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Rory Stewart: Es tiempo de terminar la guerra en Afganistán. – Charla TEDGlobal 2011

Charla «Rory Stewart: Es tiempo de terminar la guerra en Afganistán.» de TEDGlobal 2011 en español.

El parlamentario inglés Rory Stewart recorrió Afganistán luego de los atentados del 11-S, hablando con los ciudadanos y caudillos por igual. Hoy, una década más tarde, cuestiona: ¿Por qué es que las fuerzas de Occidente y de la coalición aún siguen luchando allí? Comparte enseñanzas de las intervenciones militares pasadas que funcionaron, por ejemplo, Bosnia. Y demuestra que la humildad y la pericia local son las claves para el éxito.

  • Autor/a de la charla: Rory Stewart
  • Fecha de grabación: 2011-07-15
  • Fecha de publicación: 2011-07-25
  • Duración de «Rory Stewart: Es tiempo de terminar la guerra en Afganistán.»: 1202 segundos

 

Traducción de «Rory Stewart: Es tiempo de terminar la guerra en Afganistán.» en español.

Actualmente la pregunta no es: ¿Por qué invadimos Afganistán? La pregunta es: ¿Por qué seguimos en Afganistán una década después? ¿Por qué estamos gastando 135.000 millones de dólares? ¿Por qué tenemos 130.000 tropas en el terreno? ¿Por qué es que murieron más personas en el último mes que en cualquier mes anterior de este conflicto? ¿Cómo sucedió esto? Los últimos 20 años han sido la era de la intervención y Afganistán es simplemente un acto de una tragedia de 5 actos.

Salimos del fin de la Guerra Fría con desesperación.

Nos enfrentamos a Ruanda; a Bosnia; y luego redescubrimos nuestra propia confianza.

En el tercer acto fuimos a Bosnia y Kosovo y parecimos tener éxito.

En el cuarto acto, con nuestra arrogancia, y nuestra soberbia en aumento, invadimos Irak y Afganistán.

Y en el quinto acto nos sumimos en un desastre humillante.

Entonces la pregunta es: ¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué seguimos metidos en Afganistán? Y, por supuesto, la respuesta que nos dan una y otra vez es la siguiente: nos dicen que fuimos a Afganistán por los atentados del 11-S, y que seguimos allí porque los talibanes representan una amenaza existencial a la seguridad mundial.

Según las palabras del presidente Obama: «Si los talibanes toman el control nuevamente invitarán a Al-Qaeda que intentará asesinar a tantos de los nuestros como puedan».

La historia que nos cuentan es que inicialmente hubo una intervención leve…

en otras palabras, que terminamos en una situación en la que no teníamos suficientes tropas, ni suficientes recursos, en la que los afganos estaban frustrados.

Sentían que no había suficiente progreso ni desarrollo económico, ni seguridad, y así fue entonces que regresaron los talibanes Que reaccionamos en 2005 y 2006 con emplazamiento de tropas y aún así no pusimos suficientes tropas en el territorio.

Y que no fue hasta el año 2009, cuando el presidente Obama autorizó un aumento, que finalmente tuvimos, según las palabras de la Secretaria de Estado, Clinton, «La estrategia, el liderazgo y los recursos».

Entonces, tal y como ahora nos asegura el presidente, estamos camino a alcanzar nuestros objetivos.

Todo esto está mal.

Cada una de esas afirmaciones son erróneas.

Afganistán no representa una amenaza existencial para la seguridad mundial.

Es altamente improbable que los talibanes alguna vez puedan tomar el control del país…

extremadamente improbable que puedan tomar el control de Kabul.

Simplemente no tienen una opción militar convencional.

Y aunque pudieran lograrlo, aún si estoy equivocado, es absolutamente improbable que los talibanes traigan de regreso a Al-Qaeda.

Desde el punto de vista talibán, ese fue su error principal la última vez.

Si no hubiesen traído a Al-Qaeda, actualmente, aún tendrían el poder.

