Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » ¿Quién ganó la carrera espacial? – Jeff Steers – Charla TED-Ed

¿Quién ganó la carrera espacial? – Jeff Steers – Charla TED-Ed

Charla «¿Quién ganó la carrera espacial? – Jeff Steers» de TED-Ed en español.

Ver la lección completa en: http://ed.ted.com/lessons/what-was-the-point-of-the-space-race-jeff-steers

El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética lanzó el satélite Sputnik y, con ello, se inició una carrera espacial internacional. Estados Unidos y la Unión Soviética se apresuraron en declarar el dominio del espacio durante 18 años, hasta que los dos países acordaron adoptar un modelo más colaborativo. ¿El auténtico ganador? La ciencia. Jeff Steers describe la historia, y los beneficios, de la carrera espacial.

Lección de Jeff Steers, animación de The Moving Company Animation Studio.

  • Autor/a de la charla: Jeff Steers
  • Fecha de grabación: 2013-08-14
  • Fecha de publicación: 2020-02-28
  • Duración de «¿Quién ganó la carrera espacial? – Jeff Steers»: 272 segundos

 

Traducción de «¿Quién ganó la carrera espacial? – Jeff Steers» en español.

El 4 de octubre de 1957, el mundo contemplaba con asombro y miedo como la Unión Soviética lanzaba el Sputnik, el primer satélite creado por el hombre, al espacio.

Esta pequeña bola de metal, de medio metro de diámetro más o menos, inició una carrera espacial entre EE.

UU.

y la U.R.S.S.

que duraría 18 años y que cambiaría el mundo tal y como lo conocemos.

De hecho, el Sputnik no era la primera pieza de tecnología humana en llegar al espacio.

Ese privilegio pertenece al cohete V-2 usado por los alemanes en los ataques con misiles contra las ciudades aliadas como último intento desesperado en los años finales de la II Guerra Mundial.

No era muy efectivo, pero, al final de la guerra, tanto EE.UU.

como la U.R.S.S.

se hicieron con la tecnología y científicos que lo desarrollaron y empezaron a usarlos para sus propios proyectos.

En agosto de 1957, los soviéticos probaron con éxito el primer misil balístico intercontinental, el R-7, el mismo cohete que se usaría para lanzar el Sputnik 2 meses después.

Lo que asustaba del Sputnik no era la bola en órbita en sí, sino el hecho de que se podía usar esa misma tecnología para lanzar una cabeza nuclear sobre cualquier ciudad.

No queriendo quedarse atrás, el presidente Eisenhower ordenó a la Armada que acelerara su propio proyecto y lanzara un satélite lo antes posible.

Así, el 6 de diciembre de 1957, la gente emocionada de toda la Nación sintonizó para ver la retransmisión en directo de cómo despegaba el satélite Vanguard TV3 y se estrellaba contra el suelo 2 segundos después.

El fracaso del Vanguard fue una gran vergüenza para Estados Unidos.

Los periódicos imprimían titulares como «Flopnik» y «Kaputnik».

Y un delegado soviético en la ONU sugirió burlonamente que EE.UU.

debería recibir ayuda extranjera para naciones en vías de desarrollo.

Afortunadamente, el Ejército había estado trabajando en su propio proyecto paralelo, el Explorer, que se lanzó con éxito en enero de 1958.

EE.UU.

justo había logrado alcanzar a los soviéticos cuando estos los superaron de nuevo al convertirse Yuri Gagarin en el primer hombre en el espacio en abril de 1961.

Pasó casi un año y varios astronautas soviéticos terminaron sus misiones antes de que el proyecto Mercury tuviera éxito al hacer de John Glenn el primer estadounidense en órbita en febrero de 1962.

Por entonces, el presidente Kennedy comprendió que con solo alcanzar cada avance soviético unos meses después no iba a solucionar nada.

EE.UU.

debía hacer algo primero y, en mayo de 1961, un mes después del vuelo de Yuri, anunció el objetivo de llevar al hombre a la luna a finales de los años 60.

Lo lograron con el programa Apollo, cuando el 20 de julio de 1969 Neil Armstrong dio su famoso paso.

Con ambos países centrando su atención en las estaciones espaciales en órbita, no hay forma de saber cuán larga habría sido la carrera espacial.

Pero gracias a la mejora de las relaciones, negociada por el presidente soviético Leonid Breshnev y el presidente estadounidense Nixon, la U.R.S.S.

y EE.UU.

se encaminaron hacia la cooperación más que a la competición.

La exitosa misión conjunta, conocida como Apollo-Soyuz, en la que una nave espacial Apollo, de EE.UU., se acopló a una nave soviética Soyuz y las dos tripulaciones se encontraron, saludaron e intercambiaron regalos, marcó el final de la carrera espacial en 1975.

Entonces, al final, ¿para qué sirvió esta carrera espacial? ¿Fue solo una gran pérdida de tiempo? ¿Dos grandes superpotencias tratando de superarse la una a la otra persiguiendo proyectos simbólicos, tanto peligrosos como caros, con recursos que podrían haberse usado mejor de otra forma? Bueno, sí, más o menos, pero los mayores beneficios del programa espacial no tuvieron nada que ver con que se superaran entre ellos.

Durante la carrera espacial, la financiación para la investigación y educación, en general, aumentó de forma espectacular, lo que llevó a muchos avances que quizá no se habrían logrado de otro modo.

Muchas de las tecnologías desarrolladas por la NASA para el espacio son ahora muy usadas en la vida civil, desde la espuma viscoelástica en colchones hasta la comida liofilizada o los LED para tratar el cáncer.

Y, por supuesto, los satélites que usamos para los GPS y las señales de teléfono móvil no estarían ahí de no ser por el programa espacial.

Todo esto demuestra que los beneficios de las investigaciones científicas y el fomento son a menudo mucho mayores de lo que puedan llegar a imaginar sus creadores.

https://www.ted.com/talks/jeff_steers_who_won_the_space_race/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *