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Charla «¿Qué significa ser ciudadano del mundo?» de TED2016 en español.
Huge Evans comenzó un movimiento que moviliza a los «ciudadanos globales», gente que no se identifica con un estado, nación o tribu sino con la raza humana. En esta charla aprenderemos más de nuestro lugar en el mundo para luchar contra la extrema pobreza, el cambio climático, la desigualdad de género y más.
- Autor/a de la charla: Hugh Evans
- Fecha de grabación: 2016-02-17
- Fecha de publicación: 2016-04-11
- Duración de «¿Qué significa ser ciudadano del mundo?»: 1016 segundos
Traducción de «¿Qué significa ser ciudadano del mundo?» en español.
Quiero presentarles a una mujer increíble.
Su nombre es Davinia.
Davinia nació en Jamaica, a los 18 años emigró a EE.UU., y ahora vive en las afueras de Washington, D.C.
No es un miembro del alto poder del personal político, ni es parte de un grupo de presión.
Probablemente diría que es bastante corriente, pero está logrando un impacto notable.
Lo que es increíble de Davinia es que está dispuesta a pasar tiempo cada semana centrada en personas que no son ella: gente que no es de su barrio, su estado o siquiera de su país, personas a las que probablemente nunca conocerá.
El impacto de Davinia comenzó hace unos años cuando contactó a todos sus amigos en Facebook y les pidió a que donaran sus céntimos para poder financiar la educación de las niñas.
No esperaba una gran respuesta, pero 700 000 céntimos más tarde pudo enviar a más de 120 niñas a la escuela.
Cuando hablamos la semana pasada, me dijo que en el banco local la miran mal cada que llega con un carrito de compra lleno de monedas de un céntimo.
Ahora, Davinia no está sola.
Para nada.
Es parte de un movimiento en expansión.
Y hay un nombre para la gente como Davinia: ciudadanos del mundo.
Un ciudadano del mundo es alguien que se autoidentifica ante todo no como miembro de un estado, una tribu o una nación, sino como un miembro de la raza humana y alguien dispuesto a actuar en esa creencia para hacer frente a los mayores desafíos de nuestro mundo.
Nuestro trabajo se centra en la búsqueda, apoyo y activación de los ciudadanos del mundo.
Existen en todos los países y en cada grupo demográfico.
Quiero mostrarles el día de hoy que el futuro del mundo depende de los ciudadanos del mundo.
Estoy convencido de que si tuviéramos ciudadanos globales más activos, entonces cada uno de los principales desafíos que enfrentamos, pobreza, cambio climático, desigualdad de género, se podrían resolver.
Son cuestiones globales en última instancia y solo se pueden resolver en última instancia por ciudadanos del mundo exigiendo soluciones globales a sus líderes.
La reacción inmediata de algunas personas a esta idea es considerarla o estúpida o incluso peligrosa.
Así que me gustaría compartirles un poco de mi historia, cómo acabé aquí, cómo se relaciona con Davinia y, con suerte, con Uds.
De pequeño en Melbourne, Australia, yo era uno de esos niños pequeños muy irritantes que nunca, nunca dejan de preguntar, «
¿Por qué?
» Es posible que Uds.
hayan sido uno de esos.
Solía hacerle a mi madre las preguntas más molestas.
Le hacía preguntas como: «Mamá,
¿por qué no puedo vestir y jugar con muñecas todo el día?
» «
¿Por qué quieres papas fritas con eso?
» «
¿Qué es un camarón, y
¿por qué tenemos que seguir poniéndoselos a Barbie?
»
(Risas)
«Y mamá, este corte de pelo.
¿Por qué?
»
(Risas)
El peor corte de pelo, creo.
Aún terrible.
Como era un «por qué» niño, pensé que podía cambiar el mundo, y era imposible convencerme de lo contrario.
Y cuando tenía 12 años y estaba en primer año de secundaria , empecé a recaudar dinero para las comunidades en el mundo en desarrollo.
Éramos un grupo muy entusiasta de niños, y juntamos más dinero que cualquier otra escuela en Australia.
Por eso se me concedió la oportunidad de ir a las Filipinas para aprender más.
Era 1998.
Nos llevaron a un barrio bajo en las afueras de Manila.