Y aún si me equivoco en ambas cuestiones, aún si pudiesen retomar el control del país, si invitasen nuevamente a Al-Qaeda, es extremadamente improbable que Al-Qaeda pudiese mejorar significativamente su capacidad para dañar a los Estados Unidos o perjudicar a Europa.

Porque estos ya no son los años 90.

Si la base de Al-Qaeda fuese establecida cerca de Ghazni, los golpearíamos fuertemente, y sería muy difícil para los talibanes protegerlos.

Además, simplemente no es cierto que lo que salió mal en Afganistán fue la intervención leve.

De hecho, en mi experiencia, esta intervención leve fue de extrema ayuda.

Y estas tropas que emplazamos…

hay una buena foto de David Beckham allí con una ametralladora…

esto empeoró la situación, no la mejoró.

Cuando anduve por Afganistán en el invierno del 2001-2002, vi escenas como esta.

Una niña, si tienes suerte, en la esquina de un cuarto oscuro…

afortunada de poder ver el Corán.

Pero en aquellos días cuando nos dijeron que no teníamos suficientes tropas ni recursos, progresamos mucho en Afganistán.

En tan solo unos meses ya había 2 millones y medio más de niñas en la escuela.

En Sangīn, donde me enfermé en 2002, la clínica más cercana estaba a 3 días de caminata de distancia.

Hoy hay 14 clínicas solamente en esa zona.

Ha habido mejoras sorprendentes.

Pasamos de una situación en la cual casi no había afganos que tuviesen teléfonos móviles durante el control talibán a otra donde, casi de un día para el otro, 3 millones de afganos tenían teléfonos móviles.

Y habíamos progresado en la libertad de medios.

Progresamos en el proceso electoral…

y todo esto con la famosa intervención leve.

Pero cuando empezamos a emplear más dinero, cuando empezamos a invertir más recursos, las cosas empeoraron, no mejoraron.

¿Cómo? En primer lugar, si se invierten 125.000 millones de dólares al año en un país como Afganistán donde todos los ingresos del estado afgano es de 1.000 millones de dólares al año, se asfixia todo.

No es simplemente la corrupción y el despilfarro que se crea; esencialmente se reemplazan las prioridades del gobierno afgano, El gobierno electo de Afganistán, con sus tendencias de control a los detalles de extranjeros presta servicio por periodos cortos con sus propias prioridades.

Y lo mismo es cierto en cuanto a las tropas.

Cuando estuve en Afganistán, me hospedé con personas como esta.

Este es el comandante Haji Malem Mohsin Khan de Kamenj.

El comandante Haji Malem Mohsin Khan de Kamenj fue un gran anfitrión.

Fue muy generoso como muchos de los afganos con quienes me hospedé.

Pero también él era considerablemente más conservador, considerablemente más anti-extranjeros, considerablemente más islamista de lo que nos gustaría saber.

Este hombre, por ejemplo, Mullah Mustafa, intentó dispararme.

Y la razón por la cual me veo un poco perplejo en esta foto es porque estaba algo asustado, y en esa ocasión tuve mucho miedo, habiendo corrido una hora a través del desierto y habiéndome refugiado en esta casa, de preguntarle por qué había aparecido queriendo sacarse una foto conmigo.

Pero 18 meses después, le pregunté por qué había tratado de dispararme.

Y Mullah Mustafa —es el hombre con el papel y el bolígrafo— me explicó que el hombre que ven sentado a su izquierda en esta fotografía, Nadir Shah le había apostado que no podría impactarme.

Esto no quiere decir que Afganistán es un lugar lleno de personas como Mullah Mustafa.

No lo es, es un lugar maravilloso lleno de una energía increíble y de inteligencia.

Pero es un lugar donde el emplazamiento de tropas ha incrementado la violencia en lugar de disminuirla.

En 2005, Anthony Fitzherbert, un ingeniero agrónomo, podía viajar a través de Helmand, alojarse en Nad Ali, Sangīn y Ghoresh, que son los nombres de los pueblos en donde se está llevando a cabo el combate.

Actualmente, no podría hacerlo.

Entonces la idea de que despleguemos tropas como respuesta a la insurrección talibán es errónea.

