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Retratos magníficos de personas del mundo que se desvanecen – Charla TEDGlobal 2014

Charla «Retratos magníficos de personas del mundo que se desvanecen» de TEDGlobal 2014 en español.

Cuando Jimmy Nelson viajó a Siberia para fotografiar a los chukchi, los ancianos le dijeron: «No puedes fotografiarnos, tendrás que esperar hasta que llegues a conocernos, hasta que nos entiendas». Únete a Nelson a través de este charla llena de fotografías magníficas, a su búsqueda para entender el mundo, a otras personas, a si mismo realizando retratos sorprendentes de las tribus y las culturas que están gradualmente desapareciendo en el mundo.

  • Autor/a de la charla: Jimmy Nelson
  • Fecha de grabación: 2014-10-09
  • Fecha de publicación: 2015-05-29
  • Duración de «Retratos magníficos de personas del mundo que se desvanecen»: 1038 segundos

 

Traducción de «Retratos magníficos de personas del mundo que se desvanecen» en español.

He estado haciendo fotos desde hace mucho tiempo, y, normalmente una imagen como esta, debería ser, para mí, algo fácil de tomar.

Estoy en el sur de Etiopía.

Con los daasanach.

Es una familia numerosa, en un árbol muy bonito, y hago este tipo de fotos con una cámara con trípode incómoda, muy engorrosa, poco práctica.

¿Alguien recuerda las láminas fotográficas de 10×12 y 20×25 cm?

Y hay que configurarla y montarla en el trípode.

Tengo por fin la familia, pasé gran parte del día hablando con ellos.

Más o menos entienden lo que quiero hacer.

Piensan que estoy un poco loco pero esa es otra historia.

Y lo más importante para mí es la belleza, la estética, y eso se basa en la luz.

Así que tengo la luz adecuada a mi izquierda, y mantengo una conversación continua con los daasanach, con los 30 de la familia, de todas las edades.

Hay bebés y hay abuelos, los subo al árbol, espero la puesta de sol, estoy en ello, aquí viene, aquí viene, solo me queda una lámina fotográfica, y pienso que todo va bien, tengo el control.

Estoy ajustando, estoy en ello, estoy a punto de tener la luz perfecta, quiero que sea dorada, quiero que sea hermosa.

Quiero que inunde el horizonte para que se cierna sobre esta gente, y les envuelva en un aura de gloria.

Y estoy a punto, a punto de tener esta luz, coloco mi lámina en la cámara, la cámara está enfocada, y, de repente, oigo un golpe fuerte miro alrededor y en la esquina superior del árbol, una de las chicas abofetea a la chica que tiene a lado, y la chica del otro lado le tira del pelo y se desata un infierno, y me quedo allí de pie pensando: «Pero la luz, ¡la luz! Esperen, necesito esta luz.

¡Quédense quietas!» Y empiezan a gritar, y luego uno de los hombres se da la vuelta y empieza a gritar también, y todo el árbol se derrumba, bueno, no el árbol, la gente y mi composición.

Todos están corriendo, gritando, y corren de vuelta al pueblo dejando una nube detrás de sí, mientras yo me quedo atrás con mi trípode.

La lámina está dentro, la luz se ha ido y no puedo tomar la foto.

¿Dónde se habían ido todos?

No tenía ni idea.

Me hizo falta una semana, una semana para hacer esta foto que ven aquí hoy, y les diré por qué.


(Aplausos)
Es muy, muy, muy simple; durante una semana me paseé por el pueblo, y pregunté a todos y cada uno de ellos: «Hola, puedes venir al árbol.

¿Cuál es tu historia?

¿Quién eres?

» Y resulta que todo fue por culpa de un novio, por el amor de Dios.

Quiero decir, tengo hijos adolescentes, debería saberlo.

Se trataba de un novio.

La chica de arriba había besado al chico equivocado, y empezaron a pelearse.

Pero esto para mí fue una lección muy, muy hermosa: si iba a fotografiar a estas personas de la manera digna, respetuosa que yo había previsto, y ponerlos en un pedestal, tenía que entenderlos.

No se trataba solo de venir a la cita.

Y tampoco solo de estrechar una mano.

