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Charla «QUE TE J— – Cómo dejar de fastidiarte a ti mismo: Mel Robbins en TEDxSF» de TEDxSF en español.
Mel Robbins es una mujer casada, trabajadora y madre de tres hijos, abogada criminalista por una universidad de la Ivy League y una de entre los mejores expertos en carreras y relaciones de Estados Unidos. Extensamente respetada por su mano dura y sus consejos del estilo «cógelos por el cuello», Robbins traspasa el desorden mental que se halla entre las personas y lo que estas quieren. Su aproximación es inteligente, efectiva y entretenida. Cinco días a la semana, Mel presenta su propio programa de radio afiliado, The Mel Robbins Show, donde comenta temas actuales y aconseja a personas que llaman desde todos los Estados Unidos. También es la protagonista en una nueva serie, In-Laws (Familia política), que el canal A&E estrenará este verano. Además, escribe cada mes una columna para la revista Success (Éxito), es una antigua colaboradora del canal CNBC y es también la cofundadora de Advice for Living, Inc. (Consejos para vivir), que desarrolla productos y programas de televisión con expertos en las categorías de bienestar, salud, relaciones y carrera.
La mayoría de noches, cuando los niños ya están en la cama, encontraréis a Mel en casa tomando un bourbon con hielo y con su pastor australiano a sus pies, escribiendo sobre la vida, el amor y todo lo demás en su blog galardonado: www.melrobbins.com
Vídeo del evento de: http://repertoireproductions.com/
- Autor/a de la charla: Mel Robbins
- Fecha de grabación: 2011-06-04
- Fecha de publicación: 2018-03-28
- Duración de «QUE TE J— – Cómo dejar de fastidiarte a ti mismo: Mel Robbins en TEDxSF»: 1300 segundos
Traducción de «QUE TE J— – Cómo dejar de fastidiarte a ti mismo: Mel Robbins en TEDxSF» en español.
¡Qué gran recibimiento! ¡Hola, San Francisco! TEDx, ¡oh, Dios mío, no veo nada! ¡Hola a todos!
¿Cómo estáis?
(La audiencia saluda) ¡
¿Bien?
! ¡Madre mía! Bueno…
Me llamo Mel Robbins y, durante los últimos diecisiete años, no he hecho otra cosa que ayudar a la gente a conseguir lo que quiere.
¡Dentro de lo razonable! Mi marido está aquí.
Así que lo he hecho en el juzgado, en la sala de juntas, en el dormitorio, en la sala, en cualquier lugar en que queráis estar, si estoy ahí, os ayudaré a conseguir lo que sea que queráis por cualquier medio.
Llevo los últimos tres años presentando un programa de radio afiliado.
Cinco días a la semana acudo en directo a cuarenta ciudades y hablo con hombres y mujeres de en todo Estados Unidos que se sienten estancados.
¿Sabéis que un tercio de los estadounidenses se sienten insatisfechos con sus vidas actuales?
¡Eso es cien millones de personas! ¡Es demencial! Y me he enfrentado a esto cara a cara en este nuevo programa que estoy haciendo, que también es demencial y se llama «Familia política».
Me voy a vivir con familias de todos Estados Unidos…
(Risas)
¡Lo habéis adivinado! …que están en guerra con sus familiares políticos.
Los metemos a todos en una misma casa y asesino verbalmente a todo el mundo, abrimos la caja de Pandora y consigo que la gente deje de discutir sobre los donuts y sobre en qué casa celebrarán el día de Acción de Gracias y hablen sobre las cosas importantes.
Y eso es de lo que os quiero hablar.
Estoy aquí para vosotros.
Os voy a decir en menos de dieciocho minutos todo lo que sé sobre cómo conseguir lo que queréis.
Bien, quiero que dediquéis una milésima de segundo ahora mismo a pensar qué es lo que queréis.
¡Vosotros! Y quiero que seáis egoístas.
Que le den a Simon y a lo «nuestro».
Esto va de mí, ¡ahora mismo!
(Risas)
(Aplausos)
Lo siento, Simon.
¿Qué queréis?
Y este es el trato: No quiero que le suene bien a los demás.
Ser saludable no pondrá vuestro trasero en la cinta de correr.
Perder vuestros pechos masculinos para poder enrollaros con alguien, eso es motivación.
(Risas)
Así que quiero saber:
¿Qué queréis?
¿Queréis perder peso?
¿Queréis triplicar vuestras ganancias?