En lugar de ser anteriores a la insurrección, los talibanes vinieron después del emplazamiento de tropas.

Hasta donde sé, el emplazamiento de tropas fue la causa de su regreso.

Ahora, ¿es esta una idea nueva? No, ya han habido varias personas diciendo esto mismo durante los últimos 7 años.

Dirigí un centro en Harvard desde 2008 a 2010.

Y allí había personas como Michael Semple que habla las lenguas afganas con fluidez, y ha recorrido casi todos los distritos del país.

Andrew Wilder, por ejemplo, nacido en la frontera entre Pakistán e Irán toda su vida prestó servicio en Pakistán y Afganistán.

Paul Fishtein, que comenzó a trabajar allí en 1978, trabajó para Save the Children, lideró la unidad de evaluación e investigación afgana.

Estas son personas que pudieron decir de manera consistente que el incremento de la ayuda para el desarrollo hacía que Afganistán fuera menos segura, no más segura, que la estrategia de medidas anti-insurrectivas no estaba funcionando y que no iba a funcionar.

Y, aún así, nadie los escuchó.

En cambio, hubo una letanía de optimismo sorprendente.

Desde el año 2004 en adelante cada general que asumía decía: «Heredamos una situación funesta, pero finalmente tengo los recursos adecuados y la estrategia correcta que cumplirá con el cometido» según la palabra del General Barno en 2004, el «año decisivo».

Pues, adivinen qué.

No fue así.

Pero esto no fue suficiente para prevenir al General Abuzaid que también dijo que tenía la estrategia y los recursos para cumplir, en 2005, el «año decisivo».

O al General David Richards, que asumió en 2006, y también dijo que tenía la estrategia y los recursos para cumplir en el «año de la hora de la verdad».

O, en 2007, cuando el vice ministro de relaciones exteriores de Noruega, Espen Eide, dijo que ese sería el «año decisivo».

O, en 2008, el General de División Champoux que afirmó que sería él quien cumpliría en el «año decisivo».

O, en 2009, mi querido amigo, el General Stanley McChrystal, dijo que estaba «metido hasta las rodillas en el año decisivo».

O, en 2010, cuando el secretario de relaciones exteriores del Reino Unido, David Miliband, dijo que finalmente cumpliríamos nuestro cometido del «año decisivo».

Y les encantará saber que actualmente, en 2011 Guido Westerwelle, el canciller alemán, nos asegura que estamos en el «año decisivo».

(Aplausos) ¿Cómo es que permitimos que suceda todo esto? La respuesta, por supuesto, es que si se gastan 125.000 millones ó 130.000 millones de dólares al año en un país, se apropia de casi todos, incluidas las agencias de ayuda humanitaria que comienzan a recibir enormes sumas de dinero de los gobiernos europeos y estadounidense para construir escuelas y clínicas…

están un poco reacias a desafiar la idea de que Afganistán es una amenaza existencial para la seguridad mundial.

En otras palabras, les preocupa, que si alguien creyese que en realidad no es una amenaza…

Oxfam, Save the Children…

no recibirían el dinero necesario para construir hospitales y escuelas.

También es muy difícil enfrentar a un general con condecoraciones en su pecho.

Resulta muy difícil para un político porque se teme la cantidad de vidas que se perdieron en vano.

Se siente una profunda culpa.

Se exageran los miedos.

Se le tiene terror a la humillación de la derrota.

¿Cuál es la solución a esto? Bueno, la solución a esto es que debemos encontrar una manera para que personas como Michael Semple, o esas otras personas, que están diciendo la verdad, que conocen el país, que han pasado 30 años en el lugar y, lo que es más importante, el componente que falta en esta cuestión: los mismos afganos, que entienden qué está pasando.

De alguna manera tenemos que hacer llegar su mensaje a quienes hacen la política.

Y esto es muy difícil de lograr debido a nuestras estructuras.

Lo primero que debemos cambiar son las estructuras de nuestro gobierno.