No bastaba con solo decir: «Soy Jimmy, soy fotógrafo».

Tuve que llegar a conocerlos a todos y cada uno de ellos, hasta quién era el novio de quién y quién estaba autorizado a besar a quién.

Así que por fin, una semana más tarde, estaba absolutamente exhausto, casi de rodillas implorando: «Por favor, súbase a ese árbol.

Tengo que tomar esta foto».

Volvieron todos.

Los coloqué a todos en el árbol.

Me aseguré de que la chica que abofeteó a la otra estuviera en la otra esquina.

Seguían echándose miradas; si se fijan en ello más tarde, se nota como se miraban la una a la otra muy enojadas, y controlo el árbol y todo, y justo en el último momento: «¡La cabra, la cabra! Necesito algo que atraiga las miradas.

Necesito una cabra blanca en el medio».

Así que cambié todas las cabras de sitio, las puse en el medio, pero aun así me equivoqué, porque miren a la izquierda, un pequeño sale enojado porque no elegí su cabra.

Así que la moraleja es que tenía que aprender a hablar con las cabras, así como lo hice con los daasanach.

Pero de todos modos, todo el esfuerzo queda reflejado en esa foto y en la historia que acabo de contarles, como se pueden imaginar, es solo una de cientos de otras historias excéntricas, extrañas, de cientos de otras personas del mundo.

Esto fue hace unos 4 años, cuando salí de viaje, para ser honesto, un viaje muy a mi marcha.

Soy un verdadero romántico.

Un idealista, quizás hasta ingenuo.

Pero realmente creo que la gente de este planeta es hermosa.

Es muy, muy sencillo.

No es ciencia espacial.

Quería poner a esta gente en un pedestal.

Quería ponerlos en un pedestal como nunca habían sido puestos antes.

Así que elegí unos 35 grupos diferentes, 35 tribus, culturas indígenas.

Las elegí puramente por razones estéticas, y hablaré de esto más adelante.

No soy antropólogo, no tengo formación técnica al respecto, pero me apasiona muchísimo y estaba convencido que tenía que elegir a la gente más hermosa del planeta en su entorno más bello y ponerlos juntos para presentárselos.

Hace casi un año publiqué las primeras fotos, y pasó algo muy emocionante.

Todo el mundo se me acercaba, y fue una experiencia extraña, porque todo el mundo, de todas partes: «

¿Quiénes son?

¿Qué representan?

¿Cuántos hay?

¿Dónde los encontraste?

¿Son reales?

No son de verdad.

Dinos, dinos, ¡dínoslo!» Millones de preguntas para las cuales, para serles honesto, no tengo respuesta.

Realmente no tenía las respuestas, y de acuerdo, entiendo que son hermosas, y esa era mi intención, pero las preguntas que me hacían, no sabía responderlas.

Y pasó algo bastante divertido, cuando hace casi un año, alguien me dijo: «Te invitan a dar una charla TED».

Y yo dije: «

¿Ted?

¿Qué Ted?

¿Quién es?

No conozco a ningún Ted».

«No, una charla TED».

Yo dije: «Pero,

¿quién es Ted?

¿Tengo que hablar con él o hay una entrevista en algún escenario?

» «No, no, el grupo TED.

Imposible que no hayas oído de eso».

Y le dije: «He estado en un tipi y en una yurta en los últimos 5 años.

¿Cómo daré con Ted?

Preséntame».

De todas formas, en resumidas cuentas me dijo: «Tenemos que hacer una charla TED».

Investigo.

¡Qué emocionante! ¡Es fantástico! Y luego, irás a TED Global.

Aún más emocionante.

Pero lo que hay que hacer, es ofrecer una lección a la gente, lecciones que tú mismo has aprendido en tus viajes por mundo de estas tribus.

Pensé, lecciones, bien, bien, pero

¿qué aprendí?

Buena pregunta.

3.

Necesitas 3 lecciones, y muy profundas.


(Risas)
Y pensé, 3 lecciones, bueno, voy a pensar en ello.


