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Charla «Roz Savage: ¿Por qué atravieso el Pacífico remando?» de Mission Blue Voyage en español.
Hace dos años, Roz Savage renunció a un trabajo de alto vuelo en Londres para convertirse en remera oceánica. Cruzó el Atlántico en solitario y esta semana acaba de comenzar la tercera etapa de remo en solitario por el Pacífico; la primera vez para una mujer. ¿Por qué lo hace? Escucha sus razones, a la vez profundamente personales y urgentemente activistas.
- Autor/a de la charla: Roz Savage
- Fecha de grabación: 2010-04-08
- Fecha de publicación: 2010-04-28
- Duración de «Roz Savage: ¿Por qué atravieso el Pacífico remando?»: 1115 segundos
Traducción de «Roz Savage: ¿Por qué atravieso el Pacífico remando?» en español.
Hola, mi nombre es Roz Savage y remo por los océanos.
Hace 4 años crucé el Atlántico remando en solitario y desde entonces he hecho dos de las tres etapas de la travesía por el Pacífico, desde San Francisco hasta Hawaii y desde Hawaii a Kiribati.
Y mañana, me marcharé de este barco y volaré de regreso a Kiribati para continuar con la tercera y última etapa de mi travesía por el Pacífico.
En conjunto, habré remado más de 12.800 kilómetros hecho más de 3 millones de remadas y pasado más de 312 días en solitario en el océano, en un bote de remo de 23 pies.
Esto me ha dado una relación muy especial con el océano.
Tenemos una relación de amor/odio.
Siento, sobre ella, como me sentía sobre una profesora de matemáticas muy estricta que tuve en la escuela.
No siempre me cayó bien, pero la respetaba.
Y ella me enseñó muchísimo.
Hoy quisiera compartir con ustedes algunas de mis aventuras oceánicas y contarles un poco de lo que me han enseñado y cómo creo que podemos aprovechar esas lecciones y aplicarlas a este desafío medioambiental que enfrentamos ahora.
Bueno, alguno de ustedes puede estar pensando, «Espera un minuto, ella realmente no se parece mucho a una remadora oceánica.
¿No se supone que tendría que ser así de alta y de este ancho y quizá parecerse un poco más a estos muchachos?
» Como se habrán dado cuenta, ellos tienen algo que yo no tengo.
Bueno, no sé en que estarán pensando, pero me refiero a las barbas.
Y sin importar el tiempo que paso en el océano, todavía no he logrado dejarme una barba decente.
Y espero que eso siga así.
Durante mucho tiempo yo no pensaba que podría tener una gran aventura.
La historia que me contaba a mí misma era que los aventureros se veían así.
Yo no encajaba en ese papel.
Pensaba que existían ellos y luego nosotros y yo no era uno de ellos.
Durante 11 años me conformé.
Hice lo que la gente con mi perfil debería hacer.
Trabajaba en una oficina en Londres como consultora de dirección.
Y creo que supe, desde el primer día, que éste no era el trabajo para mí.
Pero ese tipo de condicionamiento me mantuvo allí durante muchos años hasta que llegué a los treinta y tantos y pensé «No me estoy haciendo más joven.
Siento como si tuviera un propósito en la vida pero no supiera cuál es, pero estoy segura que la consultoría de dirección no lo es».
Saltemos unos años, había pasado por algunos cambios.
Para responderme a esa pregunta:
¿qué se supone que debería estar haciendo con mi vida?
Un día me senté a escribir dos versiones de mi propio obituario el que quería, una vida de aventura, y al que realmente me dirigía el cual era una vida buena, normal, placentera, pero que no era donde quería estar al final de mi vida.
Quería vivir una vida de la cual pudiera estar orgullosa.
Y recuerdo estar mirando esas dos versiones de mi obituario y pensando: «Por Dios, estoy tomando el camino completamente equivocado.
Si sigo viviendo como lo estoy haciendo sencillamente no terminaré en donde quisiera estar en 5 ó 10 años o al final de mi vida.
Hice algunos cambios, me deshice de mis adornos de mi vida pasada y con un salto de lógica decidí atravesar el océano Atlántico remando.
(Risas)
La travesía atlántica sale desde Canarias hasta Antigua.
Son unos 4.800 km.
Y resultó ser la cosa más difícil que jamás había hecho.
Claro, yo había querido salir de mi zona de comodidad, pero lo que no había tomado en cuenta fue que salir de tu zona de comodidad es, por definición, extremadamente incómodo.
