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Charla «¿Qué sucede cuando la humillación en línea se descontrola?» de TEDGlobalLondon en español.
Durante mucho tiempo Jon Ronson se deleitaba con el hecho de que Twitter dio una voz a los sin voz… la plataforma de medios sociales nos dio a todos la oportunidad de hablar y de defendernos de la injusticia percibida. Pero en algún lugar en el camino, las cosas dieron un giro. En esta charla elocuente y apasionada, Ronson explica cómo muchas veces terminamos comportándonos como una turba incisiva y cómo va siendo hora de repensar nuestra manera de interactuar con otros en línea.
- Autor/a de la charla: Jon Ronson
- Fecha de grabación: 2015-06-16
- Fecha de publicación: 2015-07-20
- Duración de «¿Qué sucede cuando la humillación en línea se descontrola?»: 1031 segundos
Traducción de «¿Qué sucede cuando la humillación en línea se descontrola?» en español.
En los principios de Twitter era como un lugar de radicales antipudor, La gente admitía sus propios secretos vergonzosos y otras personas decían, «¡Dios mío, a mí me pasa exactamente lo mismo».
Las personas sin voz constataron que tenían una voz, y esta era poderosa y elocuente.
Si un periódico publicaba alguna columna racista u homófoba, sabíamos que podíamos hacer algo al respecto.
Podríamos pillarlos.
Podíamos darles con el arma que entendíamos, y ellos no, una humillación en los medios sociales.
Los anunciantes retirarían su publicidad.
Si las personas poderosas hacían mal uso de su privilegio, íbamos a por ellas.
Esto era como la democratización de la justicia.
Las jerarquías se estaban nivelando.
Íbamos a hacer mejor las cosas.
Poco después, Jonah Lehrer, escritor detractor de la ciencia emergente, fue pillado plagiando y falseando citas.
Y esto le sumió en vergüenza y remordimientos, me dijo.
Y tuvo la oportunidad de pedir disculpas públicamente en el almuerzo de una fundación.
Este iba a ser el discurso más importante de su vida.
Tal vez él lograra un poco de perdón.
Sabía antes de su llegada que la fundación iba a trasmitir en directo su evento, pero lo que no sabía, hasta aparecer es que habían puesto una gran pantalla con un feed de Twitter al lado de su cabeza.
(Risas)
Y otra pantalla a la altura de sus ojos.
No creo que los de la fundación lo hicieran porque eran monstruosos.
Creo que estaban despistados.
Creo que este fue un momento único cuando la bella ingenuidad de Twitter golpeaba la realidad cada vez más horrible.
Y estos fueron algunos de los tuits que se desplegaban ante sus ojos, como el suyo tratando de pedir disculpas: «Jonah Lehrer, nos aburre hasta que le perdonemos».
(Risas)
Y, «Jonah Lehrer no ha demostrado ser capaz de sentir vergüenza».
Ese debe haberlo escrito el mejor psiquiatra nunca visto, por saber eso acerca de una personita detrás de un atril.
Y, «Jonah Lehrer es solo un maldito sociópata».
Decir eso último es algo muy humano de hacer, para deshumanizar a las personas que herimos.
Porque queremos destruir a la gente, pero no sentirnos mal por ello.
Imagínense si se tratara de una juicio real, y el acusado se encontrara en la oscuridad, rogando otra oportunidad y el jurado estuviera gritando: «¡Aburrido! ¡Sociópata!»
(Risas)
Cuando vemos dramas legales, tendemos a identificarnos con el abogado defensor de buen corazón, pero danos poder y nos convertimos en jueces verdugos.
El poder cambia rápido.
Íbamos tras Jonah porque se detectó que había abusado de sus privilegios, pero Jonah ya estaba derrumbado en el suelo y seguíamos pateándole, y autofelicitándonos por destruirle.
Y empezó a ponerse raro, cuando no hubo una persona poderosa que hubiera abusado de su privilegios a la que poder pillar.
Un día sin humillaciones empezó a parecer un día recogiendo uñas y flotando en el agua.
Les contaré una historia.
Se trata de una mujer llamada Justine Sacco.
Una relaciones públicas de Nueva York con 170 seguidores en Twitter, tuiteaba chistes un poco mordaces, como este en un avión de Nueva York a Londres: [Amigo alemán: Está en 1ª clase.
Es 2014.
Compre un poco de desodorante».
Justine se rió para sí y pulsó Enviar, sin obtener respuesta alguna, y experimentó la triste sensación que todos sentimos cuando Internet no nos felicita por ser graciosos.
(Risas)
Silencio extremo cuando Internet no nos contesta.