Allí me hice amigo de Sonny Boy, que vivía literalmente en una pila de humeante basura.
«Montaña ahumada», lo llamaban.
Pero no dejen que el nombre místico los engañe, no era más que un vertedero rancio donde niños como Sonny Boy pasaban horas hurgando todos los días para encontrar algo, cualquier cosa de valor.
Esa noche con Sonny Boy y su familia cambió mi vida para siempre, porque cuando llegó el momento de ir a dormir, simplemente nos acostamos en un bloque de cemento yo, Sonny Boy y el resto de su familia, siete personas ahí, con el olor de la basura por todos lados y las cucarachas arrastrándose por todas partes.
Y no pude dormir, estuve despierto pensando, «
¿Por qué alguien tiene que vivir así cuando yo mismo tengo tanto?
¿Por qué la oportunidad de Sonny Boy parar vivir sus sueños tiene que estar determinada por el lugar donde nació, o lo que Warren Buffett llama «la lotería de ovarios»?
Simplemente no lo entendía, y necesitaba entender por qué.
Solo más tarde llegué a comprender que la pobreza que había visto en Filipinas era el resultado de las decisiones tomadas o no por el hombre, por una sucesión de potencias coloniales y gobiernos corruptos que no tenían interés por Sonny Boy.
Claro, no crearon la montaña ahumada, pero es posible.
Y si queremos ayudar a los niños como Sonny Boy, no basta con enviar unos pocos dólares o con tratar de limpiar el basurero en el que vive, ya que el núcleo del problema está en otra parte.
Y a medida que trabajaba en proyectos de desarrollo comunitario tratando de ayudar a construir escuelas, capacitando a los maestros y luchando contra el VIH y el SIDA, entendí que el desarrollo comunitario debe ser impulsado por las propias comunidades, y que si bien es necesaria la caridad, no es suficiente.
Teníamos que hacer frente a estos retos en una escala global y de manera sistémica.
Y lo mejor que podía hacer era tratar de movilizar a un gran grupo de ciudadanos en casa e insistir a nuestros líderes en que se involucren en el cambio sistémico.
Es por eso que, unos años más tarde, me uní a un grupo de amigos de la universidad para llevar la campaña Make Poverty History a Australia.
Tuvimos este sueño de poner en escena este pequeño concierto cuando fue la reunión del G-20 con artistas australianos locales, y de repente explotó un solo día al recibir una llamada de Bono, The Edge y Pearl Jam, diciendo estar de acuerdo para encabezar nuestro concierto.
Me emocioné ese día, como se puede ver.
Pero para nuestra sorpresa, el gobierno australiano oyó nuestras voces colectivas, y acordaron duplicar la inversión en salud y desarrollo un adicional de 6.2 mil millones de dólares.
Se sentía como…
(Aplausos)
Sentía esta increíble validación.
Al reunir a los ciudadanos, convencimos a nuestro gobierno para hacer lo impensable, y actuara para solucionar un problema fuera de nuestras fronteras.
Pero había un detalle: no duró.
Verán, hubo un cambio de gobierno, y seis años más tarde, todo ese dinero nuevo desapareció.
¿Qué aprendimos?
Aprendimos que los picos de una sola vez no son suficientes.
Necesitábamos un movimiento sostenible, no uno que sea susceptible a los cambios de humor de un político o a los rumores de una recesión económica.
Y tenía que suceder en todas partes; sino, cada gobierno tendría esta excusa de que no podían tomar la carga de la acción global por sí solos.
Y así que esto es lo que emprendimos.
Y a medida que nos embarcamos en este desafío, nos preguntamos
¿cómo podemos construir un ejército lo suficientemente amplio para presionar y ganar estas luchas en el largo plazo?
Solo se nos ocurrió una forma.
Teníamos que convertir de alguna manera la excitación del corto plazo de las personas involucradas con la fundación en pasión a largo plazo.
Tenía que ser parte de su identidad.
Así en el año 2012, se cofundó una organización que tenía eso como su meta.
Y solo había un nombre posible: Ciudadano del mundo.
Pero no se trata de una sola organización.
Se trata de ciudadanos que actúan.
Y los datos de la investigación nos dicen que de la población total que aún se preocupa por los problemas globales, solo el 18 % ha hecho algo al respecto.