Y mi salida fue inoportuna.
En el 2005, cuando atravesé el Atlántico, fue el año del huracán Katrina.
Hubo más tormentas tropicales en el Atlántico Norte que nunca antes, desde que se tiene registro.
Y desde el inicio las tormentas amenazaban mi travesía.
Mis cuatro remos se quebraron antes de que llegara a la mitad del recorrido.
Se supone que los remos no se ven así.
Pero,
¿qué puedes hacer?
Estás en el medio del océano.
Los remos son tu único medio de propulsión.
Así que tuve que mirar alrededor del barco y averiguar lo que iba a utilizar para arreglar los remos y así poder seguir adelante.
Encontré un gancho y mi cinta adhesiva de confianza y adherí el gancho a los remos para reforzarlos.
Luego, cuando eso cedió corté los ejes de las ruedas de mi asiento de remo de repuesto y usé eso.
Y cuando eso cedió, utilicé uno de los remos rotos.
Nunca había sido muy buena arreglando las cosas en mi vida anterior.
Pero es sorprendente lo ingenioso que puede uno llegar a ser cuando está en medio del océano y sólo hay una manera de llegar al otro lado.
Y los remos se volvieron un símbolo de las tantas maneras que fui más allá de lo que pensaba que eran mi límites.
Sufrí de tendinitis en los hombros y llagas de agua salada en el trasero.
Batallé psicológicamente totalmente abrumada por la magnitud del desafío, al darme cuenta que si seguía moviéndome a 3 km por hora 4.800 km iban a llevarme mucho, mucho tiempo.
Hubo muchos momentos en los que pensé haber llegado al límite pero no tenía más opción que seguir adelante y tratar de imaginar cómo iba a llegar al otro lado sin volverme loca.
Y finalmente después de 103 días en el mar llegué a Antigua.
Creo que nunca me sentí tan feliz en toda mi vida.
Fue como terminar una maratón salir de la reclusión y ganar el Oscar, todo en uno.
Estaba eufórica.
Y ver toda la gente que venía a saludarme y parada a lo largo de los acantilados, aplaudiendo y animándome, me sentía como una estrella de cine.
Fue absolutamente maravilloso.
Y aprendí que cuanto más grande es el reto más grande es la sensación de logro al llegar al final.
Esto podría ser un buen momento para responder preguntas sobre el remo oceánico que puede ser que tengan en su mente.
Pregunta número uno:
¿Qué comes?
Comidas liofilizadas, pero en su mayoría intento comer alimentos menos procesados.
Cultivo mis propios brotes de soja.
Como barras de fruta y nuez, muchas nueces por lo general termino la travesía con 9 kg menos.
Pregunta número dos:
¿Cómo duermes?
Con mis ojos cerrados, ja, ja.
Supongo que lo que quieren decir es:
¿Qué sucede con el bote mientras duermo?
Bueno, planifico mi ruta para irme moviendo con el viento y las corrientes mientras duermo.
En una buena noche, creo que mi mejor marca ha sido 18 km en la dirección correcta.
La peor, 20 km en la dirección equivocada.
Eso es un mal día en la oficina.
¿Qué me pongo?
Generalmente una gorra de béisbol guantes de remo y una sonrisa, o fruncido de ceño, dependiendo de si retrocedí durante la noche.
Y mucha crema solar.
¿Tengo un bote de rescate?
No, no tengo.
Soy totalmente autosuficiente.
No veo a nadie durante todo el tiempo que estoy en alta mar, por lo general.
Y finalmente:
¿Estoy loca?
Bueno, voy a dejar que ustedes juzguen.
¿Cómo superas cruzar el Atlántico remando?
Bueno, naturalmente decides cruzar el Pacífico.
Yo había pensado que el Atlántico era grande pero el Pacífico es realmente grande.
Creo que no le hacemos justicia en nuestros mapas comunes.
No estoy segura si fueron los británicos quien inventaron este punto de vista del mundo en particular, pero sospecho que sí porque quedamos justo en el medio.
Y hemos cortado el Pacífico en la mitad y haberlo puesto en los dos rincones del mundo, mientras que si miras en Google Earth así es como se ve el Pacífico.
Cubre casi la mitad del planeta.
Sólo se ve un poco de América del Norte aquí y una punta de Australia allí abajo.
Es realmente grande.
164.000.000 km2 Y remar en línea recta a través de él, serían unos 12.800 kms.
Por desgracia, botes de remos oceánicos muy rara vez van en línea recta.