Muy lamentablemente, las agencias de relaciones exteriores, Naciones Unidas, las fuerzas armadas en estos países casi no tienen idea de lo que está sucediendo.

El soldado británico promedio, presta servicio por un periodo de 6 meses; los soldados italianos, por 4 meses; el militar estadounidense, está en servicio por 12 meses.

Los diplomáticos se encierran en complejos de embajadas.

Y cuando salen, viajan en estos curiosos vehículos blindados con estos equipos de seguridad personal algo atemorizantes que se preparan con 24hs de anticipación que dicen que solo puedes permanecer en el territorio por una hora.

En la embajada británica en Afganistán en 2008, de 350 personas, había solo 3 personas que hablaban dari decentemente, la lengua principal en Afganistán.

Y no había una sola persona que pudiese hablar pastún.

En el sector Afgano en Londres responsable por la política de gobierno afgana en el territorio, se me dijo el año pasado que no había un solo miembro del personal de la oficina de asuntos exteriores en ese sector que haya prestado servicio en un puesto de comando en Afganistán.

Entonces necesitamos cambiar esa cultura institucional.

Y podríamos demostrar lo mismo acerca de Estados Unidos y las Naciones Unidas.

En segundo lugar, debemos tomar distancia del optimismo de los generales.

Debemos asegurarnos de ser un poco más suspicaces, de que entendemos que ese optimismo está en el ADN de las fuerzas armadas, y de no responder a eso con tanta celeridad.

Y, en tercer lugar, necesitamos un poco de humildad.

Hay que partir de la postura de que nuestro conocimiento, nuestro poder, nuestra legitimidad es limitada.

Esto no significa que la intervención alrededor del mundo es desastrosa.

No lo es.

Bosnia y Kosovo fueron una señal de éxito, de un gran éxito.

Si viajamos a Bosnia en la actualidad es casi imposible creer que lo que vimos a principios de los 90 realmente sucedió.

Es casi imposible creer en todo lo que avanzamos desde 1994.

El regreso de los refugiados, algo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados pensó que sería altamente improbable y ha sucedido a gran escala.

Se han devuelto un millón de propiedades.

Las fronteras entre el territorio bosníaco y serbio-bosnio se ha calmado.

El ejército nacional ha disminuido.

Actualmente la tasa de crímenes en Bosnia es menor a la de Suiza.

Esto se logró gracias a un increíble esfuerzo de altos principios de la comunidad internacional, y, por supuesto, sobre todo de los propios bosnios.

Pero es necesario ver el contexto.

Y esto es lo que hemos perdido en Afganistán e Irak.

Deben entender que en estos lugares lo que realmente importaba era, en primer lugar, el papel de Tudman y Milosevic al llegar al acuerdo, y el hecho de que esos hombres fueron al lugar, que la situación regional mejoró, que la Unión Europea le pudo ofrecer a Bosnia algo extraordinario: la posibilidad de ser parte de algo nuevo, un nuevo club, la posibilidad de ser parte de algo más grande.

Y, finalmente, debemos entender que en Bosnia y Kosovo, parte del secreto de lo que logramos, del secreto de nuestro éxito fue nuestra humildad; fue la naturaleza tentativa de nuestro compromiso.

Criticamos a muchas personas en Bosnia por ser algo lentos en capturar a criminales de guerra.

Los criticamos por ser algo lentos en regresar a los refugiados.

Pero esa lentitud, esa cautela, el hecho de que el presidente Clinton inicialmente dijo que las tropas estadounidenses serían emplazadas por tan solo un año, resultó ser una fortaleza, y ayudó a establecer las prioridades de manera correcta.

Una de las cosas más tristes de nuestra participación en Afganistán es que tenemos nuestras prioridades desincronizadas.

No estamos asociando nuestros recursos con nuestras prioridades.

Porque si en lo que estamos interesados es en el terrorismo, Pakistán es mucho más importante que Afganistán.

Si lo que nos interesa es la estabilidad regional, Egipto es mucho más importante.

Si lo que nos preocupa es la pobreza y el desarrollo, África subsahariana es mucho más importante.