No es que la gente no quiera actuar.
Es frecuente que no saben cómo actuar o que creen que sus acciones no tendrán ningún efecto.
Así que tuvimos que reclutar y activar a millones de ciudadanos en decenas de países para presionar a sus líderes a comportarse de manera altruista.
Y al hacerlo, descubrimos algo realmente emocionante, al hacer de la ciudadanía global tu misión, de repente te encuentras con algunos aliados extraordinarios.
La pobreza extrema no es el único problema que es fundamentalmente global.
También lo es el cambio climático, los derechos humanos, la igualdad de género, incluso los conflictos.
Nos encontramos hombro con hombro con personas que sienten pasión por abordar estos problemas relacionados.
Pero
¿cómo hicimos realidad el reclutamiento y comprometimos a dichos ciudadanos del mundo?
Pues bien, usamos un lenguaje universal: música.
Organizamos el Festival Global Citizen en el corazón de Nueva York, en parque central, y convencimos a algunos de los mayores artistas del mundo a participar.
Nos aseguramos de que los festivales coincidieran con la reunión de la Asamblea General de la ONU, por lo que los líderes que necesitan escuchar nuestras voces no puedan ignorarlos.
Pero había un detalle: no se podía comprar un boleto.
Había que ganarlo.
Había que actuar en nombre de una causa global, y una vez hecho podías ganar los puntos suficientes para calificar.
El activismo es la moneda.
No tenía interés en la ciudadanía que solo sirve para sentirse bien.
Para mí, la ciudadanía significa actuar y eso es lo que necesitábamos.
Y, sorprendentemente, funcionó.
El año pasado, más de 155 000 ciudadanos de NY ganaron puntos suficientes para calificar.
A nivel mundial, tenemos personas de más 150 países de todo el mundo.
Y el año pasado, logramos más de 100 000 nuevos miembros en todas y cada una de las semana de todo el año.
No necesitamos crear ciudadanos del mundo de la nada.
Ya estamos en todas partes.
Solo tenemos que organizarnos y motivarnos para empezar a actuar.
Y es ahí donde creo que podemos aprender mucho de Davinia, que comenzó a tomar acción como un ciudadano global en el año 2012.
Esto es lo que hizo.
No era una gran ciencia.
Comenzó a escribir cartas, enviando correos a los políticos.
Se ofreció como voluntaria en su comunidad local.
Fue entonces cuando se movilizó en las redes sociales y comenzó a recoger monedas de un céntimo, muchas monedas.
tal vez eso no parezca mucho.
¿Cómo lograría algo?
Alcanzó una gran cantidad debido a que no estaba sola.
Sus acciones, junto con otros 142 000 ciudadanos del mundo, llevó al gobierno de EE.
UU.
a duplicar su inversión para la educación mundial.
Y aquí está el Dr.
Raj Shah, el jefe de la USAID, haciendo el anuncio.
Cuando miles de ciudadanos del mundo se inspiran unos de otros, es increíble ver su poder colectivo.
ciudadanos del mundo como Davinia ayudaron a convencer al Banco Mundial a aumentar su inversión en agua y saneamiento.
Este es el presidente Jim Kim anunciado el aumento de 15 mil millones en el Global Citizen y el primer ministro de la India Modi reafirmó su compromiso de que todos los hogares y escuelas en toda la India tengan un inodoro en 2019.
Alentados por el presentador de programas nocturnos Stephen Colbert pusieron en marcha una invasión de Twitter en Noruega.
Erna Solberg, primer ministro del país, recibió el mensaje, y se comprometió a duplicar la inversión en la educación de las niñas.
Junto con los rotarios llamaron a los gobiernos de Canadá, Reino Unido y los gobiernos de Australia a aumentar su inversión para erradicar la polio.
Se reunieron y se comprometieron a destinar 665 millones de dólares.
Pero a pesar de todo este impulso, nos enfrentamos a retos enormes.
Podrían estar pensando,
¿cómo podemos convencer a los líderes mundiales de tener un enfoque sustentable para los problemas globales?
El poderoso político estadounidense Tip O’Neill dijo una vez, «Toda política es local».
Por eso ganan los políticos: buscan, ganan y retienen el poder a través de la búsqueda de los mejor intereses locales y nacionales.