(Aplausos)
Así que reflexioné por mucho tiempo y aquí estaba de pie hace 2 días, y enseñé un poco, tenía mis apuntes, el mando en la mano las fotos en la pantalla, tenía mis 3 lecciones preparadas, empecé a presentarlas, y tuve la extraña sensación de salir de mi cuerpo.

Me veo a mí mismo allí de pie, y me digo: «Oye, Jimmy, vaya bobadas que dices.

Todas esta gente habrá oído montones de charlas y lecciones como esta.

¿Quién eres tú para decirles lo que has aprendido?

¿Quién eres tú para guiarlos y quién eres tú para mostrarles lo que está bien o mal, lo que esta gente tiene que decir?

» Y empecé a experimentar una crisis un tanto discreta.

Volví a ello, un poco como el niño que se alejó del árbol con sus cabras, muy disgustado, porque aquello no funcionaba, no era lo que yo quería comunicar.

Y reflexioné mucho acerca de ello, y pensé, bueno, lo único que puedo transmitir es muy, muy básico.

Tuve que darle la vuelta por completo.

Hay una sola persona aquí que conozco, y esta soy yo.

Todavía estoy tratando de conocerme, esto es un viaje que dura toda una vida, y probablemente no tengo todas las respuestas pero aprendí unas cuantas cosas extraordinarias en este viaje.

Así que lo que voy a hacer es compartir con Uds.

lo que aprendí.

Como expliqué al principio, se trata de una manera muy peculiar, muy personal, del cómo y por qué hice estas fotos, y dejo a la audiencia interpretar lo que estas lecciones pueden haber significado para mí, lo que podrían quizás significar para Uds.

Viajé muchísimo cuando era niño.

Vivía una vida muy nómada.

En realidad, fue muy emocionante.

Por todo el mundo, y tenía la sensación de que me empujaron a gran velocidad a ser alguien, a convertirme en esa persona, en este Jimmy; marcharme en el mundo, así que fui corriendo y mi esposa a veces se burla: «Jimmy, eres un poco como Forrest Gump».

Pero yo le digo: «No, esto tiene un propósito, confía en mí».

Así que sigo corriendo y corriendo, y cuando llego a alguna parte, me paro y miro a mi alrededor y pienso:

¿A dónde pertenezco?

¿Dónde encajo yo?

¿Quién soy?

¿De dónde vengo?

No tenía ni idea.

Así que espero que no haya demasiados psicólogos en la audiencia.

Quizá parte de este viaje se debe a que trato de averiguar a dónde pertenezco.

Así que me fui, y no se preocupen, cuando llegué a esas tribus, no me pinté de amarillo y empecé a correr por allí con lanzas y en taparrabo.

Pero sí encontré personas con un sentido de pertenencia y fueron ellos quienes me inspiraron, unas personas extraordinarias, y me gustaría presentarles a algunos de mis héroes.

Son los huli.

Los huli son una tribu de una belleza singular en nuestro planeta.

Son gente orgullosa.

Viven en entre las montañas de Papúa Nueva Guinea.

No quedan muchos y se llaman hombres-peluca huli.

Y una imagen como esta, quiero decir que es de lo que se trata para mí.

Es lo que hago: paso semanas y meses allí hablando con ellos, familiarizándome, y quiero ponerlos en un pedestal, y les digo: «Tienen algo que muchos no han visto.

Rodeados de esta impresionante naturaleza».

Y realmente es lo que se ve, y la verdad es que lucen así.

Esto es de verdad.

¿Y saben por qué están orgullosos?

¿Saben por qué se ven así?

¿Y por qué me esforcé tanto para fotografiarlos y presentarles?

Es porque tienen estos rituales extraordinarias.

Los huli tienen este ritual, para pasar de la adolescencia a la adultez, de afeitarse la cabeza, para pasar luego el resto de su vida afeitarse la cabeza todos los días.

Y lo que hacen con ese pelo es convertirlo en una creación, algo muy personal.

Son sus creaciones.

Una creación huli.

Por eso se llaman los hombres-peluca.

Esa es una de las pelucas que llevan en la cabeza.

Está hecha toda de pelo humano.

Y luego adornan esa peluca con plumas de las aves del paraíso, y no se preocupen, hay muchos pájaros de esos allí.