Y entonces ella llegó a Heathrow y tenía algo de tiempo, antes de su tramo final, así que pensó otra pequeña broma mordaz divertida: [Voy a África.
Espero no contraer SIDA.
Bromeo.
¡Soy blanca!] Y se rió para sí, pulsó Enviar y subió al avión, sin obtener respuesta alguna.
Desactivó su teléfono, se quedó dormida, despertó 11 horas después, conectó su teléfono mientras el avión rodaba en la pista, y de repente había un mensaje de alguien con quien ella no había hablado desde la escuela secundaria, que decía: «Siento mucho ver por lo que estás pasando».
Y luego otro mensaje de un buen amigo, «Debes llamarme ahora.
Eres el trending topic número uno mundial en Twitter».
(Risas)
Lo que sucedió es que uno de sus 170 seguidores envío el tuit a un periodista de Gawker quien lo retuiteó a sus 15 000 seguidores: [Y ahora, una broma de fiesta divertida del jefe del IAC] Y entonces fue como un rayo.
Unas semanas más tarde, hablé con el periodista Gawker.
Le envié un correo preguntando cómo se sentía y me dijo: «Muy bien».
Y luego dijo: «Estoy seguro de que ella está bien».
Pero ella no estaba bien, porque mientras dormía, Twitter tomó el control de su vida desmantelándola pieza a pieza.
Primero fueron los filántropos: [Si las @palabras desafortunadas de @JustineSacco…
te molestan, únete en apoyo a @care en África.] [A la luz del…
tuit asqueroso y racista, dono a @care] Luego los horrorizados: [sin palabras por el tuit racista de mierda de Justine Sacco.]
¿Había alguien en Twitter esa noche?
Algunos de Uds.
¿Colapsó la broma de Justine su feed de Twitter como al mío?
Colapsó el mío e imaginé que todo el mundo pensaba esa noche: «¡Guau, alguien está jodido! ¡La vida de alguien está a punto de ser terrible!» Y me senté en la cama, me puse la almohada bajo la cabeza, y pensé, no estoy del todo seguro de que la broma pretendiera ser racista.
Tal vez en vez de alardear con regocijo de sus privilegios, ella se burlaba del alardeo alegre de los privilegios.
Hay una tradición de esto en la comedia, como South Park o Colbert o Randy Newman.
Quizá el delito de Justine Sacco no era tan bueno en eso como Randy Newman.
Cuando me encontré con Justine unas semanas más tarde en un bar, solo estaba hundida, y le pedí que explicara la broma, y dijo: «Vivir en EE.UU.
nos coloca un poco en una burbuja cuando se trata de lo que sucede en el Tercer Mundo.
Yo estaba mofándome de la burbuja».
Otra mujer en Twitter esa noche, Helen Lewis, escritora de New Statesman, revisó mi libro sobre la humillación pública y escribió lo que tuiteó ella esa noche: «No estoy segura de que su broma tuviera la intención de ser racista» y ella dijo que de inmediato recibió una furia de tuits diciendo: «No eres también más que una perra privilegiada».
Y así, para su vergüenza, ella escribió, que se calló y observó cómo la vida de Justine era destrozada.
Se empezó a poner más oscuro: [Todos informarán de la puta @JustineSacco] Luego vinieron los llamamientos a que la despidieran.
[Buena suerte con la búsqueda de empleo en el nuevo año.
#SiendoDespedido] Miles de personas en todo el mundo decidieron que era su deber conseguir que la despidieran.
[@JustineSacco Último tuit de su carrera.
#SorryNotSorry Las corporaciones se involucraron con la esperanza de vender sus productos mediante la aniquilación de Justine: [La próxima vez que planees tuitear algo estúpido antes de despegar, ¡asegurate de tener un @vueloGogo!]
(Risas)
Muchas empresas hicieron buen dinero esa noche.
El nombre de Justine se googeleaba 40 veces al mes.
Ese mes, entre el 20 de diciembre y finales de diciembre, su nombre fue googeleado 1 220 000 veces.
Y un economista de Internet me dijo que eso significaba que Google hizo en algún momento entre USD 120 000 y UDS 468 000 de la aniquilación de Justine, mientras que quienes humillábamos de verdad no obtuvimos nada.
Para Google éramos como avergonzadores voluntarios.
(Risas)
Y luego vinieron los trolls: [Tengo esperanza de que Justine Sacco logre
¿subsidios?
lol] Alguien más escribió, «Alguien con VIH debe violar a esta perra y luego vamos a averiguar si su color de piel la protege del SIDA».
Y esa persona recibió un pase libre.
Nadie fue tras esa persona.
Estábamos tan entusiasmados con la destrucción de Justine, y nuestros cerebros humillantes son tan simples de mente, que no podíamos también destruir a alguien que fuera inapropiado destruyendo a Justine.
Justine aglutinó a un buen número de grupos dispares esa noche, desde filántropos hasta lo de «violar a la perra».
[@JustineSacco Espero que te despidan! Puta demente…
Explica al mundo que planeas estar desprotegida en África.] Las mujeres siempre lo tienen peor que los hombres.
Cuando cae la vergüenza sobre un hombre es: «Haré que te despidan».
Cuando cae sobre una mujer es: «Haré que te despidan, violen y que te corten el útero».
Y entonces los empleadores de Justine se involucraron: [IAC sobre el tuit de @JustineSacco: Es un comentario ofensivo indignante.
Empleado en cuestión no localizable en vuelo internacional] Y fue entonces cuando la ira se convirtió en excitación: [Para Navidad quiero ver la cara de @JustineSacco cuando aterrice y vea su bandeja de entrada.
#despedida] [Oh @justinesacco tendrá el más doloroso encuentro con su teléfono cuando aterrice.] [Estamos a punto de ver a esta perra @JustineSacco despedida.
En tiempo real.
Antes de que ella lo sepa.] Teníamos un arco narrativo encantador.
Sabíamos algo que Justine no sabía.
¿Pueden pensar en algo menos judicial que esto?
Justine estaba dormida en un avión y no podía explicarse, y su incapacidad era gran parte de la hilaridad.
En Twitter esa noche éramos como niños persiguiendo un arma.
Alguien descubrió en qué avión exactamente y se vinculó a un sitio web de seguimiento de vuelo.
[British Airways Vuelo 43 puntual; llega en 1 hora 34 minutos] Un hashtag empezó a ser trending topic en todo el mundo:
¿#HaAterrizadoJustine?
[Es salvaje ver la autodestrucción de alguien sin que ellos lo sepan #HaAterrizadoJustine] [Seriamente.
Quiero irme a casa a la cama, pero todos en el bar están con #HaAterrizadoJustine.
No se puede mirar a otro lado.
[#HaAterrizadoJustine quizá lo mejor que me suceda esta noche.] [
¿Quién en Ciudad del Cabo va al aeropuerto para tuitear su llegada?
Twitter, quiero las imágenes.]
¿Y adivinen qué?
Sí había.
[@JustineSacco ha aterrizado en Ciudad del Cabo internacional.
Y si quieren saber cómo es descubrir que acabas de ser destrozado por una broma liberal malinterpretada, no por trolls, sino por buena gente como nosotros, así se hace: [Ella ha decidido llevar gafas de sol como disfraz.] Así que
¿por qué lo hacemos?
Creo que algunas personas estaban realmente molestas, pero creo que para otras Twitter es básicamente una máquina de aprobación mutua.
Nos rodeamos de personas que se parecen a nosotros y nos aprobamos recíprocamente, y eso es una muy buena sensación.
Y si alguien se interpone en el camino, le echamos.
¿Y saben qué es lo contrario de eso?
Lo contrario a eso es la democracia.
Queríamos demostrar que nos importaba personas que mueren de SIDA en África.
Nuestro deseo de ser vistos como compasivos es lo que nos llevó a cometer este acto profundamente anticompasivo.
Como escribió Meghan O’Gieblyn en el Boston Review: «Esto no es justicia social.
Es una alternativa catártica».
Durante los últimos tres años, he ido por todo el mundo para conocer gente como Justine Sacco y créanme, hay un montón de gente como Justine Sacco.
Hay más cada día.
Y queremos pensar que están bien, pero no están bien.
Las personas a las que conocí fueron destrozadas.
Me hablaron de depresión, ansiedad, insomnio y pensamientos suicidas.
Una mujer con quien hablé, que también contó una broma que cayó mal, permaneció en casa durante un año y medio.
Antes de eso, trabajó con adultos con dificultades de aprendizaje, y era aparentemente muy buena en su trabajo.
Justine fue despedida porque los medios sociales lo exigían.
Pero fue peor que eso.
Estaba perdiéndose a sí misma.
Ella se despertaba en la noche, olvidando quién era.
La pillaron porque porque se consideró que había abusado de su privilegio.
Y, claro, eso es mucho mejor que acusar a la gente por estas cosas que por aquellas que solíamos acusar, como tener hijos fuera del matrimonio.
La frase «uso indebido de privilegio» se ha convertido en un pase libre destrozando a cualquiera que elegimos.
Se está convirtiendo en un término devaluado, y hace que perdamos nuestra capacidad de empatía y de distinguir entre delitos graves y poco serios.
Justine tenía 170 seguidores en Twitter, y para que funcionara tuvo que ser novelada.