Viví esto por primera vez cuando tenía 21 años.
Me reuní con el entonces canciller australiano que permanecerá anónimo [Alexander Downer] Y a puerta cerrada compartí con él mi pasión para poner fin a la pobreza extrema.
Dije: «Ministro, Australia tiene esta oportunidad única en la vida para ayudar a alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio.
Podemos hacerlo».
Y se detuvo, me miró hacia abajo con ojos fríos, desdeñosos, y dijo: «Hugh, a nadie le importa una mier…
la ayuda exterior».
Excepto que no utilizó la palabra «mierda».
Continuó.
Dijo que necesitamos cuidar de lo nuestro primero.
Esto es, creo, obsoleto, e incluso peligroso.
O como diría mi difunto abuelo, PM completa.
El parroquialismo ofrece esta falsa dicotomía ya que enfrenta a los pobres de un país contra los pobres en otro.
Supone poder autoaislarnos y a nuestras naciones entre sí.
El mundo entero es nuestro casa.
Y lo ignoramos bajo nuestro propio riesgo.
Vean lo que sucedió cuando ignorábamos Ruanda, cuando ignoramos Siria, cuando ignoramos el cambio climático.
A los líderes políticos debe importarles una «mier…» porque el impacto del cambio climático y la pobreza extrema llega justo a nuestra puerta.
Los ciudadanos del mundo entienden esto.
Vivimos en un tiempo que favorece al ciudadano global, una época donde cada voz puede ser escuchada.
¿Recuerdan cuando los objetivos de desarrollo del Milenio se firmaron en el año 2000?
Lo más que se podía hacer en aquellos días era escribir una carta y esperar a la próxima elección.
No había redes sociales.
Hoy en día, miles de millones de ciudadanos tienen más herramientas, más acceso a la información, más capacidad para influir que nunca.
Tanto los problemas y las herramientas para solucionarlos están ahí.
El mundo ha cambiado, y aquellos de nosotros que vemos más allá de nuestras fronteras estamos en el lado correcto de la historia.
Entonces,
¿dónde estamos?
Hicimos este festival increíble, logramos algunas victorias políticas grandes, y los ciudadanos se están inscribiendo en todo el mundo.
Pero
¿hemos cumplido nuestra misión?
No.
Tenemos un largo camino por recorrer.
Pero esta es nuestra oportunidad.
El concepto de ciudadanía global, era hasta ahora poco práctico en muchas maneras, pero ha coincidido con este momento particular en el que vivimos.
Nosotros, como ciudadanos del mundo, tenemos una oportunidad única para acelerar el cambio positivo a gran escala alrededor del mundo.
Así que en los próximos meses y años, los ciudadanos del mundo vigilarán a los líderes mundiales para garantizar que las nuevas metas mundiales para el desarrollo sostenible tengan seguimiento y se pongan en práctica.
Se asociarán con las ONGs más importantes del mundo para poner fin a enfermedades como la poliomielitis y la malaria.
Al inscribirse en cada rincón de este mundo, aumentan la frecuencia, la calidad y el impacto de sus acciones.
Estos sueños están en nuestras manos.
Imaginen un ejército de millones creciendo en decenas de millones, conectados, informados, comprometidos y poco dispuestos a aceptar un no por respuesta.
Durante todos estos años, he intentado volver a saber de Sonny Boy.
Por desgracia, no he podido hacerlo.
Nos encontramos mucho antes de las redes sociales, y ha sido trasladado por las autoridades, como sucede a menudo con los barrios pobres.
Me encantaría sentarme con él, donde quiera que esté, y compartir con él cómo el tiempo que pasé en la montaña que humea me inspiró.
Gracias a él y a tantos otros, llegué a comprender la importancia de ser parte de un movimiento de personas, niños dispuestos a levantar la vista de sus pantallas y salir al mundo, los ciudadanos del mundo.
ciudadanos del mundo que están de pie juntos, que hacen la pregunta «
¿Por qué?
,» que se cierran a los detractores, y abrazan las increíbles posibilidades del mundo que compartimos.
Soy un ciudadano del mundo.
¿Lo eres tú?
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/hugh_evans_what_does_it_mean_to_be_a_citizen_of_the_world/