Para cuando llegue a Australia, si llego a Australia, habré remado unos 14 ó 16 mil kms en total.
Dado que nadie en su sano juicio remaría más allá de Hawaii sin detenerse decidí cortar este reto muy grande en tres segmentos.
En el primer intento no me fue tan bien.
En 2007, tuve un volcado involuntario 3 veces en 24 horas.
Un poco como estar en una lavadora.
El bote sufrió daños, y yo también.
Lo comenté en el blog.
Por desgracia, alguien con complejo de héroe decidió que esta damisela estaba en peligro y necesitaba ayuda.
Yo me enteré de esto cuando el avión de la Guardia Costera apareció sobre mi bote.
Intenté rogarles que se fueran.
Nos peleamos un rato.
Perdí y fui transportada por aire.
Horrible, realmente horrible.
Fue uno de los peores sentimientos de toda mi vida.
Mientras subía la cuerda al helicóptero y miraba a mi fiel botecito revolcándose en las olas de 6 metros me preguntaba si volvería a verlo.
Y tuve que poner en marcha una operación de rescate muy cara y luego esperar nueve meses más hasta poder volver al océano.
Pero
¿qué hacer?
Caes 9 veces, te levantas 10.
Al año siguiente, lo reintenté y, afortunadamente, esta vez llegue a Hawaii a salvo.
Pero no fue sin contratiempos.
Mi potabilizador de agua se rompió, la pieza más importante en el bote.
Alimentada por paneles solares, succiona agua salada y la convierte en agua dulce.
Pero no reacciona muy bien al ser sumergida en el océano, que es lo que le pasó.
Afortunadamente, el auxilio se encontraba cerca.
Había otro barco inusual por ahí al mismo tiempo, haciendo lo que yo estaba haciendo, dando a conocer al parche de basura del Pacífico Norte, esa zona del Pacífico Norte el doble de tamaño de Tejas, con una cifra estimada de 3,5 millones de toneladas de basura en él, que circulan en el centro del Giro del Pacífico Norte.
Como parte de su protesta, estos muchachos habían construido su bote con basura de plástico 15.000 botellas de agua vacías juntadas en dos pontones.
Iban muy lentamente.
En parte, habían tenido un poco de retraso.
Tuvieron que detenerse en la Isla Catalina, porque poco después de salir de Long Beach las tapas de todas las botellas de agua se estaban saliendo, y empezaba a hundirse.
Tuvieron que detenerse y sellar todas las tapas.
Pero, se acababan mis reservas de agua por suerte, nuestros cursos convergían Ellos se estaban quedando sin comida, y yo sin agua.
Nos pusimos en contacto por teléfono satelital y quedamos en reunirnos.
Y nos llevó una semana finalmente reunirnos.
Yo iba a una velocidad patéticamente lenta, de 1,3 nudos y ellos a una velocidad un poco menos patética de 1,4.
Como dos caracoles en un juego de apareamiento.
Pero, finalmente, logramos encontrarnos y Joel se tiró al mar, pescó un hermoso dorado mahi mahi, la mejor comida que había comido en unos tres meses Por suerte, el que pescó ese día fue mejor que éste que había pescado un par de semanas antes.
Cuando abrieron éste encontraron que el estómago estaba lleno de plástico.
Y esto es una mala noticia porque el plástico no es una sustancia inerte.
Filtra las sustancias químicas en la carne de la pobre criatura que lo comió y luego llegamos nosotros y comemos esa pobre criatura y acumulamos alguna de las toxinas en nuestros cuerpos.
Por lo tanto, hay implicaciones muy serias para la salud humana.
Eventualmene llegué a Hawaii, viva.
Y, al año siguiente, embarqué en la segunda etapa de la travesía del Pacífico de Hawaii a Tarawa.
Se darán cuenta que Tarawa, está cerca del nivel del mar.
Es esa franja verde en el horizonte, lo cual los pone muy nerviosos sobre el tema de la subida del nivel del mar.
Este es un gran problema para esta gente.
Las zonas más altas de la isla están apenas unos dos metros sobre el nivel del mar.
Y como un incremento de los extremos fenómenos meteorológicos por causa del cambio climático, esperan más olas a lo largo del arrecife costero que contaminarán el suministro de agua dulce.
Tuve una reunión con el presidente ahí, que me habló sobre la estrategia de evacuación de su país.
Él espera que en los próximos 50 años, las cien mil personas que viven allí se trasladen a Nueva Zelanda o Australia.