Se corrió la voz de que era la hija del multimillonario Desmond Sacco.
[Que no nos engañe #JustineSacco, su padre es un multimillonario minero.
Ella no se arrepiente.
Y tampoco su padre.] Pensé que de Justine era cierto hasta conocerla en un bar, y preguntarle por su padre multimillonario, y ella dijo: «Mi padre vende alfombras».
Y pienso en los primeros días de Twitter, cuando la gente admitía secretos vergonzosos propios y otros decían: «Dios mío, me pasa exactamente lo mismo».
En estos días, se va a la caza de secretos vergonzosos de la gente.
Uds.
pueden llevar una vida buena y ética, pero alguna frase desafortunada en un tuit puede abrumarlo todo, convirtiéndola en una pista del mal interior secreto.
Tal vez hay dos tipos de personas en el mundo: aquellas que favorecen a los seres humanos sobre la ideología, y aquellas que favorecen a la ideología sobre el ser humano.
Estoy a favor del ser humano sobre la ideología, pero en este momento, los ideólogos están ganando, y crean un escenario de dramas constantes muy artificiales donde todo el mundo es o un magnífico héroe o un villano repugnante, aunque eso no es la verdad de nuestros compañeros humanos.
Lo que es cierto es que somos listos y tontos; lo que es cierto es que estamos en zonas grises.
Lo genial de los medios sociales es cómo dieron voz a las personas sin voz, pero ahora estamos creando una sociedad de la vigilancia, donde la forma más inteligente de sobrevivir es volver a no tener voz.
No hagamos eso.
Gracias.
(Aplausos)
Bruno Giussani: Gracias, Jon.
Jon Ronson: Gracias, Bruno.
BG: No te vayas.
Lo que me llama la atención de la historia de Justine es el hecho de que si se busca en Google su nombre actual, esta historia ocupa las primeras 100 páginas de resultados, no hay nada más de ella.
En su libro, mencionas otra historia a otra víctima que lo resolvió por una empresa de gestión de la reputación, y la publicación de blogs e historias inocuas y bonitas de su amor por los gatos vacaciones y esas cosas, llevó a que la historia ya no estuviera en las primeras páginas de Google, pero no duró mucho.
Tras unas semanas, se reposicionaron hasta alcanzar los primeros resultados.
¿Es esto una batalla totalmente perdida?
Jon Ronson: Sabes, creo que lo mejor que podemos hacer, si ves a un tipo de injusticia o humillación ambigua, es hablar, porque creo que lo peor que le pasó a Justine fue que nadie la apoyara, porque todo el mundo estaba en contra de ella, y eso es profundamente traumático, que decenas de miles digan que debes irte.
Pero si una humillación sucede y hay murmullos, como en una democracia, donde las personas discuten, creo que eso es mucho menos perjudicial.
Por eso creo que ese es el camino a seguir, pero es difícil, porque si uno se planta por alguien, es increíblemente desagradable.
BG: Entonces hablemos de tu experiencia, porque te plantaste a escribir este libro.
Por cierto, es de lectura obligatoria para todos.
Te pusiste firme a escribir y el libro pone el foco en los avergonzados.
Y supongo que no solamente tiene reacciones amistosas en Twitter.
JR: no cayó muy bien a algunas personas.
(Risas)
Quiero decir, tú no deseas concentrarte solo…
hay mucha gente que entendió, y estaban encantados con el libro.
Pero sí, durante 30 años he escrito historias sobre abusos de poder, y cuando hablo de los poderosos del ejército, o de la industria farmacéutica, todos me aplauden.
Cuando digo, «Ahora somos los poderosos que abusamos de nuestro poder» la gente dice: «Bueno, debes ser también un racista».
BG: La otra noche en la cena, hubo dos debates.
Por un lado hablabas con la gente de la mesa, y era un debate agradable, constructivo.
Por otro, cada vez que consultabas tu teléfono, había una avalancha de insultos.
JR: Sí.
Esto sucedió anoche.
Teníamos una cena de TED.
Charlamos y fue encantador y agradable, y decidí ver mi Twitter.
Alguien dijo: «Eres un supremacista blanco».
Y luego volví y tuve una agradable conversación con alguien, y luego volví a Twitter, alguien dijo que mi existencia hace del mundo un lugar peor.
Mi amigo Adam Curtis dice que Internet es como una película de John Carpenter de la década de 1980, cuando al final todos empiezan a gritarse y a dispararse entre sí, y luego con el tiempo todos huyen a un lugar más seguro, y estoy empezando a pensar en ello como una opción muy agradable.
BG: Jon, gracias.
JR: Gracias, Bruno.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/jon_ronson_when_online_shaming_goes_too_far/