¿Queréis fundar una empresa sin ánimo de lucro?
¿Queréis encontrar el amor?
¿Qué es?
Descubridlo aquí mismo.
Sabéis lo que es, no lo analicéis a muerte, simplemente elegid algo.
Ese es parte del problema.
No queréis elegir.
Así que vamos a hablar sobre cómo conseguir lo que queréis y, francamente, conseguir lo que queréis es simple.
Pero notad que no he dicho que sea fácil.
Es muy simple.
De hecho, si pensáis en ello, vivimos en el momento más increíble de la historia.
Así que eso que tenéis ahí arriba, sea lo que sea, queréis llevar una dieta saludable para curar la diabetes, queréis averiguar cómo cuidar a la gente mayor y abrir un nuevo centro hospitalario, queréis mudaros a África y construir una escuela…
¡Adivinad! Podéis ir a una librería ahora mismo y comprar por lo menos diez libros escritos por expertos reconocidos sobre cómo diablos se hace.
Podríais buscarlo en Google.
Y probablemente podríais encontrar al menos, no sé, un millar de blogs que documentan la transformación paso a paso que alguna otra persona ya está llevando a cabo.
¡Podéis encontrar a cualquiera online y acosarlo cibernéticamente!
(Risas)
Podéis simplemente seguir sus pasos, dejaos llevar por la corriente.
Repetid lo que todos los demás han hecho, ¡porque alguien ya lo está haciendo! Así que,
¿por qué no tenéis lo que queréis, si contáis con toda la información necesaria, con todos los contactos necesarios, probablemente existen herramientas online gratuitas que os permiten montar un negocio, o uniros a un grupo, ¡o hacer lo que sea que queréis hacer! Todo se resume en una palabra: F*©#.
Cerrad la puerta delantera,
¿sabéis a qué me refiero?
La bomba F.
¡Está por todo! ¡La oís todo el tiempo! Sinceramente, no entiendo cuál es el atractivo de esta palabra, es decir, nadie suena inteligente al decirla y realmente no expresa cómo te sientes.
Es como tomar un chupito barato.
Por supuesto sabéis que estoy hablando de la palabra «bien».
«
¿Cómo estás?
» «Oh, estoy bien».
¿Ah, sí?
¿Lo estás?
Arrastrando por ahí esos 20 kilos de más,
¿estás bien?
Sientes que tu cónyuge es un compañero de piso,
¿y estás bien?
No has tenido sexo en cuatro meses,
¿estás bien?
¡
¿En serio?
! ¡No creo! Pero el tema es que decir que estáis bien es en realidad brillante porque si estáis bien no tenéis que hacer nada al respecto.
Pero al pensar sobre esta palabra, «bien», me pongo rabiosa.
Aquí estamos, en una conferencia sobre estar vivos, ¡
¿y vais a describir la experiencia de estar vivos con «bien»?
! ¡Qué palabra más pobre y débil! Si sois un asco, ¡decid que sois un asco! Si sois geniales, ¡decid que sois geniales! ¡Decid la verdad! Y eso no solo va para la construcción social: «Oh, no quiero agobiarte con el hecho de que odio mi vida» o: «¡Ey, soy genial! Pero eso te sentaría fatal».
El mayor problema, el mayor problema con «bien» es que os lo decís a vosotros mismos.
Eso que queréis, os lo garantizo, os habéis convencido a vosotros mismos de que estáis bien sin tenerlo.
Por eso no os estáis esforzando.
Es las áreas de vuestra vida en las que os habéis rendido, donde habéis dicho: «Oh, estoy bien.
Mi madre nunca va a cambiar, así que no puedo tener esa conversación».
«Estoy bien.
Tenemos que esperar a que los niños se gradúen antes de divorciarnos, así que de momento dormiremos en habitaciones separadas».
«Estoy bien.
He perdido mi trabajo, apenas puedo pagar mis facturas, pero bueno, es difícil conseguir un trabajo».
Uno de los motivos por los que esta palabra también me molesta tanto es que los científicos han calculado…
¡Sí, estoy bajando!
(Risas)
…los científicos han calculado la posibilidad de que vosotros nacierais.
Exacto.
Han calculado las opciones.
Os veo ahí arriba.
Han calculado las opciones de que vosotros…
Sí, los que estáis de pie, es mejor que os sentéis para esto.
…han calculado las opciones de que vosotros nacierais.