Hay muy pocos huli así que no hay por qué preocuparse y pasan el resto de su vida retocando estos sombreros y cada vez van un poco más lejos y es algo extraordinario.

Hay otro grupo, los kalang, que viven en el valle siguiente, pero hablan un idioma completamente diferente, se ven completamente diferentes, y llevan sombreros, hechos a base de escarabajos, fantásticos pequeños escarabajos de color verde esmeralda.

A veces hay 5000 o 6000 escarabajos en un sombrero como este, y se pasan toda su vida recogiendo estos escarabajos para hacerse estos sombreros.

Así que los huli me inspiraron con su sentido de identidad, y tal vez tengo que trabajar más para buscar un ritual que me importe a mí y volver a mi pasado para ver dónde realmente encajo.

Una parte muy importante de este proyecto fue la de cómo acercarme para fotografiar a estas personas extraordinarias.

Y hablo básicamente de la belleza.

Creo que la belleza importa.

Pasamos toda nuestra vida en torno a la belleza: lugares hermosos, cosas hermosas, y en última instancia, gente hermosa.

Es muy, muy, muy significativo.

He pasado toda mi vida analizando

¿Cómo me veo?

¿Piensan que soy guapo?

¿Importa si soy o no guapo o es puramente una cuestión de estética?

Y luego, al viajar, llegué a una conclusión evidente:

¿Tengo que ir por el mundo fotografiando, perdón, solo mujeres entre los 25 y 30?

¿Esta es toda la belleza que hay?

¿Y todo lo que hay antes y después de ella es completamente irrelevante?

Y esto ocurrió cuando me fui de viaje, un viaje tan profundo que me dan escalofríos cuando pienso en ello.

Fui a una parte del mundo…

y no sé si alguno de Uds.

ha oído hablar de Chukotka.

¿Alguien ha oído hablar de Chukotka?

Chukotka es, técnicamente, el lugar donde uno puede ir y todavía sentir que se encuentra en un planeta vivo.

Está a 13 horas en avión desde Moscú.

Primero hay que llegar a Moscú, y luego 13 horas de vuelo directo desde Moscú.

Y eso si llegas allí.

Como pueden ver, algunos no encontraron la pista.

Y luego cuando aterrizas allí en Chukotka, encuentras a los chukchis.

Los chukchis son los últimos indígenas inuit de Siberia, gente de la que había oído hablar, casi nunca he visto fotos de ellos, pero sabía que estaban allí.

Así que estuve en contacto con este guía que me dijo: «Hay una tribu fantástica.

Solo quedan 40 de ellos.

Todo irá bien.

Los encontraremos».

Y nos embarcamos en este viaje.

Cuando llegamos allí, después de un mes de viajar a través del hielo, cuando llegamos a ellos, no nos dejaron fotografiarlos.

Dijeron: «No puedes fotografiarnos.

Tienes que esperar.

Tienes que esperar hasta que llegues a conocernos.

Hasta que nos entiendas.

Hasta que entiendas cómo nos relacionamos».

Y al cabo de muchas, muchas semanas vi el respeto.

No tenían ningún prejuicio.

Solo se observaban el uno al otro, desde los jóvenes, a los adultos y ancianos.

Se necesitaban unos a otros.

Los niños masticaban carne todo el día porque los adultos ya no tenían dientes, y también ayudaban a los ancianos en el baño porque estaban enfermos, y así se forma esta fantástica comunidad llena de respeto.

Se adoran y admiran mutuamente, y fueron los que realmente me enseñaron qué es la belleza.


(Aplausos)
Ahora voy a pedir un poco de participación del público.

Es extremadamente importante para el final de mi charla.

Les ruego que miren a alguien a su izquierda o derecha, que lo observen y que le digan un piropo.

Es muy importante.

Puede ser la nariz o su pelo o incluso su aura, no importa, pero por favor mírense, y felicítense.

Tienen que hacerlo rápido, porque no me queda tiempo.

Y hay que recordarlo.

Muy bien, gracias, gracias, gracias, ya se han felicitado.

Y recuerden muy, muy bien el piropo.

Para más tarde.

Y la última lección, extraordinariamente profunda, me pasó solo hace 2 semanas cuando volví a ver a los himba.

