pero, sorprendentemente, mejoró al repetir los ensayos, a pesar de no recordar los intentos anteriores.
Sus centros motores inconscientes recordaban lo que la mente consciente había olvidado.
Milner descubrió que la memoria declarativa de nombres, fechas y hechos es diferente de la memoria procedimental de andar en bici o firmar el nombre.
Y ahora sabemos que la memoria procedimental se basa más en los ganglios basales y el cerebelo, estructuras que estaban intactas en el cerebro de H.
M.
Esta distinción entre «saber que» y «saber cómo» ha sustentado toda la investigación de la memoria desde entonces.
H.M.
murió a los 82 años tras una vida mayormente pacífica en un hogar de ancianos.
Con los años, fue examinado por más de 100 neurocientíficos, siendo su mente la más estudiada de la historia.
Al morir, su cerebro fue preservado y escaneado antes de ser cortado en más de 2000 rebanadas y fotografiado para formar un mapa digital hasta el nivel neuronal, todo eso en una transmisión en vivo vista por 400 000 personas.
Aunque H.M.
pasó la mayor parte de su vida olvidando cosas, él y sus contribuciones a nuestro entendimiento de la memoria serán recordados durante generaciones.
https://www.ted.com/talks/sam_kean_what_happens_when_you_remove_the_hippocampus/