Y tuvieron en cuenta todas las guerras, los desastres naturales, los dinosaurios y todo lo demás.
¿Y os dais cuenta de que las posibilidad, las posibilidad de que vosotros, sí, justo ahí, deja el ordenador, levántate para mí, Doug.
Pues las posibilidad de que Doug, aquí, date la vuelta, di «hola» a todos, las posibilidad de que Doug naciera en el momento en que nació, con los padres con los que naciste y la estructura de ADN que tienes, ¡era una entre cuatrocientos mil millones!
¿No es eso increíble?
Doug: ¡Soy muy afortunado! Mel: ¡Sí! No estás bien, ¡más bien estás de maravilla! Tienes ideas que cambian la vida por un motivo, y no se trata de torturarte a ti mismo.
Gracias.
Gracias, Doug.
(Aplausos)
Christine tenía razón al decir que todos vosotros podríais estar en el escenario.
Porque todos vosotros, todos nosotros estamos en esta categoría.
Una entre cuatrocientos mil millones.
Todo el día tenéis ideas que podrían cambiar vuestra vida, que podrían cambiar el mundo, que podrían cambiar la forma en que os sentís,
¿y qué hacéis con ellas?
¡Nada! (Gruñidos) Con suerte no os enseñaré el trasero.
(Risas)
No habéis pagado para eso.
(Risas)
Lo que quiero que penséis por un minuto, porque todos tenemos, me gusta usar la analogía «el botón interno de aplazamiento», tenéis estas ideas impresionantes que surgen.
Habéis estado observando a personas todo el día y os garantizo, como pelotas de ping pong, bam, bam, bam, y cada vez que tenéis una idea,
¿qué hacéis?
¡Pulsar el botón!
¿Cuál es la primera decisión que habéis tomado esta mañana?
Apuesto a que fue volver a la cama.
«Sí, la primera decisión de hoy, soy uno de entre cuatrocientos mil millones, voy a volver a dormir».
¡Y lo entiendo! ¡Vuestra cama es cómoda! ¡Es acogedora, está calentita! Y son afortunados de tener al lado a alguien que os quiere o en mi caso, tengo a mi marido, a mis dos hijos y posiblemente al perro.
El motivo por el que saco el tema de la primera decisión que habéis tomado hoy y del botón interno de aplazamiento es porque en cualquier área de vuestra vida que queráis cambiar, cualquiera, existe un detalle que necesitáis saber.
Este: Nunca os va a parecer el momento adecuado.
Nunca.
Nadie va a venir, la motivación no va a aparecer, nunca os va a parecer el momento adecuado.
Los científicos lo llaman energía de activación.
Así llaman a la fuerza requerida para que cambiéis de lo que estáis haciendo en piloto automático a algo nuevo.
Así que probad este test mañana.
Pensáis que sois muy sofisticados, lo sé, asistís a TED.
(Risas)
Probad esto.
Mañana por la mañana poned vuestra alarma treinta minutos más pronto.
Y cuando suene coged las sábanas, apartadlas, poneos de pie y empezad vuestro día.
Sin botón, sin retraso, nada de «Esperaré aquí solo cinco segundos porque Mel no está aquí».
Hacedlo.
Y la razón por la que quiero que lo hagáis es porque os enfrentaréis cara a cara con la fuerza física, y quiero decir física, que se necesita para cambiar vuestro comportamiento.
¿Creéis que alguien que necesita perder peso se siente en algún momento con ganas de hacer dieta?
¡Por supuesto que no!
¿Creéis que alguna vez les apetece comer pollo hervido con guisantes en lugar de un cruasán?
¡No creo! La energía de activación necesaria para poner vuestro trasero lejos del ordenador y salir por la puerta, para hacer la caminata que dijisteis que ibais a hacer, es exactamente la misma cantidad de fuerza que necesitáis para obligaros a salir de la cama calentita a una habitación fría.
Lo interesante de ser adulto es que cuando cumples los dieciocho nadie te dice que ahora vas a tener que ser tu propio padre.
Y por «tu propio padre» quiero decir que es vuestro trabajo obligaros a hacer lo que no queréis hacer para poder ser todo lo que se supone que tenéis que ser y estáis tan condenadamente ocupados esperando a sentir que es el momento adecuado, ¡y nunca lo vais a sentir! A mi hijo nunca le apetece dejar de jugar con la DS.
¡Ese es mi trabajo! ¡Deja de jugar con la DS! ¡Kendall, limpia las Barbies! Si vas a montar una fiesta nudista en mi baño, ¡por lo menos limpia después!
(Risas)
Dios, ¡mastica con la boca cerrada! No estamos en un establo, ¡por el amor de Dios! Bien, la cena está lista, sal de la despensa.
Como padres, y vosotros fuisteis niños, vuestros padres os hacen hacer las cosas que no os apetece hacer.
Porque no las haréis.
Nunca.
¡Ni ahora, ni después, ni nunca! E incluso cuando sois buenos en algo, se os ocurrirá alguna otra cosa que no queréis hacer.
Y después os estancaréis, os aburriréis, «Odio este trabajo, bla, bla, aburrido».
¿Pero buscaréis uno nuevo?
¡No! Solo os quejaréis de ese.
Es muy, muy simple conseguir lo que queréis, pero no es fácil.
Tenéis que forzaros.
Y quiero decir forzar.
La razón por la que uso la palabra «forzar», cuando Roz estaba aquí arriba hablando sobre la monitorización de emociones y tenía la imagen de las dos partes del cerebro, yo veo el cerebro de la misma forma, solo que describo una parte del cerebro como piloto automático y la otra parte como freno de emergencia.
Esas son las dos únicas velocidades que tenemos: piloto automático y freno de emergencia.
Y adivinad cuál le gusta más a vuestro cerebro: el piloto automático.
Habéis tenido la experiencia en que conducís al trabajo, llegáis y pensáis: «Dios mío, no recuerdo ni haber conducido hasta aquí».
(Risas)
¡No estabais borrachos! Eso es vuestro cerebro en piloto automático.
Estaba funcionando justo a este nivel.
Y el problema con vuestra mente es que siempre que hacéis algo diferente a vuestra rutina habitual, adivinad qué hace vuestro cerebro, ¡freno de emergencia! Y tiene esta reacción para todo.
¡Todo! Entráis en la cocina y veis que todo el mundo ha dejado sus platos del desayuno para vosotros y pensáis por enésima vez: «Voy a matarlos.
De hecho voy a dejarlo todo aquí y haré que lo hagan ellos».
Pero esa no es vuestra rutina normal,
¿no?
Así que vuestra mente dice: ¡freno de emergencia!, y ponéis el piloto automático.
«Simplemente lo haré, me enfadaré y después no tendré sexo.
Eso es lo que voy a hacer».
(Risas)
(Aplausos)
Así que, cuando digo «forzar», cualquier cosa que rompa con vuestra rutina necesariamente tendrá que forzarse.
Si pensáis en vuestra vida, es algo divertido porque somos niños y luego nos convertimos en adultos y malgastamos muchísimo tiempo intentando introducir nuestra vida en alguna especie de rutina estable, ¡y después nos aburrimos de ella! Os levantáis a la misma hora cada día, desayunáis en gran parte lo mismo, conducís al trabajo de la misma manera, llegáis al trabajo, fingís estar ocupados, evitáis hacer llamadas, actualizáis Facebook, vais a una reunión y hacéis garabatos todo el tiempo, volvéis y actualizáis Facebook, hacéis planes para la noche, fingís estar ocupados un poco más, después conducís a casa de la misma manera, cenáis en gran parte lo mismo o una versión de lo mismo, veis el mismo tipo de programas y después os vais a la cama, ¡y hacéis lo mismo otra vez! ¡No es de extrañar que estéis aburridos hasta la coronilla! Es la rutina lo que os está matando.
Tengo una teoría sobre por qué la gente se estanca en la vida.
La mayoría de vosotros probablemente habréis tomado el curso 101 de psicología básica y habréis llegado a la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow.
Bueno, vuestro cuerpo está bastante bien porque cubre estas necesidades básicas.
Y vuestro cuerpo está conectado para mandaros señales.
Si necesitáis comida,
¿qué sentís?
Si necesitáis agua,
¿qué sentís?
Si necesitáis sexo,
¿qué sentís?
(Risas)
Gracias.
Creo que cuando os sentís estancados o insatisfechos en la vida, es una señal.
Y no es una señal de que vuestra vida esté mal, sino una señal de que una de vuestras necesidades más básicas no se satisface.
La necesidad de exploración.
Todo en vuestra vida, en vuestro cuerpo, ¡crece! Vuestras células se regeneran, vuestro pelo, vuestras uñas, todo crece durante toda vuestra vida.