Los himba viven en el norte de Namibia en la frontera con Angola, y yo había estado allí un par de veces antes, y regresé para enseñarles este libro que publiqué, para mostrarles las imágenes, abrir una discusión con ellos, decirles: «Es así como los veo, como los quiero.

Así es como les muestro mi respecto.

¿Qué les parece?

¿Estoy en lo cierto?

¿Me equivoco?

» Quería este debate.

Y fue muy emotivo; una noche sentados alrededor de una fogata —y tengo que reconocer que había bebido un poco más de la cuenta— bajo las estrellas, les dije: «Esto es fantástico, han visto mis fotos, cómo nos queremos».


(Risas)
Y voy un poco lento, miro a mi alrededor y me parece que la valla ha desaparecido.

¿No había una valla aquí la última vez que vine?

Ya saben, esta gran valla que protege el pueblo.

Me miran y me dicen: «Sí, es que se ha muerto el jefe».

Y pensé, bueno, el jefe murió, arriba hay estrellas, la fogata está aquí…

El jefe ha muerto.

¿Pero que tiene que ver con la valla?

«Cuando el jefe muere, primero destruimos, luego reflexionamos.

Luego reconstruimos, entonces respetamos».

Y me eché a llorar, porque mi padre acababa de morir antes de este viaje, y yo nunca reconocí su labor, o hice público el hecho de que a lo mejor estoy aquí hoy, donde estoy, debido a él.

Estas personas me enseñaron que somos lo que somos gracias a nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros antepasados y así una y otra vez, de generación en generación, y yo, por muy romántico o idealista que sea en este viaje, no lo supe hasta hace 2 semanas.

No lo supe hasta hace 2 semanas.

Entonces,

¿qué significa todo esto?

Bueno, hay una imagen que me gustaría mostrarles, una imagen especial, y no era precisamente la imagen que quería elegir.

Al estar sentado allí el otro día, pensé: tengo que terminar con algo impactante.

Y alguien dijo: «Tienes que mostrarles la foto del nanev.

El nanev».

«Sí, pero no es mi foto favorita».

«No, no, que va.

Es una imagen increíble».

Tú estás en sus ojos».

«

¿Qué quieres decir que estoy en sus ojos?

Es la foto de un nanev».

Y ella dijo: «No, mira con atención.

Estás en sus ojos».

Y si miran bien esta foto, se ve mi reflejo en sus ojos.

Así que creo que tal vez tiene mi alma, y yo me he quedado en su alma, y mientras estas fotos les miran, les ruego que también las miren.

Es posible que no se vean reflejados en sus ojos, pero hay algo sumamente importante en estas personas.

Yo no tengo las respuestas, tal y como les acabo de contar, pero Uds.

deben tenerlas, están en alguna parte.

Así que si reflexionan brevemente en lo que acabo de comentarles sobre la belleza, el sentimiento de pertenencia, nuestros antepasados, las raíces, y por favor, les ruego que se levanten.


(Risas)
Ahora ya no tienen excusa.

Es casi la hora del almuerzo.

Y esto no va de aplausos calurosos así que no se preocupen, no estoy esperando piropos.

Pero Uds.

recibieron uno hace unos minutos.

Ahora les pido que estén bien erguidos.

Quiero que respiren profundamente.

Esto es lo que les pido.

Ya no me pondré de rodillas durante 2 semanas.

No les pediré que traigan una cabra, y sé que no tienen camellos.

La fotografía tiene un poder extraordinario.

Es este idioma que todos entendemos.

Realmente lo entienden todos, todos tenemos estas chimeneas digitales pero yo quiero compartirles con el mundo porque Uds.

son también una tribu.

¿Son la tribu de TED, no?

Pero hay que recordar el piropo.

Hay que mantenerse erguidos, respirar por la nariz, y les fotografiaré.

Tengo que hacer una foto panorámica, por lo que durará un minuto, así que tienen que concentrarse.

Respiren, bien erguidos sin reír.

Shh, respiren por la nariz.

Voy a disparar.

(Tomas) Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/jimmy_nelson_gorgeous_portraits_of_the_world_s_vanishing_people/

 

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