Esto no significa que Afganistán no importa, pero ese es tan solo uno de los 40 países del mundo en los que necesitamos involucrarnos.

Entonces, si pudiese finalizar con una metáfora para la intervención, en lo que tenemos que pensar es en algo así como un rescate en alta montaña.

¿Por qué un rescate de montaña? Porque cuando se habla de intervención, se imaginan que alguna teoría científica…

la Corporación RAND viaja contando 43 insurrecciones previas elaborando una fórmula matemática que dice que se necesita un contra-insurgente entrenado por cada 20 miembros de una población.

Es la forma incorrecta de abordarlo.

Debe mirarse de la misma forma en la que se abordaría un rescate en la montaña.

Cuando se hace un rescate en la montaña, no se hace un doctorado en rescates de montaña, se busca a alguien que conozca el terreno.

Se trata del contexto.

Se entiende que podemos prepararnos, pero que el tiempo que se puede emplear en prepararse es limitado.

Se puede llevar algo de agua, un mapa, un bolso.

Pero lo que realmente importa son dos tipos de problemas: problemas que ocurren en la montaña que no se pudieron prever, como por ejemplo, hielo en una ladera, pero que se puede evadir.

Y problemas que no se pudieron prever y que no se pueden evadir, como una tormenta de nieve repentina, o una avalancha, o un cambio en el clima.

Y la clave para esto es un guía que haya estado en esa montaña, bajo cada temperatura, en todos los periodos.

Un guía que, ante todo, sepa cuándo regresar, que no presione implacablemente cuando las condiciones se vuelvan en contra.

Lo que se busca en bomberos, alpinistas, policías, y lo que debería buscarse para una intervención son personas que tomen riesgos de manera inteligente, no personas que se precipiten ciegamente de un precipicio, ni que se zambullan a una habitación en llamas, sino que midan sus riesgos, y sus responsabilidades.

Porque lo peor que hicimos en Afganistán es esta idea de que el fracaso no es una opción.

Esto hace que el fracaso se vuelva invisible, inconcebible e inevitable.

Y si podemos resistirnos a esa consigna descabellada, descubriremos…

en Egipto, en Siria, en Libia y en cualquier otro lugar del mundo al que vayamos, que si con frecuencia logramos hacer menos de lo que pretendemos, podemos hacer mucho más de lo que tememos.

Muchas gracias.

(Aplausos) Gracias.

Muchas gracias.

Gracias.

Muchas gracias.

Gracias, gracias.

Gracias.

(Aplausos) Gracias.

Gracias.

Muchas gracias.

Gracias.

(Aplausos) Bruno Giussani: Rory, mencionaste Libia al final.

Brevemente, ¿cuál es tu opinión de los eventos actuales allí y de la intervención? Rory Stewart: Bien, creo que Libia representa el problema clásico.

El problema en Libia es que siempre se presiona por blanco o por negro.

Imaginamos que hay tan sólo dos opciones: o la participación completa y el emplazamiento de tropas o el aislamiento total.

Y siempre se nos tienta hasta el cuello.

Metemos un dedo y terminamos metidos hasta el cuello.

Lo que deberíamos haber hecho en Libia es haber acatado la resolución de Naciones Unidas.

Deberíamos habernos limitado de manera muy estricta a la protección de la población civil en Bengasi.

Podríamos haber hecho eso.

En 48 horas establecimos una zona de exclusión aérea porque Gaddafi no tenía aviones en 48 horas.

En vez de eso, nos permitimos tentarnos hacia el cambio de régimen.

Al hacerlo, hemos destruido nuestra credibilidad con el Consejo de Seguridad, lo que significa que es muy difícil conseguir una resolución en Siria.

Y que nos estamos embarcando nuevamente en otro fracaso.

Una vez más, humildad, límites, honestidad, expectativas realistas y podríamos haber logrado algo de lo que nos pudiésemos enorgullecer.

BG: Muchas gracias Rory.

RS: Gracias (BG: Gracias)

https://www.ted.com/talks/rory_stewart_time_to_end_the_war_in_afghanistan/

 

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