Vuestra alma necesita exploración y crecimiento y la única manera en que lo conseguiréis es forzándoos a estar incómodos, forzándoos a salir afuera, fuera de vuestra cabeza.
Gracias.
Si estáis en vuestra cabeza, estáis tras las líneas del enemigo.
No es Dios hablando,
¿vale?
¡No lo es! De hecho, si pusiéramos un altavoz que retransmitiese lo que os decís a vosotros mismos, os meteríamos en un manicomio.
(Risas)
No os juntaríais con gente que os hablara de la forma en que vosotros os habláis.
¡Así que salid de vuestra cabeza! ¡Vuestros sentimientos! ¡Vuestros sentimientos os están fastidiando! ¡No me importa cómo os sentís! ¡Me importa lo que queréis! Y si prestáis atención a cómo os sentís, en lo que respecta a lo que queréis, no lo vais a conseguir porque nunca os va a parecer el momento adecuado.
Y necesitáis salir de vuestra zona de confort.
No se trata de correr riesgos, se trata de salir de vuestra zona de confort.
Esos tres primeros segundos, en los que os obligáis a salir de la cama, destrozan, pero una vez estáis levantados, es genial.
Esos tres primeros segundos, cuando estáis así, sentados, y alguien se acerca y dice: «Levántate y baila conmigo», y pensáis: «Debería hacer eso» y después decís: «Uhmm», esa experiencia que habéis tenido al sentir el impulso de hacerlo y no aplicar la energía de activación necesaria para forzaros, habéis estirado el freno de emergencia: «Me quedo aquí sentado.
No me voy a ir con esos locos, no me gusta bailar…».
Lo que me pasó a mí es que vine y me encontré a Rachel, empezamos a hablar y de repente estaba tuiteando.
Y somos amigas.
Y, ¡bum! Sal afuera.
Ahí es donde está la magia.
Ahí es donde existe el uno entre cuatrocientos mil millones.
Así que todo lo que hago…
Oh, vale, esta es la última parte.
Lo siento.
Hay una cosa más que podéis usar, yo la llamo la regla de los cinco segundos.
Vuestra mente puede procesar una expresión facial en 33 milésimas de segundo.
Puede moverse condenadamente rápido.
Otra cosa que hace muy rápido es, cuando tenéis uno de esos pequeños impulsos que os impulsan, si no os unís a ellos con acción en menos de cinco segundos, estiráis el freno de emergencia y matáis esa idea.
¡La matáis! Si sentís el impulso de levantaros y salir a bailar cuando la banda está tocando, si no os levantáis en cinco segundos, vais a aplicar el freno de emergencia.
Si sentís un impulso sobre, si hoy os ha inspirado el discurso de alguien y no hacéis algo en menos de cinco segundos, escribid una nota, mandaos un mensaje, algo físico para uniros a la idea, usarán el freno de emergencia y mataréis la idea.
Vuestro problema no son las ideas.
Vuestro problema es que no actuáis cuando las tenéis.
Las matáis.
No es mi culpa.
No es culpa de nadie.
Os lo hacéis a vosotros mismos.
¡Parad! Cuento con vosotros.
Uno entre cuatrocientos mil millones.
¡Tenéis cosas que hacer! Y no van a pasar en vuestra cabeza.
Así que quiero que hoy practiquéis esto.
Cuando salgamos de fiesta, gracias a Dios que falta poco, porque creo que a todos nos vendrá bien un cóctel, quiero que practiquéis la regla de los cinco segundos.
Si veis a alguien y creéis que sentís un impulso,
¿parece interesante?
¡Caminad hacia allí!
¿Alguien os ha inspirado y tenéis una petición?
¡Hacedla! ¡Para eso estáis aquí! Experimentad con ello y creo que lo que pasará os sorprenderá.
Y una cosa más, quiero que sepáis que todo lo que hago, ya sea el programa de radio, el de televisión, o el libro que he escrito, o la columna, es para vosotros.
Y si hay algo que pueda hacer, si puedo hacer algo para ayudaros a hacer las cosas que no queréis hacer, para así tener lo que queréis, lo haré.
Pero necesitáis venir, necesitáis abrir la boca y necesitáis hacer una petición.
¿Lo habéis pillado?
Bien.
Ahora hacedlo.
(Aplausos)
¡Gracias! ¡Gracias, sí! ¡Levantaos! Sentís el impulso, ¡levantaos! ¡Gracias!
https://www.ted.com/talks/mel_robbins_how_to_stop_screwing_yourself_over/