Y eso me hizo pensar en cómo me sentiría yo si Gran Bretaña fuera a desaparecer bajo las olas.
Si los sitios en donde nací en donde fui a la escuela y en donde me casé si todos esos lugares fueran a desaparecer para siempre cuán, literalmente, desarraigada me haría sentir eso.
En breve, me pondré en camino para tratar de llegar a Australia.
Y si tengo éxito, voy a ser la primera mujer en remar en solitario atravesando todo el Pacífico.
E intento usar esto para crear conciencia sobre estos problemas ambientales, para ponerle un rostro humano al océano.
Si el Atlántico fue mi viaje interior para descubrir mis propias capacidades, tal vez el Pacífico ha sido mi viaje exterior, para averiguar cómo puedo usar mi interesante elección de carrera para ser útil al mundo, y tomar algunas de esas cosas que he aprendido por ahí y aplicarlas a la situación en la que la humanidad se encuentra ahora.
Creo que hay tres puntos clave.
El primero se trata de las historias que nos contamos.
Durante mucho tiempo yo me decía que no podía tener una aventura porque yo no medía 2 metros ni era atlética, ni barbuda.
Y luego eso cambió.
Me enteré de que la gente había cruzado los océanos a remo.
Incluso conocí a una de ellas y era de mi estatura.
Por eso, aunque no crecí nada más ni me dejé la barba algo había cambiado; mi diálogo interior había cambiado.
Por el momento la historia colectiva que nos contamos es que necesitamos todo esto que necesitamos petróleo.
Pero…
¿y si cambiamos esta historia?
Tenemos alternativas y tenemos el poder del libre albedrío para elegir aquellas alternativas, las más sostenibles, para crear un futuro más verde.
El segundo punto tiene que ver con la acumulación de acciones pequeñas.
Podríamos pensar que todo lo que hacemos como individuos es sólo una gota en el océano, que no se puede marcar una diferencia real.
Pero no es así.
Por lo general, no nos hemos metido en estos líos por grandes catástrofes.
Sí, han existido los Exxon Valdeces los Chernobiles pero sobre todo ha sido una sucesión de malas decisiones de miles de millones de individuos día tras día, año tras año, Y, por la misma razón, podemos revertir esa tendencia.
Podemos empezar a tomar mejores decisiones decisiones más sabias, más sostenibles.
Y al hacerlo, no somos los únicos.
Cada cosa que hacemos se propaga en ondas.
Otra gente lo verá, si uno está en la cola del supermercado y saca la bolsa ecológica.
Quizá si todos comenzaremos a hacerlo podemos hacer que sea socialmente inaceptable decir sí al plástico en la cola del supermercado.
Ese es sólo un ejemplo.
Esto es una comunidad mundial.
El otro punto: se trata de asumir responsabilidades.
Durante una gran parte de mi vida quería algo que me hiciera feliz.
Pensaba que si tenía una buena casa, un buen coche, o el hombre adecuado en mi vida entonces sería feliz pero cuando hice el ejercicio del obituario maduré un poco en ese momento y me di cuenta que necesitaba decidir y crear mi propio futuro.
No podía esperar pacientemente que la felicidad viniese a encontrarme.
Y supongo que soy una ecologista egoísta.
Mi plan es vivir mucho tiempo, y cuando tenga 90 años quiero ser feliz y en buen estado de salud.
Y es muy difícil ser feliz en un planeta devastado por el hambre y la sequía.
Es muy difícil tener buena salud en un planeta en el que hemos envenenado la tierra el mar y el aire.
En breve voy a lanzar una nueva iniciativa llamada Eco-Héroes.
Y la idea es que todos nuestros eco-héroes harán al menos una acción verde cada día.
Va a ser un poco como un juego.
Vamos a hacer una aplicación para iPhone.
Sólo queremos tratar de crear conciencia medioambiental porque, por supuesto, cambiar una lámpara no va a cambiar el mundo, pero esa actitud esa conciencia que lleva a cambiar una lámpara o usar una taza de café en vez de una desechable, eso es lo que podría cambiar el mundo.
Realmente creo que estamos en un punto muy importante de la historia.
Tenemos una opción.
Hemos sido bendecidos, o maldecidos, con el libre albedrío.
Podemos elegir un futuro más verde.
Y podremos llegar si todos remamos juntos, de a una palada a la vez.
Gracias.
(Aplausos)
https://www.ted.com/talks/roz_savage_why_i_m_rowing_across_the_pacific/